Capítulo 12

He estado buscando por todos lados como un desquiciado. La gente no deja de mirarme completamente confundida.

Claro, "el capitán Inu actúa extraño,  algo debe andar mal".

—Hey, hey —veo a Ray frente a mí.  No sé en qué momento apareció —. Cálmate, pones nerviosa a la gente. Recuerda nuestro código. "Si el protector duda, el protegido teme".

—Inu —veo a Terry —. Te ayudaremos a buscarlo, pero tenemos que llegar al fondo de todo esto. Tenemos que encontrar al que escribió la nota y se dio el tiempo para entregarla —levanta el sobre.

Tomo la carta y la leo detenidamente.

"El hijo de Lycaon se encuentra en Sulen. Necesito su ayuda.

Inu".

—¿Quién firmaría con mi nombre? —miro a los chicos.

Realmente quiero saber quién escribió esta carta. Pero se me es imposible pensar en ello sabiendo que Riku está en quién sabe dónde.

Tengo que encontrarlo. O acabaré volviéndome loco.

Tengo que encontrar a Riku antes de que le pase algo. Le juré que lo protegería. No puedo fallarle.

Creo haber recorrido todo Sulen y sus alrededores. No lo encuentro por ningún lado.

Los chicos buscaron un lugar en dónde quedarse a pesar de que les ofrecí mi casa para que se quedaran.

No quiero volver. No sin él.

—Hola Joe... —me mira confundido mientras me siento en la barra y hago un movimiento con la mano.

—¿Se puede saber que haces aquí? —me mira mientras pone frente a mí una jarra de cerveza. Es una costumbre entre los dos, cada vez que vengo él solo me sirve y luego hablamos de cualquier cosa.

—Gracias —se queda mirándome mientras se apoya en la barra a la espera de una respuesta.

—¿Dónde está Riku? —bebo un gran trago. Casi me quedo sin aliento.

—Quisiera saberlo.

—¿Puedo preguntar?

—No puedo darte detalles, Joe. Pero, solo se fue sin que lo notara y...

—¿Cómo no ibas a notar que se había ido? Prácticamente se la pasan juntos desde que lo conociste.

—Es... Algo complicado —me termino la jarra —. ¿Algún consejo? —se muestra sorprendido.

—¿El capitán Inu me pide un consejo? ¿A mí, un simple cantinero de tiempo completo? —ríe por lo bajo —. Ya no eres ese mocoso que cruzó esas puertas con un miedo descomunal hacia la gente, ¿sabes?

—Lo sé, pero...

—¿Recuerdas cuando llegaste la primera vez?

—Sí, lo recuerdo. ¿Cómo olvidarlo...?


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Conocí el bar y a Joe cuando esos tres idiotas abusaron de mí. Mientras caminaba de vuelta a casa para dormir a la espera de otro miserable día de mi existencia. Entonces encontré este lugar luego de desviar mi ruta. Nunca me había atraído mucho el alcohol, pero supongo que era de esos días en los que no me hubiera importado embriagarme para olvidar mis problemas.

El sitio estaba lleno de gente como debía de ser en su costumbre. Me senté en una banca cualquiera y pedí un trago. Ahí conocí a Joe.

—No te había visto por aquí, ¿nuevo en la ciudad?

—Algo así... —bebí casi todo el contenido de la jarra. Joe me observó detenidamente. Me estudiaba.

—Mal día, ¿eh?

—Más bien, mala vida. Pero respondiendo a lo tuyo, sí, como no te imaginas —me acomodé en la silla y sin querer hice una mueca de dolor. Joe lo notó.

—¿De la guardia?

—Sí —sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas —. Esto es demasiado para mí... —rompí en llanto estando rodeado de poco más de una decena de personas.

—Oye... —sentí su mano sobre mi cabeza —. Tranquilo. Si bien, eso es realmente horrible. Tienes dos opciones para escoger. Puedes aprender de él y ser más fuerte. O seguir teniendo miedo y dejar que la situación se repita —puso otra jarra frente a mí —. La elección es solo tuya —alguien lo llamó del otro de la barra —. ¡Un momento! Por cierto, me llamo Joe ¿cuál es tu nombre, chico?

—Yo... Inu —respondí sexandome las lágrimas.

—Gusto en conocerte, Inu. —luego de eso se fue.

Desde ese momento, empecé a ver a Joe con más frecuencia. Aunque no siempre iba a beber. A veces solo iba a charlar con él o a buscar alguna clase de consejo.

Desde entonces, Joe y yo somos grandes amigos. Llevamos poco más de diez años de conocernos. Aunque, más que amigos, Joe representa esa figura paterna que nunca tuve. Joe fue mi pilar cuando más lo necesité.

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Me siento un poco mentiroso por lo que le dije a James. Pero supongo que ajora no importa nada de eso.

—Has cambiado mucho desde la primera vez que entraste aquí.

—Sí, realmente sí.

—¿Qué vas a hacer ahora? —deja una jarra de cerveza frente a mí y se va a atender a otras personas.

Joe tiene razón, no puedo solo rendirme. Eso habría hecho el Inu de hace once años.

Realmente he aprendido mucho de la vida en todo este tiempo. Aprendí mucho de Joe. Y aprendí mucho de Riku.

Tengo que encontrarlo antes de que Tireo lo haga.

Me pongo de pie rápidamente y salgo del lugar.

Al igual que esa vez, no bebí la jarra de cerveza que Joe me ofreció.

Vuelvo a casa. Está vacía.

Tengo que pensar con la cabeza fría. Me transformo en licántropo y voy a la habitación.

Riku tiene un aroma bastante característico. Es único. Su aroma me lleva a un lugar en el que todo está bien y no debo preocuparme de nada. Es un aroma que adoro sentir cada día. Cada mañana. Dulce, embriagador. Uno queme eriza la piel cada vez quelo capto. El aroma de Riku.

Olfateo la cama y la ventana. Puedo sentirlo.

Salgo de la casa y sigo buscando por el camino mientras mantengo mi nariz lo más cerca del suelo.

—¿Hacia dónde te fuiste...? —continúo buscando —. ¡Riku!

¡Lo tengo!

Sigo el rastro lo más rápido que puedo hasta detenerme en un punto del camino que llama mi atención.

Por las marcas en la tierra, parece que hubo una pelea. Siento el aroma de Riku, pero está mezclado con el de alguien más.

—¿Black? —en ningún momento me pareció raro que no estuviera con Ray y Terry. Pero ahora...

—Algo me dice que buscas lo mismo que yo... —volteo rápidamente al oír esa voz —. Busco a mi hermano. Es parecido a mí, misma altura, muy llorón y ama la vida como si valiera algo. ¿Lo haz visto? —solo con verlo, siento una extraña corriente recorrer mi espalda. ¿Miedo? Este sujeto se ve bastante peligroso.

—¿Quién eres? —pregunto con seriedad. Él me mira divertido y ríe como si le hubiera contado un buen chiste.

—¿No sabes quién soy? —vuelve a reír —. Yo si te conozco desde hace bastante tiempo, ¿sabes? Y claro, mantuve la distancia —camina rodeándome —. Hice lo mismo que el idiota de mi hermano. Me escondí entre la gente. Pero a diferencia de él, yo sí guardé bien mi identidad —mueve un poco su pelaje para enseñarme su marca.

—Eres Tireo...

—Hazme fácil el trabajo, ¿quieres? — comienza a acercarse mientras me enseña las garras —. Dime dónde está Linus...

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