Capítulo 1

—Mierda, mierda, mierda...

Si me detengo, me va a matar.

—¡Demonios! ¡Riku se va a molestar por llegar tarde otra vez a nuestra junta!

Corro lo más rápido que puedo mientras estoy transformado en licántropo para ganar velocidad.

Alguna personas se apartan al verme pasar. Pero no están asustadas. Ya me conocen.

—Hola, Inu —me saludan unas chicas con tono seductor. Le devuelvo una amigable sonrisa enseñando de colmillos.

—Hola, perdón, voy tarde... —sigo corriendo. Claramente no son mi tipo

—¿Tarde otra vez? —pregunta Joe, el dueño del bar.

—Algo así —sigo corriendo. Adoro a ese sujeto.

La gente me mira con respeto mientras corro entre la multitud para llegar a mi reunión.

Bueno, realmente es una cita. No es la primera. Y no es un secreto para nadie.

Así es señores y señoritas, soy gay, y Riku es...

—¡Riku! —lo veo cruzado de brazos mientras me ve llegar. Sí que está molesto.

—¡¿Es enserio?! —me grita —¡¿Cuándo será el día en el que llegues a tiempo a algún lugar?! —me detengo frente a él.

—No te enfades. Ya estoy aquí. Es lo que importa, ¿no? —lo abrazo de los hombros y lo sacudo un poco para hacerlo reír.

—Deja tu ego en casa, tonto —se aparta de mí. Casi lo logro, pero ya no está tan serio.

—Vamos, Riku —lo sujeto de la mano y lo atraigo hacia mí luego de transformarme nuevamente en humano —. Lo siento, de verdad —le digo con una sonrisa mientras lo miro directo a los ojos —. ¿Me perdonas? —levanto su mentón para que su mirada se encuentre con la mía.

—Está bien —niega mientras ríe —. Solo espero que en algún momento, dejes esa mala costumbre tuya de llegar tarde a todos lados —esquiva el beso que estaba a punto de darle —. Eso no se ve bien en el capitán de la guardia ¿sabes?

—Agua fiestas —me río mientras comienza a caminar delante de mí.

—Entonces, ¿a dónde vamos? —pregunta sin voltear.

Noto que estira disimuladamente su mano hacia atrás y me apresuro en tomarla, como si quisiera hacerlo antes de que alguien más lo haga.

—¿Qué te parece al lugar de siempre? —susurro a su oído.

—Me parece bien —me dedica una mirada cómplice volteando levemente mientras no hago más que sonreír y le guiño un ojo.

—Eres increíble —ríe negando con la cabeza.

—No puedo evitarlo —rio más fuerte.

Riku y yo nos conocimos hace tres años en medio de una riña en el bar de Joe. Y no, yo no estaba involucrado en esa riña. Solo estuve en el lugar y en el momento correcto.

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Estaba bebiendo un par de cervezas como cada tarde de día viernes. Estaba por volver a casa cuando de pronto empezó una pelea al fondo del lugar.

En ese momento pensé, "adiós a mi tranquilidad".

—¿Podrías encargarte? —me pidió Joe —. Y lo que bebiste corre por mi cuenta.

—Está bien.

Realmente lo hice de forma desinteresada. Además, en cierto modo era mi deber como capitán.

Entonces, cuando llegué al lugar de la pelea, lo vi. Un sujeto delgado pero un tanto fornido, no más grande que yo, cabello negro, piel bronceada por quizás cuánto tiempo bajo el sol y con ojos pardos como los de la mayoría en el sitio, estaba recibiendo una paliza de un ebrio considerablemente más corpulento, fuerte y furioso que él.

Ya iba a averiguar el motivo de eso último.

Algo me hizo quedarme inmóvil en el lugar, mirando la extraña pelea entre esos dos como casi todos los idiotas que parecían disfrutar de la escena.

—¡Anda, repítelo! —dijo el sujeto mientras se limpiaba la sangre de la boca con su dedo pulgar. Se veía cansado.

—Ve a que te cojan, marica —le dijo el grandote, con una impresionante mirada de odio —. En el mundo solo hay espacio para hombres de verdad —finalizó escupiendo a sus pies.

Normalmente, solo habría intervenido en la riña, los habría enviado a casa con una escolta y con una advertencia como si fueran un par de mocosos. Pero, en cierto modo, lo que ese tipo dijo, también iba para mí. Así que hice lo más responsable que se me ocurrió.

—Suficiente —pasé al frente. Todos me miraron.

—Inu —dijo el grandote. Claro que me conocía, no había nadie que no me conociera por mi puesto.

—¿Cuál es tu problema con hombres como él? —mi mirada debió ser lo bastante pesada como para haber hecho que el sujeto solo pareciera un perro con la cola entre las patas —. Eso pensé —miré a los demás sin cambiar mi expresión —, dispersence, el show acabó.

Y solo quedamos él y yo. O más bien, yo y el sujeto medio inconsciente por la bebida y la paliza.

Por más que lo intentaba, no recordaba haberlo visto antes. Debía de ser un forastero que estaba de paso.

—¿Estás bien? —me miró un poco desconcertado —. Oye, vamos, vuelve —le dije mientras le daba suaves palmadas en la mejilla hasta que pareció reaccionar.

—Déjame solo —apartó mi mano y empezó a caminar fuera del bar. Se veía molesto, y no sabía si eranpor mí o porque el gigantón le había pateado el trasero con facilidad.

No sé por qué, pero seguí al sujeto a una distancia prudente hasta que lo vi detenerse en un callejón oscuro. Era demasiado extraño. Demasia misterioso. Demasiado...

—¿Se puede saber por qué me sigues? —el muy idiota estaba apoyado en el muro.

—Hijo de... Que susto —presioné mi pecho y sentí mi corazón queriendo salirse de su puesto —. No hagas eso.

—¿Por qué me sigues? —reiteró con seriedad.

—Solo quería ver que estabas bien —por su expresión me di cuenta de que no tenía ni la más mínima idea de quién era yo. Era de esperarse si no era de por aquí —. Me llamo Inu —dejó salir una risa sarcástica. Era un bonito sonido.

—Riku, ya lárgate. Y deja de seguirme, eso solo te hace parecer un posible secuestrador. ¿Quién me asegura que no eres un asesino serial o algo parecido?

—¿Me creerías capaz?

—Creo que todos son capaces de todo. Al fin y al cabo, uno nunca deja de conocer a las personas. Por más lo creas, siempre hay algo que no quieren que sepas —tenía mucha razón en eso.

La charla se extendió hasta altas horas de la madrugada. Para entonces el efecto del alcohol ya había pasado de nuestro sistema y estábamos en nuestros cinco sentidos cuando decidí acercarme un poco más a él.

Realmente no pareció importarle el que me situara frente a él, apoyándome con una mano junto a su cabeza en el muro, como si quisiera demostrar que era más grande que él.

Me agradaba la confianza que tenía con él y que él tenía conmigo. Me agradaba que me tratara como alguien que se metió en una pelea de borrachos y no como el "Capitán Inu". Claro que eso aun no lo sabía.

Me gustaba eso.

Me gustaba él.

Entonces dijo algo que me sorprendió bastante:

—Entonces, ¿vas a besarme o seguirás sacando temas banales de conversación? —dijo con una sonrisa insinuante. Sus ojos me recorrieron por completo

—Trataba de no forzar las cosas —me reí. Me había puesto un poco nervioso con lo que había dicho —. Pero bueno...

Y sin nada más que decirnos, empezamos a besarnos en ese callejón.

Había algo en él que me atraía, no era solo su forma de pensar, o su modo de mirarme cada vez que hacía un movimiento, o su sonrisa incrédula cada vez que sacaba otro tema de conversación para que no se fuera. No era su olor a flores silvestres que vi alguna vez siendo un niño, no era el sabor fresco en sus labios. No sabía si era algo en específico o si era todo.

Tiempo después comenzamos a salir. Claro que tuve que revelarle mi identidad secreta y se enfadó un poco, pero luego se tranquilizó.

A los pocos meses decidimos empezar a vivir juntos en mi casa, ya que él solo pagaba por un cuarto en el centro de la ciudad. Prácticamente lo obligué a hacerlo. Solo fui al hostal, a suhabitación, recoger sus cosas con una mano, levantarlo con la otra llevarlo conmigo. Amé el sonido de su risa en ese momento.

Desde entonces hemos vivido bastante bien y sin problemas. Juntos. Felices.

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Riku y yo llegamos al fin al "lugar de siempre". Es algo así como nuestro espacio. Aquí podemos hacer lo que se nos dé la reverenda gana, ya que prácticamente nadie viene. Bueno, en casa también podemos hacerlo, pero aquí es más "excitante".

En todo este tiempo, este lugar nos ha visto tener nuestros mejores y peores días. Nos ha visto reír llorar, nos ha visto juntos y solos. Nos ha visto amarnos y tocarnos cada centímetro de nuestros cuerpo mientras nos mantiene ocultos en nuestra intimidad

—Felices tres años —susurro en su oído antes de soltar un jadeo cargado de lujuria mientras él gime por mis embestidas, firmes y constantes —. Te amo —se aferra más a mi cuello y continúo con mis movimientos de cadera con las manos aferradas al césped a ambos lados de su cabeza.

—Y yo a ti —dice entre gemidos —¿Dónde estuviste toda mi vida? —sonríe con ojos brillantes mientras aparta un poco el cabello de mi rostro sudoroso para luego besarme.

Apresuro el movimiento haciéndolo gemir cada vez más hasta que ambos acabamos al mismo tiempo.

Ambos guardamos silencio para recobrar el aliento.

—Aquí, esperando a que llegaras —me recuesto sobre él, siento nuestros corazones palpitando de forma desenfrenada y nuestro aliento mezclarse en ese pequeño espacio que separa nuestros labios.

Volvemos a mantenemos en silencio sin dejar de contemplarnos hasta que un ruido nos hace volver a a realidad, y de paso hace reír a Riku. Es un ruido bastante común.

—¿Hambre? —pregunta sin dejar de reír.

—¿Qué puedo decir? —me arrodillo frente a él para arreglar mis pantalones —. Tener este cuerpo requiere de mucha comida y ejercicio —reímos juntos —. Bueno, ya que hicimos el ejercicio... ¿qué quieres comer?


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