06

—Tengo que checar su caso y hablar con su tutor. El jueves le llamaré para saber qué se decidirá.

—¿Nada más eso? ¿Qué pasa con Levi Ackerman?

—Está en revisión, ya que ha tenido buenas críticas por parte de sus profesores en el transcurso del año. Aun así, no le puedo brindar más información... Si sus clases ya han terminado y es todo lo que tiene que decir, puede retirarse.

Eren se puso de pie y le dio una última ojeada al director antes de salir de ahí. Al menos, la culpabilidad ya no era tan grande como antes.

[...]

—Lamento haberte dicho todas esas cosas aquel día, Armin. No estuviste equivocado y actué como un idiota. Siento haberte hecho pasar por eso. Además, no pensé en ti y te causé problemas. —Demonios, ¿por qué era tan difícil decir una disculpa?—. L-lo lamento.

Eren apretó los puños y agachó la cabeza. Armin le apoyó una mano en el hombro y se inclinó a verle los ojos.

—No necesitas disculparte. Haberte reprochado de esa forma también fue un error, así que, de ahora en adelante, cuando no me sienta cómodo con algo, te lo haré saber de mejor manera. Dependerá de ti si tomas en cuenta mis palabras o no, pero obligarte a cambiar es una cosa que no haré. Estaré contigo incluso cuando las cosas se compliquen.

Una pequeña sonrisa se formó en Eren, agradecido y conmovido por su amigo, respondió:

—Bien. Cuenta conmigo, Armin.

Los entrenamientos se realizaron con mucha calma. Eren aceptaba el trabajo en equipo y hacía sus movimientos tomándolos en cuenta. El entrenador se sintió bien consigo mismo al verlos divertirse mientras se concentraban y daban su mayor potencial.

En las clases, el equipo de Petra logró continuar sin un capitán, aportando cada uno sus opiniones e ideas y decidiendo por votos, para así, evitarse desconformidades.

Eren no volvió a ser llamado por el director, así que supuso que estaba muy ocupado o su caso no merecía tal importancia. O tal vez ya se había decidido algo y no tenía relación con que Eren fuera expulsado. Se sentía aliviado. Las cosas parecían estarse acomodando lentamente por sí solas.

Estando en el patio del Instituto miró el cielo nublado, preguntándose a sí mismo:

«¿Qué habrá pasado con Levi? ¿Él estará bien?» Luego frunció el ceño. «Lo que sea, ¿a quién le importa?».

Tres semanas transcurrieron y el nombre de Levi Ackerman fue puesto en las listas del Instituto nuevamente. Durante ese tiempo, se mantuvo haciendo sus trabajos en línea, ya que su tía había hecho de todo para que no lo expulsasen. Logró llegar a un acuerdo con el director después de muchas llamadas insistentes y un par de sobornos. Pero, sobretodo, fue aceptado por segunda ocasión porque ya era el último año escolar de Levi y, aunque a los directivos no les importara, su tía les recordó lo talentoso y maravilloso que era su sobrino, prometiendo que no volvería a causar un conflicto ni en lo más mínimo.

Una mañana, donde ya la mayor parte de los estudiantes se habían acostumbrado a la falta de Levi, él apareció por los pasillos del Instituto, causando un gran alboroto en todos. Las chicas se animaron de inmediato y los hombres volvieron a envidiarle de nuevo, pero lo que más planeaba hacer Levi para evitarse cualquier tipo de malestar, era ignorar al montón. A excepción de los "amigos" o las personas que menos le molestaban en el lugar.

Eren no se dio cuenta de que él había vuelto. En realidad, ninguno de su clase lo hizo porque el profesor los había citado antes de su hora por el proyecto elaborado que tenían que realizar. En su salón de clases, todos formados con sus parejas, los murmullos y los gritos se presentaron. Armin acomodaba las piezas de la maqueta del titán colosal que elaboraron para su clase de Artes: era un titán sin piel, dando a la vista cada tendón de su gigantesco cuerpo, incluso las facciones en su rostro lucían asquerosas. Concentrado, vio de cerca la maqueta para agregar los tendones con cuidado y perfección. Él se encargaba de la parte frontal del titán y Eren de lo demás. Le estaba costando mucho esfuerzo a Jaeger el hacer cada maldito detalle de ese tonto titán. ¿Por qué decidieron hacer un titán, de todas formas? Suspiró exhausto y recargó su espalda en la silla, echando su cabeza hacia atrás y soltando al aire sus brazos como si fuese la tarea más agotadora de su vida. Armin lo miró a la cara unos cuantos segundos, percatándose de que ya solo unas cuantas heridas pequeñas se notaban en su cutis y las vendas desaparecieron sin dejar rastro.

—Veo que tu madre te ha estado dando buenos cuidados —le dijo sonriente.

—No puedo decirle que no.

—Sacaste el lado insistente de ella. Es algo bueno. De no ser por tu madre, estarías destrozado aún. Tú ni siquiera sabes atenderte solo.

—Sí, bueno, muchas gracias por tus halagos, Armin. Realmente los necesitaba.

—Deja de hablar con ironía y ayúdame a hacer esto, hoy es el último día de entre...

La mirada de Armin se desvió a la puerta que acababa de ser abierta y Eren vio cómo abrió los ojos como si acabara de ver un fantasma.

—¿Qué pasa? —preguntó al mismo tiempo que la clase se quedaba en silencio, siendo escuchado por todos. Se giró para ver lo que los demás observaban con el corazón en sus gargantas, y también le causó una gran sorpresa.

Ahí estaba Levi Ackerman luciendo como nuevo, como una obra de arte digna de ver. Su cabello, su uniforme, su mirada, sus pasos... Cualquier cosa proveniente de él provocaba la admiración de todo aquel que lo mirase.

No hubo un par de ojos que no estuviesen sobre Levi, así que trató de no dejar ver su inmensa incomodidad. Sus pasos resonaron por el salón hasta acomodarse frente a su silla, donde, curiosamente, Eren yacía sentado. Armin ocupó el lugar de su amigo mientras hacían el proyecto. Nunca les pasó por la cabeza que Levi regresaría.

Se quedó de pie frente a Eren, a quien parecía que se le puso la mente en blanco. ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿Levi estaba ahí frente a él o eran solo alucinaciones suyas? Parpadeó unas cuantas veces para verificar si se trataba de la realidad. Levi no desapareció de ahí.

—¿Podrías moverte de mi lugar?

Eren intentó decir algo, sin embargo, sus palabras se trabaron unas con otras y salió un idioma irreconocible. Avergonzado, se incorporó y le dejó vacía la silla, diciéndole con la mirada a Armin que se quitara.

Luego el aula fue un escándalo.

—¡Levi está de regreso! —Rompieron en vítores y se acercaron a decirle escandalosamente:

—¿Cómo lograste volver?

—¿Sobornaste al director?

—¡Te extrañábamos tanto en el equipo!

—¡Este salón no era nada sin ti, Levi!

—¡Sí! ¡Hubiesen expulsado a Eren en lugar de a ti!

Eren escuchó.

—¡Oigan, malditos!

Levi respondió a unas cuantas preguntas y les pidió que siguieran con su trabajo. Él ya lo había hecho, pues en sus clases en línea, el profesor le pidió otro proyecto que terminó más rápido de lo esperado.

Eren se preguntaba cómo serán las cosas ahora. ¿Seguirían teniendo problemas? ¿Sería un buen o mal comienzo para ellos? Fuese cual fuese la respuesta, no quería tener una pelea como la última vez.

Armin le habló y Eren volteó a prestarle su atención a la maqueta que hacían con distintos materiales, pero ahora estaba un poco tenso y con los dedos torpes.

Finalmente, lograron armar al titán tras pasar unos minutos y se sintieron totalmente satisfechos con su trabajo. Eren se sentía orgulloso de sí mismo aunque su amigo fue quien hizo la mayor parte. La siguiente clase estaba a punto de iniciar cuando Jaeger tomó la base de su maqueta y empezó a moverla en el aire con alegría.

—¡Eren, no hagas eso! —le pidió Armin con preocupación—. Recuerda que aún no lo hemos entregado y la clase de Artes es la última. Tenemos que cuidarlo.

Levi estaba de pie en la fila de pupitres donde se encontraba el de Eren, rodeado por las personas que aún no se cansaban por saber sobre él; siendo unos entrometidos que no sabían nada acerca de la privacidad. Eren no escuchó lo que Armin le dijo y siguió haciendo movimientos bruscos con la maqueta, sin imaginarse que el recién llegado sería empujado a modo de juego por la multitud que no aceptaba sus cortas palabras y su cuerpo se haría hacia atrás de repente. Eren sostuvo la maqueta con una mano en su dirección e intentó quitarla lo más rápido posible cuando vio el movimiento brusco que le provocan a Levi, pero el tiempo no le alcanzó y la espalda del otro chocó con la maqueta. Ackerman giró sobre sí mismo para ver qué había tocado y notó claramente, casi en cámara lenta, cómo el titán se caía de su base y se hacía pedazos en el suelo.

Armin se mostró más estupefacto que cuando Levi llegó, y eso era demasiado. Se llevó una mano a la frente, ahorrándose las palabras vulgares hacia Eren, quien miró con odio a Levi. Los demás los observaron inquietos. Sabían que eso ameritaba una discusión, como mínimo, en ellos.

Eren recogió el titán destrozado del suelo y miró a Levi con una sonrisa falsa, diciendo:

—Sólo ha sido un accidente. Mi error.

¿Alguien había poseído el cuerpo de Eren?

No le dio importancia al silencio de Levi, ya que, quien había estado jugando con la maqueta había sido él, aunque no negaba que tenía cierto enojo reprimido que no debía dejar salir por el bien de ambos.
Eren volteó a ver a Armin avergonzado con una cara de perrito abandonado.

—No, Eren —soltó Armin de inmediato, a la vez que los otros compañeros volvían a su cometido de forma apresurada—. No creas que te ayudaré a arreglarlo de nuevo. Te lo advertí y no me hiciste caso, así que te encargas de eso.

Suspirando con cansancio, Eren asintió. No podía quejarse, fue su culpa. Pero maldito Levi.

Salió del salón con la maqueta en una mano y algunos materiales en la otra. Si deseaba armarlo de nuevo, necesitaba salirse de clases. No le gustaba saltárselas, pero reconocía que no le permitirían estar concentrado en un titán mientras estaban otros profesores dando su materia. Maldijo entre balbuceos a cualquier cosa que le viniese a la mente por tener que rehacer ese proyecto importante. Ingresó a un aula sin alumnos y decidió hacerlo en ese lugar. Puso la maqueta en el escritorio y se sentó en la silla frente a él, pensando en cómo le haría él solo para completar ese titán que les había costado casi una semana terminar.

Estaba en siete partes destruídas: la cabeza, el pecho, el abdomen, los brazos y las piernas. Pensar en volver a pegarlas sin más, era muy sencillo, pero no podía hacerlo debido a que se notaría a simple vista en los tendones del titán, los cuales estaban incompletos. Así que decidió volver a pegar las siete partes para empezar a formar los tendones uno por uno. Maldición. Eso le llevaría toda la mañana completarlo.

Escuchó la puerta abrirse y, suponiendo que se trata de algún alumno proveniente de esa aula, murmuró:

—Me iré en un minuto, espera —mas no recibió respuesta. La persona caminó hasta ponerse frente al escritorio donde trabajaba Eren, y éste levantó la cabeza para volver a agacharla en un instante—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Vienes a decirme que lo único que hago con estas manos torpes, son desastres?

—No. Vine a ayudarte a arreglar tu desastre.

—Deja de decir tonterías —le soltó a Levi, quien tomó una de las sillas con pupitre más cercana y la colocó a un lado del escritorio.

—Sé que es una tontería, y nadie quisiera ayudarte a hacer de nuevo este titán asqueroso, pero fui yo el que lo arruinó.

—También arruinaste mi cuerpo con esos golpes —le reclamó.

—¿Estás resentido por ello?

—¿Yo? ¿Resentido? Por favor. No necesito tu ayuda ahora, así que puedes irte —respondió malhumorado. Sí, estaba resentido, pero claro que no se lo diría.

—No seas idiota. No terminarás esto tú solo para cuando sea la hora de clase. Y con tus manos, mucho menos. Así que cállate y déjame ayudarte de una buena vez.

Refunfuñando, Eren le permitió ayudarlo, indicándole donde iba cada material y de qué forma debía colocarlo. Levi lo entendió rápidamente, así que empezaron a trabajar en silencio. Al principio fue un poco incómodo, el hecho de que Levi hubiese vuelto de pronto, aún era nuevo para Eren, pero eso hacía que la culpabilidad ya no existiera en él.

Levi se le quedaba mirando de ratos mientras elaboraban de nuevo el titán, Eren lo percibía, pues la mirada grisácea era pesada; sin embargo, no le reclamó. Pasando los minutos, advirtió que seguía haciéndolo, buscando en Eren quién sabe qué cosa, hasta que éste se terminó fastidiando.

—¿Qué demonios me estás viendo? ¿Puedes dejar de hacerlo de una vez? No me agrada.

No hubo respuesta. Siguió viéndolo fijamente al mismo tiempo que Eren observaba con atención los tendones que pegaba con cuidado. Pasaron los segundos y... sí, continuaba mirándolo. Soltó los tendones, harto, y con el ceño fruncido encaró a Levi. Este lucía tan fresco, como si no estuviese haciendo un mal.
Sin poder mantener los ojos por más tiempo en él, Eren bajó la cabeza a la maqueta y, nervioso, exclamó:

—Te lo diré una vez, así que escúchame bien... Lamento haber ocasionado nuestra pelea, y también todo lo demás. Lo estuve pensando por estas semanas y me di cuenta que el único equivocado fui yo. Era quien te sacaba a propósito de tus casillas, te ofendía e insultaba a personas importantes para ti. Eso no es justo, ni debe ser perdonado como si fuera algo sin importancia. Pero, al menos, me gustaría que esa rivalidad sin razón se perdiera. Y no estoy pidiendo ser tu amigo ni nada por el estilo, ¿bien? Solamente es algo que necesitaba decirte.

Levi, sabiendo lo mucho que le costaba disculparse a Eren, a quien se le subieron los colores al rostro por la pena y los nervios; le regaló una pequeña sonrisa. Jaeger volvió a brindarle su atención al titán, haciendo como si no hubiese pasado nada...

Era la primera vez que veía sonreír a Levi en el tiempo que llevaba conociéndolo.

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