00 | Prologue










⊰᯽⊱ PROLOGO.
━ ❝ Jardín y melodías ❞ ━










          Los jardines de la casa Heard siempre le parecieron hermosos. A pesar de estar localizados en el Norte, donde el frío es constante y lugares como estos son inusuales, se mantenía bien conservado y florecido sin importar la época del año. Su césped es de un verde brillante al igual que sus arbustos que crean un camino por donde se puede caminar para no dañar las diferentes clases de flores que se extienden con sus colores que combinan perfectamente. En el centro se alza la figura de una mujer; según su padre, se trata de Lady Meredith Tyrell, para quien crearon este maravilloso sitio, su esposo Richard Heard se lo obsequio después de que esta diera a luz a su primer hijo, dicen que fue un acto que mostraba su devoción por ella. Escondido entre grandes árboles, a la orilla de un lago, un pabellón de mármol desgastado por los años se levanta, con dos estatuas de sirenas (blasón que utiliza la casa Heard para identificarse) al frente.

Elaena solía pasar la mayor parte de su día en el lugar, escondida de las miradas indiscretas que los sirvientes suelen lanzarle sin molestarse en ocultarlo. Sabía por qué lo hacían; sus rasgos de la vieja Valyria hacían de ella una criatura que destaca fácilmente y llama la atención de cualquiera que la vea. Después de todo, es una de las últimas personas que queda de una larga línea de poderosas casas. Allí suele tocar su pequeña arpa sentada en las sillas del pabellón, sus dedos se mueven ágilmente, acariciando con dulzura sus cuerdas y llevando la triste melodía a los oídos de los demás, provocando lágrimas involuntarias a sus ojos, y fue en donde, aquella mañana su madre la encontró interpretando la canción que tanto le gusta escuchar: "Dos corazones que laten como uno."

Lady Emilie Heard, antes Blackwood, es una mujer de cabellos rojos y ojos verdes, conocida por su personalidad fría y calculadora, muchos dicen que es la mente detrás de la prosperidad de la casa Heard; y a Elaena no le sorprendería si eso fuera verdad. Su padre Adrien Heard es un hombre demasiado amable e indulgente como para ejercer su poder sobre quienes lo merecen; suele hacer bromas y soltar chistosos comentarios al azar sin importarle las circunstancias, de cabello negro rizado recortado hasta arriba de los hombros, alto y de ojos oscuros. 

Ambos tienen una hija; llamada Alissa con dieciséis días del nombre, considerada una de las doncellas más hermosas de Poniente. Es la misma imagen de su madre, pero no se puede decir lo mismo de su personalidad; es arrogante y prejuiciosa, y la mayor parte de su tiempo la pasa señalando los defectos de los demás. Estuvo comprometida con Willas Tyrell, el heredero de Altojardín, pero aquello se vio afectado tras los múltiples rumores que se extendieron acerca de que Alissa ya no era pura, rumores que, hasta cierto punto, eran ciertos.
También tienen un hijo de apenas un año, quien es una combinación perfecta de sus padres: cabello negro y ojos verdes. 

Y finalmente estaba ella, Elaena la hija adoptiva de los señores, con cabellos platinados y ojos violeta, con una personalidad tranquila, pero con una melancolía que nunca parece abandonarla.

— Jamás me canso de escucharte tocar esa canción — habló Lady Heard después de que Elaena finalizara la melodía. Ambas se sentaron disfrutando del canto de las aves que sobrevolaban los árboles —. Elaena, ¿sabes que siempre te he considerado como si fueras mía?

—Sí — asintió con la cabeza —, y te estoy agradecida por ello, madre.

— ¿Y también sabes que cuando perteneces a una importante casa tenemos deberes para con nuestra familia? — la cuestionó. Elaena frunció el ceño sin entender a dónde quería llegar su madre —. Ya sea contraer matrimonio con otro señor, dar hijos para seguir creando una dinastía, e incluso dejar tu hogar para vivir en otra casa para crear una alianza que nos beneficie.

— ¿Por qué me lo dices? ¿A dónde quieres llegar con esto? — le preguntó apretando sus dedos en torno a su arpa.

— Sé que has escuchado los rumores sobre tu hermana, que ya no es pura, y por esa razón los Tyrell cancelaron el compromiso — señaló para luego soltar un suspiro —. Tu padre ha estado tratando de formar alianzas con una casa poderosa desde entonces, pero todos lo han rechazado debido a los chismes que ahora persiguen a tu hermana. Pero hoy llegó un cuervo desde Invernalia y Lord Eddard Stark aceptó formar una alianza entre nosotros. . .

—. . . Eso es bueno, madre — sonrió Elaena interrumpiéndola —. Padre debe de estar muy feliz y Alissa también, por volver a estar comprometida; por fin cantarán canciones sobre ella, como siempre ha soñado.

— Elaena déjame terminar — la detuvo, tomando su mano —. El trato no fue con Alissa, fue contigo — dijo, haciendo que sus ojos se abrieran entre sorprendidos y asustados.

«¿Conmigo?» se repitió. Eso no debería ser posible; ella no era nadie, ni siquiera por sus venas corre sangre Heart; pero su madre no es de esas personas que bromean, era demasiado seria y directa para hacerlo.

— Pe. . . Pe. . . Pero no soy verdaderamente una Heard, madre — tartamudeó, poniéndose de pie, separándose del agarre que Lady Emilie ejercía en su mano. Su vestido verde con bordados de oro se arrastraba detrás de ella mientras caminaba de un lado a otro, presa del pánico —. ¿Por qué yo?; ante todos prácticamente no soy nadie, solo una niña con la suerte de tenerlos a ustedes como padres, una niña huérfana que tuvo la suerte de caer en las manos de la casa Heart.

Dejar su casa, nunca se le pasó por la mente. Era la hija adoptiva; nadie sabía quienes eran sus padres, salvo su doncella Silena y ella juró nunca decirlo. Para los demás, a pesar de tratarla con respeto, a sus ojos era como si fuera una bastarda, y los bastardos son la escoria para los poderosos señores, la mancha negra de la casa. Siempre pensó que su destino era quedarse en las tierras de Tucker, donde posiblemente se casaría con un hombre decente y tendría una vida humilde. Pero al parecer el destino tenía otros planes, «Y todo esto está pasando solo porque Alissa cayó en los encantos de un escudero» Se dijo.

— No digas eso — negó con la cabeza Emilie.

— Sin embargo, es la verdad — se encogió de hombros.

— No, no lo es — la contradijo —. Elaena, por tus venas corre sangre de la vieja valyria, la misma sangre que fluyó por la de muchos antiguos reyes. Eres alguien muy importante y los Stark tendrán suerte de tenerte.

— ¿A qué se supone que voy a ir? — la cuestionó, agachando la mirada.

— Vas a ir como su pupila hasta que sangres. Después de eso, tu padre y Lord Stark buscarán un esposo adecuado para que nuestras casas queden más unidas de lo que ya están — le explicó. Sin embargo, Elaena notó que su madre estaba omitiendo algunos detalles; siempre desvía sus ojos cuando oculta algo.

— Está bien — dijo, dejando pasar el hecho de que había más en esta alianza y Lady Heard no se lo estaba diciendo —. ¿Cuándo parto hacia Invernalia?

— Partimos pasado mañana. Silena y otras sirvientas deben estar empacando nuestras cosas en este momento — respondió.

Soltando un suspiro, Elaena apretó su agarre en su arpa.

— ¿Ustedes vendrán conmigo? — la miro con ojos sorprendidos. Por lo general, cuando un miembro de los Heart abandona las tierras de Tucker para viajar a otras, solo es acompañado con los sirvientes que le servirán y caballeros para protección.

— Sí. Iremos contigo. Sé que no es como se acostumbra, pero tu padre tiene que terminar de organizar con Lord Stark los términos de la alianza, y él piensa que es mejor hacerlo personalmente.

— Entiendo — asintió —. Pero, ¿qué pasará con Alissa? — le preguntó mientras dirigía su mirada hacia el lago, donde el agua formaba ondas debido al movimiento de los peces al nadar.

— Alissa. . . Bueno, tu padre seguirá buscándole un esposo — dijo Lady Emilie, mordiéndose el labio y frunciendo el ceño —. Tu hermana debería haber pensado más antes de hacer lo que hizo; ahora debe atenerse a las consecuencias. Gracias a los dioses que no pasó a mayores, porque la situación sería peor — exclamó, haciendo que la niña volteara a mirarla de nuevo —, Elaena, prométeme que no cometerás la misma imprudencia — le pidió mirándola fijamente a los ojos.

Elaena se acercó a su madre y se sentó a su lado, tomando su mano entre las suyas. A pesar de ser una niña, su nivel madurez se asemeja al de un adulto, lo que a veces sorprende a muchos.

— Te prometo, madre, que no cometeré el mismo error que Alissa — afirmó —. Los haré sentir orgullosos, a ti y a papá; es lo menos que puedo hacer por cuidarme durante todo este tiempo — dijo para tranquilizarla, aunque fuera un poco.

En el fondo, sin embargo, lo que sentía era confuso. Tenía mucho que procesar, pero sentía que no tenía el tiempo para hacerlo. ¿Cómo podía la vida cambiar tan de repente? Dar tantos giros para confundir la mente. ¿A caso es el destino quien tomó la decisión de no permitirle una vida simple como la hija adoptiva de dos señores de una casa importante, o son los mismos dioses quienes están creando su camino para llevarla a cumplir un propósito en específico?

La casa Stark son los guardianes del Norte. Su familia es uno de sus vasallos, dirigidos por Lord Eddard Stark, casado con Catelyn Tully. Tienen cinco hijos, dos de los cuales son cercanos a su edad. Es la poco que sabe. No tenia idea de cómo son ni cómo la tratarán una vez llegue a Invernalia, y eso la asustaba. En momentos como estos, desearía saber quiénes son su verdadera familia, con la que comparte sangre. Tal vez si estuviera con ellos, las cosas serían más sencillas y no tendría que pasar por esta incertidumbre que tanto la agobia.

— ¿Madre? — la llamó, haciendo que la mirara —. ¿Alguna vez Silena les dijo quiénes son mis verdaderos padres?

— Creo que ya estás lo suficiente grande para entender algunas cosas, así que voy a ser sincera contigo, Elaena — suspiró Lady Heard —. Nosotros sabemos quiénes son tus padres; desde el primer momento en que apareciste en nuestra puerta, tus rasgos y tus ojos nos lo decían todo. Sin embargo, tener el conocimiento sobre este tipo de información es demasiado peligroso, para ti y para todos los que te rodean.

— ¿Por qué? — frunció el ceño, sin entender —. ¿Eran tan malos?

— No, no lo eran — negó de inmediato —. Tus padres eran buenas personas, pero las historias sobre tus antepasados y tu abuelo no son las mejores; ellos hicieron actos horribles que marcaron a todos, y decirte quien es tu familia te llevara a un final del que ni siquiera puedo pensar — le dijo acariciando su cabello con un brillo triste en sus ojos.

— Entonces, ¿si es malo? — agachó la cabeza.

— Sé que es confuso y que no lo entiendes ahora, pero un día lo harás, Elaena, y en ese momento te darás cuenta de que saberlo cambiara tu vida para siempre — su madre beso su frente con una sonrisa que muy pocas veces ha visto, se puso de pie y se alejó con su espalda perfectamente recta y con su vestido violeta brillando debido a los rayos del sol; dejándola sola en sus pensamientos.








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