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"Cuando perdamos frente a la sangre maldita. Gherman, decreta a él más joven y el último de los tuyos limpiar esta tierra"

Hierro.

Así huele Yharnam desde el momento en que nací, este olor a sangre estuvo impregnado en todo este reino caído.

Mi hacha, llevaba el filo tan magullado y maltratado por las bestias que habían sido cortadas por esta. La última de estas, destrozada, y decapitada.

No debo tener piedad con estos, seres, no puedo. Al mínimo descuido puedo terminar al igual que mis camaradas caídos, magullados, desmembrados y comidos.

Mis manos, maltratadas por el uso de fuerza bruta sin control alguno.

Mis ropas, pareciendo recién lavadas fueron sacadas de la gran cantidad de muertos vistos a lo largo de mi trayectoria hasta este lugar en donde me encuentro parado.

Delante de mí observo un camino a seguir, pero detrás un sendero ya seguido por el cual no vale la pena volver a caminar.

Mis ojos, solo observan cuerpos, no hay distinción entre uno vivo o muerto, pues mi misión es matarlos. Y si es civil, su supervivencia dependerá de mi cordura momentánea.

Camino y camino sin cesar, cualquiera bestia que me encuentre no logra aguantes contra mi hacha y en caso me falte esta, mis manos serás aquellas encargadas de acabar con la abominación.

Aunque no tengo la habilidad suficiente para matar bestias más fuertes que unos licántropos, tengo 7 años de experiencia, los cuales son más que suficientes para hacerle a una bestia clériga.

Solo yo, soy capaz de limpiar Yharnam.

Mi misión, es difícil, muchos dirían que es imposible. Pero, esta tarea se me ha encomendado a mí. Soy el último de mi especie, el último cazador de Yharnam. Y mi objetivo, no es más ni menos que dejar a mi reino descansando en paz.

En el momento en que acabe con esta tarea, mi mera existencia habrá cumplido con su propósito y ya no seré necesario. Solo, queda avanzar, por ahora he de encontrar e exterminar al Padre Gascoigne. Mi tutor.

Gascoigne, me acogía cuando mis padres, ambos cazadores, murieron asesinando a Ludwig "la espada sagrada" junto a un grupo de cazadores, eso fue hace unos 15 años, cuando me encontraba sin algún rastro de consciencia sobre mi mundo.

Mi tutor me entrenó desde mis 7 años con un bastón enroscado, era la única arma que podría agarrar un niño de esa edad sin caerse, a partir de los 13 empecé a empuñar mi Hacha de cazador.

Él se convirtió en un adicto por la sangre, la sangre antigua, ahora está loco por está, buscará cualquier lugar para buscar un poco de está y beberla, no importará de donde lo saqué. Sus actos perturban la paz que necesita Yharnam, y al igual que todas las bestias, los grandes y los seguidores de los grandes, deberá ser asesinado.

En mi andar puedo sentir como cada vez el ambiente se pone más pesado, la sed de sangre aumente cada vez que avanzó, solo puede significar que Gascoigne está cerca y está cazando.

He de tener extremo cuidado al acercarme.

Por cada paso que doy, siento como la atmosfera se tuerce y pequeñas lagrimas empiezan a descender del cielo indicando el preludio de un acontecimiento él cual, si mi ciudad siguiera viva, indicaría una hazaña o tal vez un atroz fracaso.

Veo una escalera frente a mí, como si fuera una entrada para mi lucha con Gascoigne. Por cada escalón que avanzó, vienen recuerdos, de los momentos más felices que puedo encontrar al excavar por mi cerebro, mi entrenamiento junto a la persona que he de exterminar, recuerdo cada caída, cada batalla, cada vez que movíamos el arma como una danza letal que practicamos como si fuéramos padre e hijo.

Al llegar al último escalón escucho un sonido metálico, no, esto lo conozco muy bien, el filo del hacha chocando con el hueso de la carne Yharnamita.

Miró al responsable de la atrocidad, y ahí lo veo, con su gorra y su bata negras ambas, la misma vestimenta que usamos todos los cazadores, pero el ya no es uno, es una de las bestias que he de exterminar. Aprieto el mango de mi hacha, a la vez que frunzo el ceño intentado nublar aquellos que recuerdos que no hacen nada más que interferir en mi objetivo.

"Así que, ya vienes a por mí" Habló, mirándome con el rabillo del ojo, y puedo ver como sangre yharnamita sale de sus labios. "Llegó el momento de que tome tu vida con el filo de mi hacha. Permiteme darte una muerte digna o lucha junto el patético camino que has decidido llevar, de una u otra forma morirás aquí, Padre Gascoigne" "No, mi fin no ha llegado, tengo una niña todavía que cuidar, además solo te estoy ayudando. ¿No estás viendo a tu alrededor? Mira la cantidad de cuerpos de personas enfermas que he asesinado con el fin de ver a mi querida hija de nuevo, no me quitaras mi derecho a verla aunque sea por última vez.", "No vale la pena Gasoigne, no intentes persuadirme, puedo ver claramente tus manos llena de sangre inocente a la vez de que por tus labios recorren la sangre de miles de Yharnamitas asesinado por tu enfermedad, pero tranquilo, solo vine a sanarte. Además, tu pequeña hija ha muerto por culpa de tu irresponsabilidad como padre, solo, dime donde está el cuerpo de la madre y te juro en nombre de mi orgullo como cazador que las sepultare juntas.". Avanzaba paso por paso hasta llegar a una distancia decente a la de mi presa.

"No, no, no, no, aquello que acabas de relatar es mentira. ¿Verdad?" Titubeaba con cada una de sus palabras, mientras voces de lamento salían por su asquerosa boca. "Es tu culpa, te dije que la cuidaras, ahora mi, mi pequeña". "Esto no es nada más que tu culpa Gascoigne, ahora acepta el castigo divino de una forma honorable". "No, he de terminar con esto, no me matarás y asesinare a Gherman a continuación.", "No digas que no te di una opción honorable cuando estés en el tribunal sagrado de Dios, quien castiga está tierra por nuestros pecados y me ha enviado a mí a limpiarla para que descanse en paz". Con esas palabras dichas, amplio mi hacha y me alejo de un Gascoigne maldito por la sangre.

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