Capitulo 18
-¿Quieres hacer el favor de estarte quieto?
-Es que no tengo sueño.
-Pues deberías después de todo lo que hemos hecho en el baño.
-¿A qué te refieres? -el tono burlón en la pregunta de Mikey solo hizo que Takemichi soltara un suspiro cansado. Le daba la espalda tumbado sobre la diminuta cama en la que dormirían esa noche. Ese era principal problema; el tamaño. La cadera de Mikey le rozaba el culo por la cercanía y como el más bajito no paraba quieto podía sentir todos y cada uno de los movimientos que terminaban transformándose en los sonidos de los muelles del sofá y de las sábanas moviéndose de un lado para el otro.
Takemichi no contestó. No era que Manjiro no paraba quieto por intentar buscar una postura más cómoda, no paraba quieto porque estaba haciendo el tonto.
-No te calles ahora, me interesa tu respuesta -sintió un pinchazo en su mejilla pero se mordió la lengua para no decir nada. Ya era noche cerrada, el reloj de la mesilla marcaban las doce y media de la madrugada. Volvió a sentir el movimiento brusco de la cama y Mikey volvió a hablar -. Mira, Michi, mira.
Takemichi volvió a suspirar. Se frotó los ojos y se dio la vuelta solo para encontrarse a Mikey con la pierna a la altura de su cabeza. Literalmente, tocaba el cabecero de la cama con la planta del pie. Entonces sin poder aguantarse comenzó a reír y Manjiro le miró con una sornisa pícara.
-Es mi superpoder.
-¿Cómo puedes hacer eso? -preguntó sin dejar de reír.
-Prueba a practicar ballet veinte años de tu vida y lo sabrás -se encogió de hombros y Takemichi dejó de reír pero no ocultó su sonrisa.
-Yo quiero aprender, tienes que seguir enseñándome.
-¿Para qué quieres ser tan flexible? -sus mejillas se pusieron coloradas de repente. Ya no solo por la pregunta sino por la forma en que lo miró. Mikey bajó la pierna y se tumbó de lado, apoyando la mejilla en una mano para mantener la cabeza alzada hacia él -, déjame adivinar...
-Cállate, eres un guarro.
-Guarro tú por querer ser flexible para follar mejor.
-¡Yo no he dicho eso! -alarmado le dio un golpe duro en el hombro. Mikey soltó una carcajada.
-No grites o Draken se despertará y vendrá hecho un ogro.
-Eres tú el que no se ha callado en toda la noche, no yo.
-Pero si no dejas de seguirme el juego.
-¡Es que...! ¡Agh! -angustiado escondió la cara en la almohada y continuó escuchando las risitas de Mikey desde su lado. Estuvo así unos segundos hasta que sintió un hormigueo en la espalda. Mikey pasaba sus dedos por toda la zona mientras a él la piel se le ponía de gallina por las cosquillas -. ¿Qué haces? -preguntó aunque Mikey casi no pudo entenderle por tener aún la cabeza pegada a la almohada. Frunció el ceño pero al pensarlo unos segundos consguió entender lo que le había preguntado.
-Acariciar a mi novio, ¿no puedo? -sintió algo pesado ponerse en su espalda y supo de inmediato que era la cabeza de Mikey. Sacó la cabeza de la almohada solo para dejarla de lado y poder así respirar mejor. Casi se ahogaba a sí mismo. Manjiro se había tumbado sobre su espalda y esta vez tenía los ojos cerrados -. Igual así sí que puedo dormir -murmuró en un casi ronroneo con una sonrisa pequeñita.
-¿Encima de mí?
-¿Te quejarás? -preguntó aún sin abrir los ojos. Entonces Takemichi sonrió y no llegó a moverse ni siquiera un poco. Su vista se perdió a través de la ventana y tras el cristal se veía la luna nítidamente y todas las estrellas alrededor. Era lo pintoresco de los pueblos pequeños y de la escasa contaminación lumínica que sufrían.
-No, la verdad es que no -después de eso se hizo el silencio. Takemichi miró el reloj y ya estaban cerca de la una. Llevaba intentando dormir alrededor de una hora y media en la que Mikey no había dejado de hablar y de revolotear como un niño pequeño por toda la habitación. Ahora sí parecía cansado y a punto de caer dormido. No era la postura más cómoda en la que se encontraba pero si tenía que permanecer así toda la noche para que Manjiro descansara lo haría. Le gustaba sentirlo cerca, pegado a él y sentir el calor de su cuerpo sobre el suyo. También le gustaba sentir su pecho subir y bajar contra él. Era tan relajante que poco a poco empezó a quedarse dormido.
No llegaron a caer dormidos completamente, a penas alcanzaron la seminconsciencia, casi podían escuchar a los grillos a través de la ventana y el pasar de los pocos coches que pudieran circular en la lejanía a esa hora.
Pero en algún punto y no mucho rato después de que dejaran de hablar, un ruido extraño les hizo revolverse incómodamente sobre las sábanas. Takemichi se restregó los ojos con los puños y dejó escapar un pesado bostezo. Mikey solo boqueó sobre su espalda, podía incluso sentir algo húmedo sobre esta y rio entre dientes al darse cuenta de que seguramente era baba.
Algo pareció arrastrarse sobre el suelo en la planta baja. Y, de repente, un golpe.
Solo con ese sonido ambos dieron un bote sobre la cama. Takemichi miró a Mikey y le vio con los ojos abiertos, sin mostrar un ápice de sueño, y el pelo tan revuelto que casi parecía afro.
-¿Qué ha sido eso? -preguntó en un susurro. Casi podía escuchar los propios latidos de su corazón en sus tímpanos.
-No sé -entonces se escuchó un nuevo golpe, un gruñido y algo romperse.
Ambos se levantaron torpemente de la cama y corrieron a asomarse a la ventana, sin embargo, no les dio tiempo antes de que escucharan pasos acelerados subir los escalones de la casa. Mikey empujó a Takemichi con fuerza, intentando ponerlo detrás de él, visualizó la mochila con sus cosas en la otra esquina de la habitación. Demasiado lejos. Entonces contempló justo a su lado y sobre una cómoda de madera un jarrón con flores secas. Eso sí era más accesible.
Quiso tomarlo entre sus manos pero antes de que pudiera hacerlo la puerta de la habitación se abrió de golpe y Draken entró en ella a tropezones. La cerró de un portazo, pegando el cuerpo contra esta, y miró a los chicos asustados en una esquina. Un hilo de sangre descendía desde una herida abierta en su ceja, su respiración era acelerada y empuñaba con fuerza un bate en la mano.
-¡Qué susto, Draken! ¿Qué pasa? -Mikey se acercó a él alarmado.
-Intentaron entrar sin hacer ruido pero no me esperaban despierto -su respiración era errática. Había apoyado la espalda en la puerta ejerciendo presión en la misma. Mikey quiso acercarse a él para verificar mejor su estado pero unos nuevos pasos volvieron a rebotar sobre el suelo y, entonces, el aporreo de la puerta comenzó. Gritaron cosas que Mikey decidió ignorar.
-¿Quiénes son? -la pregunta de Takemichi vino acompañada de sus rápidos pasos hacia el más alto de los tres. Puso las manos sobre la puerta y ejerció presión para ayudarle a que esta no cediera.
-Mikey, coge tu mochila -Draken empujaba con todas sus fuerzas y Takemichi no se quedaba atrás.
Pero Mikey no fue capaz de moverse en un primer momento. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, o de lo que seguramente estaba pasando. Su mirada analizó la herida de su amigo y de ella al bate en su mano manchado de sangre. Una sangre que goteaba hasta el suelo. Observó la puerta y de pronto los golpes sobre ella fueron lo único a lo que le prestó atención.
¡Abre la puerta, hijo de puta!
¡Sabemos que estáis los tres ahí dentro!
¡Nos las vas a pagar!
Todas y cada una de esas cosas tuvieron demasiado sentido de repente. Quiso creer saber quiénes eran los que había ahí detrás, de otro modo sería demasiada casualidad, ¿No es así?
-¡Mikey, no hay tiempo!
-¿Uno de ellos tenía una cicatriz en el ojo? -preguntó de repente y Draken le devolvió la mirada con el ceño fruncido.
-¿Qué?
-¡Responde! ¿sí o no? -si eran ellos, ¿Por qué no reventaban la puerta a balazos?
-¡Mikey! ¡La mochila! -esta vez fue Takemichi el que gritó, con ligeras gotitas de sudor resbalando por su rostro por los nervios y el esfuerzo. Draken quiso entonces contestar a su pregunta pero su mirada se perdió en algo tras su espalda. Sus ojos se abrieron de par en par, consternados por lo que sea que estuviese viendo, y Manjiro no tuvo tiempo de girarse a comprobarlo él mismo pues su amigo ya se había lanzado hacia él.
-¡Cuidado! -pero Mikey nunca había sido su objetivo.
Todo pareció ir a cámara lenta. Draken se había lanzado hacia la ventana en el instante en que vio tras esta a una figura con una pistola. No lo pensó ni un solo segundo, por instinto se abalanzó hacia delante sin necesidad de medir las consecuencias. Lo único que quería hacer esta vez era poder proteger a alguien importante en su vida como debería haberlo hecho la última. Por eso cuando su cuerpo se estampó contra el de la otra persona haciéndolos caer a ambos la altura que los separaba del suelo fue cuando pensó en los ojos sin vida de Emma.
No podía permitir que sucediera otra vez.
-¡DRAKEN! -Manjiro corrió y asomó la cabeza por la ventana. Takemichi le miraba con los ojos desorbitados y aún sosteniendo la puerta con las pocas fuerzas que le quedaban.
Abajo Draken continuó forcejeando con el atacante. Por suerte ambos habían aterrizado sobre los arbusto de su patio trasero pero Mikey supo que incluso así la caída había afectado físicamente a su amigo. Sus golpes no eran tan eficaces y fuertes como los del otro. Mikey intentó descifrar quién era pero la capucha que cubría su cabeza se lo puso muy difícil.
-¡Mikey, necesito ayuda! -pero Mikey no se movió. Sus ojos estaban clavados en la pelea del patio. Draken comenzaba a ceder ante los golpes constantes y cuando su cuello se vio rodeado por uno de los brazos de ese tipo fue cuando alzó la vista para devolverle la mirada. Manjiro se quedó sin aire, su amigo estaba rojo y sus ojos comenzaban a desorbitarse por la falta de oxígeno.
Solo así, con la poca fuerza y consciencia que parecía quedarle consiguió pronunciar algo muy bajo con sus labios.
-Iros de aquí...
-¡MIKEY!
Mikey se dio la vuelta y a grandes zancadas agarró su mochila en la esquina. Rebuscó en su interior con desesperación hasta hallar lo que estaba buscando. Quería regresar a la ventana con ella, quería asomarse por ella y disparar al tipo que estaba a punto de matar a su amigo. Esa era la idea principal; el objetivo inicial, pero cuando tuvo la pistola en la mano y estuvo a punto de volver a la ventana Takemichi no pudo aguantar más.
Tropezó hacia delante cuando la fuerza que ejercían del otro lado pudo contra la suya. Cayó al suelo como un peso muerto y la puerta se abrió de una sacudida al instante.
Mikey alzó el arma hacia las dos personas que habían entrado en ella con las respiraciones aceleradas y los rostros cargados de anticipación y rabia. Pero los ojos de sorpresa de esos atacantes se encontraron con los suyos y con el arma que Mikey apuntaba hacia ellos. De repente el afilado silencio se vio roto por uno de ellos.
-Vaya, si estabais armados -la sonrisa dejó a la vista unos dientes amarillentos que en cualquier otra ocasión podrían haberle causado una gran arcada. Mikey respiraba nervioso y el ligero temblor de sus manos revelaban la poca seguridad que sentía. Lanzó una rápida mirada a Takemichi sobre el suelo para justo después volver a tener a esos dos en su campo de visión.
-Takemichi, ven -el aludido no esperó a obedecer. Se arrastró hasta su lado alejándose de los dos intrusos. Los gruñidos y los golpes se escuchaban a través de la ventana. Al menos eso le indicaba que Draken seguía resistiéndose -. Levantad las manos, venga -ordenó con la poca autoridad que le quedaba.
Uno de ellos se rio, el otro chascó la lengua con fastidio, pero poco a poco los alzaron.
-¿Qué eres? ¿Policía? -Takemichi tragó profundo cuando observó las pistolas que ambos tenían en una mano.
-No serás capaz de disparar -dijo el otro para justo después dar un paso al frente. Mikey le apuntó a él esta vez, sintiendo su cuerpo arder de anticipación.
-¡No te acerques!
-Mírale, tiembla como un caniche -se rio el otro. Takemichi permaneció en el suelo, temía que al más mínimo movimiento alzaran ellos sus armas y comenzaran a disparar. Al fin y al cabo eran dos armas contra una y estaba seguro de que esos dos no tendrían tantos reparos en usarlas como los parecía estar teniendo Mikey.
-Se suponía que no debíamos mataros aún pero supongo que si las cosas se complican el jefe lo entenderá.
-¿El jefe...? -la pregunta de Takemichi resultó ser un mero susurro inentendible. Mikey apretó el agarre sobre la pistola apretando los labios también en el proceso. Una gotita de sudor resbaló por su sien y el tipo que acababa de hablar comenzó a jugar con la pistola alzada entre sus dedos.
-Tirad las pistolas o dispararé -ordenó. El temblor de su voz delataba el miedo.
-¿Nos dispararás? -el tipo dio un paso al frente. Sus ojos parecían desorbitados; enloquecidos. Como si no le tuviera una pizca de miedo a la muerte o como si de verdad no creyese que Mikey estaba dispuesto a matarlo. Se acercó tanto que pegó la frente al cañón de la pistola. Mientras tanto Takemichi se había alzado poco a poco, pegado a Mikey como una lapa y observando al tipo que se había quedado atrás -. Tú no eres como tus hermanos, tú eres débil, un niño mimado que no es capaz de hacerle daño a una mosca. ¿Crees que coger una pistola es un juego para ti? Estas cosas hacen daño, niño, es mejor que la sueltes tú.
Mikey sintió su corazón detenerse durante un segundo. Si esos dos conocían a sus hermanos entonces estaba claro quiénes eran o qué es lo que querían.
Takemichi identificó por el rabillo del ojo que bate que Draken había dejado caer al suelo justo antes de abalanzarse contra la ventana. Estaba a escasos centímetros de su pie.
-¿O es que pretendes convertirte en un asesino como ellos? -su pregunta vino acompañada de una sonrisa. Takemichi sintió la tremenda tensión de Mikey, tan fuerte que sus puños estaban blancos por la fuerza que ejercía sobre el arma al sostenerla -. Si eso es lo que quieres entonces dispara como ellos han disparado tantas veces, mata como ellos han matado tantas veces. ¿Serás capaz de mirar a los ojos a tu víctima antes de quitarle la vida? Vamos, mírame bien -la piel de su frente estaba pegada al cañón. Mikey se mordió el labio con tanta fuerza que rápidamente sintió el característico sabor metálico entre los dientes.
-Cállate.
-Si quieres convertirte en un asesino esta es tu oportunidad. Al fin y al cabo todos los Sano estáis destinados a este tipo de vida, y si os resistís acabáis muertos -sus labios se torcieron aún más si eso fue posible, una sonrisa tan vacía y tan maliciosa que le puso los pelos de punta -, tal y como le pasó a tu hermana.
-¡Cállate!
Takemichi lo vio perfectamente. El tipo que se había mantenido al margen había alzado la pistola y esta se dirigía sin miramientos a la cabeza de Manjiro. Su cuerpo reaccionó de inmediato, se agachó y tomó el bate del suelo con las dos manos. Un gruñido cargado de rabia y un fuerte golpe sobre la cabeza hizo que sus intentos quedaran solo en eso. Cayó inconsciente sobre el suelo, sus ojos se cerraron al instante y Takemichi sintió cómo el aire le llegaba de nuevo a los pulmones.
Lo que pasó después no fue fácil de digerir.
El tipo que había estado hostigando a Manjiro se había girado con la expresión cargada de enojo por el repentino ataque a su compañero, con la evidente intención de disparar a Takemichi al alzar su propia arma en su dirección.
Y no pudo evitarlo, de verdad que sus manos actuaron por sí solas. Quizás fue debido a las palabras tan doloras que había recibido de su parte; las que venían acompañadas del recuerdo de su hermana, o quizás era porque no podía soportar que la escena que había vivido años antes volviera a repetirse. Quizás pensar que Takemichi podía terminar con una herida de bala en la frente, al igual que pasó con Emma, hizo que la bala esta vez terminara impactado contra el cuerpo de otra persona.
El sonido del disparo fue tan ensordecedor que a Takemichi le pitó los oídos.
El sonido de un peso muerto estrellándose contra el suelo hizo que cerrara los ojos durante un momento por la impresión, porque en un primer instante creía que esa bala terminaría impactando contra el mismo. Pero esperó cinco segundos y no sintió nada de dolor.
La bala no había impactado contra él.
La baja había perforado el pecho de ese que se había excedido con sus palabras. Ese que agonizaba sobre el suelo por un poco de aire, que escupía sangre al no poder recibirla y que intentaba alzar el brazo que sujetaba su arma en un inútil intento de devolver el disparo. Pero la bala había perforado su corazón y las fuerzas escapaban con la sangre que poco a poco empezaba a formar un denso charco sobre el suelo.
Takemichi miró a Mikey, impactado, y lo que vio en su rostro le dejó petrificado. Aún con el arma alzada y las manos temblorosas Manjiro observaba lo que había hecho en shock, con los ojos muy abiertos y la cara pálida. Respiraba frenéticamente. Estaba al borde del colapso.
-Mikey... -Takemichi se acercó a él pero se detuvo cuando el chico dejó caer el arma al suelo de repente, como si quemara, lanzó una mirada desolada a Takemichi para justo después bajarla hasta sus manos que temblaban como nunca antes lo habían hecho.
-No... No... -se dejó caer de rodillas y se arrastró hasta el tipo que seguía agonizando en el suelo. Este intentó resistirse a la cercanía del muchacho, arrugando el gesto en desacuerdo e intentando volver a alzar el brazo sin éxito alguno. Mikey plantó sus dos manos en el pecho de este, apretando la herida y observándolo como si fuese la escena más grotesca que había visto nunca -, no... Yo no... No te mueras, yo... Lo siento, n-no era mi... Yo no quería...
Takemichi no tardó en acercarse y apartar de una patada el arma que el tipo seguía sosteniendo en su mano. Se agachó frente a su pareja y le observó con lástima. Una a la que Mikey no llegó a prestarle la más mínima atención.
-Mikey...
-No soy... N-no soy un asesino... -su mirada buscó desesperadamente la de Takemichi y cuando la encontró sus ojos se inundaron por completo con lágrimas. Su expresión se desfiguró, cargada de pánico y desesperación, al borde de un intenso ataque de pánico. Buscando con sus tristes ojos un poco de consuelo o quizás un perdón -. No soy un asesino. No soy un asesino... -el tono de su voz era a penas un susurro. Más parecía intentar convencerse a sí mismo que explicárselo a Takemichi.
-Lo sé, sé que no lo eres -Takemichi puso una mano sobre la del más bajito, apretando sobre esta pero sin conseguir nada a cambio. Sentía sus propios ojos picar por las lágrimas pero tuvo que tragárselas todas, no podía darse el lujo de perder la cordura él también. Manjiro le necesitaba entero.
Mikey volvió a mirar la herida que no dejaba de sangrar y cuando miró el rostro de la persona que había disparado solo pudo encontrarse lo inevitable. Dos pozos abiertos y vacíos por ojos. Un rostro blanco y con expresión desfigurada. Y lo más importante...
No respiraba.
Fue un gruñido y un movimiento lo que alarmó a Takemichi pues el otro tipo empezaba a despertarse poco a poco. Parecía ser el único en darse cuenta y todo su cuerpo volvió a ponerse en extrema alerta.
-Levántate, vamos, tenemos que irnos -él se puso en pie pero Manjiro no hizo lo mismo. Este se había quedado inmóvil hasta que poco a poco alejó las manos de la herida abierta. Su mirada se clavó en estas y su respiración se entrecortó aún más al verlas llenas de sangre. Una sangre que él mismo había provocado. La sangre de la persona que acababa de matar con sus propias manos.
Fue entonces cuando se dio cuenta. Lo era. Era un asesino.
Era un asesino como sus hermanos.
-Manjiro -Takemichi le agarró del brazo pero siguió sin moverse.
El tipo seguía moviéndose cada vez más, recuperando la consciencia poco a poco, y lo que le puso aún más nervioso aún era la ausencia de ruidos de pelea a través de la ventana. El conflicto había terminado pero le consumía por dentro no saber quién había salido victorioso. Observó al tipo que con dificultad y gruñidos intentaba levantarse.
-Hijos de puta...
-Mierda -no lo pensó más, si tenía que consolar a Mikey ya lo haría en otro momento. Le rodeó la cintura con los brazos y este se dejó hacer. Lo puso en pie, tomó la pistola, se colgó la mochila al hombro y tomó la mano de Mikey para tirar de él a través del pasillo.
Mikey no dijo nada. Mikey solo movía las piernas porque se veía forzado a caminar por medio de un impulso ajeno. Mikey no veía lo que tenía delante. Mikey solo veía el rostro desdibujado y sin vida de la persona a la que acababa de matar. Mikey solo sentía sangre chorrear desde sus manos.
Salieron de la casa. El disparo parecía haber alertado a los pocos vecinos que vivían alrededor pues las luces de las casas estaban encendidas y las ventanas abiertas, solo era cuestión de tiempo para que alguien tomara la valentía de salir o que empezaran a escucharse las sirenas de la policía. Takemichi tuvo miedo de asomarse para ver si Draken estaba bien. No quería descubrirlo. Le daba miedo hacerlo.
Pero tenía que proteger a Manjiro y sacarlo de allí. Mirarle a la cara de nuevo le hizo darse cuenta de que el único capaz de pensar con cordura era él. Y si sus vidas dependían solo de él debía actuar con sensatez. Y era una jodida mierda porque él seguía estando muy asustado, le temblaban las piernas, pero no podía permitirse caer también. Eso era algo que no podía permitirse. Así que tiró de Mikey y echaron a correr calle abajo.
Ni siquiera sabía a dónde estaban yendo o qué estaban haciendo. Su cabeza empezó a doler con intensidad. Solo quería alejarse de allí. Sentía un intenso miedo a que alguno de ellos les siguiera la pista, los encontrara y los matara.
Y mientras corrían no podía dejar de darle vueltas a la misma pregunta una y otra vez.
¿De verdad iban a tener que vivir así a partir de ahora?
En ese momento la única respuesta que encontraba era afirmativa.
Sí, lo más probable es que sí.
Y su supervivencia dependía solo de ellos dos, de nadie más, porque al menos por ese momento y seguramente por los siguientes estaban completamente solos.
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