Capitulo 16
Takemichi contempló a ese fornido hombre delante de él. Era tan grande que imponía demasiado, incluso con una mirada inocente, sobre todo sorprendida, algo que no indicaba nada peligroso pero que aún así podría poner a cualquiera de rodillas. Su cabello era negro recogido en una coleta mientras que ambos lados de la cabeza estaban rapados dejando a la vista un tremendo tatuaje de grandes dimensiones en forma de dragón. Takemichi se preguntó en qué momento de la vida alguien podría considerar buena idea el realizarse algo así.
Sin embargo, el desconocido no le prestaba atención a él sino a la persona que tenía al lado. Cuando Takemichi quiso mirar a Mikey este se encontraba con los ojos abiertos por lo inesperado pero también advirtió cierto temor en ellos, ¿quizá vergüenza?
-¿Mikey? ¿Qué...? -el tipo lo miró confundido dando un paso hacia delante pero titubeando en el segundo. Tenía en las manos dos bolsas con productos del supermercado.
-Hola -las mejillas del menor se tiñeron de rojo. Manjiro agachó la mirada cuando sintió que la de Draken le quemaba por dentro. ¿De verdad había sido buena idea venir? ¿No habría sido mejor darle su espacio como bien pidió él en un inicio? ¿Había roto su confianza? De repente se sintió arrepentido, no podía mirar a Draken a los ojos sin sentir remordimientos -. Lo siento, yo... -y sin embargo no fue capaz de terminar su disculpa cuando sintió un par de brazos rodear su cuerpo para abrazarle.
Mikey abrió los ojos con sorpresa al sentir el inconfundible aroma de su mejor amigo de nuevo después de tanto tiempo. La fuerza que Draken empleó para abrazarle fue tanta que bien podría haberle dejado sin respiración. Y sin embargo no importó. Mikey devolvió el abrazo cuando sintió sus ojos picar por las lágrimas que empezaron a acumularse en ellos al descubrir en sus recuerdos mil memorias que habían quedado archivadas durante años.
Fueron unos segundos interminables para Takemichi. El chico los contempló abrazarse en silencio, después miró las bolsas que ese desconocido había dejado caer al suelo antes de lanzarse sobre Mikey y de nuevo volvió a mirarlos a ellos. Jugó con sus pies nervioso.
-¿Por qué has venido? -Draken se alejó del abrazo a regañadientes para mirar al menor a la cara. Sus ojos también estaban algo húmedos pero Draken siempre había sido demasiado duro como llorar en público. Mikey, por su parte, se apartó las lágrimas con la manga de su sudadera antes de tomar la palabra.
-Lo siento, sé que querías que nadie viniera a por ti, que necesitabas tu tiempo y todo eso, pero...
-Hey -el más alto puso una mano sobre su hombro y le miró con cariño, uno que le hizo encontrar paz de nuevo -, eso fue muy al principio, ahora estoy mejor y me alegro de verte -Mikey sonrió entonces y Draken se alegró infinitamente de volver a encontrar ese gesto tan bonito.
Takemichi carraspeó después de unos segundos captando de nuevo su atención.
-Ah, sí, perdona -Mikey se rio un poco nervioso y miró de uno a otro con una evidente emoción tanto en su expresión como en el agudo tono de su voz -. Takemichi este es Draken, mi mejor amigo -el aludido sonrió al saber que seguía siendo esa persona especial en la vida de Mikey -, y Draken este es Takemichi mi... Ehm... Bueno, mi...
Las mejillas de ambos se tiñeron de un rojo tan intenso que aquello fue suficiente respuesta para Draken, mucho mejor de la que podrían haberle dado con palabras.
-Encantado de conocerte Takemichi -cortó antes de hacer la situación más incómoda para ellos dos. Mikey lo agradeció con una sonrisa. No sabía qué narices era de Takemichi, no lo habían hablado y no sabía si tomarse las confianzas para decir que eran pareja o algo así. De hecho, le daba miedo decirlo y que Takemichi se quejara por las confianzas que pudiera agenciarse.
-Igualmente -el menor le respondió el gesto con una educada sonrisa pero con sus mejillas aún algo coloradas.
-Bueno, deberíamos pasar, ¿no creéis? Hoy es mi día libre y estoy seguro de que Mikey tiene mucho que contarme.
La casa de Draken resultó ser pequeñita pero hogareña. Mikey empleó alrededor de diez minutos en recorrerla bien inspeccionando cada rincón y cada detalle. Draken había tenido mala suerte en su infancia y aquello le había hecho vivir en las peores condiciones o, al menos, en unas que un niño no debería vivir. Rodeado de mujeres que vendían su cuerpo a voluntad o no tan a voluntad habían hecho de ese niño, por raro que parezca, un jovencito muy educado y maduro. Es por eso que no se sorprendió al ver la extrema limpieza y colocación que tenía su casa. Todo estaba impoluto, bien amueblado y nada tirado por el medio.
Tampoco pudo evitar las irremediables sonrisas que sacó a relucir cuando se encontraba con algún marco sujetando alguna de las fotos que ellos dos se tomaron de niños o con alguno de sus otros amigos. Mikey se encargó de contarle muy por encima alguna de las batallitas de esas fotografías a Takemichi. Y él no podía evitar sentir una envidia sana, de esa que se alegraba por que su compañero hubiera tenido una infancia relativamente feliz a pesar de que él no pudo.
-Y trabajo en un taller mecánico a dos manzanas de aquí. El pueblo no es muy grande así que no tenemos demasiada competencia -comentó Draken sentado en uno de los sofás individuales frente al que Mikey y Takemichi estaban sentados -, el jefe no tiene hijos y dice que si sigo así cuando se jubile me lo dará a mí -soltó una risita con el comentario y Mikey no pudo evitar sonreírle también.
Cuánto se alegraba de que su amigo hubiese encontrado la paz que tanto buscaba.
-Eso es genial -dijo y echó un rápido vistazo a Takemichi a su izquierda. El chico bebía tranquilamente de la taza de café que Draken había preparado para ellos previamente. Se veía tranquilo y relajado, escuchando atentamente la conversación de los dos viejos amigos y permitiendo que ambos se pusieran al día sin intervenir demasiado -. Apuesto a que aquí tienes muchos amigos -el comentario pretendía ser uno positivo pero el tono de voz empleado distaba mucho de que resultara así. Mikey agachó la mirada hacia su propio café y por primera vez desde el reencuentro su expresión se torció en una más triste.
-Bueno, digamos que no tanto -respondió. Draken observaba al menor con cierto pesar -, es un pueblo pequeño, la mayoría ya se conocen desde hace mucho y no hay tanta gente joven. Casi todos quieren irse a Tokio.
-Pf, ¿qué se les habrá perdido allí? -inquirió a modo de broma y volviendo a recuperar un poco de ese buen humor que tenía hasta hace rato.
-Oye, yo hice lo mismo -añadió Takemichi mirando a Mikey con una ceja alzada y una diminuta sonrisa. El más bajito le sacó la lengua antes de reír.
-Tu corazón te decía que debías ir para conocerme, no fue por otra cosa.
-Ya, ya...
Draken observó de uno a otro con las cejas alzadas. De repente era como si su presencia hubiese desaparecido y esos dos se observaban el uno al otro con un brillo característico en su mirada que desde hace mucho no veía. Clavó la mirada en Mikey y al centrarse en sus oscuros ojos vio en ellos el brillo que Emma solía tener al mirarle a él. Se parecían tanto y al mismo tiempo eran tan distintos que se sorprendió a sí mismo al darse cuenta que aún dolía como la primera vez.
Tragó saliva con fuerza y agachó la mirada. La fuerza con la que tomaba su propia taza incrementó hasta el punto de hacer temblar sus manos un poco. Aguardó unos segundos para recuperar la compostura y volvió a elevar la mirada a los dos jóvenes que aún seguían bromeando entre ellos en voz baja.
-Y... ¿Cómo es que habéis venido aquí? -preguntó rompiendo por completo la conversación ajena. Mikey sintió nervios de repente, mierda, esa era una pregunta con la que, tontamente, no había contado antes de venir.
-Quería venir a visitarle -comentó forzando una sonrisa que no le quedó para nada creíble.
-¿Ha pasado algo?
-No -la respuesta fue inmediata. Takemichi había vuelto a quedarse al margen pero se sentía confundido. Si tan amigo era de Draken, ¿por qué no le contaba lo que estaba pasando? Quizás podría ayudarles -, ¿por qué tendría que ir algo mal para venir a verte?
-No lo sé, es simplemente algo inoportuno -Draken dejó la taza de café sin terminar sobre la mesita de centro.
Él conocía lo que había sucedido con Emma, oh, claro que lo sabía. Él mismo fue a interrogar a Shinichiro el mismo día que sucedió la desgracia, le había interrogado tanto que incluso llegó emplear la fuerza desmedida. Estaba tan unido a esa familia que siempre le resultó evidente que algo entre los dos miembros mayores ocurría, que escondían algo y que ese algo era muy malo. Y Shinichiro terminó contándoselo. Aunque, evidentemente, sin dar demasiados detalles.
Quiso matarlo en ese momento por no haber sido capaz de protegerla. Sintió tantas ganas de matarlo a golpes...
-Bueno, pues todo está bien -volvió a mentir y no reaccionó cuando sintió la intensa mirada de Takemichi sobre él.
-Ya veo -hubo un par de segundos de silencio incómodo antes de que volviera a hablar. -¿Y cuánto tiempo tenéis pensado quedaros aquí?
-Oh, no queremos molestar demasiado.
-Mikey, puedes quedarte todo el tiempo que quieras, tengo una habitación libre para vosotros dos aunque tendréis que compartirla -por algún motivo supo que ese no sería un problema para esos dos idiotas evidentes.
-No sé... -Manjiro se mordió las mejillas internas. Dios, por supuesto que quería quedarse, ¿pero debería? ¿No sería peligroso?
-Por favor, Mikey -suplicó Draken de un modo que hacía mucho no apreciaba -. No puedes venir de repente e irte sin más. Joder, te he echado muchísimo de menos, maldito enano.
Y el silencio posterior y la mirada de su amigo le hicieron entender que su respuesta de que todo estaba bien no era real. Algo estaba pasando y ese algo, como siempre, era malo. Por eso no quiso presionar ni insistir demasiado en que se quedaran y aceptó, totalmente contento y satisfecho, la respuesta que no tardó en llegar acompañada de una dulce sonrisa.
-Está bien, pero solo una noche, Kenchin.
Draken sonrió ampliamente. Un apodo que hace tiempo le generaba ganas infinitas de estrangularle se volvió algo demasiado hermoso de volver a escuchar.
-¿Por qué no has querido decirle la verdad? -la suave voz de Takemichi después de un largo rato de silencio acompañó melodiosamente el sonido de las olas rompiendo en la orilla del mar.
Mikey tenía los ojos cerrados. La brisa marina mecía los mechones de su flequillo negro. Sentado sobre la arena abrazada sus rodillas y mantenía una expresión de paz y calma. Takemichi se había tomado el tiempo de observar esa expresión durante un largo rato queriendo grabar esa imagen de por vida en su retina. Pero entonces la curiosidad le cosquilleó por dentro y no pudo evitar preguntar antes de escuchar su propia voz resbalar fuera de sus labios.
Draken les había pedido que salieran a dar una vuelta antes del almuerzo. Quería sorprenderles con una rica receta mientras ellos exploraban la belleza de su nuevo hogar. El pueblo en el que Draken vivía era bonito y pintoresco, a Mikey, de hecho, le gustó mucho. Pero a Takemichi le hacía recordar su triste y dolorosa infancia y seguía prefiriendo las ajetreadas y transitadas calles de Tokio que no le permitían divagar entre sus dolorosas memorias. La soledad y silenciosa esencia de un pueblo tan pequeño le hacía pensar demasiado y todos esos pensamientos terminaban en esos que le hacían sentirse terriblemente mal.
Ahora, habiendo caminado por unos largos cuarenta minutos, habían decido sentarse sobre la arena de la playa y descansar un poco.
-No estoy seguro de que hubiese sido buena idea -comentó con suavidad volviendo a abrir los ojos y soltando un largo suspiro. A su alrededor no había mucha gente; tan solo una pareja de jóvenes tumbados sobre una toalla y una familia de tres jugando felizmente en la arena. Mikey clavó sus ojos en ellos y no pudo evitar imaginarse a Draken y a Emma en el futuro viviendo de esa forma con una pequeña niña preciosa -. No quiero preocuparle y tampoco quiero que recupere malos recuerdos.
-¿Draken y tu hermana...? -comenzó a preguntar con cautela pero temía terminar la pregunta. Mikey le miró y torció la cabeza antes de mostrar una pequeña sonrisa.
-Eran novios, sí, esos idiotas llevaban años enamorados, y yo tuve que aguantarles hablar el uno del otro durante años antes de que empezaran a salir -una pequeña risita escapó de sus labios. Takemichi le acompañó disfrutando del ligero buen humor que Mikey había recuperado -. Me costó años que Draken le pidiera salir a Emma, ¡años! Casi monto una fiesta cuando por fin me dijo que lo había hecho.
-Se ve que te gustaba que ambos fueran pareja.
-Me encantaba -admitió con una sonrisa de añoranza -, mi mejor amigo y al que consideraba la persona más buena del mundo saliendo con mi hermanita pequeña. Para mí no había nadie en quien confiara más para eso -de repente su expresión cambió y la sonrisa dio lugar a una mueca triste -. Pero entonces pasó lo que pasó y supongo que Draken no pudo soportarlo.
La mirada del más bajito volvió a perderse en la infinidad del mar y Takemichi la siguió con la suya. Lentamente se inclinó y apoyó la cabeza en el hombro de Mikey para así acompañarle en su tristeza. Unos segundos más tarde decidió continuar.
-¿Se alejó por eso? ¿No hubiese sido mejor superarlo ambos juntos? Si estabais tan unidos...
-A mí me costó muchísimo más superarlo porque no lo tenía a mi lado -dijo en voz baja -, desapareció después de la muerte de Emma antes incluso de que yo me despertara en el hospital. Y aún así no puedo odiarle, ¿sabes? Ni culparle.
-Eres demasiado bueno, Mikey -sonrió y con una de sus manos entrelazó otra de las de Mikey. El más bajito sonrió también y negó un poquito con la cabeza.
-Solo intenté ponerme en su lugar en vez de odiar a alguien más. En mi corazón ya no cabía más odio. No podía odiar a más gente que en realidad amaba, me hubiese hecho morir por dentro más de lo que ya estaba.
-Entiendo -continuó Takemichi en voz baja -, yo también odiaba a gente que mi corazón me obligaba a amar. Mis padres eran terribles pero yo no pude odiarlos nunca, ni siquiera lo hago a día de hoy.
-Si alguna vez nos los encontramos les patearé el culo.
-¿Con esas piernecitas de bailarín? -bromeó alzando la cabeza y mirándole con picardía. Mikey le pellizcó el brazo con los labios apretados.
-Estas piernecitas de bailarín son capaces de partir sandías por la mitad, ¿quieres comprobarlo?
-No, gracias -rio Takemichi antes de volver a apoyar la cabeza en el hombro del más bajito.
Unos largos minutos volvieron a pasar. Takemichi cerró los ojos cuando sintió unas suaves caricias sobre el dorso de su mano y sonrió sutilmente. El aire que venía del mar de mecía el flequillo y le hacía cosquillas al contacto con su piel.
-Me encanta esto -el susurro de Mikey contra su cabeza le hizo volver un poco a la realidad. Sin embargo no se movió y tampoco abrió los ojos. Mikey seguía dibujando formas con la yema de su índice en la piel de la mano de Takemichi.
-¿El qué? -preguntó en el mismo tono.
-Esto. Estar así, aquí, contigo -continuó -, como si no estuviera pasando nada malo. Solos tú y yo viviendo en un pequeño pueblecito.
-¿Estás diciendo que quieres tener una vida conmigo? -su pregunta fue realizada a modo de broma pero la realidad de sus palabras le golpearon con tanta fuerza que le obligó a abrir sus ojos y a sentir sus mejillas arder por la vergüenza repentina.
-Pues sí -soltó el más bajito sin más y Takemichi se enderezó de repente. Clavó su mirada azulada en la del otro y le miró con una bonita sorpresa sonrojada. Mikey rio un poco -. ¿Acaso tú no?
-¿Qué somos, Mikey? -preguntó de repente y el mencionado abrió los ojos con sorpresa. Boqueó un par de veces y no supo qué responder al principio. La pregunta le había pillado desprevenido y las palabras se le quedaron atascadas en la garganta.
-Ahm... No sé, podemos ser lo que quieras, yo...
-¿Tú qué quieres? -mierda, ¿por qué tan directo de repente? Mikey bajó la mirada a la arena y posteriormente volvió a alzarla a sus preciosos ojos. Dios, le encantaban, eran lo más bonito que había visto nunca.
-Yo quiero ser cualquier cosa que me permita estar contigo todo el tiempo, me dan igual las etiquetas Takemichi.
-Eso en mi idioma significa que somos novios -soltó de nuevo sin más y Mikey casi se atraganta con su propia saliva -, yo sí necesito una etiqueta para no ahogarme cada vez que alguien nos pregunta, Mikey -entonces el más bajito soltó una carcajada cuando observó en la expresión ajena la desesperación y la súplica.
Takemichi le miró entre preocupado y ofendido pero al seguir escuchando las preciosas carcajadas de Mikey tuvo que sonreír un poco también.
-¿Qué?
-Nada, es que... -Mikey se restregó los ojitos con los puños y para cuando terminó contempló los brillantes ojos de Takemichi con los suyos, igual de brillantes también -. Eres adorable.
-Ah, vale, pero esa no es la conversación que estamos teniendo tú y yo aquí ahora mismo.
-Vale, si quieres que seamos novios seremos novios.
-¿Cómo que si quiero? ¿Tú no quieres?
-Claro que quiero -se carcajeó de nuevo. Takemichi se veía cada vez más confundido.
-¡Pues pídemelo ahora mismo como se debe!
-¿Qué? -a Manjiro le dolía cada vez más la barriga por reír. Takemichi le tomó de los hombros y le contempló seriamente aunque Mikey se sorprendió y enterneció al mismo tiempo cuando advirtió en su mirada la más sincera diversión. Estaba jugando con él y eso le encantaba.
-Pídemelo de rodillas.
-¿Pero qué te estoy pidiendo? ¿Ser mi novio o el matrimonio?
-Si no lo haces ya terminaré siendo yo el que pida algo y ese algo será el divorcio.
-No podemos divorciarnos si no estamos casados, idiota.
-Encima me insultas -Takemichi le miró con las cejas alzadas a modo de advertencia.
Y lo que pasó al final no resultó ser una pedida de mano. Ambos terminaron revolcándose en la arena mientras mantenían una violenta y sangrienta batalla de cosquillas. Rieron y chillaron hasta quedarse sin voz, captando las miradas de las pocas personas que habían allí. Terminaron corriendo sobre la orilla, huyendo el uno del otro y buscándose a ratos para seguir atacando las costillas del otro con pinchazos de sus dedos.
Terminaron llenos de arena hasta en la ropa interior, hacía frío y las manos se les habían quedado heladas. Pero no les importó en absoluto.
Volvieron a casa de Draken media hora más tarde. Al final Mikey tuvo que pedirle salir de rodillas, regalándole una concha en lugar de un anillo de bodas y haciéndole sentir abochornado por las miradas de los cotillas a su alrededor. Pero se ganó la reluciente y orgullosa sonrisa de Takemichi por lo que mereció la pena.
Dentro de poco sería su turno de hacerle quedar en ridículo en público.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top