15.
—Sinceramente, estás exagerando—dice Amara con un tono de exasperación mientras sigue a Sebas por las escaleras del edificio.
Sebas no responde de inmediato. Sigue centrado en la pantalla de su móvil, intentando marcar una vez más el número de Elisa.
—No es propio de Elisa hacer algo así —dice finalmente con el teléfono pegado a la oreja.
Amara suspira con resignación. Es consciente de lo cabezota que puede llegar a ser su prometido. Discutir con Sebas en este momento no serviría de nada, pero solo de pensar que pueda enterarse...
—Esperémosla en su casa entonces. No hace falta que preocupes a Milo o Marta por nada.
—Bueno, ya estamos aquí —responde Sebas, sin ocultar su determinación al ver la puerta de Milo al final de las escaleras.
—Gordi, volvamos al piso.—dice una vez lo alcanza—Solo está siendo melodramática, ya sabes cómo le gusta controlar todo, y esto es algo que se aleja de sus planes—pasa las manos por su camisa, tratando de convencerlo.
—Amara, espérame en el coche si quieres, pero quiero asegurarme de que esté bien.
Sin esperar respuesta, Sebas cruza el rellano decidido, con su mano lista para tocar el timbre, pero antes de que pueda hacerlo, la puerta se abre de golpe. Una mujer sale riendo a carcajadas con otra joven, tambaleándose visiblemente por el efecto del alcohol. Sebas las deja pasar, observándolas de reojo mientras se adentra en el apartamento.
El ambiente en el interior está muy animado. La música alta y las conversaciones entremezcladas consiguen llenar el espacio. Sebas se abre paso entre los desconocidos que asume, son amigos de Nico, el vecino de Milo. Echa un vistazo rápido hasta que finalmente sus ojos se posan en Marta. La observa hablar con el tal Nico que conoció en el bar de su amigo. Reconocía de la inauguración del bar de su amigo.
Hace un intento de llamar su atención levantando la mano, pero antes de poder decir algo, ve cómo Nico se inclina hacia ella, sus ojos fijos en sus labios. Sebas frunce el ceño, sintiendo una sensación extraña que no sabe identificar. Se lo piensa un par de segundos hasta que decide apartar la mirada para no molestarles. "Será mejor que busque a Milo", piensa mientras se da la vuelta con la intención de salir de allí.
Sin embargo, no se percata de la persona detrás de él y termina chocando con él, provocando un estruendo cuando dos copas caen al suelo rompiéndose en pedazos y derramando su contenido.
—¿Sebas? ¿Qué haces aquí?
Sebas reconoce la voz. Se gira lentamente hasta encontrarse con Marta, quien lo observa con el ceño fruncido. Se levanta rápidamente del suelo con movimientos torpes.
—Eh... Hola, Marta. Lo siento por... esto.—dice señalando el desastre en el suelo—Puedo pagarlas—Sebas hace el amago de sacar la cartera del bolsillo de su pantalón, pero Nico lo detiene.
—No será necesario—dice Nico esbozando una sonrisa—Voy a por la escoba.
Mientras Nico se aleja, Marta fija sus ojos en Sebas. "¿Qué narices hace aquí? ¿No pretenderá quedarse?", no puede evitar pensar. Le cortaría todo el "rollo". Suficiente tiene con la fiesta de compromiso en dos días. Antes de poder decir nada más, Amara aparece tras su prometido, con una expresión tan sería que hace que Marta se detenga en seco.
—No pretendía interrumpir... lo que...—continúa Sebas nervioso—Elisa me dijo que estaríais aquí, pero no cogíais el teléfono.
—Sí, bueno... seguro que a Nico no le importa que os quedéis.
—No hemos venido por la fiesta. Es Elisa—dice Sebas finalmente, su voz parece estar cargada de tensión—. Se marchó hace más de una hora y no la encontramos. Hemos intentado llamarla, pero no responde.
—Pensábamos que estaría con vosotros—interviene Amara.
Amara cruza los brazos frente a su pecho, mordiéndose el labio inferior como si dudara qué decir a continuación. "¿Se lo habrá dicho? ¿Y si se lo dice a Sebas?", se pregunta así misma. Una ola de pánico la invade solo de pensar que puede haber destapado su secreto.
—No, no la he visto. ¿Habéis preguntado a Milo? Estaba aquí hace un momento...—dice mirando a su alrededor, pero devuelve la mirada a Sebas—¿Y Xavi?
No era propio de Elisa hacer algo así. A lo mejor la había llamado y no lo había escuchado. Marta rápidamente desbloquea su teléfono, revisando las notificaciones, pero no hay nada, no tiene mensajes ni llamadas perdidas de Elisa, "¿Y si ha pasado algo?", piensa sintiendo como un nudo se forma en su estómago.
—Discutieron por un tema de trabajo. Él se marchó y Elisa salió un momento... dijo que necesitaba aire y no supimos más—dice finalmente Sebas, su tono se ha vuelto más grave—¿Sabes dónde podría estar?
Amara, que ha estado observando en silencio a Marta, parece tensarse aún más. Podría confundirse con una sensación de preocupación y cautela, como si temiera que Marta pudiera saber algo más de lo que ha revelado hasta ahora. Porque a diferencia de los presentes, es a la única que no quiere encontrar a Elisa.
—No ha hablado contigo, ¿verdad? —interviene Amara tratando de calcular la reacción de Marta.
—No—dice en apenas un hilo de voz. Entonces, una idea le cruza la mente como un relámpago—. Pero se me ocurre un sitio donde podría estar.
*****
El ascensor se detiene con un suave "ding" en la planta veintitrés. Las puertas se abren lentamente, revelando un departamento sumido en la penumbra. La única iluminación proviene de la luz de emergencia y de las máquinas expendedoras junto a la fuente de agua. Elisa se adentra en la oficina, no sin antes dar un trago largo a la botella de vino que sostiene en su mano. Mentiría si dijese que era la primera vez que veía el departamento tan solitario y a oscuras. Eran tantas las veces que se había quedado trabajando hasta tarde que casi le resultaba familiar. En eso Xavi tenía razón.
Continúa caminando sobre sus tacones cuando ve una luz tenue de uno de los despachos al fondo del pasillo. Elisa se detiene en seco, entrecerrando los ojos para enfocarse en esa luz inesperada. Da otro trago al vino, aún más largo, y decide acercarse hasta allí, procurando que sus pasos sean lo más silenciosos posible.
Al llegar al despacho, se asoma con cautela desde el cristal. Sentado de espaldas a la puerta, ve a un hombre junto al escritorio, con la pantalla de un portátil encendido sobre la mesa. A su lado, hay un envoltorio de plástico de un sándwich de la máquina vacío y una lata de coca-cola abierta. Elisa lo observa en silencio y, cuando extiende el brazo para tomar un sorbo de la lata, ve en su muñeca un reloj, concretamente un Breget. Una marca carísima que solo dos personas en la oficina podrían ser tan presuntuosas como para permitírselo, el CEO, que nunca aparecía por el departamento y su archienemigo, Philip.
—No sé qué me sorprende más.—dice Elisa rompiendo el silencio y provocando que Philip dé un leve respingo—Que comas un vulgar sándwich de máquina o que en realidad resulta que sí te ganas el sueldo haciendo horas extras.
Philip se gira lentamente en su silla, su rostro, aunque parcialmente oculto en sombras, deja entrever sus ojos azules brillando con ese punto desafiante que tanto irritaba a Elisa.
—El sandwich es de salmón noruego.
—No esperaba menos... ¿Qué haces aquí, Philip?—pregunta Elisa cruzándose de brazos—Que yo sepa este es el despacho de Ramírez.
—Podría preguntarte lo mismo—sonríe sin mostrar un atisbo de nerviosismo.
—Tú verás. Estaré en mi despacho, intenta no molestarme—responde dándose la vuelta sobre sus tacones, lista para marcharse.
—¿No tenías una cena?—pregunta levantándose de su asiento.
—¿Cómo sabes tú eso?—regresa a mirarlo—¿Es que acaso me espías?
—Le caigo bien a Marga.
—¿Hablas de mí con Marga?
—Tengo que saber lo que hace mi competencia.
—Ya... claro...—dice rondando los ojos, pero no puede evitar una chispa de curiosidad—¿Y qué dice de mí? Espera, no me lo digas: reprimida, casada con su trabajo, doña perfecta, sin sentido del humor y atrapada en una relación que no tiene futuro.
Philip dibuja una sonrisa de lado a lado en sus labios.
—Sí que cree que tienes sentido del humor.
Elisa suelta una pequeña risa, relajándose momentáneamente. Sin embargo, su tensión vuelve a incrementarse cuando Philip da un paso hacia ella, acortando la distancia.
—¿Por qué estás aquí?—pregunta Philip bajando el tono de voz, casi como un susurro—Con esa botella de vino dudo que sea para trabajar.
—Es un país libre, ¿no?
Philip nota cierta tristeza en sus palabras. Se fija en sus ojos hinchados, como si hubiera estado llorando. Y por alguna razón, eso le generaba... ¿Dolor? ¿Angustia? Apenas la conocía, pero no puede evitar preguntarse qué la habrá llevado a sentirse así.
—Bueno, si vas a beber, hazlo bien—camina hasta detrás del escritorio, abre uno de los cajones y saca una botella de Whisky, de una marca tan exclusiva que Elisa ni se atrevía a preguntar su precio—¿Tregua?
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Buenass, ¿qué tal estáis? ¡Espero que muy bien!
Me fue imposible actualizar el miércoles :(( Pero ya estoy de vuelta, ¡espero que os haya gustado un montón! ¿Qué os ha parecido?
¡¡Esta noche os subiré un nuevo capítulo!! Tengo mucho ganas de que lo leáis... tiene el SALSEO jeje
¡Os mando un abrazo gigante y hasta dentro de unas horas! :))
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