14.
Amara estaba acostumbrada a mentir. Era algo tan natural en ella que muchas veces, apenas se daba cuenta y, probablemente, era gracias a su madre. Ella se lo había dejado muy claro desde niña, debía aprender a vivir de las apariencias, y más en el ambiente en el que se movían.
Así que, cuando con seis años llegó por primera vez a Madrid, no dudaba en presumir con sus compañeras de clase acerca del gran yate de su padre con el que viajaban al Caribe en verano aunque la verdad fuese que la mayor parte del tiempo lo pasaba en casa, rodeada de niñeras, porque sus padres necesitaban unas vacaciones de sus hijos. Con dieciseis años, ni se le pasaba por la cabeza admitir que su padre estaba en la cárcel por defraudar a hacienda, prefería decir que estaba en Los Ángeles, rodeado de celebridades y que pasaría el verano con ellos, cenando en la casa de cualquier actor que estuviese de moda en ese momento.
Por lo que cuando Sebas la encontró aquella noche con el collar de Marta en su mano, apenas le costó esfuerzo decir que ella era la mujer misteriosa que estaba desesperado por encontrar.
La atmósfera se vuelve más densa alrededor de la mesa. Elisa mantiene los ojos fijos en Amara, desafiante, mientras Xavi y Sebas, ajenos a la verdadera situación, observan la escena confundidos.
—Cuando quieras, Amara —dice Elisa.
Amara toma aire, pero no parece ser suficiente. Tiene la garganta seca y su corazón late más deprisa de lo habitual. Pasan los segundos y Elisa vuelve a intervenir con una media sonrisa.
—¿Sabes qué? —continúa Elisa— Me encantaría escuchar vuestra historia otra vez. Xavi aún no la ha oído.
—Sebas la cuenta mejor —dice Amara, tratando de desviar la atención.
—Sí, pero tú siempre te has fijado más en los detalles, ¿no? Como la canción... ¿cuál era?
—¿Cómo dices? —Amara siente el sudor en la nuca.
—La canción que sonaba cuando bailasteis, tonta.
Amara traga saliva, buscando en su mente un detalle que nunca existió para ella. Oyó a Sebas decir el título una vez, hace tiempo en una cena en casa. Era una canción española, de eso estaba segura, pero por más que lo intentaba, no conseguía recordar cual era.
—Pues... —Amara empieza a titubear, oculta sus manos temblorosas bajo la mesa.
—Es decir, algo así no podrías olvidarlo, ¿cierto?
—Creo que tengo que ir un segundo al baño...
Amara intenta levantarse, pero Elisa clava sus ojos en ella.
—Aquí nadie se levanta de la mesa —dice con firmeza, haciendo que Amara se hunda en su asiento—. ¿Y bien? ¿Cuál era?
El silencio se prolonga hasta volverse insoportable. Sebas observa a su prometida, ¿por qué no lo dice? Algo no iba bien.
De repente, el teléfono de Xavi comienza a sonar encima de la mesa, cortando la tensión. Le da la vuelta a la pantalla y lee el nombre de su jefe en ella.
—Estoy segura de que puede esperar —dice Elisa sin apartar la mirada de Amara.
—Es Martin —responde Xavi rápidamente mientras descolga—. Debo contestar, será un momento.
Xavi se levanta y se retira hacia una de las habitaciones, ignorando a su novia.
—Es increíble—murmura Elisa.
—Bueno, ¿hay algo que me he perdido?—pregunta Sebas, notando la extraña tensión entre Elisa y Amara.
—Amara iba a hablar ahora, ¿verdad? —dice Elisa, enarcando una ceja.
Amara intenta decir algo, pero las palabras no consiguen salir de su boca.
—Yo... Sebas, no...
—¿Ocurre algo? —Sebas se inclina hacia Amara, su rostro reflejando preocupación.
—No...no me encuentro bien. Creo que me estoy mareando.
—Voy a por agua —dice Sebas, preocupado se levanta de la silla, pero Elisa lo detiene con un gesto de la mano.
—No hace falta. —Su voz es un filo cortante— Está perfectamente. Amara, dile la verdad... o lo haré yo.
En ese momento, la puerta de la habitación se abre y Xavi sale apresurado, cargando su maletín.
—Chicos, lo siento, pero tengo que irme —anuncia Xavi con el semblante serio.
—¿Ahora? —pregunta Elisa, levantándose de la silla. Camina hacia él con pasos firmes y decididos.
—El proyecto...
—Me da igual el proyecto, son las once de la noche —replica alzando la voz—. ¿Tan importante es que no puede esperar a mañana?
—No quiero discutir —dice Xavi mientras recoge su abrigo del perchero.
—Lo que no quieres es escucharme.
—Vamos, Elisa, lo hice pensando en nosotros. Tú has sido la primera en quedarte trabajando hasta tarde. ¿Por qué está mal si lo hago yo?
—Porque no deberíamos anteponer el trabajo a nosotros, Xavi. —Elisa lo mira intensamente—. ¿Adónde va nuestra relación?
Xavi hace una pausa, algo confuso. Respira hondo, tratando de mantener la calma.
—¿Y qué más quieres?
Elisa lo observa en silencio. Cierra los ojos, tratando de ocultar su decepción, pues esa no era la respuesta que esperaba. ¿Y ya está? ¿Esto era todo? Vuelve a abrirlos y, sin poder evitarlo, sus ojos se humedecen.
—Esto no es lo que quiero—baja la voz.
Se miran durante unos segundos, el vacío entre ellos separándolos más con cada segundo que avanzaba. Finalmente, Xavi baja la mirada y se aparta de ella. Coge las llaves y se marcha sin decir una palabra más.
En la fiesta, el bullicio continúa alrededor del salón, pero para Nico y Marta, el mundo parece haberse reducido al rincón junto a la estantería. Ambos están de pie, charlando animadamente y, cada vez parecen estar más inmersos en su conversación.
—Clint Eastwood —dice Marta dando un trago.
—¿Es una broma? —Nico alza una ceja con incredulidad.
—El sombrero vaquero te quitaba el aliento. Y sus ojos... Es el mejor cowboy con diferencia.
—No puedes compararlo con John Wayne y mucho menos decir que eso es una película del Oeste de verdad...
Marta se encoge de hombros, encontraba divertido picar a Nico, ponerle nervioso y ver hasta donde podía llegar. Y debía admitirlo, esa camisa no le quedaba nada mal.
—No es mi tipo. Aunque... tuve un profesor que dobló su voz una vez.
—Espera, ¿tienes un "tipo"? —Nico entrecierra los ojos, observándola con curiosidad.
—Todos lo tenemos, aunque intentemos negarlo.
Nico se inclina un poco hacia ella, expectante.
—¿De verdad? ¿Cuál es tu tipo, entonces?
Marta toma un sorbo de su bebida, alargando el momento como si disfrutara manteniéndolo en suspense.
—Pues... tiene que gustarle el cine. —empieza, como si fuera lo más obvio del mundo.
—Evidentemente —Nico se ríe suavemente.
—Que sea más alto que yo. El color de ojos me da igual, pero prefiero los morenos a los rubios. Y no me importan los tatuajes, pero si tiene el de alguna de sus ex rodeado de un corazón con una flecha, es un no rotundo.
Nico se inclina un poco más cerca, como si no quisiera perderse ni una palabra.
—¿Y qué más? —pregunta en voz baja.
—Me gustan los que llevan gafas... —Marta lo mira de reojo—. Quizás por culpa de Henry Cavill como Clark Kent en Superman. Y hacer deporte está bien, pero no si me va a despertar un domingo a las cinco de la mañana para hacer sentadillas en el gimnasio.
—Suena como una lista larga —comenta con una sonrisa de oreja a oreja. No podía evitar pensar que cumplía con gran parte de esos requisitos.
—Bueno, sé lo que no quiero —dice, encogiéndose de hombros—. Ah, y me encantan los hombres que saben cocinar. Básicamente porque yo lo hago fatal y estoy harta de comer ensaladas y pizza precalentada.
—Muy práctico. —Nico da un paso hacia ella, reduciendo la distancia entre ellos.
—¿Y qué hay de ti? —pregunta Marta, levantando la barbilla para mirarlo directamente a los ojos—. Y no vale que digas que no tienes ningún tipo.
Nico deja su botellín de cerveza sobre una de las baldas de la estantería, tomándose un segundo para pensar mientras la observa detenidamente.
—Muy bien —dice al fin, su tono es más serio, más grave—. Me gustan las mujeres que me hagan reír, que tengan un tema interesante de conversación...
—Eso es muy genérico—interrumpe Marta.
—Vale...no me gustan las inglesas, las nórdicas en general. Por experiencia, no somos compatibles. Tampoco alguien que diga "se vienen cositas" o que le eche piña a la pizza.
—La piña no tiene nada de malo.
—Ah, y que tenga unas botas vaqueras en el armario es indispensable—añade Nico, su expresión se suaviza un poco, mostrando una pizca de humor.
Marta se ríe negando con la cabeza. Le da un trago a su bebida, disfrutando de la atmósfera relajada que comparten.
—¿Y qué más?, ¿que sepa cabalgar?
—Si es en la cama, mejor—responde Nico con un tono provocador.
Marta casi escupe su bebida, pero se ríe con nervio. Nico hace una pausa y la mira intensamente, sus ojos no se apartan de los de ella.
—Aunque prefiero que sepa cómo besar—añade Nico casi un susurro.
Marta siente un escalofrío recorrerle la columna. La atmósfera entre ambos cambia, volviéndose más íntima y cargada de algo más allá de las palabras.
—Para eso habría que comprobar que besarás bien.
—¿No te estarás ofreciendo como voluntaria?—dice desafiante.
—¿Y si te puntúo con muy baja nota?—añade Marta, manteniendo la mirada, sus labios se curvan en una sonrisa coqueta.
—Pediría revisión de la nota—responde Nico en un noto más grave.
Ambos quedan en silencio por un segundo, el sonido de la fiesta se difumina a su alrededor. Marta siente el corazón acelerarse en su pecho dejando que sus respiraciones se sincronicen y la distancia entre sus rostros se acortade, casi rozándose.
—Pues si encuentro a una chica que cumpla esos requisitos... —dice Marta en un susurro.
—Sí —responde Nico, sus labios acercándose lentamente a los de ella, sin dejar de mirarla.
—Serás el primero que llame.
Los ojos de Nico se detienen un momento en los labios de Marta, a milímetros de los suyos. Ambos parecen respirar el mismo aire, compartiendo esa burbuja de deseo que amenaza con explotar. Marta quería besarle pero, ¿y si no salía bien? ¿Y si la abandonaba como Jon?
Pero justo en ese instante, alguien tropieza con la mesa de centro, haciendo que un par de botellas caigan al suelo con un estruendo. La magia del momento se rompe, y ambos se separan rápidamente. Al mirar al otro lado de la habitación, Marta ve a Sebas agachado, ayudando a recoger los botellines de cerveza que un amigo de Nico ha derribado torpemente.
Sin pensarlo dos veces, Marta deja su propio botellín sobre una de las baldas de la estantería y se abre paso entre la multitud de la fiesta, dirigiéndose hacia Sebas con el ceño fruncido.
—¿Sebas? ¿Qué haces aquí?
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Buenassss ¿qué tal el finde? ¡Espero que os lo hayáis pasado genial!
Os dejo un nuevo capítulo :)) ¡Espero que os guste un montón! Si podéis ayudarme comentando, os lo agradecería un montón, me encanta leeros y siempre me ayuda para mejorar.
Os mando un abrazo virtual enorme y espero que tengáis un buen inicio de semana!! Nos vemos el miércoles con un nuevo capítulo :))
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