El último ataque.

—¡Mejor aguardamos escondidos aquí, detrás de esta montaña! Prefiero tratar de aguantar un poco más, hasta que venga la ayuda.

—¿Cual ayuda Rick? Nadie responde por los radios y nadie va a venir para rescatarnos, estamos solos en esto. Ayer lo dijeron en el último comunicado, nadie salió vivo de este conflicto y lo sabes—. Le responde el sargento Clarence al teniente Rick. 

—Eres demasiado pesimista, no me gusta escuchar a gente tóxica y con malas vibras. Debes entender que estamos solos, nosotros tres. Vamos a matar a todos los que podamos, son muchos y quiero llevarme unos cuantos a la tumba—.Le dice el cabo Roger al sargento.

Estos se encuentran muy cansados, por llevar casi un mes luchando en pleno desierto, se quedaron sin alimentos y les queda poca agua en sus reservas.

Los tres marines se asoman por los bordes de una montaña desértica, y lo primero que ven es una gran horda de soldados chinos, reunidos y fuertemente armados.

Ellos saben que no van a poder ganarles y mucho menos tienen la posibilidad de salir con vida.

Deciden esconderse de nuevo y el teniente Rick les dice:

—Muchachos tenemos dos alternativas, una es irnos de aquí y escapar con vida. La otra es enfrentarlos y morir con honor. ¿Cuál de las dos, sería la mejor opción?

—Bueno, yo en particular les digo que sería bueno patearles el trasero y matar, a los que más podamos—. Le responde el sargento Clarence.

—Yo, opino lo siguiente; sería mejor irnos y dejar esto tal cual como está. Tenemos familia que nos espera y tenemos que llegar a nuestras casas—. Les dice el cabo Roger.

Al escuchar estas dos opiniones el teniente Rick, no tiene más opción que decirles su punto de vista.

—Bueno, compañeros de armas, familia ya no tenemos, el país fue destruido en su totalidad y lo saben. Yo tengo siete años en las fuerzas armadas y siempre me entrenaron para entregar mi vida a la nación, para morir de ser necesario por unos ideales absurdos que controlan nuestras mentes. Por primera vez, siendo realista, creo que la mejor alternativa es irnos de aquí y continuar con nuestras vidas. ¡No tenemos familia y no tenemos país! ¿Qué dicen muchachos?

Los marines se miran entre sí y responden con fuerza:

—¡¡¡Sí, señor!!!

La respuesta fue tan fuerte, que se les olvidó o pensaron que estaban solos, los chinos escucharon y salieron corriendo hacia la montaña donde ellos estaban.

—¡Qué estúpidos son! Ahora nos van a matar a todos—. Les grita el teniente con gran ira.

Los tres hombres, al no saber qué hacer, presas del miedo y a punto de hacer una locura. Escuchan un avión que viene a los lejos, los chinos comienzan a disparar hacia arriba y en todas direcciones.

Se podía ver a la distancia como comienza a caer sobre ellos, una gran lluvia de balas y varias bombas Napalm, siendo estás últimas, las que hacen más estragos en el área.

Todo un despliegue armamentista es lanzado en contra de los chinos, desde la aeronave británica.

Nuestros tres Marines,
atemorizados se quedan inmóviles sin hacer nada y cuando divisaron la aeronave se dieron cuenta, que era un avión del ejército británico. Ellos comienzan a gritar de alegría, ya qué prácticamente eliminaron a todos los chinos de la zona, y el paso de la montaña, quedó libre para que pasaran.

De pronto un comunicado, por el radio que carga el cabo Roger, se escucha fuerte y claro, una voz de un hombre que les dice lo siguiente;

(Atención US marine, sobrevivientes en general, les habla él capitán James Farrel del ejército británico, deben seguir hasta la zona cero, repito, seguir hasta la zona cero, para poder rescatarlos, lamentamos lo ocurrido en su nación. Cambio y fuera)

Pasaron unos segundos de silencio, hasta que el teniente les habla:

—Saben, muchachos me arrepiento de todo lo que dije anteriormente, debemos ser leales a la patria—.Les dice el teniente, y el sargento Clarence le responde:

—Disculpe teniente, pero creo que está equivocado, el ejército es algo creado por el hombre y no tiene ningún fundamento para ser una verdad absoluta. Creo que debemos amarnos y aceptarnos como somos.

—Tienes toda la razón, los seres humanos somos hermanos y... ¿Porque debemos cuidarnos de nosotros mismos?—.Responde el cabo Roger.

—Escuchen un momento, si esos soldados en ese avión no hubieran existido, nosotros no estaríamos vivos en este momento. Ellos también son una creación humana, porque también llevan un uniforme igual que nosotros—. Les grita el teniente Rick.

—Teniente creo que no entendió, cuando nos referimos a qué si el ser humano no tuviera ese deseo de poder y de grandeza. Está guerra no hubiera ocurrido, estamos aquí por nuestras diferencias. China, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Rusia, Gran Bretaña y otros más iniciaron este conflicto, por una diferencia entre Rusia y Ucrania. ¿Quién tiene la culpa?—. Le grita el sargento Clarence al teniente Rick.

Después de escuchar las respuestas de estos chicos, el teniente analiza la situación y muy pensativo, les dice;

—Muchachos, una vez más, creo que tienen la razón. Me volví a dejar llevar por el lavado de cerebro que me hicieron, soy un estúpido y tienen razón en todo lo que dicen.

El teniente cae de rodillas en el suelo y comienza a llorar. Se quita el uniforme y los otros chicos hacen lo mismo. Lanzan las armas, las balas, las granadas y todo artilugio armamentista es lanzado al piso por estos hombres. Solo, quedaron con sus franelas puestas y sus shorts nada más.

Caminan durante dos días, llegan a una inmensa y espesa selva. El teniente Rick se detiene, mira al frente y de pronto, muy adentro del bosque, una gran balacera los alcanza, aniquilando a los tres marines.

Fueron asesinados por el ejército británico, muy cerca de la zona cero, pensaron que eran enemigos por no tener una vestimenta que los identifique como soldados americanos.

El teniente Rick, mientras agoniza, logra decir estás palabras en medio de un balbuceo; 

(Y si ellos no hubieran existido, nosotros seguiríamos vivos)

Teniente. Rick S. Whitaker, US. Marine. 1995 / 2023

Notas del autor;

Espero les allá gustado, pueden dejar sus preguntas o sugerencias en los comentarios y con gusto les responderé.

Atentamente:

William G. Delgado J.

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