Un comienzo cauteloso.
Nuestro protagonista se encontraba en el extremo opuesto del edificio cuando se le vino de la nada un recuerdo, ahora sabia el significado de su compra de hace días y miro el reloj en su muñeca que marcaba las 11:50, su cara se puso pálida al sentir la irresponsabilidad que surgió en su pecho.
Sin pensarlo dos veces, apretó el paso por los pasillos, el sonido de sus zapatos golpeando el suelo de baldosas resonaban en los pasillos, agarro entre sus brazos con fuerza la bolsa que contenía unos jarrones medianos y unas semillas en bolsitas, claro que deseaba tirar la bolsa y ser feliz en su recreo pero, lo que traía en brazos era para su querido amante, además de que si lo tiraba capaz lo suspendían por un encargo que el mismo acepto.
Mientras esquivaba a otros estudiantes con habilidad, deslizándose entre ellos como un pez en el agua, trataba de ignorar el echo de que se le hacia tarde para su tercer periodo.
Su corazón le latía con fuerza, el pulso acelerado por la urgencia de la situación, sus pulmones ardían con cada inhalación de aire, bajo las gradas sin tropezarse o no queriendo resbalarse y darse un golpe que le dejaría una herida o capaz un hematoma.
Doblaba la esquina hacia el ala del profesor, a lo lejos vio la puerta de la oficina del Docente, se dio un descanso y desacelero sus pasos. Antes de finalmente llegar a su destino.
La puerta del invernadero se erguía imponente ante ella, una entrada de madera maciza enmarcada por un elaborado trabajo de hierro forjado. Tallados intrincados adornaban los paneles de roble oscuro, creando un contraste impresionante con el cristal transparente que ocupaba la mayor parte de la puerta.
-Con razón la matricula es demasiado cara – Soltó unas risitas, antes de decidirse en entrar-
Al acercarse, pudo apreciar los detalles meticulosos: hojas y tallos entrelazados que se curvaban y se entrelazaban en un diseño sinuoso. Cada hoja estaba delineada con precisión, cada detalle tallado con maestría, como si el mismo espíritu de la naturaleza hubiera dado forma a esta obra de arte. Los herrajes de bronce envejecido añadían un toque de elegancia antigua a la puerta. Bisagras ornamentadas sostenían las hojas de madera maciza con firmeza, mientras que los pomos redondos invitaban a ser girados con suaves crujidos.
Al empujar la puerta, el chirrido suave de las bisagras resonó en el aire, anunciando su entrada al santuario verde que yacía más allá.
El invernadero se alzaba majestuoso frente a él, una estructura de cristal y acero que parecía fundirse con el cielo despejado. Al cruzar el umbral, la luz del sol se filtraba a través del techo de cristal, creando un mosaico de luces y sombras danzantes sobre el suelo de baldosas blancas y brillantes. El calor reconfortante del ambiente contrastaba con el aire fresco del exterior, creando una sensación de confort y serenidad.
A su alrededor, filas interminables de plantas exóticas y flores de colores vibrantes se alzaban hacia el cielo, cada una en su propio oasis de cuidado y atención. Orquídeas de pétalos sedosos y exóticos helechos se alineaban con precisión, creando una sinfonía de formas y colores. Entre las plantas, se disponían cajones de madera repletos de hierbas frescas y aromáticas, cada una etiquetada con su nombre científico y propiedades medicinales.
El aroma de la albahaca, el romero y la menta llenaba el aire, creando una atmósfera embriagadora y estimulante, cajones de madera robusta se apilaban, cada uno lleno hasta el borde con hierbas fragantes y raíces terrosas. El aroma picante de la albahaca se mezclaba con la frescura cítrica del limoncillo, creando una paleta de olores que llenaba el aire.
En estantes de metal reluciente, frascos de vidrio cuidadosamente etiquetados contenían una variedad de cosas: semillas de todas las formas y tamaños, extractos concentrados de plantas y sustancias fertilizantes. Algunos frascos contenían incluso insectos preservados para el estudio y análisis.
Instrumentos agronómicos descansaban en mesas de trabajo: medidores de humedad del suelo, prismáticos para inspección de plagas, tijeras de podar afiladas y guantes resistentes. Cada herramienta estaba meticulosamente ordenada y lista para ser utilizada en el cuidado y estudio de las plantas.
El murmullo suave del agua corría por los canales entre las macetas, alimentando las raíces sedientas con precisión ingenieril. Gotas de rocío brillaban como diamantes en las hojas, capturando la luz del sol en destellos fugaces. A medida que avanzaba por los senderos cuidadosamente diseñados, el suelo mullido y húmedo cedía bajo sus pasos, liberando un aroma terroso y fresco. Mariposas revoloteaban entre las flores, sus alas moteadas reflejando los tonos del arco iris.
El invernadero era un mundo aparte, un santuario de vida en medio de la enorme Universidad que te hacía sentir diminuto. La belleza y la perfección de cada planta eran evidentes en cada detalle, desde las hojas lustrosas hasta los capullos a punto de abrirse.
Para el, entrar en este invernadero de primera calidad era como ser transportada a un mundo mágico y exuberante. Y eso que estoy solo era uno de los invernaderos que adquiría la universidad.
Se quería tirar al piso y quedarse dormido en tan hermoso lugar, pero, de inmediato todas sus ilusiones se esfumaron cuando noto la bolsa que tenía en brazos, tenia que entregarlos rápidamente para llegar a tiempo a su clase, seguramente le darían una regañada por ser impuntual.
Llamo unas cuantas veces, queriendo ser respondido, soltó un suspiro de queja antes de caminar un poco mas y sacar de la bolsa su contenido, metio a su bolsillo el plástico y dejo las macetas y las semillas al lado de una palmera. Se puso erguido mirando arriba como siempre.
Simplemente la idea de afrontar a sus tutores era algo que simplemente odiaba hacer, los amaba si, pero apenas había cumplido 20, sus padres habían muerto en un accidente automovilístico ayer...además de no saber nada de su actual pareja, lo ponía con unos nerviosos inexplicables.
Tal vez podría llamar a Geno, ese hombre se la pasaba el mayor tiempo del día en la biblioteca te la universidad o eso podría decir cada que venía a por sus clases y sin falta Geno estaría dispuesto a conversar con él.
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Mientras tanto, en un lugar desértico con interminables piedras que amenazaban su equilibrio. La furgoneta negra se tambaleaba por el camino, moviéndose con una falta de gracia que sugería que el conductor no estaba prestando atención. Las puertas traseras estaban abiertas de par en par, balanceándose con cada giro brusco y revuelta del vehículo. Dentro de la furgoneta, una figura luchaba por mantenerse el equilibrio entre los sacos que se balanceaban peligrosamente con cada movimiento de la furgoneta. El interior estaba lleno de sacos de plástico, notoriamente manchados de sangre, de un peso desconocido, cada golpeándose entre si con un sonido sordo y pesado chapoteando y manchando las paredes del vehículo con sangre que tenía un pútrido olor. El conductor, un hombre de vestimentas negras con una mirada despreocupada ante la excitante situación, agarraba el volante con una mano junto con su cigarrillo, mientras la otra intentaba ajustar el volumen de la radio, la música sonaba fuerte y distorsionada.
-Now dance, fucker, dance, man, I never had a chance!! -Aunque su ingles era perfecto con solo escucharlo, se trababa un poco al estar fumando, competiendo con el ruido de los sacos chocando entre si.
La furgoneta zigzagueaba por la carreta, desviándose de su carril con una peligrosa indiferencia, cada bache en el camino enviaba una sacudida a través de la furgoneta, haciendo que la persona dentro luchaba por mantener el equilibrio, lanzando insultos al conductor, pero fue callado de inmediato cuando uno de los sacos se estrelló con su cara, tirándolo al piso.
-PARELE IDIOTA, PIENSA EN MI – A pesar de ser un asesino de buena reputación, su humor seguía presente en momentos como estos y que, a pesar de sus gritos de advertencia, el conductor apenas reaccionaba, como si estuviera en su propio mundo, ajeno al bienestar de su compañero. Pero seamos sinceros, Fell lo metió a esto.
-¡CÁLLATE SABUESO!-El sonido de las sirenas resonaba en el aire, molestándolo ante el monótono y molesto sonido.
Las luces intermitentes de la patrulla que casualmente los perseguía desde un comienzo, parpadeaban en el retrovisor de la furgoneta, una señal ominosa de problemas, soltó carcajadas que más parecían a una foca que uno normal, miro por el espejo retrovisor con tranquilidad, ignoro el resplandor azul y rojo, en vez de hacer caso ante los gritos de los disque policías acelero a fondo. Restándole importancia cuando noto que algunas bolsas salían volando por sus acciones.
Arto por la situación le dio un ultimo exhalación a su cigarrillo bruscamente y lo calmo temporalmente, saco una pistola de la guantera y lo lanzo a la parte de atrás y milagrosamente Fell lo agarro antes de que cayera por la carretera y se levantó con su vestimenta echa un asco, mientras de su bolsillo sacaba el cargador insertándolo y apuntando a la patrulla al instante. Oh, cuanto agradecía que la furgoneta tenia unos parlantes tan buenos, a pesar de la bulla de afuera. De inmediato respondió al fuego, disparando desde la parte trasera de la furgoneta con una ferocidad desesperada. Los establillos de los disparos llenaban el aire, acompañados por el aire de la pólvora y el destello brillante de las balas en la oscuridad. Un impacto repentino sacudió la furgoneta, el conductor luchaba con el volante, sus manos sudorosas resbalando con el cuero desgastado.
-CARAJO DUST, CON RAZÓN NO TE DEJAN MANEJ- -Al sentir el impacto al lado izquierdo de las paredes de la furgoneta, noto la abolladura.
-MAMI -Grito de frustración, intento estabilizar la furgoneta, pero era demasiado tarde. El peso desigual de los sacos en la parte trasera era demasiado, y la furgoneta se volcó por completo. El mundo dio una vuelta mientras la furgoneta caía de costado, sacos volando por el aire en un torbellino caótico y merecido de ver.
El conductor de la patrulla espectador ante el satisfactorio envuelto de sus presas, embozo una sonrisa de par en par, espantando a su compañero por un momento mientras se deslizaba por la carretera, presionado el pedal no queriendo estar cerca por si ocurría otra balacera.
El sonido de metal retorcido y vidrio estallando lleno el aire reemplazando el inquietante sonido de las balas dirigirse a la furgoneta, el vehículo se deslizaba por la calle, arrastrando consigo las bolas e incluso volando fuera. En un instante eterno, todo pareció detenerse al notarse que la furgoneta yacía sobre su costado, las ruedas girando impotentes en el aire. Los sacos se esparcieron por el suelo mientras una figura salía como si nada del interior, sin importarle si los pisaba, rompiéndose y liberando su contenido grotesco en un desorden caótico. De la nada la puerta delantera fue lanzada lejos por una patada, Dust salió sin ninguna herida presente en su cuerpo, burlándose del accidente. Con un pañuelo rojo se cubría la mitad de su rostro, mientras que con la otra agarraba duramente, un colt xm177e2.
-¡¿Desgraciado Pawqar, sabias que lo compramos recientemente?! -Estallo en rabia Fell.
Esto seria divertido. ¿Que tan pendejos serán?, lo veremos a la siguiente.
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