15. La Oportunidad

En algún momento de su vida, Johha había estado enamorada. Locamente enamorada. Sentía mariposas, sentía el latir acelerado del corazón y, más importante que todo eso, sentía esa hermosa sensación ilusoria de que todo es posible con el poder del amor.

El padre de Támesis había sido todo en su vida, el protagonista de sus escenarios imaginarios de un futuro juntos, de una existencia eterna en Cronalis para amarse sin obstáculos.

Algo que los humanos no llegan a comprender nunca es el hecho de poder planear no una vida corta, sino una eternidad con otra persona, con una mitad perfecta, con un amor infinito, tantos planes hechos y la posibilidad de realizarlos porque el tiempo no es el límite. Johha tenía eso con Marcus Season y había sido tan feliz... tan plena.

Pero la ironía la había golpeado en la cara cuando la fantasía tuvo que llegar a su fin, incluso para aquellos que no tenían el tiempo contado.

Marcus cometió un error similar al de su hijo y se cayó de un reloj, solo que a él no lo encontraron, ni lo buscaron siquiera porque Marcus no estaba haciendo las cosas correctamente cuando aterrizó en el plano humano.

En Cronalis, Johha quedó atada de manos: pedir ayuda era admitir que Marcus había roto las reglas, no pedir ayuda era quedarse sin él porque era poco probable que Marcus lograse regresar por su cuenta.

El amor de Johha no conocía límites, pero tampoco era exclusivo, porque la vida que llevaba en su vientre también era parte de su infinito, de su existencia eterna, de sus planes de felicidad y, en su beneficio, Johha se quedó callada, nunca informó de su amor desaparecido y se quedó sola con Támesis.

Muchas temporadas después, Támesis se tropezó y cayó en el plano humano. Johha no cometería de nuevo el error de quedarse de brazos cruzados porque esta vez no había nada que la detuviera de actuar.

Así fue que terminó yendo al plano humano tras su hijo, decidida a hacer hasta lo imposible para devolverlo a Cronalis, para darle la oportunidad y apoyo que Marcus no pudo tener.

Johha amaba profundamente a Támesis, era su motivo de seguir aguantando la soledad que Marcus había dejado. No podía perderlo, no.

No podía perderlo.

No podía.

No.

Y, además, estaba el detalle de que el reloj del que Támesis cayó era el mismo del que Marcus había caído, una reliquia que Marcus había tomado sin permiso y que se había perdido para siempre.

Un siempre que no fue eterno.

Desde que se enteró de eso, Johha no había podido tener ni un minuto de paz pensando en las posibilidades. Entendía que esa reliquia estaba en el presente de Génesis, que era el futuro de la última vez que vio a Marcus. Muchos años humanos habían pasado en este plano, pero ¿qué más daba? Eran de Cronalis, el tiempo era el menor de sus problemas. En realidad, el problema era no saber en qué tiempo sería apropiado buscar.

Johha amaba profundamente a Támesis y había prometido no dejar Cronalis jamás por él, pero no había dejado de amar a Marcus y no desaprovecharía esta oportunidad única de intentar buscarlo. 

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