Todo empieza con amor, por supuesto un amor puro, un amor que te ciega, uno que te hace pensar en lo afortunada que eres y en lo bien que va tu vida.

Sonríes a cada momento de cada día, cada mañana te levantas con una sonrisa deseando poder llegar a clases y arrasar como una gran y poderosa mujer.

Tienes el control, sabes que lo tienes, nadie puede controlarte, ¿quién lo tendría sino?

Pues ese simple pensamiento es el comienzo de una construcción de escalones que tú creas mentalmente hacia el cielo, y cuando piensas que ya casi lo has tocado, cuando crees que ya no se puede mejorar lo inmejorable, te das cuenta de que solo has construido tu propia destrucción, y que todos esos escalones, han hecho que tu caída en vez de dejarte herida o quizás grave, te mate, te mate por dentro y te deje en una devastación que no serás capaz de arreglar.

Así de sencillo, así de simple, así de fácil...

Absurdo, sin sentido.

Sin embargo, no puedes hacer como si ese error nunca hubiera pasado, pues siempre hay alguien dispuesto a recordar.

A veces las cosas empiezan con un patrón, es por eso que se deben finalizar de la misma manera, y la única forma de borrar el pasado, es volver a él y arreglar el error principal que cometiste.

Los errores están hechos para repetirse, una y otra vez hasta que seas capaz de aprender a evitarlo.

Y si en estos momentos crees que eso no es posible en algunos casos, quizás hay un par de reglas que tienes que aprender, pues nunca está de más apuntar ciertas cosas que no puedes, por tu bien, olvidar.

Quien sabe, quizás en un futuro esas reglas le ahorren pasar por eso a alguien.

¿No?