New Home
Año 1977. Roger no dejaba nada al azar o a la improvisación, todo lo planeaba. El final de la secundaria se acercaba y tenía decidida su vocación. Estaba reunido con su madre y sus tíos.
—Tío Mike, quiero trabajar contigo.
—¡Qué casualidad! Yo también entré con dieciséis.
—¿También fue tu primer trabajo?
Serena respondió:
—¡Qué va! Fue antes mozo de almacén y dependiente.
—Así es. No podíamos permitirnos el lujo de estudiar, para que mamá no cargase con todo. La agencia fue mi gran oportunidad y la aproveché.
—Quiero dejar el orfanato. He pensado buscar una casa cuando comience a trabajar.
Su tío ofreció:
—No será necesario. Ahora sin tu prima nos sentimos solos, podrás vivir aquí.
Hope ya era una anciana que dimitió de su cargo para descansar, no se veía capaz de afrontar sus deberes. Roger, a pesar de estar decidido, no quiso informar a nadie más hasta que concluyera el curso.
—Madre Hope.
—Ya no lo soy.
—Para mí siempre lo serás. Quiero abandonar el orfanato y que seas la primera en saberlo.
—Gracias, Roger. ¿Nos visitarás?
—Cada domingo con mi madre, si me lo permitís.
—Siempre serás bienvenido y recordado. Sin ti, este orfanato no iría tan bien.
La sonrisa de ella no se desvanecía durante la charla. Recordaron momentos y la emoción les embargaba.
Roger tramitó la documentación y se despidió de sus compañeros y las hermanas. Serena vino por la mañana para firmar el permiso de adopción. Luego por la tarde, Mike llegó para firmar la adopción porque Roger aún era menor de edad.
Hope estaba presente por petición propia. Fue la primera en saberlo y la última que se despidió de Roger, junto a la puerta de salida.
Nuevo hogar. La música era la afición favorita de su tía, Roger se contagió. En el orfanato estaba tan concentrado en sus asuntos que no prestaba atención a nada más, aunque algunos compañeros sí la oían. Sólo servía como fondo a sus actividades.
Uno de sus primeros días en casa, escuchaba la radio mientras ayudaba a sus tíos con la cena. Sonaba Dogs de Pink Floyd. La letra y la música le impactaron como una patada en el vientre, contaba que hay que ser como un perro y estar siempre preparado para el ataque. El locutor trataba al grupo como consagrado, mas Roger no sabía nada de ellos. Preguntó por ellos y su tía respondió:
—Son ingleses y muy buenos. Tenemos un disco de ellos.
El disco era El Lado Oscuro de la Luna, conquistó a Roger. Fue publicado en 1973 y algunas canciones le parecían conocidas, tal vez las oyó en el orfanato. También se asombró por el nombre del líder, tan similar al suyo: Roger Waters.
Nuevo Hogar también era el nombre de la agencia inmobiliaria. Mike era veterano y ocupaba el mismo sitio que cuando empezó, no era ambicioso, aunque tuvo ocasión de ascenso. Disfrutaba más por el contacto con el cliente que supervisando a otros. Sus colegas le apreciaban.
Roger aprendió rápido con su tío todas las técnicas y trucos para vender, en el mismo escritorio. Roger cobraba el salario base, sin cobrar comisión por la agencia durante su aprendizaje, su tío le pagaba una parte de su comisión. Roger ya estaba preparado para trabajar solo en menos de un mes, pero no disponía de su escritorio. Se aburría junto a su tío, su falta de ambición le exasperaba. Pasó de ser el líder en el orfanato a ser ayudante. Ocultaba sus ideas a su tío y los demás, fingió ser como él para ganar confianza. Su oportunidad no se demoró, se rumoreaba que alguien iba a ser trasladado, un colega se acercó a ellos a última hora.
—Me voy a Nueva York. Mike, gracias por enseñarme. Roger, si sigues así, llegarás alto.
Roger estrenó su mesa la mañana siguiente. No modificó su táctica conservadora. New Home Los Angeles fue su trampolín a la agencia central. No tenía prisa, esperó hasta su mayoría de edad.
22 de noviembre de 1979. Roger cumplió dieciocho años y, por ser el cuarto jueves del mes, el día de Acción de Gracias. Roger había esperado más de dos años para desvelar su decisión:
—Voy a pedir el traslado a Nueva York.
Su madre no ocultó su sorpresa:
—¿Por qué tan lejos?
—Porque está la agencia central. Quiero nuevos retos que no puedo desarrollar aquí.
Mike expresó:
—Te comprendo. Allí puedes abarcar todo el país, aquí es más limitado.
—Y por la diferencia horaria. Cuando allí es hora de cierre, aquí y otros estados siguen activos.
—Eres muy bueno, tu sitio está allí. Sin embargo, como tu tío, quisiera que te quedases.
—Hijo mío. Piensa en mí, me voy a sentir sola. He aguantado a tu progenitor por ti.
—Lo que debes hacer es abandonarle. Si quieres, te regalo una casa allí, cuando pueda pagarla. Mientras hablaremos y nos escribiremos.
—No sé, tengo que meditarlo.
La Navidad confirmó el traslado de Roger para el nuevo año.
Año nuevo, vida nueva. Roger rompió con sus raíces, compuestas por una madre que le amaba, un padre que no quería verle, unos hermanos que también emprendieron el camino de la separación, unos tíos que le acogieron en su hogar y un orfanato que no visitaba por meses.
Por delante un futuro prometedor en una inmobiliaria, donde planeaba gastar la mayor parte de su tiempo, y una vivienda cercana para las comidas, dormir y lavarse.
1980 empieza con una despedida en el aeropuerto:
—Roger, hijo mío. Llámame cuando llegues.
—No te lo prometo. Si tengo teléfono en casa, te llamaré nada más llegar.
—Sobrino, estoy orgulloso de ti, no me decepciones. Sabes que en la agencia estamos en contacto.
—Eso sí puedo prometerlo. No te decepcionaré.
La emoción embargaba a Serena, no lloró por la marcha de sus otros hijos, sí por la de su pequeño. No quería soltarle de su abrazo, como último intento para retenerle. Mas él tenía su decisión tomada y ella tuvo que aceptarla.
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