NEVER LET THEM KNOW YOUR NEXT MOVE
Esta es la historia de cómo María Luisa terminó caminando sobre los tejados, en bata de andar por casa y con un matamoscas en la mano, persiguiendo a su muy travieso gato Chispas, alias el emperador del averno.
*sonido de disco rallado* eing, historia equivocada.
Ya se hablará de eso que tan mal terminó, pero por ahora, nuestra omnipotente y omnipresente omnisciencia en el tren de la locura nos lleva este lugar con esta situación:
Mamá Loui está preparando galletas, estirando la masa vigorosamente con el rodillo, de forma que parece que llegará así al infinito. Mientras tanto, un gato de Chesire mira desde la ventana. Es este un gato muy curioso, gatuno por demás, de ojos y sonrisa felizmente dementes; es el gato indispensable del Tren de la Locura. Mueve su larga y peluda cola muy pausadamente, una mosca da vueltas por la habitación sin rumbo ni destino, sin más razón para vivir que dar vueltas y vueltas, de forma tan idiota que exaspera. Pero ni Mamá Loui ni el Gato le prestan la más mínima atención, tan absortos están cada uno en sus respectivos pensamientos.
Mientras tanto, muy lejos de allí, un gallo persigue a una gallina que persigue a un pollo que persigue a una hormiga.
Mientras tanto del mientras tanto, en un compartimento empieza a sonar una balada de rock. De esas de rockero heavy que va de tipo duro pero de repente le da por ponerse meloso... ¿what the fuck, verdad?
PERO EN AQUEL MOMENTO llegó a la cocina un sujeto. Un sujeto sujeto con cuerdas.
Pero por supuesto que esto no va de este sujeto.
Tampoco hay plot twist. Ni nada con Mamá Loui. Ni siquiera con el Gato.
Esto va de la mosca que voló y voló hasta que en la sopa cayó.
Y el sujeto se la comió.
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