Eh, oye, tú.

¿Eh? ¿Yo?

Sí, sí, tú

¿Qué pasa?

Sabes que si te pones música te distraes, ¿no?

Mmm... ¿Quizás?

Y sabes que si te distraes... no escribes.

Uhm... cierto.

Entonces ponte a escribir y no te distraigas, que a este paso no haces ni el huevo.

Ay, pero, pero, pero... Cómo quieres que pare la música :(.

Bueno, vale, vale. Centrémonos... Aquí, en el Tren de la Locura, donde nos disponemos a adentrarnos mientras suena una canción de Alaska y Dinarama de fondo... bueno, mejor vayamos a ver qué acontece por estos lares. 

—Ay, ay, ay, ay —se escucha una voz, excesivamente remilgada, de llegar... y su propietaria es una tipa más seca que un palo de regaliz que lleva un cubo de agua y pasa de largo, siguiendo su rápida marcha en línea recta. ¿A qué irá? Nunca lo sabremos.

¿Os he dicho ya que se acerca la Navidad? Bueno, pues por si os quedaban dudas, entremos en este compartimento de aquí. Un pequeño y raquítico arbolito de Navidad, que tiene toda pinta de ser una rama de los pinos del vecino (robada, no, qué va, tomada con consentimiento, seguro), como decía... un arbolito de navidad no muy grande, lleno, repleto, de lucecitas azules. Al igual que todo el compartimento, plagado de LUSEH navideñas, de todas las clases y colores, fijas y parpadeantes, llenándolo todo a la vista. Y eso no es todo. Ya que el compartimento se encuentra ocupado por dos sujetos: Especie humana, género macho y hembra, clase o calaña... indefinida. Ambos, jodidamente iguales, como gemelos. Y pues, en un rinconcillo, que pasaría desapercibido si no fuesen tan aparatosos los altavoces que hay en él colocados, está, pues, eso; los altavoces con la música. Mushas lusesitah navideñash y JINGLE BELL ROCK. Mmmmm.... good, yes, good.

Y pues dejamos a estos dos sujetos meneando el pompis y nos vamos pa' otro lao'...

Jmmmmmmmmmmm.............. Jam. Wuele aaaaa............. ¡JAM! ¡JAM, JAM, JAMÓN!