Capítulo 71 || FINAL ||

Dejé escapar un suave suspiro profundo, demostrando que disfrutaba de este momento tan tranquilo que no siempre podemos tener con Alec. Él acaricia mi cabello con una mano, mientras usa la otra para sujetar un libro que estaba leyendo; yo mantenía mi cabeza recostada en su pecho, descansando por ahora en el sofá del gazebo, pero realmente... tenía algo preparado para él.

—Siento que algo ha cambiado —comenté de repente, llamando su atención.

—¿A qué te refieres? —pregunta dejando el libro de lado y volteando a verme. Me acomodé sobre su cuerpo, observando sus ojos que tanto me gustaban, más por ese brillo en ellos cuando me mira solo a mí.

—No lo sé... tal vez esta sea la razón.

Extendí mi brazo hasta alcanzar la bolsa sobre la mesa que cuando Alec la vio antes y preguntó por ella, le dije que no podía tocar. Ahora la coloqué cerca de él, con una sonrisa que intentaba disimular para no hacer obvia mi emoción.

—¿Ahora me dejas abrirla? —cuestiona con una ceja arqueada mientras sostiene la bolsa en sus manos y nos sentamos en el sofá.

—Sí, ahora puedes —respondí con una suave risa mientras escondía mis manos entre mis piernas cruzadas para que no viera como jugaba nerviosamente con mis dedos.

Alessandro me escanea con la mirada por instante antes de abrir la bolsa y observar lo que había en el interior, por un momento se queda paralizado, mete una mano dentro de la bolsa y sujeta el contenido. Su rostro palidece de repente... ¿debería llamar a Giselle? ¿Está bien?

—Esto es... —Alec se levanta y deja la bolsa en la mesa mientras sujeta entre sus manos la prueba de embarazo positiva—. ¿Es en serio? ¿Nosotros?

—Sí... Es en serio —me levanté del sofá y me acerqué a él con una leve sonrisa, y mi corazón latiendo rápidamente.

Alec deja la prueba de embarazo junto a la bolsa y me mira, como si aún lo estuviera analizando, su mirada baja a mi estómago y una sonrisa aparece en sus labios antes de acercarse y abrazarme hasta que mis pies dejen de tocar el suelo.

—No sabes lo feliz que me haces con esta noticia.

—Puedo hacerme una idea —reí suavemente. Alec sonríe y besa mis labios con una intensidad impresionante que me deja sin aliento rápidamente.

—Te amo, bellezza.

—Te amo, amore mio.

Volvió a besarme, pero a la vez nos hizo girar como en aquellas películas de princesas, consiguiendo hacerme reír contra sus labios. Me deja delicadamente en el suelo y baja su mano hasta acariciar mi estómago, sabiendo que tendríamos a nuestro hijo o hija allí pronto. Su mirada era más brillante que otras veces, una expresión vulnerable aparece en él, pero de repente pude ver un destello de duda o desánimos.

—¿Alec? —pregunté, confundida por esa mirada tan perdida. Sin embargo, Alessandro me abraza nuevamente, de una manera más protectora y cálida.

—Juro que seré un buen padre, diferente al mío... y los protegeré aunque deba entregar mi vida por ustedes —murmuró por lo bajo, pero lo suficientemente fuerte como para poder escucharlo. Sonreí, sabiendo que eso era lo que le preocupaba, y lo abracé más fuerte.

—Sé que serás un buen padre, Alec, al igual que yo seré alguien mejor que los míos... Me desharé antes de ti que de mi hijo o hija, advertido estás —bromeé un poco, consiguiendo que soltara una pequeña risa mientras besa mi cabeza.

—Estoy seguro de eso, pero no debes preocuparte, no te daré razones para tomar esa decisión... Seremos mejores padres.

—Y tendrán mejores tíos y una abuela maravillosa —le seguí.

—Y si alguien intenta ponerles una mano encima... tendrán nuestro apoyo para defenderlos.

—Aunque sé que ellos podrán solos.

—Tienes razón, bellezza, pero aun así estaremos para ellos.

—Claro que sí.

Nos separamos para mirarnos el uno al otro antes de volver a sentarnos en el sofá y relajarnos de nuevo. Rex y Neyron se nos acercan y se acomodan en el sofá junto a nosotros, los acariciamos mientras disfrutábamos de la compañía y la noticia. Alessandro no dejaba de tocar mi estómago e imaginarse como sería nuestro futuro hijo o hija.


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—¿Cuantos meses ya van? ¿Seis? ¿Siete? —Bianca me miraba sonriendo ampliamente, impaciente por la llegada de su sobrino.

—Ocho, en realidad... —respondí bajando la mirada a mi abultado vientre, aunque realmente no podía verlo.

Alessandro mantiene su cabeza sobre mi pecho, acariciando mi estómago suavemente con una mano, parecía hipnotizado, más cuando sentía las pequeñas pataditas del bebé, incluso lo podía sentir sonriendo mientras besa mi estómago cada vez que eso sucede.

—Ya falta tan poco... ¡Quiero conocerlo ya!

Sentí un patada ante el grito de Bianca, Alessandro levanta la cabeza y la mira con una fingida molestia.

—No grites, Bianca, alteras a mi hijo —se queja él.

—Lo siento, lo siento.

—Que protector, cachorro —Helena se ríe burlona—. Desde que te has enterado de la noticia, estás sobre la consentida como una garrapata.

Alessandro la fulmina, deteniendo las caricias en mi estómago y casi al instante volví a sentir una patada. Solté un quejido suave mientras reía y acariciaba mi estómago, volviendo a mirar a Alec.

—Creo que le gustan las caricias de su papá —comenté con una sonrisa, Alec me devuelve el gesto y continúa acariciando mi estómago, viéndolo con adoración.

—En serio, estás domesticado.

Alessandro se encoge de hombros, restándole importancia finalmente. Suspira profundo y vuelve a acomodarse en la misma posición de hace un momento.

—Bueno, será mejor que los dejemos descansar —menciona Alessia con una voz calmada.

Todos asienten estando de acuerdo, Bianca tuvo que bajar su emoción y dejarnos descansar, acompañando a su madre y a los demás hasta afuera de la habitación, despidiéndose de nosotros antes de dejarnos solos.

El silencio reina en la habitación, pero realmente era muy cómodo, pues estaba con Alessandro. Acaricié su cabello suavemente, mientras él continúa acariciando mi vientre. Esta faceta suya me gusta mucho, como luce vulnerable, sin importarle frente a quien esté, pues ahora era él, cuidando de mí y de nuestro hijo.

—Tendremos otro, ¿verdad? —preguntó de repente.

—Ni siquiera ha nacido, ¿y ya piensas en otro hijo? —cuestioné asombrada y divertida. Alec se sienta y me observa con una sonrisa—. Lo hablaremos después del parto, para saber si querré repetir ese momento.

—De acuerdo, suena justo —responde sujetando mi mano y besando mis nudillos.

Se acomoda a mi lado, volviendo a acariciar mi vientre. Él disfrutaba de ver las suaves patadas pausadas de nuestro hijo, mientras yo disfrutaba de su atención... y que me trajera helado cada vez que se lo pedía. Digo, antes lo hacía, pero ahora no se espera ni dos segundo en traerlo, está tan pendiente de mis necesidades y deseos que la idea de tener a un jefe de un imperio mafioso como esclavo... no suena del todo mal.

Estoy bromeando, no es un esclavo. De todas formas me consciente porque quiere hacerlo y yo solo aprovecho de este momento.

Fin

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