Capítulo 67

Lía se disculpa con Bianca y Helena para reunirse con Fran al ver que este tenía información para ella. Se apartaron hasta que nadie más podía escucharlos.

—¿Qué ocurre?

—Han llegado noticias sobre la prisión. El señor ha escapado, pero la policía no tiene ni idea de cuándo, ya que para cuando ellos llegaron el lugar estaba completamente vacío y no había rastros de sangre ni cuerpos en ninguna parte —informa Fran con claridad, Lía sonríe al escucharlo—. ¿Es posible que el señor venga aquí?

—Lo dudo mucho. Alessandro no se arriesgará a que la farsa de que he muerto salga a la luz, mucho menos atraerá a la policía hasta aquí. Aún lo buscan... —Lía se detiene para pensar—. Para reencontrarnos, primero debe encargarse de que la policía deje de buscarlo, los obligará a alejarse. Nosotros vigilaremos a Nicolás, asegúrense que jamás se entere sobre el escape de Alessandro. Si llegara a saberlo haría lo que fuera para frustrar sus planes de volver a ser libre. Nicolás debe vivir en una burbuja, una muy sólida, completamente aislada de la verdad.

—Sí, señorita.

Con una seña, Fran manda a uno de los hombres tras él a cumplir con las órdenes de su jefa. Lía piensa en Alessandro y en dónde podría ir a esconderse, ella agarra su celular y coloca el mapa, encontrando la prisión en la que estaba detenido.

—Si la prisión estaba aquí y nosotros estamos en esta zona... —ella observa los distintos lugares hasta apuntar uno de ellos—. Aquí. Existe un escondite en esta área, ¿no?

—Así es, pero ¿cómo está tan segura de que se esconderá allí?

—Conozco a mi hombre. Querrá ir en dirección opuesta a nosotros para no ponernos en riesgo de ser descubiertos —sonríe cruzada de brazos, mostrándose segura y orgullosa.

Lía había cambiado notoriamente, todos los que pudieron verla por primera vez desde aquella subasta pueden comprobarlo. La chica de diecinueve años que apenas hablaba y que siquiera levantaba la mirada para hacerlo, ahora se había vuelto una mujer que conoce su valor, demostrando una confianza nueva y autoritaria. Su forma de analizar y planear fascinaba a todos, se sentían agradecidos por estar del lado correcto, y sentían seguridad de que no importa que pase, ellos estarán bien, puesto que su jefa lo tiene todo cubierto para que así sea.

Y como Lía había ordenado, Nicolás siguió viviendo en aquella burbuja, aislado del exterior. Sin preocuparse porque su sobrino pudiera escapar, pues según él, su personal de confianza lo habían dejado solo al ser arrestado, sin tener quienes los lideren cuando su mujer había muerto.

—Pobre sobrino... —se ríe Nicolás mientras bebe un trago de whisky de las reservas personales de Alessandro—. No debiste meterte conmigo, muchacho, ahora jamás saldrás de allí.

Lía no puede evitar soltar una risa amarga y burlesca mientras lo observa desde las cámaras de seguridad, ella juguetea con la copa de vino en su mano.

—Ingenuo... Eres tú quien no sabe dónde se ha metido.

Lo único que pasaba por la cabeza de Lía era el momento en el que se conociera la verdad, imaginaba la expresión de Nicolás al darse cuenta de que ha sido vencido sin siquiera darse cuenta. ¿Qué cara pondrá? ¿Qué tan sorprendido estará? Ya quiere comprobarlo, no puede esperar. Así como no puede esperar por reunirse con su amado.

Alessandro...

Este tiempo interminable sin él la torturaba más que ella a los demás. Lo extrañaba tanto que necesitaba mantenerse ocupada para no pensar en ese sentimiento de vacío. Le hacía falta tenerlo cerca, al igual que le hacía falta sentirlo dentro de ella, porque ¡joder! Lo necesitaba pronto, ya ni siquiera sus dedos o el juguete sexual, que se vio obligada a comprar en su momento más hambriento, la calmaban. Pero no era la única sintiéndose así...

Ambos se extrañan, ambos se desean con locura. No pueden dejar de pensar en el otro, obligándose a calmarse antes de mandar todo su plan a la mierda por un momento juntos. Y todo se vuelve más difícil con el paso del tiempo.

Por supuesto que sabían que sus misiones tomarían su tiempo, por supuesto que lo habían analizado y aceptado para poder continuar con ellas sin arruinar todo lo que construyeron con gran esfuerzo. Pero los años no se detendrían por más que ellos quisieran que ocurriera.


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Narra Lía

—Señorita, hemos recibido la confirmación de todos los aliados. Los líderes han aceptado —llega Fran con buenas noticias que me hacen sentir aliviada, luego de todo este tiempo en el que solo he recibido respuestas negativas para las que tuve que pensar en soluciones para calmar el terror que todos poseen hacia Nicolás.

—Finalmente... —suspiré con una suave sonrisa—. Convoca una reunión con los líderes de cada grupo.

—Sí, ¿dónde desea que transcurra la reunión?

—Claramente no será aquí... Lo haremos en uno de los escondites de Alessandro, déjame pensar en el más apto y luego mándales las coordenadas a cada grupo.

—Entendido.

Fran sale de la habitación, observé el mapa impreso en la mesa circular, había marcado cada escondite y detalle importante en este para tener una idea de nuestra posición. Observé los lugares, pensando en cuál sería la mejor opción para la reunión, me tomó un par de horas decidir el mejor lugar, pero al tenerlo se lo indiqué a Fran. Finalmente pude salir de estas sofocantes cuatro paredes, e ir a encontrarme con Helena y Bianca, quienes estaban en la playa, recostadas en las tumbonas mientras tomaban el sol con copa de vino en mano. Incluso Rex y Neyron las acompañaban, teniendo puestos lentes de sol, acostados junto a ellas en unas minis tumbonas.

—Parecen estar de vacaciones —reí divertida, llamando la atención de los cuatro.

—Y tú deberías tener algunas —responde Helena, entregándome una copa y cargándola de bastante vino para obligarme a relajarme.

—Helena tiene razón, necesitas relajarte. Ven, siéntate —Bianca se levanta para hacer señas, enseguida unos sirvientes colocan otra tumbona para mí.

—Bien... supongo lo necesito —respondí con un suspiro pesado, recostándome en la tumbona y bebiendo vino.

Entre las tres miramos hacia el mar tan pacífico frente a nosotras, sonreí un poco al sentir que conseguía relajarme luego de meses estresantes. Fue verdaderamente duro convencer a esos grupos para ayudarnos, ahora debo consolidar esa ayuda, estar segura de que participarán de verdad. Por supuesto, el mayor problema fue la gran desconfianza hacia mí, me tomó tiempo ganarme algo de reconocimiento para que aceptaran tener una reunión conmigo.

Fui puesta a prueba, no tenía más opción que aceptarlo, claramente con condiciones y promesas que ni ellos, ni yo podíamos romper. Algunos de los encargos eran simples, chantajear, extorsionar, amenazar, etcétera. Incluso llegué a torturar o matar a más personas de las que hubiera imaginado. Por supuesto fue duro al comienzo, pero luego de meses de hacerlo... dejó de importarme.

—Deberíamos venir aquí más seguido, ya saben... sin tener que escondernos —comenté.

—Sí, me vendría bien que me visiten más veces —dice rápidamente Bianca, emocionada por la idea.

—Sin duda, deberíamos —le sigue Helena.

—Cuando esto termine, hagamos algo.

—Seguro, me apunto.

—Me parece bien, hagamos una fiesta de playa, hay amigos que quiero que conozcan —sonríe Bianca.

—¿Tienes más amigos? —pregunté con toda la intención. Helena estalla en carcajadas, Bianca me mira inmediatamente indignada.

—¡Por supuesto tengo más amigos! Vivir aquí no me impide escaparme —se cruza de brazos y aparta la mirada ofendida.

—Está bien, lo siento —reí levemente֫—. Se me olvida que eres pariente de alguien que no sigue leyes, mucho menos las reglas de una casa.

Bianca rueda los ojos pero incluso ella no pudo evitar reírse. Volvimos a relajarnos en silencio, disfrutando de este momento. "Cuando esto termine..." ¿Cuándo será eso? Han pasado dos años desde ese arresto. ¿Cuántos más deberán pasar?

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