Capítulo 66

—¿Cuándo empezaste a fumar? —Helena aparece tras Lía, quien exhala el humo que había inhalado, ella observa el cigarrillo en sus manos, la verdad no estaba convencida de ello.

—Justo ahora... aunque solo fue por curiosidad. Alessandro decía que le ayudaba a reducir el estrés, pero supongo que no es lo mío —ella lo tira el suelo para pisarlo y así apagarlo. Vuelve a recogerlo y así poder tirarlo a la basura—. No lo volveré a hacer, me desagrada.

—Sí, lo supuse —Helena ríe levemente, apoyándose en la baranda del balcón. Ambas observan el atardecer en la playa, tan relajante y hermoso.

—¿La vista está interesante? —Bianca se coloca al otro lado de Lía.

—Mejor que ver sangre.

—En eso tiene la razón —concuerda Helena.

—Sí, es verdad... —murmura Bianca, observando al frente.

Helena y Lía la escuchan sorprendidas, ellas la miran de reojo, Bianca se da cuenta y las ve con confusión por esa mirada de sorpresa en ambas.

—¿Qué?

—Bianca... ¿tú has tenido que... matar o torturar a alguien alguna vez? —pregunta Lía directamente, sin rodeos. Bianca deja escapar una pequeña risa que intentó cubrir, ella suponía que era obvio, pero al parecer no la creen capaz.

—Por supuesto. Todos nosotros tuvimos que hacerlo alguna vez, lo hicimos para protegernos. Pero es verdad que prefiero evitar estar en esos escenarios, claramente. Aunque... no duden que si mamá o Giovanni o yo misma debemos hacer algo como eso, lo haremos.

—No me lo puedo creer —Helena abre los ojos de par en par—. Se ven tan tranquilos y amables que no los puedo imaginar de esa forma, menos a ti.

—Lía tampoco parece alguien que haría esas cosas, pero la has visto hacerlo —sonríe Bianca—. Pero es verdad, no lo aparento porque prefiero no pensar en eso, además, ser infantil y tranquila ayuda a que mi mamá y Giovanni no se sientan tan amargados todo el día. Prefiero vivir en una casa alegre, que no sepa toda la mierda que ocurre en el exterior, que en una donde no se pueda sonreír porque los ánimos siempre son bajos.

—Lo entiendo... Tienes razón.

Lía suspira profundamente, las tres vuelven a permanecer en silencio, observando el atardecer en compañía, el sol se esconde en el mar que rodea la isla, siendo el último atardecer del año. Lía piensa en su situación actual, en como hace un año había permitido que Fiorella finalmente descansara en paz, sin dolor, como lo había prometido.

Hace un año Alessandro fue arrestado, obligándose a adentrarse en este mundo de mafia y muerte. Hace un año dejó la mansión atrás para vivir aquí, en esta isla, siendo informada todos los días de lo que ocurría en ese lugar que tanto extraña. Debiendo ver en las cámaras que aún no han descubierto, como Nicolás destroza todos sus recuerdos, apropiándose de todo, profanando hasta su propio lecho todos los días, disfrutando de su vida, sin preocuparse por su sobrino preso y su mujer muerta.

—Lía... ¿tienes alguna noticia de Alessandro? —pregunta Bianca, claramente preocupada por su hermano mayor, Lía entendía eso.

—Lo siento, Bi... No sé nada aún —responde ella con sinceridad—. Pero estoy segura de que está bien, sabes cómo es.

—Sí... Lo sé —sonríe ella, intentando animarse de nuevo.

Lía apoya su brazo sobre sus hombros y la abraza para reconfortarla, luego hace lo mismo con Helena para sumarla al abrazo y sonríe ampliamente antes de llevarlas adentro y disfrutar de la cena de año nuevo que estaba preparada en el comedor. Ellos festejan el año nuevo, los fuegos artificiales viéndose en el cielo, y los dos perros disfrutando de la compañía de ellos con unas orejeras que les impedía escuchar la explosión tan fuerte.

Lía los acaricia y abraza, pensando en que son todo lo que tiene que para recordar a Alessandro mientras estaban separados, pero tampoco se sentía preocupada, ya que sabe que volverán a encontrarse. Volverán a estar juntos y serán libres.

Los fuegos artificiales adornan el cielo oscuro, aunque ellos no sean los únicos que los habían encendido. Alessandro se acerca a la ventana con barrotes y observa el brillo en el cielo, un tintineo de llaves llama su atención y entonces la puerta se abre.

—Hemos inmovilizado a todo el departamento, señor —comenta una voz obediente.

—Bien hecho —Alessandro sale de la celda, siendo recibido por George y Mauricio, y sus demás hombres, todos se inclinan para recibirlo—. Nos ha tomado un año tener el control de este lugar, pero no les prometo que esto haya acabado. Nuestra ubicación siguiente debe permanecer desconocida para todo el mundo, hasta que llegue el momento.

—¡Sí!

George le entrega un celular preparado para que fuese imposible de rastrear o hackear. Alessandro sale de la prisión hasta el vehículo que lo estaba esperando con muchos más guardias. Podía ver todos los cuerpos de los últimos policías que no estaban de su lado, ahora muertos en el cuerpo. Al instante comenzaron a limpiar la escena, para evitar contratiempos. Alessandro sube al vehículo, el cual se pone en marcha de inmediato.

—¿Qué informe tienes? —pregunta a George sin despegar su vista de su celular.

—Fiorella ha muerto. Sabemos que fue la señorita quien la ha torturado y matado luego de revelar los secretos de Nicolás a detalle.

—¿Lía lo ha conseguido? —Alessandro finalmente levanta la mirada para confirmarlo, George asiente con la cabeza, y no pudo evitar mostrar una sonrisa ladina—. Continúa.

—Ella y la señorita Helena se esconden en la isla de su familia, Nicolás la cree muerta y ha tomado control de la mansión.

—Seguramente ha ensuciado nuestra cama —murmura Alec con molestia y desagrado—. Apenas volvamos quiero que la cambien de inmediato, preferentemente a una cama matrimonial.

—Sí, señor —responde George, aguantando la sonrisa en sus labios porque le preocupara más su cama matrimonial que lo demás.

—¿Algo más?

—La señorita se ha encargado de reclutar a sus aliados para enfrentar a Nicolás, está a la espera de su confirmación.

—Eso será un problema... —Alessandro resopla—. Todos temen al poder de mi tío, la mayoría no querrá aceptar a menos que la recompensa sea proporcional al trabajo.

—Hasta ahora ha podido hacer que la mitad de ellos confirmen su participación, aunque no sean suficientes —continúa Mauricio. Alessandro vuelve a sonreír.

—Incluso es capaz de hacer eso... Es verdad que puede ser muy persuasiva, mia bellezza...

—¿Desea que nos comuniquemos con la señorita para darle aviso? —cuestiona George al ver el deseo de Alessandro por ver a su mujer.

—Por el momento no, aunque muero de ganas por hablar con ella. Aún no es el momento adecuado y cualquier información puede afectar el rumbo de los planes. Se supone que ella está muerta, dejemos que sigan creyéndolo —ambos asienten comprendiendo las palabras de su jefe—. Primero debemos encargarnos de que la policía no vuelva a molestar, Lía es completamente capaz de mantener a Nicolás a raya, mientras ella se encarga de él, nosotros nos encargaremos del gobierno. No podemos volver hasta que nuestra libertad en las calles esté asegurada.

Ellos vuelven a asentir estando completamente de acuerdo. Por ahora es peligroso que Alessandro se muestre en público, los policías lo conocen, aunque los civiles no tengan ni idea. Y él quiere volver a pasear por las calles con su amada, sin el peligro de ser arrestados... y quién sabe cuánto tiempo le llevará conseguirlo.

"Lo lamento, bellezza... aún no es tiempo de volver a estar juntos."

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