Capítulo 64
Narra Omnisciente
—Lía, bienvenida de nuevo —saluda Alessia abrazando a Lía con entusiasmo por volver a verla, tras ella, los dos hermanos sonríen, esperando su turno para saludar a la novia de su hermano mayor.
—Gracias por recibirnos y permitir que nos quedemos aquí por un tiempo —agradece Lía con sinceridad, luego de saludar a sus cuñados con cariño.
—No agradezcas, es realmente un placer tenerlos aquí —responde Alessia.
—Escuchamos lo que sucedió con mi hermano... ¿Cómo estás? —pregunta Bianca mientras acaricia a los perros.
—Aún me cuesta procesarlo, pero... estaré bien —sonríe cabizbaja, Alessia vuelve a abrazarla para intentar darle un poco de consuelo, Lía se recompone para presentar a Helena—. Por cierto, ella es Helena. Fue mi maestra en autodefensa y es una muy querida amiga.
—Es un gusto —Helena inclina un poco la cabeza como un saludo respetuoso para Alessia, dedicándoles una sonrisa amable.
Los tres parientes de Alessandro la saludan y la reciben con amabilidad. Lía los deja atrás mientras ellos se presentan, se acerca a Fran y baja la voz para que solo él fuera a escucharla.
—¿Alessandro alguna vez ha torturado a alguien aquí?
—Lo ha hecho, hay un área especial para hacerlo. Su familia lo sabe, es por eso por lo que evitan acercarse allí.
—Mejor... Lleven a Fiorella allí, vigílenla —Lía sonríe levemente, e intenta ocultarlo con una mano sobre sus labios—. Aunque... dudo mucho que pueda hacer algo sin una mano y un pie.
Fran asiente y se aleja para ordenar a los hombres llevar a Fiorella a dicha área, preferentemente sin dejar que los demás la vean en aquel estado tan lamentable. Lía vuelve a acercarse a la familia de Alessandro, quienes no dudan en ofrecer comer con ella.
—Lía, ¿te importa si nos acompañas a almorzar? No estás muy ocupada, ¿verdad? —pregunta Alessia, al ver la cantidad de movilización en su patio, por un momento, Lía le recordó a su propio hijo.
—Será un placer acompañarlos, Alessia.
Las sonrisas de todos se hicieron más amplias, Alessia los guía al interior de la casa, las sirvientas se encargan de llevar el equipaje de Lía y Helena a las habitaciones que les corresponderían, mientras ellos se sentaban en la mesa del comedor para disfrutar de la buena comida a la vez que se ponían al corriente con diferentes temas que no necesariamente debían ser amargos.
Su llegada a la isla fue en el momento preciso, porque mientras ellos ríen juntos, Nicolás había irrumpido en los terrenos de la mansión... Apenas rompen la cerradura de la puerta principal y entran, una alerta llega al reloj de Lía, ella siente la vibración silenciosa, sabiendo lo que significaba. Observa el reloj de reojo antes de voltear hacia Fran y asentir con la cabeza, Fran lo entiende enseguida y sale del comedor sin llamar la atención.
—¿Sucede algo, Lía? —pregunta Bianca al verla tensa.
Lía observa a todos y les dedica una sonrisa para tranquilizarlos, pensó en comentarles la situación, pero por el momento no quería preocuparlos o generar un ambiente tenso al traer el caso de Nicolás a la mesa. No, prefirió esperar.
—No pasa nada de lo que debamos preocuparnos, pero con permiso... debo ir a revisar un par de cosas, no me tardo —responde ella levantándose de la mesa.
Todos asienten comprendiendo, no eran tontos, sabían que ese asunto era algo importante para el caso de Alessandro, pero confían en ella y en que si no está alterada, ellos tampoco deberían estarlo. Helena se levanta, pero Lía le hace una seña discreta para que se volviera a sentar, le sonríe y se aleja del comedor mientras Helena vuelve a entablar una alegre conversación con Bianca, la cual se veía emocionada de haber hecho una nueva amiga.
Lía se encuentra con Fran en la entrada, suben a un carrito que esperaba por ellos para llevarlos a aquella zona especial.
—Las cámaras ya están en funcionamiento —comenta Fran.
—Bien, espero que no las descubran pronto —responde Lía apagando la alarma vibratoria de su reloj.
Llegaron a aquella zona, los guardias ya estaban posicionados, completamente instalados y haciendo su trabajo. Abren la puerta para Lía, y ella encuentra la cantidad de monitores con diferentes ángulos y habitaciones de la mansión de Alessandro. Se sienta frente a ellas y observa como en todas las cámaras se veía a los hombres de Nicolás destrozando el lugar, en busca de ellos.
—Señor, hemos revisado cada rincón de la mansión. No hay nadie —avisa uno de ellos.
—Imposible. ¡Revisen de nuevo!
—Nicolás... —murmura Lía, sintiendo un odio creciente instalarse en su pecho. Lo vio aparecer en una de las cámaras que daba a la entrada principal, él mantenía el ceño fruncido, calando su cigarro con enfado y desesperación.
—Se estima que la cantidad de hombres que ha llevado es alrededor de los quince mil... Como una división de ejército —menciona Fran.
—Realmente quería acorralarnos —murmura ella, atenta a Nicolás en la pantalla, como él saca su celular y luego de presionar botones, se lo lleva a la oreja. Lía observa sobre la mesa el celular de Fiorella, el contacto de Nicolás aparece en pantalla, no pudo evitar sonreír, y apagó su celular.
—¡Maldita traidora! —Nicolás destroza su celular contra el suelo y vuelve a dar otra calada a su cigarro para calmarse.
La reacción de Nicolás era la esperada, ya que Lía le había mandado un mensaje anteriormente, fingiendo ser Fiorella. En verdad no fue difícil hacerse pasar por ella e insinuarle que ha escapado luego de matarla, frustrando sus planes apropósito.
—¡Señor, aquí!
—Llegó el momento —Lía sonríe al igual que el resto de los hombres tras ella.
Nicolás llega hasta el sótano, sus hombres abren la puerta para él y revelan la macabra escena frente a ellos. Sangre de pared a pared, dedos manchados y cortados en trozos, ropa de Lía rasgada y un mechón de cabello suyo, ya que Fiorella lo tenía teñido de un color distinto. Debían dejar una escena creíble.
—¿Cree que no lo descubrirá? —pregunta Fran, un poco ansioso.
—Creo que ni siquiera se le ocurrirá revisar nada. Con todo lo que pasó, y los mensajes que le envié fingiendo ser Fiorella, está más que claro que caerá en la trampa —asegura Lía con confianza. Fran la mira, notando esa seguridad en ella que le recuerda a su jefe y sonríe por ello.
—Esa perra... —espeta Nicolás, volviendo a llamar la atención de todos—. ¡Este no era el plan, maldita sea! ¡Lo echó a perder!
Nicolás derriba la mesa con las herramientas de tortura junto a él, sus hombres ni siquiera se atreven a levantar la cabeza. Tuvo que tomarse un tiempo para calmarse, observa la escena de nuevo y parece pensativo.
—¿Señor...?
—Tienen la localización de la prisión de Alessandro, ¿no? —pregunta entonces, parecía más calmado.
—Sí, la hemos conseguido.
—Bien... —Nicolás recoge un dedo que aún tenía una uña, aunque la sangre lo adornara, además del mechón de cabello—. Ponlos en una caja y mándenselo. Que sepa que su perrita favorita ha muerto.
Sus hombres se apresuran a seguir sus órdenes. Nicolás sale del sótano, aunque esa calma que reflejaba al andar realmente no lograba ocultar su enfado por la traición de Fiorella.
—Igual que la hija... predecible —Lía se endereza, ya cansada de ver esas cámaras—. Desde un inicio su plan era hacer que Alessandro entre en crisis por lo que podía hacerme, planeaba violarme si el plan con Fiorella salía bien. Pero ahora solo puede hacerle creer que he muerto.
—¿Qué piensa hacer? —pregunta Fran, colocándose a su lado para recibir órdenes.
—Nada, por ahora. Dejen que ese mandado llegue a Alessandro, de todos modos él no es tan idiota como Nicolás, se dará cuenta de que ese dedo no me pertenece, pero... tampoco estaría mal una reacción real de desesperación —una sonrisa pensativa aparece en los labios de Lía—. Más si esa reacción llega a oídos de Nicolás, creerá que ganó y que todo está a su favor.
—De acuerdo, pero mientras eso ocurre, ¿solo nos quedaremos aquí?
—Así es, ser pacientes también es una forma de atacar, lo aprendí viendo a Alessandro. Hemos visto la cantidad de hombres que Nicolás tiene a su favor, no tendríamos oportunidad si lo atacamos ahora, lo mejor es esperar a reunir toda la ayuda posible, y cuando todos confirmen su participación... Avanzaremos.
Fran asiente convencido. Lía estaba usando tan bien los recursos que Alessandro le ha dado que lo hace pensar en que ella tiene un talento innato para liderar este tipo de cosas, le sorprendía, pero a la vez le aliviaba estar bajo el mando de alguien tan capaz como su jefa. A la vista de todos podrá ser un cordero indefenso, pero tiene un intelecto analítico y perfeccionista que la vuelve un arma más poderosa que cualquier otra.
—Vigilen la actividad en la mansión mientras reunimos a los aliados. No les puedo asegurar que esto acabe pronto... —Lía da media vuelta y sale de aquella habitación con la cabeza en alto, seguida de Fran.
—¡Sí, señorita! —responden los demás, obedientes y fieles.
—Fran, haz que sigan a quien mandará esos regalos a Alessandro, que no se te escape ningún detalle de cómo lo hallaron y como llegarán hasta él.
—De inmediato.
—Incluso el más diminuto detalle puede servirnos para estar un paso delante de Nicolás, que no se te olvide. Deben informar todo lo que ocurra.
—Sí, comprendo.
Lía observa el horizonte al salir de esas instalaciones y sonríe de lado, pensando en lo que podría pasar.
"Vamos Nicolás, el juego ha comenzado, y puedo ver tu siguiente movimiento."
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