Capítulo 61

Antes de abrir la caja, me aseguré de que nadie estuviera cerca, observé a los lados y procedí a quitar la tapa, encontrando un celular, era el de Alessandro... Lo tomé en mis manos y la primera traba que encontré fue la contraseña.

—¿No pudiste dejar tu contraseña en algún lado? —murmuré rebuscando en la caja, pero no había nada.

Resoplé sabiendo que debía averiguarlo por mi cuenta. Intenté con su apellido, nombre, el de su grupo de mafia, el de los perros, pero no se desbloqueaba y ya había sobrepasado los intentos varias veces. Intenté con mi nombre, pero tampoco era la contraseña.

—Okey, he de admitir que esa ha dolido —mencioné acariciando a los perros para calmar mi frustración por no saber la contraseña.

Los miré un momento, ambos echados a mis lados, tranquilos y pacientes mientras yo me estresaba con esto de las adivinanzas. Pensé en Alessandro, su voz resuena en mi mente, pero más una palabra que siempre utiliza...

—Quizás... —susurré pensativa y procedí a escribir "Bellezza", consiguiendo desbloquearlo—. Funcionó.

Sonreí sintiendo que me había gustado saber que era su contraseña para desbloquear su celular personal, pero mi corazón se acelera cuando veo una foto mía como su fondo de pantalla, era yo misma de espaldas, pintando un cuadro en el gazebo, tan concentrada que ni siquiera me había dado cuenta de que había tomado la foto; a los pies de la butaca, Rex y Neyron haciéndome compañía, durmiendo.

Limpié una lágrima que había conseguido escapar hasta rodar por mi mejilla, acaricié a los perros para ayudarme a calmarme una vez más antes de revisar el celular... ¿Qué es esto?

—No hay nada... —pensé en voz alta, desconcertada al ver que incluso la papelera de la galería estaba vacía, como si se hubiera reseteado completamente. No había ni contactos, ni aplicaciones que no fueran las predeterminadas—. ¿Y yo qué hago con esto entonces? No tiene nada que me ayude a liberarte, Alec.

Gruñí frustrada, dejé caer el celular frente a mí con molestia, abracé mis rodillas y escondí mi rostro entre mis brazos mientras calmaba mi frustración. Realmente creí que podría servir de algo, que hallaría la forma para comunicarme con Alessandro, o mejor aún, liberarlo.

Los perros se levantan del suelo, ambo bufan como si quisieran llamar mi atención, Rex empuja el celular con su hocico hacia mí.

—No hay nada ahí, Rex.

Neyron ladra suavemente, llamando mi atención, igualmente empuja con su hocico aquel aparato hasta que este golpea contra mi zapato. Rodé los ojos y volví a sujetarlo para revisar de nuevo, quizás había algo que se me ha pasado, no lo sé; pero si unos perros, que parecen ser más inteligentes que la NASA, me indican que vuelva a revisar... pues yo callo y reviso.

Le di pasada tras pasada al celular, volviendo a rendirme. Observé la foto de fondo por un instante, sin ánimos de seguir buscando y volver a encontrar nada. Lo pensé por un momento, intentando recordar todo lo que aprendí sobre celulares desde que tengo uno... y pronto lo recordé. Recordé que existen las carpetas seguras u ocultas, quizás allí... Me apresuré a revisar hasta dar con la dichosa carpeta segura, me pidió otra contraseña.

—¡Por la gran...! ¡Alessandro! —solté enfadada y estresada. Tomé el celular con decisión y volví a intentar adivinar su contraseña, probé con todo lo que se me ocurría, hasta los distintos apodos que siempre se le ocurren para decirme, esta vez no fue tan fácil.

Finalmente se me ocurrió colocar fechas de cumpleaños, y fue el mío el que consiguió desbloquear la carpeta. Festejé mi pequeña victoria sintiendo tanto alivio de finalmente desestresarme por esto, observé todos los registros que me ha dejado, contactos, videos, notas...

Allí estaba todo...

—Rex, Neyron... son unos genios, vengan aquí —los abracé y llené de besos, ellos lamen mi rostro hasta que debí separarlos para poder revisar las notas.

Códigos, lugares, escondites... esto era como una búsqueda del tesoro. Incluso encontré una lista de audios con títulos llamativos y extraños, pero decidí reproducir el que se nombraba "Explicación".

—Bellezza, sé que eres tú la que está escuchando esto, lo hiciste bien al encontrarlo y atinarle a las contraseñas. Rex, Neyron, buen trabajo por guiarla hasta aquí.

Ambos perros ladran y mueven la cola al escuchar sus nombres, les dediqué una sonrisa y acaricié sus cabezas antes de prestar mi completa atención al audio.

—Supongo que ya te has dado cuenta de que todo lo que contiene este celular son pistas que debes averiguar cómo usarlas a tu favor, lamento hacerlo de esta manera pero confío en que sabrás como hacerlo...

Alessandro suspira profundamente, como si en realidad no quisiera dejarme hacer todo esto, pero no tuviera elección. Hubo un silencio de pocos segundos antes de volver a escuchar su voz.

—Si has aceptado ayudarme en todo esto y te ves obligada a hacer algo malo como torturar o matar, encontrarás audios que te ayudarán a sentirte mejor, porque sé mejor que nadie lo difícil que será para ti hacer estas cosas... Realmente quisiera no tener que pedirte esto, bellezza, lo siento en verdad. Por eso te doy la última oportunidad para retirarte si así lo deseas, no pienso obligarte a mancharte las manos por mí.

Se escuchaba enojado, casi que arrepentido, noté que hubo un corte en el audio. Sé que él en verdad odia tener que pedirme esto, lo conozco, si fuera por él, entonces yo jamás vería sangre, o un arma, mucho menos un cuerpo. Pero en esta situación, ninguno tiene elección... porque yo deseo ayudarlo, aunque deba manchar mis manos.

—Si no quieres hacer esto, lo entiendo perfectamente. Entrégale el celular a Fran, eres libre de hacer lo que quieras... Pero si decides quedarte, guárdalo contigo y no se lo enseñes a nadie.

La grabación termina allí, observé los nombres de los demás audios: asesinato, tortura, extorsión, soledad, etc. Eran algunos de ellos, ahora pudiendo imaginar lo que diría en ellos.

Bajé lentamente, observando cada título, hasta encontrar el que me serviría justo ahora. Mi mano comienza a temblar y unas lágrimas caen sobre la pantalla del celular.

Presioné el audio que decía... "Te extraño".

—Mia bellezza... no hay segundo en el que deje de extrañarte, lo hago a cada instante. Extraño sentirte cerca, extraño tu mirada que me hace sentir hipnotizado apenas conecto con ella... extraño tus labios...

Abracé el celular como si fuera Alessandro y sollocé desconsolada mientras lo seguía escuchando, sus palabras tocando mi corazón aunque fueran de una grabación hecha antes de que todo esto sucediera. Los perros se me acercan y fue como si quisieran consolarme.

—También te extraño, Alec.


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—Gracias, Stella. ¿Te importa quedarte conmigo y descansar de todo lo que hicimos hoy? —pregunté, dejando las cosas a un lado.

—Estaré feliz de hacerle compañía, señorita.

Ella me dedica una sonrisa que correspondí, ambas fuimos a sentarnos al sofá dentro del dormitorio y pusimos una película mientras yo tomaba del helado que me ha traído. Miraba la pantalla, pero realmente no podía concentrarme en la película, y al parecer fue muy obvio para Stella.

—¿Te encuentras bien, Lía? —pregunta apoyando su mano en mi hombro, reaccioné un poco sobresaltada y le sonreí para calmarme.

—Sí, sí... Estoy bien —respondí tomando del helado.

—Hm... Perdona, pero realmente no lo parece... —murmura ella antes de mirarme como si acabara de tener una muy buena idea—. ¡Ya sé! ¿Qué te parece si salimos a comer? Quizás así te sientas mejor, una buena comida de afuera siempre viene bien cuando estamos preocupadas.

—Tal vez... tengas razón —sonreí dejando el helado a un lado—. Está bien, sí, es una buena idea.

—Perfecto, vamos.

Ella jala de mi mano con prisa. Le sonreí y la seguí. Salimos de la mansión siendo recibidas por el chófer, que prepararía el auto enseguida, sin embargo, me negué a que nos llevaran.

—Caminar me ayuda —expliqué simple. Ella asiente sin tener ningún problema, incluso su sonrisa se hizo más grande.

—Sí, ¿no? A veces, caminar por la ciudad es de lo mejor para despejarnos —responde mientras cruzamos las grandes rejas.

Asentí dándole la razón, ambas disfrutamos de la caminata hasta llegar a uno de los restaurantes que visitamos con Alessandro, uno de mis favoritos y que sugerí para comer ahora, Stella no se quejó de mi elección; nos sentamos, siendo atendidas de inmediato, el mesero toma nuestra orden y a los pocos minutos regresó con esta.

—Wau, todo se ve tan bueno —menciona Stella al ver la comida frente a nosotras.

—Sí, además de estarlo —reí un poco y empecé a comer.

Disfrutamos de la comida por quizás cinco minutos, cuando Stella parece recordar algo que la hace sobresaltarse, y enseguida saca su celular a la par que se levanta.

—Discúlpame, Lía, pero se me ha olvidado tender la ropa antes de salir. Debo llamar a Mirella para que me ayude con esto o Giselle me va a regañar, sabes lo mandona que es esa vieja aunque sea una traidora —menciona quejosa. Reí entre dientes y asentí con la cabeza.

—Claro, lo entiendo, llámala tranquila.

—Gracias... No me tardo.

Se aleja a paso apresurado, la miré alejarse por unos segundos hasta salir del restaurante. Entonces me levanté y fui tras ella, el brillo anaranjado del atardecer me ayudó a ver justo a tiempo su sombra, escondiéndose en un callejón. Me acerqué lo suficiente, hasta escuchar su voz, saqué mi celular y encendí el mensaje de voz.

—Hey, soy yo... Fiorella —empezó a hablar, incluso su tono de voz había cambiado, sonaba más tranquila, o quizás divertida—. Sí, es real, Alessandro fue arrestado en su propia casa, pero los idiotas que trabajan para él siguen cubriendo su identidad...

Hubo silencio por poco tiempo mientras la persona tras la otra línea habla. Ojalá también poder escuchar lo que dice.

—¿Ella? No, la dejaron libre. Alessandro debió haber falsificado sus documentos de alguna forma, ahora se cree la jefa porque Alessandro aparentemente la puso a cargo... Lo sé, qué ridículo, ¿cierto? —se ríe con burla—. No sabe nada, solo es una estúpida más que me considera su mejor amiga y la única en la que puede confiar porque "vinimos del mismo basurero", ¿cómo se atreve a compararme con ella? Existen niveles, por supuesto, y ella no está en el mismo que yo.

Mi sonrisa se ensancha, tuve que hacer un esfuerzo abismal para no reír y así no delatar mi posición. Vuelve a haber silencio.

—Sí, justamente ahora es el momento perfecto para hacerlo. Mándalos para esta dirección, la estúpida vino sola. Pueden matarla y luego mandárselo a Alessandro como un regalo, te apuesto a que no podrá ignorarlo —su risa se corta, entonces su voz parece indignada—. ¿Cómo? ¿No quieres matarla?

Enarqué una ceja, volvió a hacerse un largo silencio.

—Entiendo... No, está bien y me parece hasta perfecto, solo no me interesa escuchar a mi padre decir como piensa violar a alguien, ya sabes. Sigo siendo tu hija, Nicolás, y una hija no quiere imaginar a su padre en esas situaciones.

Mi sonrisa se ensancha al escuchar esa información bastante valiosa. Dejé de grabar, después de todo ya tenía lo que quería. Regresé adentro del restaurante cuando la escuché decir que debía colgar o yo sospecharía por demorar tanto.

Me senté en nuestra mesa y además del audio, le mandé a Helena la dirección del restaurante, ella responde enseguida.

Helena: "WTF. Que perra." "Voy enseguida."

Volví a sonreír. Guardé mi celular justo cuando "Stella" regresó, disculpándose por la demora, inventando una nueva excusa convincente. Realmente es de admirar su capacidad para mentir... pero yo soy mejor.

"Gana en silencio, déjalos creer que has perdido", ¿no es así, Alec?

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