Capítulo 6

—Y este es el jardín. El señor casi nunca está por aquí, pero siempre le gusta ver que todo esté bien cuidado —dijo Giselle mientras caminábamos.

—Y sí que lo está... —murmuré observando todo con asombro.

Habíamos pasado varias horas recorriendo el interior de la mansión, que tenía tantas habitaciones y detalles que capturaron mi atención al instante. Me acerqué a un arbusto lleno de flores hermosas, pero algo más adelante captó mi interés. Al levantarme, noté un gazebo rodeado por un pozo de agua, con un pequeño puente en la entrada.

Caminé hacia allí, sonriendo, y al llegar al gazebo vi un sofá colgante del techo, frente a una mesa de café con un pequeño reloj encima.

—Al señor no le importará que esté aquí, ¿cierto? —pregunté con cautela para asegurarme.

—Como he dicho, él no pasa tiempo aquí afuera, así que no le importará —respondió Giselle.

—Genial —murmuré, sentándome en el sofá, que se balanceó ligeramente—. ¿Y cómo suele ser Alessandro?

Giselle me mira un momento por un momento, en silencio.

—¿A qué se refiere?

—Me refiero... A cómo los trata a ustedes. He notado que no es como otros jefes que maltratan a sus empleados.

—Oh, no. El señor es muy considerado, nunca nos ha maltratado de ninguna manera —asegura con firmeza y una sonrisa orgullosa de su jefe. Asentí comprendiendo.

—Ya veo... ¿Y en qué trabaja? —pregunté intrigada.

—Pues... —ella se queda en silencio, visiblemente incómoda, lo cual me sorprendió.

—Giselle, necesitamos tu ayuda en la cocina —otra mujer se acerca a nosotros.

—Entendido. Lo siento señorita, debo irme.

—No te preocupes, ve tranquila. Yo me quedaré aquí un tiempo más —le sonreí amablemente.

Ella asiente y se va junto a la otra mujer. Suspiré mirando a mi alrededor y sonreí ligeramente. Creo que había olvidado cómo se sentía no tener preocupaciones o miedo de que algo pudiera pasar en cualquier momento. Miré el reloj sobre la mesita frente a mí, no había prestado atención a la hora cuando lo vi.

¿Ya era medio día? Un momento ¿A qué hora me había levantado?

Estaba absorta en mis pensamientos, cuando me sobresalté al escuchar unos gruñidos a un lado. Giré lentamente y vi a dos perros rottweilers mirándome amenazantes, como si estuvieran listos para saltar sobre mí.

—Ah... mierda... —murmuré sin apartar la vista de los perros.

Siempre me han encantado los animales, especialmente los perros, pero en situaciones como esta, el miedo superaba mi aprecio por ellos.

—Okey... mal momento para que nadie esté por aquí... —los perros se acercan lentamente, mostrando los colmillos y gruñendo.

Retrocedí para mantener distancia de ellos aunque se fueran acercando con cada paso, entonces sentí que me topaba con el barandal tras de mí. Ya no tenía salida. Los ladridos me hicieron sobresaltar, y mi mente se nublaba del miedo. Sentía mis ojos cristalizarse, hasta que entonces se escucha un silbido que hace a los perros detenerse de golpe y girar.

—Sentados —los perros obedecen de inmediato la clara orden de Alessandro quien pasó entre ellos para acercarse a mí.

Suspiré aliviada al verlo, sintiendo como mi alma regresaba al cuerpo, y al ver la obediencia de ambos perros, el miedo se disipó poco a poco. Alessandro se coloca a mi lado con una sonrisa un tanto divertida.

—Así que ya conociste a Rex y Neyron.

—Me hubiera gustado saber sobre ellos antes.

—Falla mía, lo siento, Bellezza.

Me sonrojé por su facilidad de admitir sus errores a la vez que por el apodo, aparté la mirada hacia los perros quienes ahora estaban sentados y calmados, sin gruñir.

—Te obedecen completamente —comenté—. ¿Quién los entrenó?

—Yo mismo.

—¿En serio? —lo miré sorprendida, y él asintió.

—¿Por qué te sorprende?

—En realidad... me lo esperaba un poco.

—¿Y eso por qué?

Me tensé cuando se inclinó sobre mí, colocando ambas manos a mis lados, acorralándome contra el barandal. ¡Justamente por esto me lo esperaba!

—B..Bueno pues... am... —aparté la mirada por un instante antes de armarme de valor y mirarlo directamente a los ojos—. Porque das la impresión de que si no te obedecen les pasará algo, y...

—¿Crees que ellos me obedecen por miedo? —pregunta, frunciendo el ceño.

Mi breve momento de valentía se esfumó al instante, arrepintiéndome de haberlo dicho de esa forma.

—Y..Yo...

Alessandro se apartó y se agachó junto a los perros, que al verlo cerca, comenzaron a mover sus colas, parecían encantados. Juraría que incluso sonreían.

—¿Te parece que me tengan miedo? —pregunta, acariciando a sus perros, quienes disfrutaban de su atención—. No confundas respeto con el miedo. Nunca los he golpeado por no obedecerme, y jamás lo haría.

Alessandro se levanta mientras me mira con severidad.

—Si crees que influir miedo en alguien es la forma de ganar su respeto, entonces no eres apto para ser un líder. Tarde o temprano te darás cuenta de que estás completamente solo, aquellos que creías fieles a ti, te traicionarán sin remordimiento.

Hablaba con una gravedad que me hizo pensar que algo o alguien en su vida le había enseñado esa lección de manera dolorosa.

—Ven —dice de repente, extendiéndome la mano.

Miré a los perros, que lo observaban a él y luego a mí, sin mostrar signos de agresión, aunque seguían alerta a mis movimientos.

—C..Creo que estoy bien aquí... —dije insegura.

—Vamos, ellos no te respetarán ni te aceptarán hasta que demuestres seguridad y que no les tienes miedo.

—Bueno, ¿y si es así, qué?

—Te prometo que no te harán nada. Ellos no atacan a nadie a menos que yo lo ordene, los conozco bien, así que sí, estoy seguro —me aseguró insistiendo con la mano—.Ven.

Lo miré por un momento antes de suspirar pesadamente y me acerqué un paso. Levanté mi mano hasta la suya y él me agarró y me jaló de mí, guiándome hacia los perros.

—Rex, arriba —ordena y el perro a la derecha se levanta.

Lo veía sorprendida por lo rápido que acata las órdenes. Al verlos así a ambos perros, tan tranquilos, comencé a pensar que no eran tan amenazantes como creía, incluso se ven tiernos.

Con la mano aun temblando, intenté acariciar a Rex. Alessandro no me suelta hasta que estuve más cerca. Al sentir el pelaje bajo mis dedos, suspiré con alivio de no haber perdido la mano. Pronto, Rex comenzó a mover la cola y a acercarse a mí. Alessandro suelta mi mano de a poco y yo sonreí enternecida por Rex, quien rápidamente se encariñó conmigo.

—¿Lo ves? Estás bien.

Lo miré sacando mi mano un segundo pero entonces Rex se para en dos patas sobre mí y me tira al suelo.

—¡Hey! —exclamé, riendo mientras Rex me lamía el rostro.

Neyron, al ver la situación, se unió a la diversión, buscando también mi atención y caricias. No podía parar de reír, me hacían muchas cosquillas. Esto... era adorable en verdad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top