Capítulo 53
El entrenamiento con Helena termina, las chicas se llevan los hielos y botellas vacías, me sequé el sudor del cuerpo, y miré a Helena, sintiendo que quería pasar un poco más de tiempo con ella, fuera del entrenamiento.
—Helena... ¿Te parece quedarte un rato? —me atreví a preguntar.
Ella cierra su bolso luego de haber guardado todas sus cosas, voltea a verme algo confundida, ya que nunca se lo he pedido en todo el tiempo que llevábamos de entrenar juntas.
—¿Hm? ¿Para qué?
—Pues... no lo sé... pasar el rato, hacer cosas juntas... Somos amigas, ¿no es así? —murmuré sintiendo que comenzaba a apenarme un poco.
La vi sorprenderse por pocos segundos antes de dedicarme una sonrisa más relajada y sincera, entonces asiente con la cabeza.
—Sí, claro. Somos amigas... Entonces, ¿qué quieres hacer?
—No tengo idea... jamás había llegado tan lejos —me sinceré consiguiendo que ella comenzara a reír a carcajadas.
—¿Te parece ver una película mientras comemos palomitas o algo?
—Me parece bien —sonreí.
Al estar de acuerdo, ambas fuimos dentro de la casa, donde pedí a las chicas preparar los bocadillos y llevarlos al salón, Helena y yo nos acomodamos en el gran sofá frente a la pantalla.
—¿Te interesa algo? —pregunté observando las opciones de películas o series.
—Hm... Oh, esa es buena, pon esa —responde ella apuntando a la pantalla, le hice caso y puse la película que señaló.
Esperamos a que las chicas nos trajeran la comida y bebidas, Helena había pedido una cerveza, yo solo una gaseosa normal. Acomodamos las cosas para poder alcanzarlas y apagamos las luces para simular una sala de cine, según Helena, yo realmente no recuerdo haber estado en una.
—¿No te gusta la cerveza? —pregunta ella al ver que agarraba la gaseosa.
—No es eso, solo no la he probado.
—Wau... realmente me cuesta creer eso —ríe un poco—. Pero a la vez puedo creerlo, así que... ¿No quieres probar? No es malo si no exageras —me ofrece su botella, pero antes de siquiera pensarlo alguien se la quita—. ¡Hey!
—No le darás esto justamente tú —Alessandro mira con advertencia a Helena quien le vuelve a arrebatar su botella de cerveza, él solamente la suelta y se apoya por el respaldo del sofá en el que nosotras estábamos.
—Tiene que experimentar —menciona Helena—. Eres muy sobreprotector.
—Experimentará cuando ella quiera, y con alguien más que no la quiera emborrachar —enarca una ceja, Helena rueda los ojos.
—Eres un cachorro —murmura ella mientras bebe de la botella—. Nadie se emborracha con cerveza.
—Sí, claro —Alec la ignora y me mira a mí—. ¿Segura que quieres quedarte con ella?
—Sigo aquí —reclama Helena. Reí levemente y le dediqué una sonrisa para tranquilizarlo.
—Está bien, Alec. Es una amiga.
Alessandro no parece entusiasmado por la idea, tampoco parece agradarle mucho, pero Helena se burla con la mirada, como si se sintiera superior porque le dijera que estoy bien con ella. Me reí un poco, aunque intenté disimularlo.
—Bien, como sea —resopla resignado y se inclina sobre mí para besarme.
Besé sus labios sintiéndome un poco avergonzada porque Helena seguía aquí, intenté que el beso fuera corto y traté de separarme, pero Alec me toma por la nuca y me impide hacerlo, me besa con una posesividad abrumadora, pero conseguía dejarme sin aliento. Al separarnos, evité mirar a Helena, sentía mi rostro sonrojado, bajé la mirada y finalmente noté la mancha de sangre en la manga arremangada de la camisa de Alec. Rápidamente pensé en el hombre que intentó secuestrarme, pero no pregunté.
—Estaré arriba por si necesitas algo —avisa Alec acariciando mis labios con su pulgar.
—C..Claro.
Alessandro se aparta, le dedica una mirada fulminante a Helena quien se la regresa, parecían estar en una batalla de miradas. Alec la miraba con superioridad por haberme besado, y Helena entrecierra los ojos, afilando su mirada. La batalla termina una vez que Alec cruza la puerta y deja el salón.
—Que cariñosos son.
—Hm... supongo —sonreí ligeramente apenada.
—Me darán diabetes. Como sea, veamos la peli.
Estuve de acuerdo rápidamente, pusimos play a la película, la cual inicia siendo muy interesante, tanto que no pude despegar la mirada en todo momento, incluso no me di cuenta cuando la comida comenzó a hacer falta antes de siquiera haber llegado a la mitad de la película. De todos modos, no importaba, podíamos pedir más.
Sin embargo, en algún punto hacia el final, podía sentir que comenzaba a sentir sueño, no porque la película aburriera, sino porque no he descansado después del entrenamiento. Quería seguir despierta, pero no pude, y sin darme cuenta, me había quedado dormida.
꧁࿐༵༆༒ ᴹᵃᶠⁱᵃ༒༆࿐༵꧂
Narra Alessandro
Mi celular vibra sobre la mesita de noche junto a la cama, apenas observé el contacto en la pantalla supe de quién se trataba. Contesté de inmediato, ya que lo había esperado desde hacía días a que llamara para informarme.
—¿Qué tienes?
—Una chica joven, veintiséis años. La subastan hoy a las doce —responde sin rodeos, fruncí el ceño ante esta información que en estos momentos no me importa en lo más mínimo.
—¿Y qué puede interesarme de eso? —cuestioné, demostrando que la información me es irrelevante.
—Nicolás fue quien la vendió a la subasta...
Una leve y casi imperceptible sonrisa se esboza en mis labios sin siquiera darme cuenta. Esto sí era información que me resulta útil.
—Mándame toda la información que hayas recolectado sobre ella, qué relación tuvo con Nicolás sobre todo.
—Sí, señor. Enseguida.
—Bien... Buen trabajo —aparté el celular y colgué la llamada. Me levanté de la cama y fui a encontrarme con Fran para explicarle la situación—. Esa mujer seguramente tiene información valiosa, asegúrate de comprarla, no importa el precio.
—Sí, señor.
Fran se aleja para cumplir con las órdenes dadas.
No pude evitar recordar cómo conocí a Lía, cuando la vi por primera vez, el interés que despertó en mí casi de inmediato. Pero esta vez será diferente, por supuesto. Esa mujer no me importa más que para encontrar a mi tío, y más le vale tener información valiosa, o habré gastado mi dinero en vano, y alguien tendrá que pagarlo.
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