Capítulo 47
Más de tres horas ejercitando, creo que voy a desmayarme en cualquier momento, y eso que aún no hemos empezado con nada referente a luchar, ya que Helena dice que primero hay que ponerme en condición, o me hará mierda con un solo dedo.
Mis piernas y brazos temblaban y estaba sudando como nunca antes en mi vida. Apenas podía mantenerme en pie por más tiempo.
—Bien, puedes descansar por hoy —apenas dice eso, me dejé caer completamente exhausta sobre el suelo—. Realmente tu estado físico es lamentable...
Algo que aprendí de ella es que en verdad es una persona muy directa, pero que tampoco lo dice con malas intenciones o con ánimos de ofenderme de verdad.
—Nada nuevo, ya lo sabía —murmuré entre jadeos por el cansancio, Giselle y las chicas se me acercan con agua y toallas para el sudor.
Rex y Neyron se me acercan corriendo, creyendo que podían jugar conmigo, saltando sobre mí y lamiendo mi rostro completamente. Empecé a reír e intentar apartarlos para dejarme respirar.
—Creo que te tomará un poco más de tiempo... pero estarás bien en corto si entrenamos así seguido.
¿Así todos los días? Me tiré al suelo de espaldas nuevamente, las chicas preocupadas me soplaron viento con las toallas secas, podía escuchar la risa de Giselle mientras los perros iban junto a ella.
—¿Sabes? Sentarse o acostarse luego de correr mucho no es recomendable.
—De aquí ya no me levanto —aseguré.
—Anda que luego te quejarás más por las consecuencias —responde Helena mientras me da leves patadas en el hombro que realmente era toques con el pie.
—Yo creo que mejor vas a ducharte, así te relajas, bellezza.
Alessandro se acerca a nosotras con una sonrisa divertida. Levanté mis brazos hacia él mientras me quejaba de no poder moverme más, él ríe corto y se acerca a mí para finalmente cargarme en brazos.
—Que consentida —comenta Helena sonriendo con diversión igual que el resto de los presentes, hasta los guardias que estaban supervisando cerca.
Me acomodé en los brazos de Alessandro ignorando a todos los demás mientras él me llevaba dentro de la mansión, despidiéndonos de Helena.
—¿No te molesta que esté sudando? —pregunté una vez nos hemos alejado de los demás.
—¿Por qué me molestaría? Si te he hecho sudar más que este entrenamiento y aún así te he besado en cada rincón —murmura con un tono de voz bajo que me hizo sonrojar y sentir más calor del que ya estaba sintiendo.
—Está bien, me queda claro que no te molesta —respondí apartando la mirada y haciéndolo reír suavemente.
Al llegar a la habitación, Alessandro entra al baño, dejándome sentada sobre el borde del jacuzzi mientras él encendía el agua y la preparaba, y yo me quitaba la ropa sudada y molesta.
—No creo aguantar esto todos los días —comenté suspirando.
—Mia bella, esto solo será así al comienzo. Después no te darás ni cuenta cuando dejará de ser un problema.
Volví a soltar quejidos leves que lo hicieron reír mientras me sujetaba y me acomodaba dentro del jacuzzi. Mi cuerpo se sobresalta por el agua fría.
—¿No tenías calor? —cuestiona Alec sonriendo con diversión.
—Que malo eres —le reproché fulminándolo con la mirada.
Poco a poco el agua se vuelve más agradable y mi cuerpo puede relajarse completamente, cerré los ojos, pensando en que podría quedarme dormida en cualquier momento. Hasta que empecé a sentir las manos de Alec en mi cabello, y pronto me di cuenta de que me estaba aplicando el shampoo. Dejé escapar una pequeña sonrisa y disfruté de sus caricias.
—Realmente no pareces un mafioso.
—¿Qué parezco entonces?
—Un masajista muy bueno.
Ríe suavemente y remoja mi cabello para lavarlo, luego usa el acondicionador. Al acabar con mi cabello lo sentí empezar a pasar una esponja por mi cuerpo, limpiando cada zona empezando por mi cuello y va bajando cada vez más, yendo por mis brazos, por mis senos, mi abdomen y salta a mis piernas. Lo miré entreabriendo los ojos, notando que hasta el momento no tenía ciertas segundas intenciones, propias de él. Entonces suelta la esponja y acaricia mis muslos, metiendo su mano en mi intimidad.
Lo miré, pero él sonríe como alguien que jamás ha cometido un delito en su vida, y viniendo esa mirada justamente de él... no me creo ni un poco.
—Limpiar aquí también es importante, bellezza.
—Ajá... limpiar... claro.
Él sonríe pero frota sus dedos por mis pliegues, empieza metiendo dos de ellos en mi cavidad, frotando y empezando a estimularme muy bien. Cerré los ojos e incliné la cabeza sobre el borde del jacuzzi.
—Hmg... —gemí a la vez que me estremecía. No tardó en besar mis labios mientras sus dedos se adentraban cada vez más, apretando el perfecto lugar en mi interior.
Inconscientemente me acomodé en mi lugar y separé más las piernas, dejando que tuviera más espacio para llegar a mí. Movió sus dedos más rápido, simulando embestidas. Mis gemidos se ahogaban en su boca mientras él continuaba. Se inclinó sobre mí, besando y mordiendo mi cuello, bajando por mi pecho y entonces agarró uno de mis pezones con su boca, llevé mis manos a sus hombros y por cada embestida de sus dedos yo me arqueaba y apretaba sus hombros.
Su pulgar presionó mi clítoris y finalmente me corrí al no soportarlo más. Alessandro se separa para mirarme y me besa mientras saca sus dedos. Suspiré profundo, mucho más cansada que antes pero a la vez más relajada por haberme corrido. Alessandro se levanta y va a buscar una toalla para secarme y llevarme a la cama.
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