Capítulo 44

—Mm... supongo que... tienes razón... —responde Giovanni finalmente luego de haber pensado en mis palabras—. Gracias por decirme esto... a pesar de no conocernos lo suficiente.

—No fue nada. Es agradable creer que te ayudé en algo —mencioné sin dejar de acariciar a Neyron.

Pronto, ambos nos vimos sumergidos en una animada conversación, Giovanni había pasado de ser callado como Alessandro cuando lo conocí, a hablar hasta por los codos. No me molesta, así lo conocía mejor y nos llevábamos bien. Aunque no nos dimos cuenta del paso del tiempo hasta que el sol estuvo sobre nosotros.

—¿Qué hora es? —pregunté haciendo que él sacara su celular para comprobar.

—Casi medio día, sería mejor ir adentro.

—Tienes razón.

Él se levanta del sofá al igual que los perros, yo intenté hacer lo mismo pero el dolor en mis heridas regresaba cada vez que lo intentaba, no podía hacerlo sin soltar algún quejido o una maldición y caer sentada otra vez.

—¿Estás bien? —Giovanni demuestra su preocupación al verme caer de nuevo en el sofá junto a una mueca.

—Sí... solo son mis heridas, aún no puedo moverme demasiado por mi cuenta. Es un fastidio... —bufé observando el vendaje en mi muslo.

Giovanni se acerca un paso a mí con intenciones de ayudarme, pero parece dudar un poco, mira atrás mientras yo me intento calmar por los pequeños piquetes de dolor que provoqué en mis heridas al intentar levantarme.

—¿Puedo... ayudarte?

—Sería algo muy considerado de tu parte, gracias. Pero si prefieres puedes llamar a Alessandro o a Giselle, no quisiera incomodarte.

—No te preocupes, no es incómodo ayudar a otros. Puedo hacerlo si me lo permites —responde amablemente, haciéndome sonreír y asentir aceptando su ayuda.

—Está bien, gracias.

Él sonríe y se me acerca para finalmente cargarme y llevarme hasta adentro, conversando para no mantenernos en un incómodo silencio. Nos reímos por algo que dijo él cuando entramos a la casa y se dirige a dejarme en el sofá.

—Me alegro de que se lleven bien... —miramos al frente y vimos a Alessandro en la mesa, tomando lo que creo que es una cerveza.

—Sí, bueno...

—Lía es increíble, hermano. Tienes realmente suerte con ella —miré a Giovanni quien parecía algo emocionado y feliz.

Mis mejillas se sonrojaron ante sus palabras, Alessandro muestra una amplia sonrisa antes de acercarse a nosotros y sentarse a mi lado en el sofá.

—Tienes razón, Giovanni. Pero es mi turno de pasar el rato con mi increíble novia.

"Su novia" creo que es la primera vez que usa esa palabra, pero hizo que todo mi cuerpo se erizara y que mi corazón latiera acelerado.

—Lo entiendo. Nos vemos, Lía.

—Nos vemos, Giovanni.

Él se aleja sonriente y Alessandro se lleva su vaso a los labios.

—¿Debería ponerme celoso? —pregunta mientras toma de su bebida y la deja en la mesa frente a nosotros.

—Dioses, es tu hermano. Además, solo hemos hablado un poco y me ha atraído hasta aquí porque, ajam... no puedo —lo miré entrecerrando los ojos, pero entonces él comienza a reír entre dientes antes de rodear mi cuerpo con un brazo.

—Lo sé, le di permiso para hacerlo, porque no lo habría hecho si yo no estaba al tanto. Es mucho más respetuoso que yo —admite.

—¿Cómo? ¿En qué momento?

—El almuerzo está listo —escuchamos el aviso de Giselle, la cual aparece frente a nosotros.

—Enseguida vamos —responde Alessandro levantándose pero yo lo jalé para que me respondiera—. Bellezza, es hora de comer.

Rodé los ojos y lo acepté finalmente. Alessandro me ayuda a levantarme y a llevarme hasta el comedor completamente arreglado para nuestro almuerzo. Todos nos sentamos en los lugares asignados y pronto el ambiente se volvió más acogedor y familiar... Nunca supe lo que era estar en un ambiente así, pero lo podía sentir ahora, incluso aunque lo desconociera. Más por los hermanos peleando.

—¡Mamá! ¡Alessandro no me quiere pasar el fideo! —se queja Bianca como una niña pequeña. Es divertido.

—Alessandro, pásale el fideo a tu hermana, y ambos ya están muy mayores como para que yo les tenga que estar diciendo esto —los regaña Alessia, mientras Giovanni se burla de ellos por haber sido regañados.

—Ja, son como unos niños los dos, yo soy el mayor en todo caso —dice él con aires de superioridad.

—No con esa actitud, también pareces un niño, Giovanni —le responde Bianca.

—Ya quisieras ser el mayor. Eres más como un bebé aún —se burla Alessandro.

—¡Mamá!

No pude evitarlo y comencé a reír llamando la atención de los demás, pero Alessandro sonríe levemente y le pasa el fideo a Bianca quien sigue su sonrisa que finalmente contagió a Giovanni y luego a Alessia.

—Y bueno, Giova...

—Te dije que no me llames así, Bianca... —se queja el menor, interrumpiendo a Bianca.

—¿A qué se debe que hablas tanto esta vez? ¿No que querías imitar a nuestro querido herma...? ¡Hm! —Giovanni le cubre la boca a Bianca mientras se sonroja un poco para evitar que revelara su secreto.

Miré a Alessandro por su reacción, él enarca una ceja a la par que sube los codos a la mesa y junta sus manos mientras mira a Giovanni, pero este aparta la mirada. Bianca intenta hablar pero claramente no podía por la mano de Giovanni en su boca aún.

—Giovanni, suelta a tu hermana.

—Pero mamá... —iba a protestar pero entonces aparta su mano rápidamente y con asco—. ¡Me lamiste la mano, que asco!

—Sí, ¡puaj! No debí hacer eso, parece que te haces mucho la...

—¡Bianca! —esta vez todos gritan a la par para detenerla y ella levanta ambas manos a modo de derrota.

—Eres realmente... —empieza Giovanni a quejarse, pero ella lo interrumpe.

—¿Hermosa, preciosa, inteligente y fantástica? Sí, lo sé.

—Iba a decir que una ordinaria, tonta, infantil e idiota.

—¡Mamá, Giovanni me dijo idiota!

—Pero lo demás no lo niegas...

—Dios... con ustedes dos... —se queja Alessia—. La única cuerda aquí parece ser Lía, es menor que ustedes pero se porta más madura. Aprendan un poco.

—Hm —Bianca y Giovanni ruedan los ojos y se cruzan de brazos.

Empecé a reír nuevamente por sus reacciones infantiles, pero mi cuerpo se tensa cuando la mano de Alessandro vuelve a acariciar mi pierna, pero esta vez se acerca para susurrar cerca de mi oído.

—Quizás lo mejor será que me enseñes sobre madurez cuando estemos solos, bellezza.

Mis mejillas se sonrojan, Alessandro se aparta riendo y vuelve a comer mientras yo intentaba disimular y aparentar que no me ha dicho nada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top