Capítulo 43
No sabía cómo responder, estaba paralizada, este abrazo se sentía diferente, tan cálido... Mi cuerpo se rindió ante su suavidad, mis ojos se cerraron lentamente, como si se viera envuelto en una sensación tan reconfortante que me tranquilizaba apenas con la más mínima caricia.
Al tener que separarme quise oponerme, pero al recordar de quien se trataba, solo me hice para atrás con una pequeña sonrisa apenada, mientras que aquella mujer me sonreía más amablemente.
—Lo siento, no me he presentado —recuerda dejando escapar una pequeña risa—. Soy Alessia Mascheratti, es un gusto conocerte, cariño.
—Soy Lía... El gusto es mío.
—Supongo que debes de tener hambre. Ven, el desayuno está listo —ella se da la vuelta y comienza a caminar.
Alessandro me vuelve a sujetar por la cintura y me ayuda a seguirla hasta el amplio comedor, en donde ya estaban los hermanos de Alessandro sentados y esperando por nosotros para iniciar a comer. Alec me guía a un asiento, para luego sentarse junto a mí. La comida frente a nosotros se veía realmente deliciosa y ligera, empezamos a comer tranquilamente mientras algunos hablaban, aunque Giovanni era el más callado.
—Espero que no te moleste, pero Alessandro me ha contado un poco sobre ti... Siento mucho por lo que tuviste que pasar a tan temprana edad, Lía —Alessia apoya su mano sobre la mía con tristeza.
Miré a Alessandro de reojo, pero pronto entendí que entre ellos no tendría por qué haber secretos, supongo que es normal que se lo haya contado.
—Gracias... pero está bien, eso quedó en el pasado —respondí dedicándole una sonrisa a su madre para hacerle saber que estaba mejor ahora.
—Eres una mujer muy fuerte.
Sí... seguro...
—Aún no consigo entender como hiciste para enamorar a mi hermano. Digo, de verdad... él jamás ha tenido algo serio o al menos no duradero. Hasta yo creí que iba a morir solo —comenta Bianca burlándose de su hermano mayor, quien le dedica una mirada fulminante.
—Para ser sinceros, yo tampoco tengo entendido lo que sucedió, de repente solo pasó —respondí ocultando una sonrisa nerviosa y divertida.
—Es simple, la verdad es que nadie puede resistirse a Lía, y yo no fui la excepción —la respuesta de Alessandro me hace sonrojar, mientras a su vez me guiña el ojo y sonríe.
Su madre y su hermana comparten sonrisas pícaras y emocionadas por la actitud de Alessandro conmigo, aunque también pude notar la pequeña y casi imperceptible sonrisa de Giovanni.
—Pues ya era hora de que ocurra algo romántico en tu vida, cariño —dice su madre, y Bianca no tarda en darle la razón.
—Es verdad.
—Tal vez... —responde Alec ocultándose al beber un poco de agua.
Una pequeña risa escapa de mis labios mientras ellos hablaban, sin embargo, decidí concentrarme en la comida, aunque cuando estaba bebiendo agua, casi me atraganto con esta al empezar a sentir la mano de Alec acariciar mi pierna y subir hasta mis muslos y más.
—¿Te sientes bien, querida? —pregunta Alessia, mirándome preocupada mientras yo calmaba mi tos.
—S..Sí... Sí, lo siento, estoy bien —respondí al instante mientras sujetaba la mano de Alessandro y le enterraba mis uñas en venganza.
Él hizo una pequeña mueca, pero siguió sonriendo y apartó su mano, sonreí victoriosa y seguí comiendo mientras hablaba un poco con los demás hasta acabar de desayunar.
—Estuvo delicioso, muchas gracias —comenté cuando los demás se levantaron.
—Cualquier cosa que necesites nos lo haces saber.
Asentí y Alessandro me ayuda a levantarme, pero en lugar de guiarme hasta la habitación me lleva hasta afuera, abre la puerta corrediza y salimos al patio, el cual era en realidad una playa privada, pues recordemos que estábamos en una isla.
—Wau... aquí sí quisiera mis vacaciones —comenté haciendo sonreír a Alessandro.
—Bueno... tomemos este recuperamiento como las vacaciones que necesitas.
Amplié mi sonrisa y él nos llevó por la arena hasta una terraza de madera a la orilla de la playa, en donde había un sillón bajo una pérgola decorado con enredaderas y flores. Sin embargo, antes de llegar a esta escuchamos un par de ladridos conocidos que me hicieron sentir una tremenda alegría.
—Rex, Neyron —me giré, ambos perros corrían hacia nosotros con intenciones de saltarme encima, pero se detuvieron cuando Alec les ordenó hacerlo—. En otro momento les habría dejado tirarme al suelo.
—Pero no es ese momento —se ríe levemente Alessandro.
Me sienta en el sofá y Rex junto a Neyron se acercan más calmadamente a mí para recibir mimos y atención. Me tenían preocupada, así que me alegra que estén aquí y no en peligro. Alessandro se sienta a mi lado, colocando su brazo tras de mí, observando la hermosa vista frente a nosotros y disfrutando de la compañía de los perros que se acomodaron enseguida.
—Nunca creí que conocería a tus hermanos y a tu madre de esta forma —admití con un ligero resoplido—. Me hubiera gustado que fueran en una mejor ocasión.
—Es cierto, pero no hay nada qué hacer. Aunque, de todos modos te has llevado de maravilla con ellos.
Asentí sonriendo y agradeciendo internamente que sí haya sido así. No sabría qué hacer si alguno de ellos, o todos, me odiaran. Ahora puedo estar más tranquila, sabiendo que no es así.
Nos mantuvimos en silencio un momento, sintiendo de la tranquilidad tan cómoda que este lugar nos ofrecía. Pero el sentir a Alessandro moverse me hizo voltear a verlo, justo cuando él dejó de mirar a algo que estuviera detrás y que solo alcancé a ver a una persona alejándose.
—¿Pasa algo? —pregunté con curiosidad.
—Nada de qué preocuparse, bellezza. Pero tengo que ir a atender un par de cosas. ¿Quieres volver a dentro?
—Mm... estoy bien, luego le pediré ayuda a Giselle o alguien si quiero volver. Pero gracias.
Alessandro asiente comprendiendo, se acerca a mí y besa mis labios por un instante antes de levantarse del sofá.
—Nos vemos... mia bellezza.
—Nos vemos... amore mio —él sonríe más al escucharme.
—Creo que me está gustando que me digas así.
Reí ligeramente mientras él se aparta, se aleja de mí hasta que ya no fui capaz de verlo al entrar en la casa. Suspiré profundo y seguí mirando al frente mientras acariciaba a ambos perros, teniendo a Neyron con su cabeza sobre mi regazo y a Rex acostado en el suelo, disfrutando de las caricias que le hacía con el pie en su estómago.
—Conseguiste que mi hermano cambiara —los perros y yo giramos la cabeza hacia atrás para ver a Giovanni acercándose.
—¿Hm? ¿Cambiar?
—Antes, lo único en lo que pensaba Alessandro era en protegernos. Jamás lo he visto sonreír de verdad, pero ahora parece que lo hace todo el tiempo... por ti.
Giovanni mantiene la mirada al frente, mientras que yo pensaba en sus palabras, ambos manteniendo un largo silencio, hasta que volví a mirarlo.
—Eres muy callado... —mencioné de pronto—. Pero pareces querer decir más de lo que dices realmente.
—Es que mi hermano no hablaba mucho...
—¿Huh? No entiendo, ¿qué tiene que ver tu hermano contigo? —pregunté confundida.
—Pues... es que quiero ser como él —responde bajando la mirada, luciendo apenado por su honestidad. Dejé ver una pequeña sonrisa enternecida por su confesión.
—¿Y por qué quieres ser como él? Si no quieres decirme, está bien.
—Porque... es genial...
—Lo admiras entonces.
—Supongo... —se encoge de hombros.
Decidí invitarlo a sentarse en el sofá, para hablar mejor y que no estuviera de pie todo el tiempo, hasta a mí me ha cansado verlo simplemente parado allí.
—Por eso actúas tan serio y callado, ¿no? —volví a preguntar, él asiente algo apenado.
—Pero ahora cambió...
—¿Y ya no lo admiras por eso?
—No, yo... —él apoya su mano en su nuca—. Lo admiro, solo que... creí que nunca iba a cambiar y... pues también me parece genial como es contigo...
—Entonces, no sabes si admirar su parte seria y fría o... la parte sonriente, amigable... ejem pervertida ejem... —fingí toser, consiguiendo sacarle una pequeña risa que intentó disimular. Sonreí satisfecha por haber conseguido mi cometido—. Supongo que... estás así porque piensas que cambió realmente. Tal vez solo con las personas cercanas, porque él sigue siendo el mismo hielo andante con desconocidos o enemigos... pero cuando está con seres queridos es como lo ves ahora y puedes hacer lo mismo o... ser como realmente eres.
—Ese es el problema, toda mi vida quise ser como él, así que... no sé cómo soy yo en verdad.
—Puedes averiguarlo, ¿quieres hablar más? Hazlo. ¿Quieres dar tu propia opinión en un tema? hazlo. No te detengas a pensar en el qué haría tu hermano en tu lugar, pregúntate qué es lo que haría Giovanni Mascheratti.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top