Capítulo 34
—No te separes de mí, bellezza.
—Por supuesto que no lo haré, ahora tendrás que aguantarme como una garrapata sobre ti —comenté haciéndolo reír suavemente. Alec me abraza para atraerme más hacia él y besó mi cabeza.
—La señorita Mascheratti haciendo bromas en momentos serios.
—A veces me sucede... —respondí sonriendo leve y sintiéndome mejor entre sus brazos protectores.
—Mejor, así no te sientes tan tensa todo el tiempo —responde acariciando mi espalda, cerré los ojos y suspiré profundamente—. No te preocupes... estarás bien.
Asentí confiando en él y cuando estuve mejor ambos nos acercó a un grupo de gente donde me presentó ante ellos. No me aparté de su lado en todo momento y él no soltaba mi cintura por nada del mundo. Miré alrededor buscando a aquellos dos pero entonces Alessandro me sujeta con un poco más de fuerza, haciéndome girar de nuevo.
—Caballeros... damas... es un placer verlos a todos reunidos aquí, algunos rostros nuevos... —Alessandro y él se miraron amenazantes hasta que su mirada recayó en mí con una sonrisa más amplia—. Y otros... conocidos...
—Señor Lombardi, es un placer verlo de nuevo.
Varias personas lo saludan y él les responde de la misma forma y presenta a Reachel como su esposa...
—Señor Mascheratti, si me permite... su pareja es una señorita muy hermosa, hasta podría ser la más bella del lugar...
Noté entonces a la mayoría de las mujeres que se removieron en sus lugares, acercándose más a sus parejas e intentando aparentar que no les ha gustado que solo una recibiera halagos. Alessandro estaba por responder, pero sorpresivamente yo me adelanté.
—Gracias... Señor Lombardi... pero yo no lo creo así, aquí hay muchas mujeres igual o incluso más hermosas que yo, como lo es su... esposa...
Reachel me mira con una pequeña sonrisa que yo se la devolví, las demás chicas también se miraron entre ellas y sonrieron recuperando sus ánimos luego de mi comentario más general que el suyo. Alessandro me mira de reojo y sonríe aprobatoriamente y con orgullo.
—Tiene toda la razón, señorita Mascheratti... pero debo insistir en que usted es realmente hermosa. ¿Me permite apreciarla... más de cerca?
Su cinismo era incomparable, se acercó a mí sin esperar respuesta y extendió sus manos para tocarme, esperando que Alessandro no hiciera ningún movimiento por estar en frente de un público importante, pero jamás hay que desafiar a un mafioso, y menos a Alessandro.
—No se atreva a tocar a mi mujer... —la voz firme y demandante de Alessandro llamó la atención de unos cuantos—. Señor Lombardi, el descaro que tiene al coquetear con mi pareja incluso frente a su propia esposa y otros invitados es, y disculpen mi expresión, de un maldito imbécil.
Sonreí al ver el rostro del anciano desfigurarse por la expresión de Alessandro frente a tantas personas, seguramente sintiéndose humillado. Todo pareció detenerse para las demás personas y solo nosotros éramos el show.
—No lo culpo por admirarla. Después de todo, ella es tan inalcanzable como merece, pero no confunda la cortesía de nuestra conversación con una invitación.
El hombre mira a Alessandro con una sonrisa forzada, claramente irritado pero sin poder replicar sin crear una escena incómoda frente a todos. Alessandro me sujetó con firmeza contra su cuerpo, haciéndome saber de que estaría aquí para protegerme sin importarle lo que otros digan. Entonces, él mira a los demás con tranquilidad.
—Lamento la escena, disfruten de la velada por favor. Bellezza, ¿quieres algo para tomar?
—Me gustaría, amore.
Aquella palabra lo hizo sonreír, me incitó a caminar y así ambos nos alejamos de la entrometida multitud, pero poco a poco todos volvieron a hablar entre ellos y aquel hombre quedó avergonzado pero tratando de disimularlo. Nos mantuvimos junto a una pared y yo me apoyé en esta suspirando más calmada.
—Que cínico —murmuré.
—Lo es...
—Pobre Reachel... —ambos miramos a la acompañante del señor Lombardi, ella se notaba tan incómoda a su lado—. Ella fue de las pocas que me han tratado bien en ese lugar...
—Es notable que es una buena persona, no merece estar con tipos como él —Alec suspira profundo—. Me alegra haberle ganado en la subasta.
Ambos desviamos la mirada hacia el otro, la tensión comenzó a aumentar, más cuando él decide acorralarme contra la pared y sujetar mi barbilla para levantarme la mirada.
—Pero no pensemos más en eso... —comenta acercándose peligrosamente a mis labios—. Mejor piensa en mí.
Sonreí rozando nuestros labios hasta que él acortó la distancia entre ambos y me besó, pero antes de que se volviera más intenso yo lo separé, pues me arruinaría demasiado el labial.
—Ya... si se me corre el labial no tendré como limpiarlo —comenté.
Él se ríe sonoramente y niega antes de pegar su frente contra la mía y aparta mi cabello hasta dejarlo atrás de mi oreja.
—Como digas, vita mia.
—¿Otro más?
—Y tengo más pensados pero mejor te los digo luego.
Notamos que sonó una campanilla, para mí fue algo extraño, pero así fue como llamaron la atención de todos los presentes para anunciar que la cena ya estaba servida y que podíamos tomar nuestros lugares donde nos correspondía por los nombres frente a los platos.
—Vamos, bellezza.
Alessandro me muestra su brazo y yo sonriendo lo acepté, ambos fuimos junto a los demás, tuvimos tanta suerte que nosotros nos sentamos lejos de Lombardi.
Es una suerte de Giselle y las chicas me dieran clases de etiqueta hace unos días.
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