Capítulo 32

—¿Qué tal este? —salí del probador luciendo un hermoso vestido rojo, largo y de diseñador, algo con lo que antes solo habría podido soñar, pero ahora eso ha cambiado...

—Me gusta, también lo compraremos —responde Alessandro, igual que con los demás que me he probado. Rodé los ojos y solté un quejido mientras dejaba caer mi cabeza hacia atrás, demostrando mi propuesta ante su opinión.

—No voy a usar veinte vestidos en una noche —dije apuntando a los demás vestidos que me había probado, que le han gustado y que ahora estaban a su lado con Giselle porque nos los íbamos a llevar todos y cada uno de ellos.

—Lo siento, bellezza, pero también necesitas más vestidos, así que todos los que te probaste, los compraremos.

—Pero...

—Siguiente —me interrumpe esperando a que me pruebe otro más; estaba por hacer un berrinche, así que miré a Giselle, Fran y Mauricio en busca de ayuda.

—Hagan algo, por favor —pedí apuntando a Alessandro.

Fran y Mauricio miran a Alessandro, quien los mira con una ceja enarcada, por lo que ambos guardias dieron un paso hacia atrás, dejando en claro que con su jefe no discutirán jamás.

—Gracias, eh —respondí cruzándome de brazos.

Giselle se ríe un poco, pero entonces mira a Alessandro.

—Señor, algún otro día podría volver y comprar para la señorita lo que deseen, pero ahora es necesario que elija uno para la ocasión, que se está haciendo tarde.

Alessandro suspira y me observa mientras piensa en una respuesta.

—Bien. El que traes puesto es perfecto, puedes usarlo si estás de acuerdo —responde Alec finalmente.

—Gracias... —suspiré aliviada y miré a Giselle—. Mi heroína.

Ella ríe levemente y me indica con una seña para que regresara al probador a cambiarme, eso hice rápidamente y al salir, Giselle y la chica que trabaja aquí ya estaban decidiendo por unos zapatos que combinaran con el vestido que usaré.

—Estos son muy lindos —comenté.

—¿Por qué no solo llevas los cuatro?

Rodé los ojos y abaniqué la mano en una seña para que ya no hablara más, porque no me estaba ayudando. Es verdad que sería lindo llevarlos pero eso no me ayuda a escoger cual usaré, además, ya sabe que no me gusta gastar de más su dinero en cosas que serán para mí completamente.

—¿Me acaba de mandar a callar...? —cuestionó incrédulo, lo miré de reojo y vi que Fran y Mauricio asintieron tratando de contener la risa bien disimulados—. Fran, ve comprando una silla de ruedas, la va a necesitar mañana.

Me sobresalté en mi lugar por su comentario para nada sutil en frente de otras personas. Mi rostro se vuelve completamente rojo, Giselle y la chica intentan hacer como si no hubieran escuchado nada, volteé a mirar a Alessandro fulminante, pero él solo me sonríe y me guiña un ojo. Volví mi atención a los zapatos y cuando por fin me había decidido Alessandro entrega su tarjeta dorada para pagar. Fran y Mauri llevaron las bolsas, aunque yo me ofrecí para llevar algunas pero todos se negaron amablemente.

—Bueno, eso es todo, podemos irnos antes de que se haga mucho más tarde de lo que ya es —mencioné.

—¿No quieres entrar en alguna otra tienda? —pregunta Alessandro sujetando mi cintura.

Justo en ese momento cruzamos frente a la misma tienda de arte que cruzamos con Giselle, esta vez me esforcé en no mirar ni siquiera de reojo hacia ese lugar, pues sabía que si Alessandro notaba algún ápice de interés mío en esa tienda, la compraría completamente.

—Estoy bien así, gracias Alec —me apoyé en su brazo mientras me paraba en puntas de pie para alcanzar a besar su mejilla, consiguiendo que él sonriera ante mi gesto.

Lo solté para adelantarme y ocultar mi sonrojo, pero pronto me di cuenta de que ya no escuchaba sus pasos cerca de mí. Me volteé para buscarlo y lo vi hablando con Giselle en murmullos, él apartó la mirada hacia atrás por un instante y asiente a algo que le habrá dicho Giselle, quien me sonríe ampliamente. La miré entrecerrando los ojos, pero Alessandro regresa a mi lado volviendo a sujetar mi cintura.

—Vamos, bellezza.

—Sí... —respondí, decidiendo dejar ese momento extraño atrás y seguir caminando hasta el auto.


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Alessandro abre la puerta de la habitación justo cuando las chicas habían terminado de maquillarme y peinarme, así que estaba casi completamente lista para salir.

—¿Lista? —preguntó acercándose, las chicas se hacen a un lado y yo me puse en pie, Alec se detiene casi en seco y me observa de pies a cabeza con fascinación—. Wow...

El dejarlo sin palabras me hizo sonreír y sonrojarme un poco. Las chicas se miran orgullosas por su trabajo antes de hacer una leve reverencia y salir de la habitación.

—¿Estoy... bien así? —pregunté, pues nunca había ido a una cena, menos a una elegante e importante.

—Estás perfecta, bellezza —responde acercándose y sujetando mi barbilla—. Más hermosa de lo normal.

—Gracias... tú también te ves muy bien —dije para igualar cumplidos, pero también porque es la verdad. El traje le queda como anillo al dedo, con su cabello arreglado y un reloj muy costoso, ¿eso era oro?

—¿Ya nos vamos? —pregunta mostrándome su brazo para que lo sujetara.

—Sí, podemos irnos —agarré el nuevo bolso al que había cargado con lo necesario y sujeté el brazo de Alessandro.

Ambos salimos de la habitación y bajamos las escaleras, me tuve que aferrar a él y al barandal a mi lado para no caer por los tacones. En el final de las escaleras estaban las chicas y algunos guardias.

—Se ve maravillosa, señorita.

—Está radiante.

—Dejará a todos impresionados con su belleza.

Les sonreí algo apenada por recibir tantos cumplidos. No estaba acostumbrada a esto, pero... me hacía sentir bien.

—Gracias, chicas...

—Mi pareja es quien se lleva todos los cumplidos —menciona Alessandro hacia los guardias a un lado, los cuales asienten.

—Usted también se ve muy bien, señor —responden las chicas riendo divertidas.

—Envidioso —bromeé por lo bajo, Alessandro aun así me sonríe y vuelve a tenderme su mano para sujetarme a él.

—Los demás son los que deben de envidiarme, porque será a mí a quien estarás acompañando —responde con orgullo, haciéndome sonreír de nuevo.

—Disculpen, pero se les hará tarde si no se apresuran —anuncia Giselle dando un paso al frente.

—Sí, es verdad. Vamos, bellezza.

Asentí estando de acuerdo, ambos continuamos nuestro camino hasta el auto ya preparado para nosotros, además de otro más que nos seguiría pues en él irían cuatro guardias, según Alessandro porque no quería arriesgarme a nada, pero dijo que permanecerían afuera hasta que regresáramos.

Estaba algo nerviosa y lo tenía que admitir, estar en un lugar lleno de gente elegante... y yo siendo sacada de una subasta. Dejé de pensar en cuanto Alessandro sujeta mi mano para besar mis nudillos.

—No te preocupes, mia bella signorina... Estarás bien.

Sonreí sintiendo que si él estaba a mi lado, podría soportar lo que fuera, pero entonces me sorprendí hasta a mí misma cuando, en un semáforo en rojo, me acerqué hasta él y besé su cuello, pero mordiendo un poco su piel.

—Mhm... ¿Y eso? —pregunta, aunque no se notara molesto.

Me regresé a mi lugar y con el espejo del auto me revisé el labial y retoqué lo que se había borrado.

—¿Muchas chicas millonarias y que a muchas solo les importa meterse con quien tenga más dinero? No, gracias.

Alessandro me mira incrédulo pero manteniendo su sonrisa.

—¿Mia bella, estás celosa?

Me sonrojé y cerré el espejo para mirar por la ventana y esconderme de su mirada interrogativa.

—Claro que no, solo digo... que más de una querrá intentar acercarse a ti aunque yo esté presente.

Entonces me sobresalté cuando sus labios alcanzaron mi cuello e hizo lo mismo que yo hace un segundo, mordió y dejó una marca.

—Eso es estar celosa, amore mio —susurra contra mi piel.

—L..Luz verde —anuncié sonrojada.

Alec ríe y se devuelve a su lugar para avanzar. Miré por el reflejo de la ventana, apenas se veía en esta pero sabía que la marca que dejó en mi cuello era notoria. Suspiré evitando sonreír pero hice una mueca al intentarlo.

Dejé de pensar en eso y miré mejor por la ventana.

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