Capítulo 30

—No lo voy a negar... —la voz de Alec rompe el silencio, lo miré rápidamente, sintiendo que algo dentro de mí se rompía, pero no tardó en explicarse—. Es cierto, ella está aquí porque la he comprado, pagué por ella... pero tú y yo no somos iguales. No me compares contigo, porque yo no soy tan poca cosa.

Alessandro vuelve a mostrar una sonrisa que hace detener la risa de Hans, él deja de sonreír para mostrarse indignado, apretando los puños sobre su regazo.

—Dime Hans... ¿el escuchar que yo había comprado a Lía y que había pasado más de una semana sin haberla devuelto te dio el incentivo que necesitabas para buscarla de nuevo y querer comprarla? ¿Crees que ya no me interesa matar a hombres como tú que solo denigran mujeres por su propio placer? Estás muy equivocado. Aún lo hago.

Fue como sentir mi cuerpo alivianarse con sus palabras, me había relajado al saber que Alessandro pensaba muy distinto a Hans, que él sí me veía como a una persona... y no un animal o un simple objeto sexual.

—Entonces, ¿por qué me has hecho venir hasta aquí? Me hiciste perder el tiempo si no ibas a vendérmela.

—Tranquilo, pronto el tiempo no será importante para ti —noté el movimiento de Alessandro, metiendo su mano libre entre los almohadones del sofá—. Te hice venir, porque tú me ayudarás a dar un mensaje, pero para eso... no es necesario que sigas con vida.

—¿A qué te refieres? —Hans se notaba intranquilo, sospechando lo que iba a pasar, listo para salir corriendo.

—Me refiero a que ahora mismo tus compañeros han sido asesinados por mis hombres, y tú eres el siguiente —Alessandro lo apunta con el arma que acaba de sacar del sofá, Hans se levanta pero no se atreve a moverse.

Mi cuerpo se tensa instintivamente al ver el arma y la situación, pero no estaba asustada... porque sabía que si Alessandro tenía el control de esto, yo estaría bien. Él acaricia mi cintura, como una forma de mantenerme calmada.

—Encontraré hasta el último hombre que ha intentado abusar de mi mujer, y no dejaré ni rastro de su existencia cuando termine con ellos. Luciano fue el primero, ahora te toca a ti —dijo, quitándole el seguro al arma.

Hans rápidamente saca su propia pistola, sin embargo, Alessandro no duda ni por un segundo en disparar en su mano para desarmarlo, el arma cae al suelo, el grito de Hans resuena por la habitación, y yo me sobresalté por el fuerte estruendo de la pistola y por la sangre que comenzó a derramarse. Alec besa mi cuello para relajarme.

—¡Eres un hijo de puta! ¡Es a ti a quien esa perra dominó!

—Quizás sea cierto... Pero no es algo que les importa a los cadáveres como tú.

Solo pude ver el rostro aterrado de Hans antes de que la mano de Alec cubriera mis ojos, el sonido del segundo disparo resuena antes de escuchar el del cuerpo de Hans cayendo al suelo en un golpe seco, completamente inerte, y finalmente todo permaneció en silencio por un par de segundos. Aunque la mano de Alec destapó suavemente mis ojos, yo aún no me animaba a abrirlos, no quería ver la escena que podría encontrar, entonces, Alec acaricia mi mejilla, apartando unos pocos cabellos y besando mis labios para llamar mi atención.

—Ya terminó, bellezza...

Poco a poco me animé a abrir los ojos para encontrarme con los suyos, que me calmaban tan rápido que resultaba increíble y confuso. No aparté la mirada de él hasta que sus guardias entraron en la habitación.

—Señor.

Alessandro se levanta y me tiende la mano para hacer lo mismo. Al estar de pie, y con él cubriendo el cuerpo de Hans al ponerse delante de mí, me conduce hacia la salida.

—Ya saben qué hacer con el cuerpo. Y limpien el lugar.

—Sí, señor.

Alessandro camina conmigo a su lado, sujetando mi cintura para mantenerme cerca. Tuve un poco de curiosidad y miré levemente hacia el lugar en donde estaba Hans, vi la sangre salpicada y apenas pude ver su cabeza agujereada en el centro de sus ojos cuando Alessandro cubre los míos y me hace salir de su despacho.

Caminamos en silencio hasta llegar a la habitación, Alessandro cerró la puerta mientras yo suspiraba y me sentaba a los pies de la cama, pensando en lo que había pasado.

Bellezza... sobre lo que dijo...

—¿Me dirás que no es verdad? ¿Cierto? —suspiré profundo, apartando la mirada un momento antes de levantarme y acercarme a él—. No necesito escucharte decirlo, no hace falta.

Decidí tomar la iniciativa para su sorpresa, me paré en puntillas y alcancé sus labios con los míos. Alessandro no duda en sujetar mi cintura y acercarnos aún más, pude sentir que con esto sus hombros se relajaban completamente. Apenas nos separamos para poder hablar, pero él no suelta mi cintura y yo tampoco me apartaba.

—Quiero ser honesta contigo, que sepas lo que siento... Cuando dijo que me compraste solo para regodearte en que ninguna mujer se te niega nunca... en verdad me lo había creído, me ha hecho dudar de ti y de que eso fuera cierto —noté una mueca en su rostro, quiso defenderse, pero yo coloqué un dedo sobre sus labios para callarlo—. Pero luego entendí... que no eres esa clase de persona, tú no harías eso. Y lo creo porque yo confío en ti. Puedes llamarme idiota si quieres, pero... la verdad es que confiaré en ti, en tus palabras y hasta en tus mentiras, porque para mí serán verdad. Creeré en ti, hasta que tú mismo me digas que me has mentido.

Alessandro no parecía poder creerse que estuviera diciendo todo esto. No le encontraba sentido alguno a que yo depositara tanta confianza en él. Parecía acostumbrado a que otros reaccionen de diferente manera ante situaciones como esta.

—¿Por qué? —decide preguntar luego de un largo silencio.

—Porque así es... cuando uno empieza a tener sentimientos por esa persona.

Mis mejillas arden por mi confesión que ni siquiera yo misma sabía que lo iba a decir. Alec me mira con una leve sorpresa en su mirada, pero yo no le di espacio a que hablara y seguí.

—Sé lo haces, sé cuál es tu trabajo; sé que... hay posibilidades de que esto acabe mal o acabe con uno de los dos... si no es con ambos... Y también sé que aún me falta mucho por conocerte, pero lo que ya me has mostrado fue suficiente para mí, y sé que no debería de sentir esto si solo soy una chica que compraste en una subasta, pero lo hago... y no me arrepiento. Por eso decidí entregarme a ti y solamente a ti, Alessandro Mascheratti.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top