Capítulo 27
Las caricias de Alessandro sobre mi cuerpo eran como llamas de fuego ardientes que me consumían en un placer abundante y extrañamente agradable. Pronto, la ropa solo fue un impedimento para que nuestras pieles se encontrasen, así que él se encargó de estas con maestría y rapidez. Alessandro se aparta un poco para quitarse la remera y dejarme ver nuevamente su trabajado cuerpo, tragué saliva con dificultad. Realmente iba a hacer esto con él.
Sus manos volvieron a mi cuerpo desnudo y bajaron para separar mis piernas y meterse entre estas, una vez más sus dedos se encontraron con los pliegues de mi intimidad, metiéndose entre ellos y estimulándome hasta que mis jadeos y gemidos resonaron por la habitación.
—Quiero que te relajes, bellezza. Para recibirme completamente, debes estar tranquila —murmuró contra la piel de mi cuello antes de atraparla con sus dientes.
—Alec... —solté en un suspiro profundo mientras sus dedos simulaban embestidas en mi interior.
Sentía que iba a colapsar rápidamente, que ya estaba llegando a ese punto de éxtasis placentero. Sin embargo, aquel momento es interrumpido cuando Alessandro aparta su mano, sacando sus dedos de mi interior.
—¿Q..Qué...? —pregunté con dificultad ante la frustración que me provocó el que se detuviera en ese momento.
—No te preocupes, Lía —dice con una leve risa ronca—. Si quieres correrte, ¿por qué no lo haces por tu cuenta? Después de todo... tú me has visto dándome placer, ahora me toca a mí verte a ti.
Lo observé con las mejillas encendidas completamente, él se aparta un poco y yo dudé, pero lentamente deslicé una de mis manos hacia mi intimidad, encontré mis pliegues húmedos y goteando, estaba sensible hasta por mi tacto. Comencé a frotar con mis dedos, encontrando mi clítoris y estimulándolo; cerré los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás cuando empecé a introducir mis dedos.
—Mhm... —gemí suavemente, imaginando que mis dedos... eran los suyos.
Los empecé a mover, intentando recordar sus movimientos cuando es él quien me estimula. Abrí más mis piernas, las cuales se contraían por el placer que sentía. El saber que Alessandro me estaba viendo mientras me daba placer a mí misma... hacía que me sintiera nerviosa, pero también me provocaba más.
Empecé a sentir que él se movía sobre la cama, y antes de saber lo que estaba haciendo, sentí lo que parecía ser su lengua, cruzando por mi intimidad, sobre mis dedos. Mi cuerpo se estremece, sujetó mi mano y la apartó para lamer mis dedos.
—En verdad eres deliciosa, bellezza.
Su voz grave y profunda me erizó la piel, mi espalda se arquea cuando su lengua se abre paso entre mis labios húmedos. Solté gemidos y jadeos, mi respiración se entrecortaba cada vez más. Sus manos acarician mis piernas que se acomodan sobre sus hombros, apretando su cabeza con mis muslos por cada espasmo de placer.
Volví a arquearme y gemir, mi cuerpo entero se sentía estimulado por sus atenciones, incluso podía sentir mis pezones endurecerse hasta el punto de doler por la necesidad de atención que rápidamente les di para calmarme. Apreté mis senos y jugué con mis pezones, su lengua embiste mi interior, acariciando mis paredes hasta hacerme sentir como si fuera a explotar.
—¡Oh! Alec...
No podía resistir más, aquel revoltijo en mi vientre volvió a suceder, y entonces sentí que finalmente podía dejarlo salir. Con un gemido más largo y profundo, dejé escapar mi orgasmo sobre sus labios, los cuales no se despegaron de mí hasta haber bebido hasta la última gota.
Jadeé en busca de aire mientras Alessandro se levantaba, acorralándome contra la cama y observando mi expresión como si le satisficiera verme así. Besó mi cuello y bajó a mi pecho, en donde atrapó uno de mis senos con la boca y un poco con sus dientes, sabiendo la presión exacta para no lastimarme y solo darme placer.
—¿Estás lista para lo que sigue, bellezza? —pregunta masajeando mis senos para no dejar de atenderlos.
Solo atiné a asentir con la cabeza, me posicioné rodeando su cuello con mis brazos y separando más mis piernas para que pudiera hacerlo mejor. Su sonrisa no pasa desapercibida ante mis acciones seguras. Alessandro se acomoda y presiona la punta de su miembro contra mi entrada, cerré los ojos al sentir que comenzaba a empujar dentro de mí. No era doloroso, solo molesto por lo apretado que estaba.
Me aferré a él con fuerza, intentó meterse todo lo posible, sujetando mi cintura con fuerza. El calor de nuestros cuerpos hacía arder mi interior, me envolvía, gemí por la deliciosa fricción que ocasionaba y me preguntaba, ¿por qué no había hecho esto con él desde el comienzo? Por supuesto que sé la respuesta, pero ahora mismo mi cabeza solo piensa en que se sentía tan bien tenerlo dentro de mí que no podía pensar en otra cosa.
—¡Mhg! A..Alec... Por favor... muévete —supliqué cuando se había quedado quieto.
—No te impacientes, haré que se sienta bien a su tiempo —murmura contra mis labios.
Volvió a empujar dentro, pues aún le falta longitud que abarcar. Tragué con dificultad al sentir que era demasiado, que apenas podía aguantar, ya sentía que mi interior estaba lleno y aún faltaba más. No pude evitar contraerme y aferrarme a él incluso con mis uñas, escondí mi rostro en el hueco de su cuello y jadeé con fuerza cuando finalmente había entrado por completo.
—Mia bellezza... Tu interior es tan apretado, pero delicioso —besa mi hombro y acaricia mi espalda—. No te preocupes, pronto te ajustarás a mi tamaño y verás que el meterlo ya no será tan lento.
Sus palabras, que aseguran que lo seguiremos haciendo hasta acostumbrarme a él, me hicieron sonrojar y sentir apenada. Su risa corta hace que su cuerpo vibre contra el mío. Entonces comenzó a mover su cadera, empezando la fricción en mi interior, empezó sacando lentamente su miembro, no del todo, y empujó con algo más de fuerza, golpeando el fondo.
—¡A..Ah! —solté arqueándome.
Alessandro repite su acción hasta que empezó a aumentar la velocidad, el vaivén se volvió duro y placentero, golpeando el mejor punto en mi interior. Sentía que me humedecía cada vez más, era tan extraña la sensación mientras me embestía pero solo porque nunca lo había experimentado de esta manera. El respirar comenzaba a dificultarse, jadeaba agitada y lo único que podía hacer era gemir sin siquiera saber controlar el volumen de mi voz.
Solté su espalda al no poder sostenerme más, caí sobre la cama la cual se balanceaba junto a nuestros cuerpos con cada embestida suya. Alessandro sujeta mis piernas y me empuja hacia él para llegar más profundo, se inclina sobre mí y besa mis senos. Sus embestidas comenzaron a ser irregulares, además de su respiración agitada.
—Bellezza... —jadeó sin poder aguantarlo más y entonces sentí el momento en que mi interior se llenó aún más.
Esta vez mi orgasmo fue impulsado por el suyo dentro de mí, mi cuerpo tiembla mientras sentía que el líquido que invadió mi interior chorreaba por mis muslos. Alessandro se aparta y saca su miembro de mí.
—Mhm... esto es malo —comenta, aunque tuviera un tono divertido—. Te he llenado completamente, bellezza, es porque eres irresistible.
Besa mi cuello y sube a mis labios, cerré los ojos y me dejé llevar por sus besos que estaban lejos de ser suaves. Sus dientes muerden mi labio inferior para jalarlo y así adentrar su lengua en mi boca, que no tardó en dominar la mía.
—No sería una buena idea que te dejara embarazada en nuestra primera vez, así que pediré que te traigan las pastillas solo por esta ocasión —murmura entre besos—. Para la próxima me aseguraré de tener preservativos en todas partes, es más seguro que esos espantosos efectos secundarios.
Dejé escapar una pequeña risa que lo hizo sonreír sobre mis labios. Volví a rodear su cuello con mis brazos, acariciando el cabello de su nuca.
—Me parece bien —respondí con un tono un poco cansado.
—Descansa, bellezza. Te lo has ganado —dijo, dejando un último beso en mis labios antes de que yo perdiera la consciencia rápidamente.
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