tus labios

Kanon viajaba en su moto a la delegación que se ubicaba en la costa, para informar personalmente a las otras entidades quiénes trabajarían en conjunto. Se había rehusado a viajar en el auto de Aioros, por lo cual el moreno podía ir mirando a Kanon en la ruta, bastante adelantado, ya que le encantaba viajar a altas velocidades. El peliazul había decidido dejar un poco la formalidad de lado, por lo cual decidió que usaría bototos y chaqueta apropiada para hacer un viaje tan largo. Su espalda ancha y sus músculos marcados dibujaban bellas curvas que no podían pasar desapercibidas. Aioros apretaba el volante con mucha fuerza, se sentía muy frustrado por el rechazo de Kanon, y aunque intentaba acercarlo como fuera, él sólo se alejaba más y más.

Al llegar a la delegación, Aioros pudo ver cómo Kanon se sacaba su casco, liberando su pelo con una fuerte sacudida al viento. Él entendía que olvidarse de un hombre como él teniéndolo tan cerca iba a ser muy complejo.

Al ingresar, el trámite fue más corto de lo usual. Se habían reunido en la sala de conferencias del lugar. Kanon era el único que desentonaba con su vestimenta menos formal, con su chaqueta y una camisa algo abierta, dejando entrever que estaba cubierto de tatuajes debajo de todas esas telas. Aioros miraba a su alrededor mientras daba su discurso, pero podía notar cómo las miradas se centraban en Kanon, quien observaba un punto muerto en el piso, asintiendo de vez en cuando. 

- ... Ha sido una semana difícil para nuestra delegación, pero gracias al trabajo de policías destacados pudimos poner un límite y avanzar mucho en materia de eliminación de corrupción dentro del cuartel, acontecimiento que podría repetirse en cualquier delegación. Kanon, ¿quisieras poder compartir algunas palabras?

- Sí, por supuesto - dijo aclarando un poco su garganta, generando atención inmediata de todas las personas en ese lugar - Tal vez se sientan un poco intimidados por los movimientos que han desarrollado en la delegación central, sin embargo la invitación es... a detenerse, revisar en sus vidas qué es lo verdaderamente importante, sus ambiciones y deseos. Muchas veces aquellas cosas ponen en riesgo vínculos más importantes, sin los cuales sería difícil vivir. Piensen en ello cuando duden si están haciendo lo correcto, les aseguro que si priorizan, podrán observar con claridad la importancia de nuestro trabajo y volver a las raíces de sus principios que los trajeron a trabajar y entregar su integridad a un trabajo tan difícil como éste. - Aioros lo miraba boquiabierto. Kanon lo miró un segundo y sonrió, esperando que hiciera un cierre, pero no reaccionaba -  Bueno, sin más que decir, esperamos que este trabajo colaborativo sea fructífero de múltiples maneras. Gracias por la invitación.

Las personas presentes lo miraban encandilados. Su voz ronca, la manera que tenía de expresarse, sus movimientos y su figura perfecta hacían difícil no fijar la mirada en él.

Aioros estaba bebiendo un poco de café, saludando a algunos otros cargos importantes de la otra delegación, intentaba ser tan profesional como siempre pero no podía. Cuando al fin quedaron solos, Aioros fijó su mirada en su café, no se atrevía a mirar a Kanon.

- Todo salió bastante bien.

- Sí...

- Hey, ¿estás bien?

Aioros levantó la mirada y vio a Kanon fijamente durante un largo instante.

- Sí, supongo. Estoy algo agotado, eso es todo.

Kanon asintió con la cabeza, pero no le creyó. 

- Vamos a comer algo, muero de hambre. 

Aioros lo siguió. Fueron a un restaurante en la orilla de la playa, donde pidieron unas hamburguesas y refrescos para calmar su apetito. Kanon comió con ganas, mientras que Aioros se mantenía callado.

- Y bien - decía Kanon con la boca llena de comida -  ¿Se puede saber para qué me querías como tu mano derecha si ni siquiera puedes comerte una hamburguesa a mi lado?

- Cierto - dijo agarrando su hamburguesa y dándole un gran mordisco, apretándola tan fuerte que algunas partes se cayeron sobre el plato, manchando un poco su ropa. Ambos rieron con mucha comida en la boca, lo que sólo provocó una oleada de risa incontenible. 

- Somos unos malditos chanchos - dijo Kanon - hay cosas que no cambian.

- No, hay.. cosas que no cambian. - dijo Aioros mirándolo.

Kanon pudo presentir las palabras que diría Aioros, así que para desviar la atención, dió otro mordisco a su hamburguesa y miró el mar.

- Háblame de Sorrento.

- ¿Qué...?

- Háblame de tu pareja. Necesito entender que eres feliz con alguien más. Háblame de él como si aún fuéramos amigos.

Kanon se empeñó en masticar y tragar su bocado. Bebió un poco de líquido y aclaró su garganta.

- No sé si estoy de acuerdo con la forma en que me lo pides, pero en realidad nunca me he detenido a conversar con nadie de esto. Sorrento es... - dijo suspirando - es un hombre genial. Es muy inteligente, astuto, divertido... Esas cosas seguro ya las conocías de él... pero también es extremadamente cariñoso, cálido, comprensivo, tierno, detallista... Ha sido un sueño estar a su lado, no dejo de aprender de él y también me deja enseñarle lo que soy. No me juzga, busca lo mejor para ambos, siempre está pensando constantemente en cómo mejorar las cosas... No sólo para él, sino para ambos.

- Eso suena bastante fantástico.

- Irreal, ¿no crees? Lo único que quiero es que llegue el momento del día de poder compartir a su lado. 

Aioros miró su plato y suspiró.

Luego de ese comentario hubo muchísimo silencio. Kanon no podía dimensionar lo que Aioros estaba sintiendo, ya que nunca antes se había enamorado y ahora que tenía la fortuna de experimentarlo, era correspondido. Pagaron la cuenta y luego caminaron por el borde costero. Kanon estaba pendiente de la hora, deseaba regresar a tiempo a casa. Sabía que Sorrento no estaba en una misión peligrosa, pero de todas maneras necesitaba estar pronto a su lado. Mientras tanto, Aioros caminaba a su lado en silencio. A veces lo miraba de reojo y podía sentir cómo el viento traía el olor de su cabello largo ondeando con la brisa.

Se sentaron a descansar un instante antes de partir.

- Kanon... - le dijo Aioros antes de que pudiera ponerse su casco, se acercó y tomando su cabeza, lo besó. Él reaccionó intentando alejarse, pero no pudo dar un paso atrás porque chocó con su moto al retroceder. El moreno seguía presionando sus labios, hasta que Kanon giró su rostro para evitar que continuara.

Esta vez se puso su casco, y en un ágil movimiento se subió a la moto y virando a toda velocidad, salió de aquel lugar. Aioros se subió a su auto para intentar seguirle la pista, pero no pudo dar con él.

Kanon llegó a casa. Esto era algo nuevo para él, no podía evitar pensar si debía contarle a Sorrento o no. Él no quiso besarlo, intentó evitarlo pero el hecho ya estaba. Algo en su interior lo inquietaba, si le comentaba a Sorrento tal vez se sentiría traicionado, y no quería que se enojara por algo que no pudo controlar.

Entró a su casa con las manos temblando levemente, y se fue directamente al baño a darse una ducha con agua helada.

Aioros. Su amigo Aioros. Lo conocía hace tanto, cuando ingresaron a la escuela de policía de investigaciones. Recordaba algunos acontecimientos en los entrenamientos, cómo se habían vuelto tan cercanos... ¿Cómo no se dió cuenta antes? Y había decidido besarlo ese día. Sus labios suaves se presionaron con los suyos, eso no había ocurrido antes. Nunca había sentido el aliento de su amigo, su mano agarrando su cuello... ¿Le había gustado ese contacto? No, no debía pensar en eso. No debía haber sucedido.

Cuando Sorrento llegó a casa y entró a la casa, encontró a Kanon acostado sobre la cama en toalla, mirando el techo con su pelo mojado.

- Hola Kanon - dijo acercándose a besar a su amado.

- Aioros me besó.

Sorrento se detuvo en seco.

- ¿Qué? ¿Te besó? ¿Cómo...?

- Se acercó a mí cuando iba a ponerme el casco y me agarró del cuello, y luego me plantó un beso.

Sorrento sentía su corazón golpeando con violencia.

- ¿Tuvieron sexo?

- No, no, fue sólo un beso - dijo Kanon sentándose - no fue más que eso.

- ¿Por eso te bañaste?

- Me bañé porque necesitaba distraerme, me perturbó lo ocurrido. No sé, de verdad no sé cómo podría haberlo evitado, se abalanzó sobre mí...

- ¿Te gustó?

- ¿Qué? No, no, yo no... No. No, definitivamente no. No, no... No.

- ¿Y por qué te perturba tanto?

- Por tí. Siento que te traicioné o algo así, pero no quise que ocurriera, no quise que él me besara, no recibí su beso, sólo corrí la cara. No puedo estar contigo a mi lado sin contarte algo así.

Sorrento lo miraba con los brazos en la cintura. Estaba molesto, comenzó a caminar en círculos.

- Y vas a tener que trabajar con él constantemente. Van a terminar follando mañana, ¿O qué?

- Cómo se te ocurre... - dijo levantándose para abrazarlo, pero al hacerlo, su toalla se cayó al piso. Ambos se quedaron mirando y Sorrento no pudo evitar sonreír, mientras que Kanon intentó agarrar la toalla pero ésta volvió a caer. - a la mierda, ven acá - dijo acercándose desnudo a su pareja.

Sorrento se dejó envolver por los fuertes brazos de Kanon, y se miraron a los ojos.

- No puedo creer que tus labios fueron tocados por otra persona el día de hoy...

Entonces Kanon tomó el rostro de Sorrento entre sus manos y le dió el beso más exquisito que jamás habían sentido sus labios. Fue tan placentero que ambos abrieron los ojos con pesadumbre, como si no quisieran dejar que ese momento acabara.

- Mis labios son tuyos. De hecho, todo esto - dijo mirándose por completo desnudo  - es tuyo. Todo. Ahora siéntate, tengo mucho que enmendar hoy, te recompensaré como nunca, amor de mi vida. Ven - dijo tomando la mano de su amado, sentándolo en la cama. Puso blues de fondo, y comenzó a bailar lentamente frente a él.

- ¿Qué haces Kanon...? - decía Sorrento entre divertido y excitado.

- Esto es algo que nunca había hecho al frente de nadie... - decía moviéndose suavemente, haciendo poses que mostraban la perfección de su cuerpo, corriendo su cabello para mostrar su espalda, extendiendo sus brazos, moviéndose con precisión.

Al acabar la canción se acercó a Sorrento y desabrochó su pantalón, bajó su ropa interior y comenzó a tocarlo mientras no le quitaba la mirada de encima. Sorrento respiraba muy fuerte, muchas veces durante sus días fantaseaba en lo increíble que era que un hombre como Kanon lo deseara, pero luego aquel pensamiento se volvía realidad y estaba ahí, frente a él, haciéndolo tocar el cielo. Kanon entonces comenzó a besar su miembro, era algo que no siempre estaba en el menú porque generalmente él tomaba la iniciativa, pero cuando sucedía era espectacular.

- ¿Me disculpas?

- No digas tonterías... No hay nada... Nada que perdonar...

Kanon se levantó y lo besó.

- ¿Estás seguro?

- Kanon, te amo con locura. No puedo pretender que nadie más te desee, eres maravilloso.

- Yo también te amo, pero no me sentí tranquilo sabiendo que podía dañarte.

- Está bien. Gracias por preocuparte.

Kanon sonrió ruborizado. Sorrento ladeó su cabeza, sus reacciones eran tan tiernas para un hombre que parecía tan rudo en su apariencia.

- Ven acá y bésame. - dijo Sorrento.

Kanon apoyó sus brazos a su lado y con su descomunal cuerpo, obligó a Sorrento a recostarse en esa cama mientras aquellos cabellos azules rozaban su piel.

Sus manos memorizaban cada forma con sutileza, sus miradas no dejaban de encontrarse. Hacer el amor era una conexión tan profunda entre ambos, llena de sensaciones mucho más alucinantes que el mundano placer. Era casi desesperante buscar la manera de demostrar todo el amor que sentía el uno por el otro, la felicidad que sentían por haberse encontrado y la gratitud  por no sentirse más como uno solo, sino formar una extensión nueva y compleja de la persona que ahora los acompañaba.

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