tu boca

Estaban tomando desayuno, el ruido de los cubiertos raspando con suavidad la loza, los soplidos al intentar aplacar el calor del café... No existía otra cosa en el mundo que la sutileza de hacer lo cotidiano en un momento que ambos sabían que no podrían olvidar ni aunque quisieran. Sus miradas se encontraban en todo momento, Sorrento respondía sonrojándose y sonriendo, mientras que Kanon atacaba su comida, relamiendo sus labios pensando en lo insípido que era todo aquello en comparación a lo que había probado algún rato antes.

- ¿Por qué me miras así?

- Ya te lo dije, me gustas, Sorrento. No es algo que suela decirle a cualquier persona.

- Me siento alagado. Eres... Me cuesta creer que alguien como tú me diga eso... Es decir, mírame - dijo echando un vistazo a su escuálido cuerpo.

Kanon se levantó de la mesa en un ágil movimiento y lo besó presionando mucho sus labios en contra de los suyos, finalizando con un mordisco lo suficientemente doloroso para hacer escapar un gemido a su compañero.

- Eres una delicia, Sorrento, eso es lo que veo. Bien - dijo regresado a su puesto - Aunque quisiera estar follándote todo el día, voy a intentar actuar de una manera un poco más profesional que hace una hora y... Mantendré la compostura.

- Bien. ¿Tienes planes para hoy?

- Sólo que el mundo no sepa que estamos vivos.

- Es decir, no nos moveremos de acá...

- No lo creo.

- ¿Cuánto tiempo tendrá que ser así?

- No tengo certeza.

- ¿Aproximadamente...?

- Lo que yo quiera.

Sorrento sonrió.

- Me gusta esa idea.

- ¿No te intimida...?

- ¿Estar contigo? No, ni un poco. Tú también me gustas... ¿Cómo no me vas a gustar?

- Era probable que no te gustara.

- Sí, pero para mi buena suerte, me tocó alguien increíble...

- ¿Aún piensas que soy malo?

- Lo eres, todos somos malos en la historia de alguien... Aún así, no me importa. Ésto - dijo señalando todo a su alrededor - es lo mejor que me ha pasado, pese a estar en el peor momento posible. Lo que sí me pregunto, Kanon, es... ¿Por qué me proteges? Y no me digas que es trabajo, porque podrías haberte desecho de mí hace mucho rato.

- Bueno, aparte de que es mi trabajo, tienes que saber que me gustas sin control, como pudiste notarlo.

- De verdad, me sorprende que eso pasara contigo.

- Mírame tú a mí, Sorrento. Mírame bien... Tengo muchos tatuajes, cicatrices... Mi trabajo no es fácil, me hace sentir vivo pero a la vez muy miserable. Tengo que acatar órdenes y no tengo libertad propia... Pero cuando te investigué y supe que debía estar sobre ti... - dijo deteniéndose para morder su labio - eso sonó comprometedor, ¿No? Bueno, me refiero a que es el mejor trabajo que me han concedido en la vida.

- ¿Sabías que esto iba a pasar?

Kanon se puso de pie y caminó hasta quedar de frente a Sorrento.

- Sí, tenía que pasar. Pero ésto - dijo besando el cuello de su compañero - no sabía que iba a pasar...

- Yo... Nunca sospeché que fueras tú. No me importa nada, Kanon. Mi vida no vale nada, te la regalo. Me entrego a lo que quieras que sea para ti.

- No digas eso - dijo deteniéndose a mirarlo.

- ¿Tienes buenos planes para mí?

- No pienso hacerte daño. Escúchame, Sorrento, sé que piensas que soy el malo en todo esto, y... No puedo negártelo, ha sido difícil ocultar quién soy. Sin embargo, no soy malo... No te haré daño. Te protegeré, no te voy a soltar... - dijo besándolo suavemente.

- Tus besos...

- Tu boca... Tu cuello, tu olor, tu pelo... Toda tu piel... - decía Kanon sumergido en la piel de Sorrento - es como una droga, no logro resistirme a tí... Ven acá - dijo tomándolo mientras su brazo tiraba todo a su alrededor con fuerza, mientras dejaba al muchacho sobre la mesa.

- Kanon... No puedo creer lo que me haces sentir... Esto es... Mi cuerpo...

- ¿... Tu delicioso y hermoso cuerpo que estoy apunto de comer a besos?

- Me da vergüenza estar así de excitado... No puedo controlarme...

- Nadie te ha pedido que te contengas...

Sorrento agarró con ambas manos el cabello de Kanon y lo apretó con fuerza, causando un quejido de dolor que le gustó mucho a su amante.

- ¿Por qué haces ese sonido?

- Porque me excitas.

- Me gusta muchísimo...

- Hazlo de nuevo... - susurró sin alejarse de la oreja de su amante, quien apretó nuevamente el cabello de Kanon, respondiendo con un gemido ronco. Sorrento miró el cuerpo de Kanon inclinado hacia él, se concentró en sentir el olor de su cabello. Todo habitaba en el presente, nada de lo que estaba sintiendo podría recordarlo con tanta claridad después. Respiró profundo, sus manos seguían recorriendo el cuerpo de Kanon mientras él respondía con besos y caricias sobre el suyo.

- Me gustas mucho, Kanon.

- Debo contenerme... Pero es muy difícil... - dijo suspirando profundamente.

- Nadie te ha dicho que te contengas...

- Usas mis palabras en mi contra, niño...

Sorrento lo besó aprisionando su rostro con ambas manos.

- No sé qué me pasa, Kanon, sólo quiero sentirte.

- hey, niño - decía dibujando el contorno de los labios de Sorrento con su lengua - no te vayas a enamorar de mí, recuerda que soy malo...

- Seré malo también...

- Quieres ser malo...

- Renuncio a todo, mi vida no vale nada...

Kanon se detuvo en seco.

- ¿Por qué dices eso de nuevo? Tú vales mucho.

- Te creo.

Hubo una larga pausa.

- No sé cómo decir lo siguiente...

- Te creo. Si no me has hecho nada malo hasta el momento, es porque debes sentir que mi vida vale.

- Entonces...

- Sí, Kanon, te lo he dicho. Ya sé quién eres. No tengo problema con decirlo, eres el malo. Eres tú a quien buscan... Honestamente, me da igual - decía sin bajar su mirada - sé que te da miedo reconocerlo, pero me da igual. Soy sólo yo... Y me gustas, no puedo y no quiero pensar en otra cosa que esto - dijo besándolo.

- No tengo en mis planes hacerte daño...

- ¿Estoy en peligro...?

- No mientras yo te cuide...

- Sí, puedo darme cuenta de cuánto me cuidas - decía sin dejar de besar a Kanon.

- No te enamores Sorrento...

Sorrento se detuvo a mirarlo.

- Tú no te enamores, Kanon - dijo besándolo aún más apasionadamente.

- Hey, niño, yo soy sólo un ser humano... y soy malo...

- No me importa, estoy dispuesto a todo... A todo... A todo.

Kanon y Sorrento respiraban profundamente en la boca del otro, sus labios se encontraban y sus ojos no podían dejar de mirarse.

- No puedo hacerlo. - dijo Kanon parando sus besos, con un tono de voz sereno.

Sorrento se detuvo y escuchó, un escalofrío lo había obligado a detenerse.

- ¿Qué?

- No me enamoraré de ti. - dijo sonriendo con cierta melancolía en su mirada.

Sorrento sólo podía escuchar la voz que hilaba sus pensamientos, diciendo que Kanon tenía que matarlo en un tiempo más.

- No tienes que hacerlo. - dijo Sorrento besándolo - yo sí me enamoraré de ti - susurró con un hilo de voz - en realidad ya me enamoré de ti y punto, no puedo hacer nada para evitar esto - decía besando el cuello de Kanon, quien había cerrado sus ojos tan fuerte como podía.

- Necesito protegerte... Sorrento no deberías...

- Kanon, ya basta. No soy un niño. Sé qué tienes que hacer conmigo, ya no hay remedio. Sólo... Déjame vivir ésto, me gustas, estoy viviendo un sueño. Sé que serán mis últimos días, y aunque todo debería ser una pesadilla, no lo es, y estoy agradecido por eso.

Kanon miró al piso.

- ¿Por qué permitiste que esto ocurriera?

- No sospeché que fueras tú. No pensé que había alguien dentro, al menos... No de manera tan interna. No lo vi venir, a pesar de toda mi investigación. Eres convincente, uno de los mejores de todo el país. Nunca has fallado ni un sólo caso... Nunca perdiste a tus protegidos... Pero ahora entiendo que, al saber quién eres, ya no hay vuelta atrás para ti, debes eliminarme en algún momento.

Kanon suspiró profundamente mirando a los ojos a Sorrento.

- ... Sé que no es tu intención, Kanon. Tal vez quieres mantenerme así, pero tú sabes que no es tu decisión. No podemos vivir ocultos el resto de la vida. Tendremos que salir en algún momento y si hay algo que sí he descifrado en todo este caso, es que no trabajas solo. En algún punto tendrás que seguir la orden, y yo desapareceré.

- No si así no lo deseo. Verás, Sorrento... Ya que estamos siendo honestos... Creo que no comprendes bien lo que ocurre. Tú crees que yo soy el malo, ¿No? No soy simplemente el malo. Yo estoy a cargo. Todos en la delegación siguen mis consejos y mandatos, porque soy quien da las órdenes y las estrategias. Soy quien mueve las piezas de todas las organizaciones que conozcas, no existe alguien que pueda combatirme, soy quien produce el caos y quien intenta ordenarlo. Todo es una imagen falsa para cumplir mis propósitos.

- No son sólo tuyos.

- Sorrento, tú intentas creer algo que no es. No soy malo, simplemente soy. Me gusta el poder que tengo.

- ¿Entonces porqué me tienes acá?

- Porque no quiero que escapes.

- Yo no voy a escapar...

- No, no creo que puedas escapar. Sin embargo, no estoy dispuesto a correr riesgos. Te necesito, Sorrento. Quiero que trabajes para mí.

- Pero... Yo no quiero trabajar para ti, quiero estar contigo.

Kanon se acercó a la boca de Sorrento, besándola seductoramente.

- No creo que tengas opción.

- ¿Ahora entiendes porqué te digo que terminarás eliminándome en algún momento? Yo sólo quiero compartir contigo un poco más... No estoy hecho para más, Kanon.

- ¿Estás seguro de lo que estás diciendo...?

- Absolutamente.

- ¿No te parece tentadora la idea de tenerme siempre? - dijo moviéndose seductoramente generando un contacto tan próximo que Sorrento lograba percatarse de todas las curvas de su cuerpo, mientras Sorrento miraba fijamente los labios entreabiertos de Kanon.

- ¿Siempre esto con tus rehenes...?

- Jamás...

- ¿Y por qué tanta amabilidad conmigo entonces...?

- Porque eres una delicia de hombre. - dijo invadiendo con sus caricias todo el cuerpo de Sorrento, que sentía cómo sus entrañas ardían de placer - y tengo ganas infinitas de ti como no he tenido con nadie más... Quiero tenerte - dijo acostando a Sorrento sobre la mesa de la cocina, botando toda la loza que había sobre ella.

- Vas a tener que limpiar todo ésto...

- No me importa, ya no aguanto - dijo desprendiendo a Sorrento de su ropa interior - agh... Mmm... Eres tan... Ven acá - dijo tirando de Sorrento con mucha fuerza, levantándolo de esa posición, girándolo por completo, empujándolo sobre la mesa para quedar completamente inclinado, mostrando todo su trasero a Kanon, quien bajó un poco su pantalón y calzoncillo, sacando con su mano su miembro despierto mientras con su otra mano acariciaba a Sorrento en su parte íntima.

- ¿Qué me vas a hacer...? - dijo Sorrento mirando hacia atrás sin éxito, porque Kanon agarró de inmediato su pelo con fuerza para dirigir su mirada al frente.

- Mírate - dijo Kanon al oído de Sorrento, dirigiendo su mirada justamente hacia la puerta del horno que reflejaba la imagen de ambos - quiero que veas cómo entraré en tí.

Sorrento no cerró sus ojos ni por un segundo. No sólo sentía cómo cada centímetro de la carne de Kanon penetraba su cuerpo, sino también podía ver cómo ese enorme falo desaparecía entremedio de sus piernas en esa posición tan comprometedora. El abdomen marcado de Kanon sudaba y se movía circularmente sin esfuerzo, mientras que uno de sus brazos sostenía su cabeza y el otro se afirmaba de su cadera, abriendo con su mano sus nalgas para penetrarlo más profundo. Ambos gemían sintiendo aquel placer tan intenso, sus cuerpos sudaban y Sorrento tiritaba de la excitación que estaba sintiendo. Entonces, Kanon golpeó su trasero con una gran nalgada, que sólo causó que su amante gimiera de excitación y sorpresa.

- Quiero tenerte siempre, Sorrento... quiero que seas mío.

- Sólo tómame...

- No... Quiero... Quiero que seas mío. Dime que quieres ser mío...

- Soy tuyo...

- Dime que quieres ser mío por siempre.

- Soy tuyo.

- ¿Te vas a quedar conmigo?

- Soy tuyo.

- Si te quedas conmigo me tendrás así siempre... - dijo penetrando con más fuerza a Sorrento, quien ya no podía siquiera gemir, estaba totalmente fuera de sí - tengo planes para ambos, sólo necesito que me digas que vas a ser mío...

- Soy tuyo ahora...

- Sé mío siempre.

- No lo haré.

Al escuchar ésto, Kanon se puso más duro dentro de Sorrento y comenzó a moverse con mucha fuerza.

- ¿Cómo dijiste?

- No... no lo haré...

Kanon estaba endemoniado, parecía que no podía empeorar, pero así era. Sorrento sentía cómo sus entrañas recibían intensas corrientes de placer proporcionadas por el miembro de Kanon, que cada vez se ponía más grande dentro de él. Entonces sintió cómo algo tibio lo llenaba y Kanon temblaba por completo, un sonoro gemido con su voz profunda y ronca, provocando sólo con ese detalle que Sorrento acabara al escucharlo.

Kanon salió lentamente del cuerpo de Sorrento observando cómo su semilla chorreaba en la entrada de su amante, mordiendo sus labios viendo tan exquisita imagen.

Sorrento se levantó y se dejó caer en el piso. Kanon puso sus manos a ambos lados de su cuerpo mientras su cabello caía suavemente sobre él, y lo besó.

- Me gustas. No deberías gustarme, pero me gustas mucho. Me encantas.

- Me doy cuenta. Tú también me gustas mucho, Kanon. ¿No puedes hacer una excepción y dejarme ir...?

- ¿Me quieres abandonar...?

- ... No quiero alejarme de ti, sólo... Quisiera estar contigo...

- Sé mío siempre...

- Sólo si me tomas como tu pareja, Kanon. Seré tuyo si quieres tenerme así.

Kanon volvió a besarlo y luego se recostó al lado de él.

- Es difícil decidir. Me interesa tu inteligencia... Pero esto... Es... - dijo sin terminar la frase, dando un profundo suspiro.

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