sí, quiero

¿De verdad iba a tener que estar en aquel lugar, acompañado de ese hombre por quizás cuánto tiempo? Al ver a Kanon de esa manera, algo en su interior se movilizó. Ya no sólo le gustaba, también lo deseaba. Sentía cómo sus entrañas se retorcían al escucharlo, y anhelaba poder ser parte de aquel acto.

Sin embargo, su lado racional le gritaba que debía concentrarse en sobrevivir, estaba en una situación riesgosa. Por eso se fue a la habitación que ahora le pertenecía y se acostó sobre la cama. Luego de un rato, sintió a Kanon acercándose a la habitación.

- ¿Estás despierto? - susurró Kanon con su melodiosa voz ronca al entrar en la habitación. Sorrento no se atrevió a responder - bien... Descansa.

- No te vayas - susurró Sorrento. Pudo sentir cómo esas palabras salieron de su boca sin control alguno.

Kanon se acercó y se sentó en la cama.

- ¿Cómo te sientes?

- Mejor.

- Me alivia saber eso, es importante que estés cómodo. ¿Necesitas algo?

- Quédate conmigo, por favor.

- Estamos bajo el mismo techo, niño. No te pasará nada.

- Quisiera estar contigo.

- ¿Por qué?

- Porque me haces sentir vivo. - dijo Sorrento en un acto de máximo coraje.

- Es normal para alguien como nosotros, así es nuestro trabajo...

- No es... Sólo... Quédate, por favor. Te necesito.

- Puedo acompañarte, no tengo problema.

- Kanon - dijo sentándose a su lado - ¿Estás soltero?

Kanon sonrió con sorpresa.

- Sí. ¿Por qué la pregunta?

- Curiosidad. Si estás soltero, no creo que haya problema si pasas la noche a mi lado.

- ¿Quieres que duerma contigo? - dijo levantando una ceja mientras sonreía coquetamente - el problema de eso es que tú eres alguien a quien debo proteger, me pagan para eso...

- ¿Y? ¿En alguna parte de tu contrato dice que no puedes dormir al lado de alguien más?

- No, no dice. El problema es que si me acuesto al lado tuyo, Sorrento... - hubo unos segundos de pausa para morder su labio - no creo que debamos hacerlo, disculpa.

- Pero estuvimos apunto de dormir juntos hace unas cuantas horas atrás, ¿Por qué ahora no puedes? - otra pausa grande - ¿Sabes? Solamente no quiero estar solo. Tengo mucha incertidumbre y no quisiera sentirme solo. - dijo Sorrento. En parte, era cierto. Sin embargo, la razón era otra...

- Está bien. - dijo Kanon, maldiciendo por dentro, iba a tener que controlarse al extremo. Caminó unos pasos y se dió cuenta de que estaba nervioso, lo cual lo hizo sonreír. Apagó la luz y se metió a la cama junto a aquel delgado hombre, quedando uno al lado del otro - Buenas noches, Sorrento.

- Buenas noches Kanon.

Ambos sentían la tensión. Querían lanzarse a recorrer el cuerpo del otro, pero ambos se contuvieron. El único contacto que tuvieron fue una leve caricia que se generó cuando sus manos se toparon, quedando en esa posición hasta quedar profundamente dormidos.

Luego de varias horas, no se levantaron de inmediato como usualmente lo hacían. Sorrento estaba totalmente acurrucado entre los brazos de Kanon, y éste sumergido en el cabello lila de su compañero, quien con suaves movimientos comenzó a despertar y darse cuenta de la situación. No dijo nada, sólo se quedó con los ojos cerrados disfrutando del contacto. Kanon, por su parte, dormía plácidamente. La noche anterior había sido larga y agotadora, aquel refugio era perfecto para descansar a salvo... Y ahora dormía entre sus brazos un hombre de piel muy suave, de labios delgados que tenía todo su cuerpo pegado a él. Fue entonces cuando decidió voltearse para evitar delatar lo mucho que le gustaba sentirlo así.

- Buenos días, Kanon.

- Buenos días, Sorrento. ¿Dormiste bien?

- Mejor que nunca - dijo volteándose a mirarlo - Esto es nuevo para mí. Me agrada la compañía...

- A mí también, para ser honesto.

- Es primera vez que duermo con alguien...

- Literalmente dormir...

- Así es. El otro dormir no ha pasado aún...

- ¿Nunca?

- Nunca.

- Vaya, no sabes de lo que te has perdido.

- ¿De qué me he perdido?

- Aún no sabes lo adictivo que es hacerle sentir placer a alguien... Y tú también sentirlo.

Sorrento estaba algo nervioso. Sentía cómo aquellos deliciosos calambres se apoderaban de su cuerpo.

- No sé qué me ocurre contigo... Esto será difícil, Kanon.

- Podría ser peor. - susurró - Me gustas, Sorrento. - el pelilila sintió cómo su cuerpo era recorrido por una exquisita electricidad
- ...pero no debo hacer nada más que protegerte.

- Está bien, lo entiendo perfectamente.

- ¿Aún piensas que soy el malo?

- De alguna manera.

- ¿Y tú eres malo también, Sorrento? Pareciera que acatas todas las órdenes y haces tu trabajo a la perfección...

- Tal vez mi lado malo será mandar todo al carajo - dijo mirando fijamente a Kanon, quien respiraba profundamente para controlarse.

Entonces Sorrento se movió, acercándose Kanon, quien lo miraba con la boca abierta. Entonces se aproximó a su boca y lo besó suavemente. Kanon no se movía, su corazón palpitaba tan rápido que apenas podía reaccionar.

- No debemos involucrarnos... No es conveniente... - decía Kanon, que apretaba sus manos para evitar perder el control.

- Dime que no quieres, y paro... - decía Sorrento lamiendo los labios quietos del peliazul.

- Sorrento... detente... - quería creer en sus palabras, pero sentía tanto placer que no podía evitar disfrutarlo.

- Dime que no quieres, y paro... - susurraba Sorrento que mordía los labios de su amante con suavidad, provocando algunos suspiros llenos de placer.

- Sorrento, ¿Estás seguro de que quieres cruzar ese límite?

Sorrento subió encima de él y lo besó con ganas mientras Kanon lo miraba todo el tiempo.

- Me gustas mucho, Kanon. Quiero estar contigo.

- Somos colegas... Debo protegerte... No podemos involucrarnos... No debemos.

- Lo sé - dijo tocando con sus manos el cuello de Kanon, cuyos dedos fueron a parar en su cabello, enredándose con fuerza.

- Presionas mucho, Sorrento... No debemos... - decía cerrando los ojos con fuerza.

- Dime que no quieres. Dímelo - dijo metiendo su mano por debajo de la polera de Kanon.

- No has estado con nadie además... No puedo... No debo... - susurraba mientras intentaba no olvidar respirar.

- ¿Y qué pasaría si quisiera que fueras tú...? - dijo tocando el abdomen de Kanon - ¿Qué pasaría si me entrego a tí...? - dijo deslizando su mano hacia el sur de su cuerpo.

- No sabes lo que dices... - decía Kanon mirando cómo las manos de Sorrento se acercaban peligrosamente a aquella parte de su cuerpo que palpitaba exigiendo atención.

- Sé lo que digo, sé lo que quiero - dijo besando a Kanon en los labios, introduciendo su lengua en la boca de su amante, quien aún se encontraba petrificado. - Te quiero a tí, Kanon.

Kanon lo miró unos segundos, y entonces su cuerpo despertó. Tomó la cara de Sorrento y lo besó intensamente, su lengua envolvía la de Sorrento con furia, se deseaban con brutalidad. Obtener respuesta a sus caricias lo hacía sentir vivo.

- Ven acá... Dijo tomando a Sorrento, acostándolo en la cama - te mentiría si te dijera que no quiero tenerte... - dijo sacando la polera de Sorrento - ... Y sé que no debemos hacerlo, pero no resisto más - dijo inclinándose sobre él para llenar de besos su abdomen mientras su amante lo miraba sorprendido. Nunca había estado así con alguien y se sentía increíble. - ¿Te gusta? - dijo deteniéndose un instante para mirar cómo el cuerpo de Sorrento reaccionaba a cada caricia estrepitosamente.

- Eres increíble.

- ¿Quieres más?

- Quiero todo.

Kanon volvió a besarlo intensamente. Sus manos se recorrían con furia, respiraban con tanta intensidad que de vez en cuando se escuchaban gruñidos.

- ¿Sabes hace cuánto quise hacer ésto...? - susurró Kanon dando algunos mordiscos en el cuello de Sorrento.

- No... - respondió con dificultad.

- No tienes idea... Pero aún no estoy seguro...

- ¿Seguro de qué...?

- De que esto ocurra... - decía pasando su lengua por los labios de su amante.

- No pareciera que no quieres...

- No me malentiendas, Sorrento - dijo mirándolo fijamente - quiero hacerlo, pero eso no quita que tenga dudas.

- ¿Dudas de qué?

Kanon se sentó en la cama dando un profundo respiro para calmarse, pasando su mano por sobre su calzoncillo para acomodar su miembro.

- Porque eres alguien a quien debo proteger...

Sorrento se levantó para abrazarlo por atrás y besar su piel desnuda.

- ¿Y...? - susurró mordiendo su cuello.

- Y porque eres virgen... Y yo no soy el hombre más suave y delicado del planeta...

- ¿Y...? - volvió a susurrar Sorrento, asegurándose de no dejar ni un centímetro de aquella piel desnuda sin besar.

- ... Que debo protegerte de mí. - dijo Kanon cerrando sus ojos - y presionas mucho, no tienes idea de quién soy.

- Sé quién eres. Sé perfectamente quién eres. - dijo parándose al frente de Kanon - y quiero todo de tí - dijo sacándose su calzoncillo frente a él, que lo miraba asombrado y excitado. Sorrento se agachó ahí mismo frente a él. - Te deseo.

Kanon dudó por un segundo, pero al ver a Sorrento frente a él sin ropa, claramente excitado y decidido, hizo que cambiara de opinión. Se puso de pie sin dejar de mirar a su amante, que lo miraba arrodillado frente a él.

- No podré decirte que no, ¿Verdad?

- Así es.

Las manos de Sorrento tomaron el borde de la delgada tela que lo separaba de ver a aquella criatura aprisionada, y la bajó lentamente.

- ¿Y ahora qué...? - dijo Kanon viendo cómo, en el segundo en el que quería terminar esa pregunta, Sorrento había tomado su miembro, colocándolo en su boca, balanceándose de adelante a atrás lentamente, provocando una corriente de placer que despertaba más aún el miembro de Kanon, dejando escapar algunos gemidos que erizaraban la piel de su amante.

Sorrento nunca cerró sus ojos. Miraba el cuerpo de Kanon reaccionando a sus caricias y su cara que se transformaba al sumergirse en aquel placer.

Kanon abrió sus ojos y tomó a Sorrento bruscamente, rompiendo la posición en la que se encontraba, y en un movimiento inesperado, lo lanzó a la cama con furia.

- Ya no puedo aguantar más - dijo Kanon con sus dientes apretados y una mirada perturbadora. Sorrento no se asustó, intuía lo que ocurriría a continuación.

Kanon se abalanzó sobre él con hambre, tocando su cuerpo con fuerza.

- ¿Qué quieres hacerme...? - susurró Sorrento al ver cómo Kanon se movía sobre él, frotando su piel.

- Pregúntame qué no quiero hacerte, Sorrento... - dijo masturbando a su amante.

- Si me tocas así, no aguantaré...

- No te contengas - dijo besando su cuerpo hasta llegar a su miembro, para luego con su lengua saborearlo.

- Kanon... Creo... Creo que... Necesito... Voy a... No me aguanto... - decía Sorrento respirando con dificultad.

Pero Kanon no se detuvo. Siguió con ganas, introduciendo un dedo en su entrada mientras lo hacía, tocando su interior con movimientos circulares que hacían que su amante gimiera desesperadamente, provocando un orgasmo tan profundo que hizo que Sorrento casi se desmayara. Luego de eso, Kanon lo miraba con sus ojos perdidos en excitación, posicionándose para penetrarlo. Sorrento apenas podía creer lo que acababa de sentir, cuando abrió sus ojos y vio a Kanon tomando su miembro, frotándolo en su entrepierna.

- Espero que lo estés disfrutando, porque esto recién comienza - dijo empujándose dentro del cuerpo de Sorrento lentamente.

Debido a que nunca había sentido algo similar, Sorrento estaba algo asustado, y aparte de eso, aún no lograba recuperarse del orgasmo que había invadido su cuerpo. Lo que estaba a punto de experimentar era nuevo y fuera de cualquier expectativa que podría haber imaginado...

Cuando Sorrento sintió cómo Kanon entraba en su cuerpo, creyó que su corazón se había trasladado a su garganta. La sensación era tan única y exquisita, que inmediatamente su cuerpo reaccionó con locura ante aquel contacto, enterrando sus uñas en el trasero de Kanon que se apretaba en cada embestida.

- ¿Te gusta? - dijo Kanon respirando en su boca.

- Ahá... - dijo Sorrento dejándose invadir por aquel placer nunca antes experimentado.

Kanon lo besó apasionadamente mientras aumentaba la velocidad, haciendo que Sorrento se perdiera totalmente en aquel instante.

- ¿Está bien así? - decía Kanon trabajosamente.

- Está... Es... Es lo más rico que he sentido en mi vida.

Kanon se levantó, apoyándose en sus rodillas sin dejar de rebotar contra el cuerpo de su amante. Tomó el miembro de Sorrento y comenzó a tocarlo, lo cual provocó ruidosos gemidos. Ninguno de los dos aguantaba más. Apretando las sábanas y cerrando sus ojos con toda la fuerza que podía, Sorrento sintió cómo su cuerpo se rendía, teniendo el orgasmo más intenso de toda su vida, mientras que Kanon gemía y temblaba al derramarse en su interior.

Ambos respiraban con profundidad. Kanon se recostó a su lado, agitado.

- ¿Te gustó? - dijo sin obtener respuesta. Sorrento apenas podía asimilar todas las sensaciones que había tenido.

- S... Sí.

- Tranquilo, respira - dijo acariciando el rostro de su amante, apartando algunos cabellos que se habían pegado a su cara debido al sudor. - Lamento haber sido tan brusco, no puedo ser de otra manera.

- Estuvo increíble. Es lo más increíble que he sentido en mi vida.

- Sí, creo que ya lo dijiste.

- No, en serio. Eres delicioso - dijo besando a Kanon - no puedo creer lo bien que se siente.

Kanon levantó una ceja y sonrió. Se sentía complacido.

- Aunque debo decir que no siempre es así...

- ¿Cómo?

- Así de rico. Depende de la persona con la que estés...

- Definitivamente no debe haber en este planeta alguien más delicioso que tú, Kanon. - dijo ruborizando a su compañero.

- Exageras.

- Lo dudo... Eres... Uff. Oye, ¿A tí te gustó?

Kanon se detuvo un instante a mirar la cara de su compañero.

- Eres lo más increíble que he sentido en la vida.

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