Capítulo 4: El Olimpo baja hacia los mortales

Una sombra se movía entre las avenidas de la vida nocturna en la ciudad de Berlín, unos tipos de elegantes sacos portaban sus armas para dar caza a aquél que los desafió, Phantam, el ladrón internacional.

El misterioso hurtador sacó de su bolsillo un teléfono inteligente perteneciente a un capo de la mafia, ahora se dirigía a un lugar seguro donde usar su computador portátil para empezar a desencriptar el aparato.

Mientras tanto, en algún lugar del mundo, Mei y Lissa se enfrentaban en duelo, cada una tomó una posición de defensa, no hablaron.

Lissa se lanzó directo a su rival, mientras que su contrincante usó aquéllas técnicas mortales, los golpes directos a los puntos de presión.

Sorprendentemente Lissa tenía una velocidad sobrehumana, para Mei esa rapidez a la hora de pelear sólo se comparaba con la que vio en Ray cuando lucharon en Kolasi.

De los colmillos de la mujer inmortal brotó un chorro a presión de un líquido carmesí, tomando la forma de un proyectil puntiagudo. El ataque impactó contra el hombro de la maestra de la Escuela de la Vida y la Muerte.

Mei, aunque herida se reincorporó a la pelea, sólo para volver a recibir el mismo tipo de ataque. Lissa se acercó a su agotada rival, y con brutalidad, todos sus golpes iban dirigidos directo a la cabeza.

La fémina ya no daba más, así que su rival simplemente la arrastró fuera de la plataforma. El rostro de Miranda era de estupefacción y enojo, simplemente era inverosímil para ella.

La voz robótica habló de nuevo:

-Siguiente combate, Miranda contra Marianna.

Mientras tanto, los gangsters seguían en su búsqueda, pero era infructuosa, simplemente aquél ladrón enmascarado no aparecería.

Phantam pronto encontró la manera de acceder a la información del dispositivo, subió toda la información a su computador y destruyó lo hurtado.

En otra parte del mundo, un muchacho corría desesperado tras salir de un cuarto similar al de un nosocomio, en el pasillo se extendía un color blanco en las paredes y cada ciertos metros estaba colgada una cruz.

Un hombre de gran tamaño se posicionó delante de él y le encaró:

-Nikola, será mejor que recuperes la calma, ahora mismo te ocupamos cuerdo para encontrar a tu hermana -dijo con una voz profunda.

-Adam, padre de los hombres, ¡Has visto el principio y verás el fin! El eterno enemigo de tu creador regresará, y lo peor de todo es que el padre del primer hombre...dejó su lugar a los paganos...simplemente...nos abandonó...

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