Capítulo 9: Guion
La primera vez que Sonic vio algo que lo dejó anonadado fue cuando logró observar tres zorros bajando de un auto con tanta gracia, uno de ellos contempló la casa antes de ingresar a ella, llevaba un títere consigo y lo abrazaba fuertemente, un adulto lo tomó de la mano para que ingresaran a su nuevo hogar.
—Parecen ángeles —murmuró el erizo de cuatro años—. Scourge, ¿son ángeles?
—No, son exactamente iguales y pueden parecer frágiles, pero son demonios disfrazados y se llevarán a los idiotas de color azul, la más grande es el mismo diablo —expuso el mayor tratando de intimidarlo con caras que Sonic solo vio en una serie que no se volvió a repetir, pero que, en sus sueños, aparecía como una pesadilla.
—¿En serio? —dudó preocupado. Sonic volvió su mirada al que llamó más su atención y retrocedió unos pasos temeroso por la idea de que fueran a asesinarlo.
—No, Scourge, deja de asustar a tu hermano —intervino Alena, su madre, desde la puerta de su vivienda—. Qué bien, llegaron, la extrañaba tanto.
—¿No te da risa ver su cara de pánico? —El erizo verde se acercó a ella para molestar a la pequeña bebé que cargaba—. Ay, Chaos, es horrible, déjala caer para que arregle su fealdad, dámela a mí, yo me encargo, tiene la misma cara estúpida de Sonic.
—Entra —le ordenó—. Usted también, jovencito.
Sonic giró en su dirección y empujó a su hermano para ser el primero en acatar el mandato, haciéndolo caer de bruces. El erizo verde se levantó de inmediato e hizo un gesto vulgar con una de las manos.
—¡Muérete, conche...!
—¡Scourge! —interrumpió su progenitora sorprendida y notablemente enojada por el mal uso del lenguaje. Sonic rio, mas no volteó ni un segundo, corrió hacia el balcón de su habitación para lograr ver a los nuevos vecinos, era emocionante para él. Llevó una silla para no agotarse y miró muy atento a la espera de su nuevo probable amigo.
Esperó mucho, podía oír el alboroto de la otra residencia. La familia recién se encontraba instalándose, lo más probable era que no conociera a nadie el día de hoy.
Ajeno a las discusiones internas del erizo, uno de los zorros se asomó por el balcón que quedaba delante de la habitación de Scourge, pero apenas y lo miró, es más, dio una expresión de repudio. Al cabo de unos minutos, el mismo niño volvió a aparecer y le regaló el mismo gesto.
Se sintió mal, mas continuó aguardando, aunque esta vez con un pequeño fidget toy para no aburrirse o para ofrecerlo como regalo; después de todo, no era suyo: no era su culpa que Scourge dejara sus cosas regadas por todas partes.
Comenzó una pequeña lluvia. No sabía en qué momento, pero se había quedado dormido, una gota en la nariz lo despertó. Suspiró y se estiró, resignado ante la idea de no poder conocer a ninguno de los nuevos vecinos, habría sido divertido, será para la otra ocasión.
—¡Yo tengo uno así!
Sonic se incorporó con rapidez ante el pequeño grito: un zorro, casi idéntico al que vio antes, estaba en el balcón a su delante, llevaba un muñeco y, para la sorpresa del erizo, tenía dos colas.
—Hola —murmuró maravillado ante la imagen que se le presentó, no podía ser un demonio disfrazado, se veía demasiado puro como para eso. El zorro brilló ante sus ojos.
—Mi hermano me lo quitó, pero sigue siendo mío —añadió el vulpino.
—Esto era de mi hermano —aclaró Sonic mientras mostraba el juguete en su mano—. Ahora es mío —declaró con altanería.
—Tal vez eso es lo que piensa Miles. Mi nombre es Miles, mi otro hermano también es Miles, pero el primer Miles tiene un segundo nombre, a mí me dicen "Tails".
—Mi nombre es Sonic... Me dicen "Sonic".
El menor de tres años de edad dio una ligera risa, una de sus colas se sacudió y la otra se colocó sobre la barandilla de mármol.
—Eso no es normal —examinó el erizo.
—No. —El más pequeño enrolló ambas colas y las ocultó detrás de él—. Miles dice que nos vuelve únicos —agregó ruborizado.
—Sí, tiene razón, no se ve mal, solo es raro, pero raro bueno, no raro malo.
—¿Cómo es "raro malo"?
—Como Scourge, ojalá no lo conozcas —respondió con una sonrisa. Tails viró un poco, como si algo hubiese llamado su atención, y luego giró hacia Sonic.
—Miles me habló, dice que eres una basura, ¿es raro bueno o raro malo?
Sonic quedó asombrado por unos segundos, gracias al vocabulario que su mayor manejaba, había aprendido el significado de algunas expresiones y sabía perfectamente lo que uno de los Miles quería decir.
—Se está criticando a sí mismo, dile que él es eso —determinó el erizo—. ¿Quieres venir a mi casa?
—¿Yo? —preguntó luego de mirar a todos lados, abrazó con más fuerza el títere que portaba y ocultó parte de su rostro detrás de él, dejando ver solo sus ojos.
—No, el árbol de acá abajo, sí, tú, ¿quieres venir?
—Me gustaría, pero no puedo —contestó, sus colas se separaron y revolotearon a su lado.
—Es para jugar, solo una hora.
—Mis papás podrían molestarse —respondió en un murmullo al mismo tiempo que una de sus orejas giraba en dirección al interior de su habitación para advertir la presencia de alguna persona.
—No veo que te estén cuidando ahora —expresó Sonic inclinándose a la izquierda para ver parte del cuarto de Tails, pero solo logró distinguir una cama debido a que la puerta abatible del balcón se hallaba entrecerrada.
—Mañana.
—Hoy.
—Esta noche.
—Esta tarde.
—En dos horas.
—¡Ahora!
—Está bien —afirmó el menor, retiró el títere de su cara y volvió a mirar detrás de él—. Les voy a pedir permiso, pero no creo que quieran que vaya solo y no quiero ir contigo en compañía de Miles, es muy molesto, no dejaría de fastidiarme. Mmm, ¿por qué no mañana? Mis papás están de mejor humor cuando recién despiertan, no me dirán que no, ahora están un poco ocupados y me pueden reprender.
Sonic resopló ante la propuesta, pero estuvo de acuerdo y se lo hizo saber. Tails se despidió de él y cerró la puerta cuando ingresó a su cuarto.
—"Me pueden reprender".
El cobalto viró hacia la derecha y, para su sorpresa, Scourge estaba en su balcón, quiera Chaos que no desde el inicio de la conversación.
—"Eres una basura". —El mayor carcajeó unos segundos antes de incorporarse e intentar ver por completo la habitación a su delante—. No te conoce y sabe algunas cosas sobre ti, en fin, ¿sabes si tiene hermana? No veo nada desde aquí y me urge una revista pornográfica, si no puedo tenerla, al menos quiero ver...
—Scourge, mamá ya te dijo que no hables sobre esas cosas, no es como si a las personas les agradara saber tus extrañas preferencias. —Sonic dio una muestra de asco y volvió su mirada al lugar donde vio por última vez al menor.
—Es mejor aprender por tu cuenta, a este paso, tú lo descubrirás cuando entres sin tocar a la habitación de mis padres o cuando decidas que Tails causa erecciones, ¿cuándo pasará eso? ¿Nunca? Los zorros son unas tablas, parecen las mesas del colegio. —El mayor tocó su puerta dos veces y prosiguió—: Así se escucharía si les das palmadas.
—¿Subiste para eso? —consultó Sonic, un poco disgustado por la falta de modestia de su hermano.
—Mamá dice que te alistes, las tablas vendrán a la casa, creo que Alena conoce a la madre del niño con el que estabas hablando; fue una promesa absurda, se iban a ver hoy de todas formas; vendrá con sus hijos, espero que tenga una hija, solo así valdrá la pena hacer el gran esfuerzo de no usar el modo incógnito.
—Bien, adiós, perdedor. —Sonic ingresó a su habitación con rapidez y cubrió sus orejas un momento para evitar oír la respuesta de Scourge. Una vez asegurado el silencio, el erizo se acercó a su cama y contempló por un momento el desorden que realizó en la mañana por intentar evitar que su madre lo llevara a la ducha, aunque el aseo valió la pena, ahora que lo pensaba.
En un instante, la basura quedó debajo de la cama y las pocas cosas que tenía quedaron en sus respectivos lugares. Scourge había aprendido a usar una habilidad que se tomó el tiempo de enseñarle con la intención de que huyera rápido de alguna escena del crimen, fue así como Sonic descubrió que su hermano era una persona de nula paciencia. La instrucción le sirvió, claro, ahora podía correr a una velocidad increíble, pero le costaba hacerlo por mucho tiempo; desconocía la razón de su molestia, no le importaba, nunca dijo nada, después de todo, el dolor que solía sentir en el pecho llegaba en forma de punzadas y en repetidas ocasiones desaparecía al cabo de unos minutos.
El menor abrió la puerta de su cuarto y salió con cuidado, no quería que su hermano bajara antes que él: hasta acciones como comer o hacer la tarea se convirtieron en competencia.
La suavidad en sus pisadas llegó a su fin cuando oyó la puerta de la casa abrirse, Sonic llegó a la entrada en un segundo, ignoró que Scourge ya estuviera en la sala, se centró en los invitados. Sentía una gran felicidad y todavía no lograba ver con claridad a la familia recién llegada debido al mareo que le provocó la velocidad que tomó, un pinchazo en el pecho y sacudió su cabeza para poder observarlos mejor.
Eran cuatro zorros, Sonic nunca había visto tantos de ellos, por lo que los estudió mucho: la adulta y más alta, Rosemary Prower, estaba detrás de sus tres hijos, se veía muy amable, tenía a dos de ellos de la mano, el tercero estaba aferrado al brazo de un vulpino de cabello negro, esa pareja no tenía diferencia alguna, o el erizo no la notó, ya que uno parecía el reflejo del otro. Sonic intentó saludarlos, pero ambos mostraron la misma mueca de aversión y se acurrucaron el uno al otro, poniendo la nariz en alto. El cobalto decidió intentarlo en otra ocasión, dirigió su mirada al zorro sin compañía y supo que se trataba del niño con quien habló momentos antes: los rasgos delicados y el aura con cero maldades que tenía lo delataron.
El menor tampoco lo olvidó, no actuó frialdad o desdén como sus hermanos, los otros podían ser demonios sin disfraz, pero este era un ángel. Tails miró hacia arriba, esperando la aprobación de su progenitora para corresponder, ella asintió y él caminó tímidamente hacia Sonic.
Alena y Rosemary se abrazaron antes de que ellos lo hicieran, los dos sonrieron, mas Tails volvió a ocultarse detrás del títere que siempre portaba.
—Deja esa basura —ordenó unos de sus hermanos una vez que los adultos se dirigieron a la cocina, por el término usado, el cobalto supo que ese era Miles.
—Sí, es de mal gusto —continuó el otro. Caminaban alrededor del menor como si lo estuvieran acechando, Sonic vio algo similar en películas de tiburones.
—El títere es increíble, no les hagas caso —espetó Sonic mientras intentaba apartarlos.
—¿Títere? —Uno de ellos abrazó a Tails por detrás y el segundo rozó su brazo derecho al pasar por su lado. El erizo se apartó ante el gesto innecesario, y más cuando intentó golpearlo con una de sus colas—. Estamos hablando de ti.
Sonic se desconcertó ante lo dicho, reaccionó cuando oyó a su hermano riendo, pero no perdió de vista a los trillizos.
A Tails no parecía molestarle, frotaban sus colas entre los tres y no paraban de darse muestras de afecto, en especial los que eran más idénticos, ya que el menor se alejaba inconscientemente de ellos para evitar el hostigamiento. El erizo esperó a que una acción celestial lo sacase de la situación de espectador incómodo, y la calma llegó cuando la oportunidad apareció, Rosemary llamó a sus hijos y ambos Miles fueron los primeros en obedecer.
—¿Te gustan las muñecas? –preguntó para romper el silencio. Tails asintió y miró detrás de él.
—A mí también, más cuando son reales, para manejarlas a mi antojo y eso sea más divertido.
Sonic viró y encontró a Scourge próximo a donde se encontraban, él no tenía la intención de lastimarlo, pero no sabía controlar sus palabras o mantener su boca cerrada cuando era debido, así que su imprudencia resultó un peligro para los más bajos.
—Scourge, no lo molestes, tienes la mala costumbre de meterte donde no te llaman —manifestó el erizo azul con molestia. Tails se acercó a él, como si sirviera de escudo.
—Bien, bien, mamá dijo que vayan a la cocina. Tails, ¿no tienes hermanas? ¿No quieres tener sobrinos?
Tails negó instantáneamente y se apegó más a Sonic.
—Desperdicio.
Cuando el mayor se retiró, Tails se enderezó y jaló un poco la mano de Sonic para llamar su atención, la cual ya tenía, aunque lo desconocía. Los ojos esmeraldas se dirigieron a él, el zorro se encogió antes de dar a conocer la razón de lo que hizo.
—Se parece a ti —comentó—. Pero está cambiando.
—Sí, es un milagro, sería incómodo que me confundieran con él —declaró el erizo con una mano en la cabeza—. No me lo imagino.
—A mí me confunden con Miles y con...
—¡Pero son diferentes! Ellos sí son iguales, no interesa, pero tú eres distinto. —Sonic notó cómo los ojos del menor brillaron y agregó—: Muy distinto.
—¿En serio? —El títere subió y cubrió su rostro por completo—. Nacimos el mismo día.
—Eres el zorro más bonito que debe existir.
—No es verdad. —Las colas del menor se movieron con rapidez ante el halago, escondía una risilla, Sonic deseó bastante poder verla.
—¿Quieres jugar?
—Debo preguntarle a mi mamá primero —murmuró. Sonic tomó su mano y lo guio hacia la cocina, colocó una mano en la espalda del menor para que no se quedara atrás. Cuando llegaron, vieron con horror, y en el momento exacto, cuando Miles golpeó con fuerza un paquete de harina y esta salió disparada hacia la cara de Scourge, quien estaba cerca de él para burlarse de la rareza de sus dos colas, pero se llevó una desagradable sorpresa. Ambos Miles rieron con exageración.
Sonic miró a su lado para ver la reacción de Tails ante lo ocurrido, este mostró una ligera sonrisa. Sonic no se derrumbó solo porque Scourge podía pisotearlo, ya que caminó enojado hacia otra parte de la casa y le importó muy poco chocar con diferentes sillas, las cuales terminaron volcadas.
Media hora después, todo estuvo en orden. La mesa donde se llevaría a cabo la merienda daba lugar a ocho personas. Sonic tomó asiento al lado de Tails, quien pareció no notarlo hasta que Miles o quién sea decidió dejar de hablar sobre lo divertido que fue casi asfixiar a Scourge.
Las señoras hablaron sobre su vida desde la última vez que se vieron. Ninguna sabía que la otra tenía hijos, Alena vio muy adorables a los vulpinos: no paraba de apretar las mejillas de uno de los Miles, acariciaba las colas del otro y fingía palpar la cabeza de Tails, quien bajaba sus orejas cada vez que ocurría.
Sonic lo vio divertido, él copió todas las acciones de su mamá. Tails reía por cada toque que le daba, sin embargo, Scourge pateó la silla del cobalto, ya que estaban frente a frente, y le indicó con su cabeza cómo se encontraban los otros gemelos ante lo que estaba haciendo, no se veían muy felices. A Sonic no le interesó, continuó mimando al vulpino a su lado.
Sonic logró, unos momentos después de terminar la merienda, que Rosemary permitiera que Tails esté con él. El cobalto lo llevó a su habitación e intentó convencerlo de jugar en la computadora, pero el zorro se negaba y miraba la caja de juguetes que el erizo tenía, el mayor incluso se colocó delante de esos objetos para bloquear su vista, mas Tails se inclinaba e intentaba ver el cesto. Bloquear y moverse de un lado a otro se volvió un juego; Tails le preguntó si podían usar lo que estuviera ahí, Sonic miró el títere en los brazos del Prower y supuso que él se veía interesado por cosas similares. Accedió.
Tails tomó algunos juguetes rotos y se entretuvo con ellos. Sonic abrió la puerta de su balcón y miró la habitación del menor, eso fue muy rápido, realmente esperaba que no le permitieran acercarse a Tails y tendría que ingeniárselas para llegar a él, buscaría una tabla que uniera ambos balcones y lo vería todas las noches.
O días.
Sonic negó con la cabeza repetidas veces antes de volver al interior de su cuarto.
—Mira, ahora es un ventilador.
Tails corrió hacia él con rapidez y le mostró lo que hizo con la basura que Sonic guardaba. El cobalto reconoció las partes usadas, se sorprendió bastante, hasta pensó que se trataba de una broma, lo cual hizo notar cuando preguntó de dónde lo sacó.
—Lo hice ahora, es para ti, puede fallar, usé cinta. Es un ventilador, también hice unos en casa, Miles leyó muchas cosas para saber si era legal y...
Sonic dejó de oír de repente, Tails era alguien interesante, alguien muy bonito y fácil de querer. ¿Era real? Hablaba con tanto entusiasmo, indicaba partes del "ventilador" que no entendía, pero que le hacían asentir para no quedar como un tonto. El vulpino usaba gestos y, ocasionalmente, una de sus colas rozaba la pierna de Sonic. Era tan suave, ¿abrazarlas sería como tener una almohada de plumas? Sus mejillas se tornaban de un color rojo llamativo, ¿estaba avergonzado? No, tal vez estaba cansado, parecía que le faltaba el aire para sus explicaciones. Tails tenía unos ojos tan azules, parecían de ensueño, Sonic solo vio ese color cuando Scourge le dijo que quería robar un zafiro; los zafiros son lindos, Tails tenía algo precioso incluso en sus ojos.
—Él no ayudó a Miles con la lectura, pero dibujó el proceso y lo hizo muy bien, ¿quieres ver cómo funciona? —La voz de Tails se apagó gradualmente, sus mejillas seguían sonrosadas, sus orejas bajaron un poco, pero se levantaban para oír una respuesta. Sonic dijo que sí, Tails movió algunas cosas dentro de lo que construyó y las aspas comenzaron a girar.
Tails llevó el ventilador hasta un escritorio y lo admiro más de cerca. El erizo estaba tan sorprendido con lo que se mostró que no le prestó atención a lo incómodo que se sentía Tails, quien estaba debajo de él, apoyado contra el mueble y riendo por la posición, puesto que Sonic soplaba ocasionalmente en su cuello y le provocaba cosquillas.
El cobalto dejó la costumbre que tenía Scourge con las niñas que iban detrás de él y le tomó un segundo enderezarse para ayudar a Tails a hacer lo mismo.
Tails aceptó la mano que le fue ofrecida, después caminó hacia el balcón y miró la puerta de su habitación.
¿Lo vería todos los días? Sonic simplemente debía dar unos pasos para desearle de todo, darle un poquito de cosas cotidianas: buenos días, buenas tardes, buenas noches. Sus dos hermanos eran muy afectivos, Tails también, aunque no llegó al punto de dormir con ellos porque apreciaba lo confortante de la soledad y tranquilidad a la hora de dormir.
Soledad. Tails, desde que su hermano mayor llegó —al cual solían decirle "líder"—, se sintió desplazado. Miles era pegado a él, pero llegó...
—¡Tails! —Sonic corrió hacia él y señaló el balcón contrario—. Nos veremos todos los días.
—Sí. Aún no conozco nada de este lugar, ¿tú sabes todo?
—Obvio —afirmó—. Te enseñaré todo, pero no ahora, es muy tarde.
—Mi cama está al lado de la ventana, veré la calle y te veré a ti cuando salgas de tu casa.
—Nunca te asomes tanto: mamá dice que la cabeza te ganaría y te puedes caer... —Sonic disminuyó la fuerza de su voz y levantó la mirada de Tails con un dedo al colocarlo en su mentón. El menor retrocedió un paso y miró al títere en sus brazos—. Deberías caminar mirando al frente, ese bonito rostro debe ser visto por todos. —Guiñó un ojo y el menor se encogió unos segundos—. ¡Quiero ver esos zafiros!
La felicidad de Sonic era contagiosa, tenía los brazos levantados producto de la intención de generarle confianza a Tails, y funcionaba. El menor bajó su marioneta y sonrió unos momentos.
—¿Quieres ver mi jardín?
¿Tenía jardín? El zorro asintió y Sonic lo llevó de regreso al primer piso, donde una guerra parecía estarse desarrollando en la cocina. El vulpino y el erizo continuaron entre risas, casi se sentía que estuvieran esquivando granadas.
—Está detrás de la casa, se ve mejor en el día, el sol ya se está ocultando, pero todavía se pueden apreciar mis flores.
—¿Tus flores?
—Mis flores, yo las planté —explicó colocando su mano en el pecho con cierto engreimiento—. Tenemos esta puerta trasparente, hace días las coloqué en la tierra —agregó. Tails ingresó al huerto y lo vio vacío, a primera vista, pero luego notó pequeñas hojas, diminutas plantas y pasto en ciertas zonas.
—Estos de acá... —indicó señalando la parte más grande del lugar—, serán girasoles; cuando florezcan, te daré uno.
Tails agradeció y acarició una hoja de las tantas que se encontraban rodeándolos—. Me gustan los girasoles, me dan ánimo, son muy alegres —comentó con regocijo. Se levantó de un salto y movió sus colas un par de veces antes de girar hacia el mayor.
—Sé que Scourge no causa una buena impresión y puede ser muy perturbador, pero me enseñó a hacer esto —comentó el cobalto antes de desaparecer. Tails abrió sus ojos con sorpresa, pero luego dieron una expresión de preocupación y pánico. Giró a todos lados buscando a Sonic, llegó al punto de preguntarle a los recién nacidos girasoles si lo habían visto.
El zorro miró la puerta del jardín preguntándose si podría salir y buscarlo, tal vez quería jugar.
Eso pensaba hasta que vio una ráfaga azul pasando por su lado, viró y encontró al mayor con una galleta en la mano, la cual se la ofreció de inmediato.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó desconcertado, pero feliz por lo sorprendente que le pareció la demostración—. ¡Eres increíble!
Una chispa de emoción inundó al erizo. Comentarios así solo recibía de su mamá y de su profesor, aunque de este venían cuando hacía estupideces en medio de la clase; ¡hasta olvidó que estaba a punto de desmayarse!
—Gracias —murmuró, apenas audible, ni siquiera estuvo seguro de si abrió la boca.
Tails había quedado incómodamente cerca e incómodamente en silencio. Prower pensó que, quizás, y solo si Sonic aceptaba, podía ser su amigo. No había hablado nunca con nadie más que solo con sus hermanos y el erizo era una extraña caja de sorpresas, se veía atento y tan despierto, a este Miles le gustaría tener algo así a su lado.
—¿Quieres acompañarme al parque? Mañana, mi mamá me va a llevar —invitó el mayor. Tails pensó un momento y dijo:
—Te acabo de conocer, aunque nuestras mamás se conozcan mucho, no sé si me dejará.
—Me conocerás mejor —expuso como un punto a favor de ser afirmativa la respuesta.
—Mi mamá podría molestarse.
—No será lejos, está a dos cuadras, Alena no verá problemas.
—¿Así le dices a tu mamá?
—A veces. No tengas miedo, podrías venir con tus hermanos, si quieres un ambiente familiar. Estoy seguro de que Miles y el otro Miles querrán estar con nosotros —manifestó en un tono sarcástico, sin embargo, para Tails, se oyó como una verdadera propuesta.
—¡Claro que no! Lo haré solo.
—¿Aceptas?
—Sí.
—¿Quieres que vayamos por ti?
—Mi mamá puede dejarme contigo —aseguró con una sonrisa.
—¡Tails! ¡Ven, cariño! ¡Nos vamos! —llamó Rosemary al menor de sus hijos.
—Ah, fue un poco rápido... ¿Me veo bien? —consultó mientras retrocedía dos pasos, como si quisiera que Sonic lo viera por completo antes de dar una opinión.
—Te ves brillante.
Y era verdad.
—¡Tails!
—Gracias, nos vemos mañana. —El menor se despidió al mismo tiempo que corría, agitando su mano y abrazando con fuerza el títere que portaba.
—Espero que sí —susurró el erizo viéndolo desaparecer cuando dobló la esquina—. Espero que sí...
Sonic sonrió tontamente, o así lo describió su hermano, y suspiró. Bajó la vista para observar a los girasoles que recién asomaban sus cabezas y que se enfrentarían a un nuevo mundo, en serio que le hacían recordar a Tails, tal vez era solo el color.
—Los girasoles son las flores más bonitas que hay en el mundo —aseguró para sí mismo—. Y Tails, el Prower más lindo que habrá por la eternidad.
Viró a la derecha para ver la casa del vulpino, ellos no tenían un jardín detrás, pero Sonic estaba confiado en poder llenar la vida de Tails con girasoles y caramelos, si hacía falta.
Estaba dispuesto a conservar esa amistad, se encargaría de que durara para siempre.
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¡Buenas nocheees! Espero que se encuentre bien <33.
No tengo comentarios. Aaaaaaah, hay sucesos que aquí no especificaré, pero en la obra que vendrá después sí estarán más explícitos y mejor explicados.
¿Se adivinan el nombre del primer Miles? xd, bueno, su segundo nombre.
Gracias por leer <3
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