Capítulo 6: Descanso
—Tails, mira, este eres tú diciendo lo mucho que te gusta Sonic.
Tails tomó el teléfono que tenía su hermano en la mano y lo arrojó a otro sofá.
—No lo recuerdo —espetó con los brazos cruzados. Miles había aprovechado su condición de "víctima del primer amor" para ordenarle decir algunas cosas, las cuales incluían: "Miles es el mejor hermano que existe", "me gusta Sonic más que los caramelos de limón", "rompí el consolador de Miles", "mis inventos no son buenos".
—Parecías estar bajo el poder de la hipnosis o de la simple estupidez, normalmente eres así, pero ayer fuiste demasiado lejos —afirmó Miles mientras asentía como si aún tuviera dudas sobre ello—. ¿Cuál es tu nombre?
—Es Miles. —Suspiró—. ¿Podrías borrarlo, por favor? No quiero que se lo muestres a alguien más.
—Tranquilo, solo Scourge sabe de eso.
—¿Scourge? —bramó. Tails sintió su corazón latiendo con rapidez y tembló ante una emoción desagradable.
—No le dirá nada a Sonic —aseguró, se acercó ligeramente al menor y le dio un pequeño golpe con el codo antes de levantarse del sillón en el que se encontraban para recargarse en el del frente. Recogió su celular con delicadeza y llamó a su pareja—. Si te hace sentir seguro, le diré que lo prometa.
—¿No deberías estar ahora con él? Tenías que ir a trabajar hoy. —Le recordó. Caminó hacia Miles y tomó asiento al lado del apoyabrazos, tratando de empujar a su hermano para poder descansar sus colas en él. Ante el bufido del mayor, Tails cambió de opinión y las terminó colocando en su regazo.
—¿Crees que podría ir mil cuadras más allá? Casi no puedo caminar. —Masajeó su cadera con resquemor—. Valió la pena.
—A mamá no le gusta que te sientes en el reposabrazos, para eso está el asiento —comentó como último intento de recuperar el lugar apropiado para sus colas.
—A mamá no le gusta que te sientes en el reposabrazos, para eso está el asiento —repitió Miles con un tono burlón—. No contesta, quizá sigue manejando.
—¿Por qué no te lleva él?
—Me llevará, está volviendo, pero no quería tener la conversación del video en el que revelas tus secretos aquí.
—¿Por qué?
—Scourge, hola, dile a Tails que no le contarás a nadie sobre las tonterías que dijo anoche. –Miles colocó el teléfono cerca de la oreja izquierda del menor mientras movía sus colas con afecto.
—Tails, prometo no decir nada sobre lo que dijiste en el video, lo de Sonic, ¿el consolador?, lo otro, ahora dale el celular a tu hermano.
El menor empujó el aparato hacia Miles y suspiró calmado. Se retiró de la sala principal y caminó hacia la cocina.
Esta parte de la casa era viva, además, era la que más ventanas tenía y, para alguien que no solía ir más allá de sus deberes, era muy informativa y pacífica. Su apariencia podía resumirse en una cocina nórdica: Tenía dos paredes de color azul acero y dos paredes blancas, no era de concepto abierto, mas tenía una inmensa puerta de marco blanco, como las ventanas, que la conectaba con la sala. Los muebles también eran del color claro, excepto por la encima, que era de una madera no muy oscura, y la cocina, que era gris. La mesa en el centro no poseía demasiados detalles, daba espacio para seis personas, era de madera y se veía elegante con las sillas a su alrededor, que eran blancas y sin gracia —como solía describirlas Miles—. Las ventanas eran grandes, rectangulares, de marco impecable, lunas limpias. Ya que en la residencia las puertas abatibles eran predominantes, aunque no en habitaciones privadas, las ventanas no fueron una excepción, a pesar de lo bien que se veían, Tails pensó que era un sistema anti ladrones muy inútil, Miles solía bromear con eso.
—Mejor coloquen un letrero que diga: "Ladrones, rateros, asesinos, violadores, curiosos, idiotas, bienvenidos a la residencia Prower, por favor, pasen".
Tres ventanas permitían la agradable iluminación natural de la cocina. Una se hallaba en dirección a la calle principal, las otras dos estaban del lado del pasaje, que era angosto y lo único que separaba a los Prower de los erizos de al lado. La habitación de Tails quedaba exactamente arriba de la cocina, pero este no fue digno de poseer las dos ventanas del lado del pasillo.
Miles no solo sí tenía las ventanas, sino que tenía un balcón entre ellas que, convenientemente, se llevaba poco más de dos metros con el balcón que Scourge también tenía.
No estaban cerca como para dormir juntos cada noche, pero sí para presumir algunos detalles de los que Tails hubiera preferido no enterarse; todo se resume en que no tocó la puerta de la habitación de su hermano y vio algo parecido a lo llamado "estriptis".
A Tails le daba risa el nombre, pero no lo que presenció ese día. Tembló ante el recuerdo y se apoyó con sus antebrazos en la encimera para observar la calle principal; era una vía de dos direcciones, no era inmensa, el menor agradecía que la zona fuera tranquila: no podía imaginarse una noche de cansancio con miles de bocinas sonando por segundo.
Scourge llegó. Como Tails sabía, o creía saber, lo que ocurría cuando eso pasaba, decidió permanecer en la cocina y se limitó a saludarlo cuando lo vio bajando de su auto.
Aún no podía creer por qué su hermano era físicamente más atractivo que él si eran gemelos.
Cuando la pareja se retiró, Tails cayó sobre una de las sillas que estaban cerca de él y pensó en las cosas que podría hacer ese día, quería aprovecharlo, y ahora más por la ausencia recurrente de sus padres.
No tenía ganas de mucho, ciertamente, pero quería hacer algo distinto.
En un día normal, aprovecharía esta soledad para volver a su mayor arte: la mecánica, mas a veces se daba un descanso y desde que despertó, debido a los picotazos de las palomas que anidaban en su ventana, supo que ese día sería una de esas ocasiones.
Desayunó hace más de una hora, le había tocado encargarse del aseo —Miles lo manipuló para que creyera eso, fue fácil debido a su pequeña "amnesia" retrógrada— y ahora solo debía encargarse de su almuerzo, merienda y cena.
Se levantó como si fuera una labor pesada y caminó hacia la sala principal, encendió la radio, que Miles casi destruye en un intento de probar lo frágil que era, y tomó un poco de dinero, de Miles, para salir a comprar. Un paso fuera de la casa, y un girasol dibujado en una hoja, lo hice enrojecer hasta la punta de las orejas. Miró a ambos lados desesperadamente, a la casa de la izquierda, para ser más específico. Al no haber señales de vida extraña o detestable, rodeó el dibujo de la flor que se hallaba en el umbral de la casa y continuó con su camino. La bodega no estaba lejos y, para su desgracia, era la única que había en toda la cuadra, por lo que hallarse con quien viva por ahí era muy común.
—¡Hola!
Tails miró arriba y distinguió a Sonic, dudó entre voltear para caminar miles de metros hasta el centro comercial o afrontar la situación que podría conducir a una burla futura por parte de su hermano.
Sin embargo, sabía por defecto que era más cuerdo que Miles, ya que su primer encuentro con Scourge en ese lugar casi concluye en una guerra civil, así que esto no podía ser malo ni grave.
—Buenos días —murmuró en respuesta. Sonic asintió y se hizo a un lado para dejar pasar a Tails, el hombre que atendía observó la escena con atención, aunque con un toque de apatía.
En todo el momento Sonic no le dirigió la palabra, solo paseó su mirada por el lugar y las cosas que el menor introducía en una bolsa. Al voltear, el erizo se enderezó y Tails sintió la tentación de correr hasta su hogar.
—¿Pasó algo? —preguntó. Sonic negó en respuesta.
—Como me diste a entender que la vida vegetal te importa muy poco, dibujé un girasol en... algo hecho de árboles, pero yo sí los cuido, ¿te gustó?
—¿Cómo estuvo la clase ayer? —interrumpió. Tails conocía muy bien a su propio salón, la mayor parte de los profesores rogaba por no enseñar en su aula, otro porcentaje se resignaba y un grupo lo amaba, así que la probabilidad de que hayan cansado a Sonic era alta.
Una ligera preocupación natural, por supuesto, no un interés producto de lo que ocurrió ayer.
—Genial, creí que sería un desastre —declaró con una sonrisa—. Por un momento pensé que tendría que usar las palabras que suele decir Scourge, todo estuvo bien, solo te extrañé.
—Ah. —Fue lo único que logró decir. Tails permaneció como un bloque de hielo entre una nube rosa hasta que volvió a sentir algo presionando sus labios y ciertas caricias en sus mejillas.
Si el hombre de la tienda no hubiera tropezado debido a la distracción que provocó la pareja, Tails no habría reaccionado de forma tan brusca.
No corrió, pero sí caminó como un soldado hasta su residencia. A sus espaldas, Sonic ayudó al señor de la bodega a ponerse de pie, ignorando el dolor creciente que sentía en el pecho y en el abdomen.
Tails pisoteó el dibujo del girasol, no por odio a su autor, sino por descuido y pena. Cerró la puerta, las ventanas, las cortinas y apagó la radio que dejó encendida. Luego de unos minutos, la calma volvió y, con ella, la música.
Una comida sencilla, el menor lo llamaba arroz tapado y Miles, carne con papas. La única razón por la que ese plato traía papas era porque Miles era demasiado exquisito como para permitirse gozar de algo con aspecto tan "demacrado".
Sintió cierta culpa, no le gustaba Sonic, pero permitió que le quitara parte de su virginidad —Miles moría de risa cuando Tails se refería así a mantener la pureza de cualquier parte de su cuerpo, incluyendo sus labios— y no se molestó tanto por ello.
En realidad, el lado Prower, influenciado terriblemente por su hermano, le indicó que dejara que fuera más lejos.
Tails imaginó lo que hubiera pasado si, en lugar de golpear a Sonic con ímpetu, hubiera hecho lo que Miles solía aconsejarle: invitarlo a la casa.
El menor rio ante el pensamiento y continuó con la preparación.
Llegó el mediodía. El vulpino dejó reposar la comida antes de servirla, se dirigió a la sala principal para apagar la radio y encender el televisor. Sus padres les prohibieron comer en esa habitación, pero ellos no estaban ahí y sintió que debía darse alguna recompensa por lo que estuvo soportando los últimos días.
Lo dejó en un canal en particular y volvió a la cocina para alistar todo. La bebida fue de estilo "Miles", lo que significa que fue lo más simple y vago con ella. Regresó a la sala y colocó su almuerzo en la mesa de estilo asiático, que se encontraba entre él y la televisión.
Triste. La película que estaba dando era triste, una película en la que se sentía tan mal por el protagonista, un can fiel que esperó a su dueño por tanto tiempo y, cuando lo vio, era porque había llegado su momento. Cambió antes de que comenzara a sollozar y encontró una película del mismo género, pero esta parecía comedia al inicio, Miles y él adoraban este filme porque siempre pensaban en la vida más allá de la muerte y porque era frustrante ver a tus compañeros sufrir y no poder hacer nada. Miles, en este aspecto, era muy contradictorio, pero Tails prefería no atacarlo y solo asentir. Tenía razón. En esta película el protagonista es un fantasma, pero trata de ayudar a su prometida contra el hombre causante de su muerte, para ello, cuenta con la ayuda de una señora muy graciosa. Tails lo dejó ahí.
Entre risas, y algo que casi termina en tragedia, terminó su almuerzo. El menor colocó sus colas en su regazo cuando el final estuvo cerca. Ya había temblado con la escena en la que la pareja consiguió la forma de volver a tocarse, incluso una imagen de Sonic llegó a su mente, pero la sensación no había desaparecido y, ahora que estaban en un momento crucial, se sentía ligeramente exaltado.
Continuó divagando.
Muy cerca de él, Sonic pasaba algo similar.
El erizo no era consciente del daño que se hacía a sí mismo al negarse algo que era vital para su cuerpo, pero ver a Tails le hacía dudar entre lo que era mejor para él y para el menor. Luego de almorzar la desgracia que Scourge preparó en la mañana como su primer intento en la cocina, continuó mirando el drama que se proyectaba en la televisión.
La casa tenía girasoles en cada habitación, por lo que la sala no pudo evitarlas. Sonic odiaba el tema de la residencia, en todos lados se veía el gris y, para él, ese era un color tan deprimente. Las flores que colocó le daban vida, sin embargo, discutía con su hermano sobre ello: Scourge consideraba que un color neutral brindaba elegancia, Sonic consideraba que un color neutral brindaba aburrimiento.
No pensó lo mismo cuando Tails usó una bufanda de ese tono, pero en su vida sin él lo detestaba y procuraba cambiarlo.
La marioneta del príncipe Sonic se hallaba acomodada correctamente en el sofá junto con una copia de la del príncipe Tails.
Amy había insistido en tener su propia versión de ellos, Sonic no lo vio lógico al ya existir los originales, así que le negó todo lo que le pidió y le dijo que, si quería hacer un reclamo, vaya a hablar con Tails, lo cual tampoco tuvo sentido: Sonic no le pidió permiso al vulpino cuando fabricó las marionetas. La eriza estaba a unos pasos de la casa de los Prower para exigir su autorización cuando el cobalto suplicó desesperadamente que no lo hiciera.
En realidad, ella solo quería hacer que las marionetas realizaran esa clase de actos de los que Sonic no era capaz, pero que Scourge repetía con Miles todas las noches.
El erizo miró como la pareja protagonista logró verse. Eso lo hizo recordar su propio reencuentro con Tails. El menor no tenía idea de quién era Sonic antes de El titiritero, pero Sonic recordaba a un Tails de cuatro años al que podía leer como si fuese un libro abierto.
Tenía presente muy bien la primera vez que se vieron, también cuando Scourge vio a Miles, pero esa era una historia más extraña y absurda, ahora que lo pensaba.
El fantasma besó a su prometida antes de irse al cielo. Sonic se sintió sumamente identificado con la escena, considerando que llevaba más de dos días sin medicarse, era casi un milagro que la impresión de besar a Tails dos veces no lo hubiera matado.
Se había retirado el reloj que portaba siempre, no sentía que lo necesitara, no tenía sentido si no iba actuar ante lo que la alarma significaba.
La película concluyó. Sonic apagó la televisión y miró a las marionetas a su lado con recelo.
El erizo sabía lo que una obra suya podía hacer en la vida de los demás. Jugó con ello con su hermano, a quien convirtió en un príncipe y lo unió con Miles, el resultado fue el que ahora presencia cada día. Lo mismo ocurrió con Silver, quien, prácticamente, se arrojó al suelo para rogarle que no escribiera sobre él y Shadow.
Sonic lo cumplió en un momento, pero luego le resultó imposible no maniobrar a Shadow y a Silver. Terminó haciendo unas marionetas de ellos, donde mantenían una unión mal vista, pero el resultado fue el mismo. El albino llevaba una relación con Shadow de más de dos años.
No era vudú, pero todo lo que escribía, y luego mostraba con sus marionetas, solía cumplirse.
Cuando tenía cinco años perdió el títere que Tails hizo para él. Al encontrarlo, a los once, tenía la cabeza dañada y un deterioro incurable, producto o coincidencia de ello, Tails lo olvidó. Sonic trató de arreglarlo y lo colocó en una urna de cristal, la cual lleva girasoles a su alrededor para hacerlo ver alegre.
Llegaban veces en las que detestaba haber creado a todas esas pequeñas representaciones, sabía que cualquier mal a ellos era una tragedia para el original, aunque ahora solo peligraban el menor de los Prower y él.
Descubrió que eso solo pasaba en sus manos, así que el haber entregado marionetas a los niños del centro no les afectaba a los auténticos en nada.
En verdad, el problema era solo con las primeras versiones. Sonic lo intentó con las de su hermano, quien se convirtió en el sujeto de experimentos. El primer rey Scourge que creó era el que se veía directamente afectado por el verdadero, pero al segundo no le pasaba absolutamente nada. El enlace del rey Scourge y Scourge desapareció cuando la obra que Sonic creó sobre su hermano y Miles terminó.
Mañana sería el último acto de El titiritero, hoy daría algo pequeño. Después de eso entregaría cada marioneta a su respectiva persona, esto era para no acumularlas, puesto que la marioneta del príncipe Silver y Silver ya no tenían una conexión, lo mismo con la marioneta de Miles, Shadow. La marioneta de Tails, sin embargo, ya estaba con el vulpino, con quien seguía teniendo un lazo.
El príncipe Sonic, de igual forma, mantenía su vínculo con Sonic, pero todo finalizaría cuando el erizo le dé un fin a El titiritero.
Al cobalto no le molestaba estar un día más al pendiente de las marionetas, pero le fastidiaba que nada de lo que escribió se cumplió.
Tal vez era coincidencia, se había sumido tanto en la idea de que todo lo que narraba se cumplía que, ahora que no ocurre, le resulta extraño.
Subió a su habitación, donde el balcón que tenía del lado del pasaje ya no se hallaba cerca al de Tails. Ahora solo veía una puerta sellada, de la cual el menor no tenía idea. Miles solía decir que destruyeron el balcón de su hermano para evitar la cercanía de malos pretendientes.
—Yo estaría ahí —le dijo a la pareja del erizo verde.
—Exacto, inexistentes Romeos. ¿Quién quiere despertar y encontrar al protagonista de una película de horror a su lado?
A Sonic le fue suficiente ver a Miles para saber que la respuesta sería "Scourge".
En la residencia Prower, Tails guardó el dibujo del girasol entre las hojas de Rimas y leyendas. Miró por la ventana de su habitación si habría de ver a alguna persona dirigiéndose al centro comercial. Se agotó luego de unos minutos.
El pichón en su ventana aleteó al divisar a Sonic, cuando picoteó la luna del menor, Tails ya estaba dormido.
- - -
El pichón quedó en modo: A este paso seré yo el primero en conseguir pareja.
¡Buenas noches! Lamento la tardanza. Más de dos semanas para recién subir un capítulo, ay : (
¿Alguien comienza ya sus clases? Mis clases de academia terminan esta semana, pero las de colegio inician mañana xd.
Estaré un poco atareada, pero no hay problema B ).
Este es un año importante para mí, quizá otorgue detalles sobre ello más adelante.
Gracias por leer, cualquier duda me la pueden hacer saber <3
<3
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