Capítulo 12: El nudo (fin 1/2)

Tails nunca había tomado un auto sin una guía exacta y clara. Tuvo que mostrarle la dirección a los choferes, algunos fueron amables y le indicaron qué ruta tomar, otros le gritaron que, si no lo sabía, se perdiera por otra parte. El vulpino se reponía cada vez que le dirigía una mirada a la marioneta del príncipe Sonic.

Tails, literalmente, sintió el impulso enorme de tener ese objeto consigo, tuvo que volver a su casa, a través del balcón de Scourge, con el temor de que su mamá estuviera, pero no se encontró con ella y ese fue un gran alivio.

Tails se asustó cuando el carro que tomó se fue por otra ruta. La idea que su madre le dio sobre gritar y saltar por una ventana antes de ser víctima de secuestro llegó a su mente, pero las demás personas estaban tranquilas y no compartían sus pensamientos.

—¿También vas a ese hospital? —Una abuelita señaló la hoja que el menor tenía, Tails le respondió que sí y le contó parte de su extraña situación. Para su suerte, seguir a la mujer mayor lo ayudó bastante a llegar al centro médico. Tails se sintió ligeramente extraño cuando se despidió de ella, le agradeció su guía y no paró de agitar su mano hasta que la vio desvanecerse delante de él.

El menor cerró sus ojos fuertemente, al abrirlos, trató de encontrarla, pero no la vio, miró a su alrededor y tampoco se veía, el hospital quedaba a unos metros, en sí, ahora se encontraba en una zona vacía, al lado habían ambulancias listas para salir, pero la señora no estaba por ningún lado.

Tails no creía en fantasmas, trataba de darle una explicación lógica a todo, a los catorce años comenzó a tener cierto recelo contra los espíritus cuando Miles casi se vuelve loco, fue como un impulso para odiarlos más, pero a veces sentía que no debía, como ahora, que ya podía entender por qué las demás personas en el carro lo veían mal y por qué el recepcionista intentó cerrar la puerta cuando la abuelita aún no ingresaba.

Oh, entonces estaba actuando como un idiota desde hace una hora, algo le decía que no debía hablar en voz alta.

Tails llegó al lugar, pero no al piso ni a la habitación y veía tantas ventanas que, aunque volara para encontrar a Sonic, se tardaría mucho.

Caminó hasta pasar por la puerta principal, tres guardias se encontraban vigilando, pero, cuando el menor giró, solo vio a dos.

Tails pensó en que se atrasaron en la fecha: era Navidad, no el Día de las brujas, en todo caso, en el sur de América no existía tal fecha, al menos no en su país.

Derecha.

Tails siguió las indicaciones de su supuesta memoria fotográfica y dobló la esquina.

Izquierda y de frente.

Tails observó el ascensor al final del pasillo, en el trayecto, vio que en una habitación una niña lo saludó mientras, detrás de ella, intentaban reanimar a alguien, pero ella se veía feliz, también llevaba una marioneta en su mano, esta tenía el cuello roto.

El zorro sacudió su cabeza para ignorar un poco el miedo y la curiosidad e ingresó al elevador.

En el suelo había un cuaderno, Tails no lo vio de lejos, eso no estaba ni cuando se acercó como para pensar que quizá no lo había notado. El menor iba a salir, retrocedió unos pasos antes de escuchar la puerta cerrarse.

Tails miró al lado y una persona había ingresado, pero no se detuvo a analizarlo, se agachó para recoger el cuaderno y notó que en la portada estaba escrito El titiritero.

El vulpino se levantó y ojeó para saber qué tenía dentro. El hombre a su lado carraspeó y Tails se sorprendió al saber que, con tan solo esa acción, supo quién era.

No sabía si ponerse a gritar en un lugar del que no podía escapar o ponerse a rezar a pesar de ser ateo.

Tails miró el espejo delante de él, podía ver a la persona de espaldas y, por el bien de su salud mental, esperaba que no se volteara para verlo cara a cara.

Debido al final que tuvo quien definitivamente estaba con él, Tails no sabía si lo vería tal y como se fue o tal y como la mayoría de personas lo recordaba. No es que ese hombre fuera amable, tampoco, no con él, por lo que cualquiera de las opciones lo asustaba.

—Voy a salir —murmuró al dirigirse de inmediato al panel de control del ascensor, una de sus orejas giró en la dirección del intruso por si acaso, medio en pánico.

—El ascensor nunca se movió.

Tails respiró hondo al oírlo y para que sus colas no se erizaran más de como ya se encontraban, presionó un botón y esperó a llegar a su destino.

Pasaron cinco minutos y él seguía aguardando.

—No se moverá.

—Gracias —siseó el menor sin voltear, golpeó el objeto como si quisiera arreglar un monitor y volvió a intentarlo. Un estilo de la moda que Miles llamó "anticuado", a esta persona a su lado realmente no le interesaba, Tails retiró la mano del control un segundo antes de que el filo de una espada pasara por su delante.

El menor presionó con fuerza la marioneta en su mano y casi dejó caer el cuaderno.

—Debes abrir esa cosa —ordenó el mayor—. Léelo.

Tails miró el cuaderno que portaba y luego se armó de valor para girar.

Contrario a lo que pensó que vería, Patch seguía pareciendo una persona ácrona y con un aspecto que podía atemorizar. Habían pasado dos años desde la última vez que lo vio, le resultaba una situación incómoda debido al patrón que siguió en ese tiempo.

Esa es para otra historia.

—¿Para qué? —preguntó el menor. Tails miró la pasta del cuaderno y notó el nombre de Sonic escrito a mano debajo del título. Dentro había un guion, hojas sueltas, dibujos mal hechos, el vulpino leyó las primeras líneas y las reconoció como el resumen de lo que trató la primera presentación de marionetas, él no la vio, pero Silver le contó algo muy similar. Siguió revisando hasta llegar a los actos que llegó a presenciar, desde que se vio a sí mismo discutiendo con su padre hasta la escena donde, por alguna razón, apareció su hermano, pero las demás hojas estaban vacías. Tails levantó un poco la mirada para pensar en la razón, notó de inmediato que eso se debe a que el erizo tuvo que inventar el último acto unos minutos antes de salir frente a todos, debido a que Tails fue un poco desconsiderado.

—¿Cómo se me ocurrió hacerlo ahí mismo? Bien pude esperar a que todo terminara. —Se reprochó en voz baja. Volvió su vista al cuaderno y notó que un párrafo desapareció—. ¿Qué pasó? —giró para enfrentar al coyote y levantó el cuaderno para señalarlo con una mano libre—. Silver me dijo que Sonic la terminó, pero aquí falta contenido.

—No faltaba hace unos minutos —respondió más como una llamada de atención. Tails miró el cuaderno de nuevo y presenció cuando una página se borró, pero también cuando apareció una línea.

—Es una broma, ¿verdad? Tú no podrías estar aquí y yo tampoco, no puedo salir por tanto tiempo sin permiso de mis padres, no le haría caso a Miles porque sé que nunca hace cosas pensando en mí...

—No vine porque yo quiero, alguien me mandó —interrumpió. Tails miró las hojas y notó que se borraron al menos tres páginas.

—¿Y por qué pasa esto? —preguntó intranquilo.

—Él sí la terminó, pero tú lo incitaste a cambiar el final y eso llevó a que ese guion se modificara —indicó con la mirada a los apuntes—. Se está borrando porque el dueño está muriendo.

—¡¿Ah?! —Tails observó tres líneas desaparecer y buscó entre las hojas alguna señal de recuperación, en su lugar, encontró que el final tenía una fotografía de cuando era pequeño, estaban su mamá, la mamá de Sonic y ellos dos—. Miles no mintió, eso es nuevo, ¡¿cómo que está muriendo?!

—La escribió, explicarte cómo llegó el libro a él sería largo, solo debes saber que, cuanto más contenido pierda, más se debilita el autor, y viceversa.

—¿Eso es mi culpa? —consultó buscando un bolígrafo en su alrededor, pero en el ascensor no había absolutamente nada.

—No, está destinado a pasar, no importa qué hagas. En realidad, tú no debías estar aquí cuando eso ocurriera, nadie quiere estar presente en la muerte de alguien.

—¿Viniste a arruinar mi vida? —Tails miró el cuaderno y notó, con alivio, que apareció un diálogo, pero de inmediato desapareció junto con tres más—. Esto no es real.

—Ah, Tails. —Patch se enderezó y guardó su espada—. No llegues a ese piso.

—¿Por qué no?

Tails podría jurar que el mayor se rio, negaba las cosas que susurraba para sí mismo. El vulpino miró la marioneta y el libro que tenía.

—Porque solo llegarás para matarlo.

El menor sintió al elevador empezar su recorrido, el coyote ya no estaba y Tails vio, con horror, que iba a subiendo piso tras piso de manera que le resultó rápida debido a su creciente miedo.

No lo detuvo de nuevo, presionó otro botón y tanteó para lograr bajar, su ritmo cardíaco se alivió cuando descendió a la segunda planta.

Las puertas se abrieron y el zorro salió de ahí rápidamente, caminó entre las personas que esperaban el ascensor y dio traspiés cuando una camilla lo golpeó en la cadera. Tails tomó asiento frente a un consultorio que indicaba "neurología", una señora se encontraba a su lado, veía su teléfono y reía junto a su hija.

—El príncipe Sonic —señaló la menor. Tails miró la marioneta en su regazo y le dio una sonrisa, pero que se desvaneció al recordar lo que ocurrió hace instantes. El cuaderno se iba volviendo cada vez más vacío, para la frustración del vulpino—. ¿Sabes...?

Tails detuvo sus palabras cuando notó que la señora reía sola, no había nadie a su lado. La mujer mostró su fondo de pantalla y una imagen de la ñiña apareció. Prower no quería pensar en que la pequeña también fue una alucinación, tocó el hombro de la mayor levemente para llamar su atención.

—¿Cree que me pueda prestar su teléfono? Por favor, quiero hablar con alguien.

—Sí, no hay problema, solo no huyas con él.

Tails sonrió en agradecimiento y marcó el número de su tocayo. Como de costumbre, Miles no respondió, pero lo haría debido a la insistencia.

O, en caso de que sea Scourge quien tenga el celular, no contestaría nunca.

¡Qué! —Oyó la voz fuerte de su hermano en la línea.

—Miles, soy yo. —Bajó un poco su oreja—. ¿Estás arriba? Digo, ¿estás esperando algo? ¿Qué dijeron?

Ah, no lo sé, salimos del hospital, Scourge casi se desvía a un hotel y tuve que golpearlo para llegar a un parque, ¿por qué?

—Quería saber si hubo una complicación —explicó brevemente.

Tails, un rato. —El menor escuchó a través del teléfono como si un saco hubiera caído con gran fuerza en el suelo—. ¿Dónde estás?

El altavoz del piso llamó a un doctor a fuera de las instalaciones, Tails supuso que ahora Miles sabría en qué lugar se encontraba, se ahorró un argumento.

Aj, de acuerdo. Ni siquiera ha llegado el corazón, así que prácticamente el hermano fracasado de Scourge, perdón, Sonic, está muerto hasta que un milagro mate a alguien para que él viva, un momento.

Tails volvió a esperar a su mayor, esta vez escuchó gritos y fue testigo de una pelea, en la cual, por alguna extraña razón, su hermano ganó.

Tails, solo no subas, no debe ser difícil para ti, ya que te encanta parecer un perro obediente. Si Alena te ve, me detestará, y si eso pasa yo mismo iré a matarte.

Miles colgó y dejó al menor con una objeción en el aire. Tails bufó por no defender su persona, pero no se sumió en una inmensa cólera, pensó en que no era un momento para energía negativa y le entregó el teléfono a la mujer a su lado. Inmediatamente, una señorita del área de psicología la llamó, Tails volvió a ver a la niña de antes y, esta vez, escuchó que le indicaron a su madre: "depresión".

Tails estaba cansado, aceptaba que comenzaron a ocurrir cosas extrañas, pero ahora solo veía lo negativo de todas esas situaciones.

Empezó a caminar por la edificación para despejarse. Miles le dijo que no llegó un corazón, lo que debía significa que habría un trasplante. Recordar la experiencia más cercana que tuvo hace tres años en el tema fue doloroso, Tails solía mostrarse estoico cada vez que le recordaban ese momento, pero realmente sufría y no era capaz de tranquilizar a alguien, lo que también lo hacía sentirse inútil y solo preferir ignorarlo.

Tails encontró una botica en el primer piso, consultó por un lapicero o algo que sirviera para escribir, le entregaron un lápiz y eso fue suficiente.

El menor no sabía qué estaba haciendo cuando empezó a leer el guion para memorizarlo y escribir los diálogos que se borraran.

Ese cuaderno era raro, en apariencia era uno simple y normal, uno que cualquier persona ve en los estantes de un sinfín de librerías, pero esa era la cuestión, uno mágico que no lucía necesariamente como si hubiera sido creado en el siglo V antes de Cristo, con hojas salidas o amarillentas y moho en la pasta. Este objeto era mágico, se acomodaba a la época y necesidad de su dueño.

No era un cuaderno "cumple deseos", la persona que lo fabricó habitó en un momento injusto, quizá con la esperanza de mejorar otras vidas, le dio la función de intervenir en la realidad. No directamente ni tal y como sea escrito en sus hojas, no, era más como una guía y el propio cuaderno sabía qué hacer realidad y qué dejar en la mera fantasía.

De mano en mano y año tras año, se fue modificando y su interior sirvió hasta de diario, portador de dibujos, hacedor de aviones, apuntes, limpia pisos, para probar la tinta de lapiceros y como guion de historias.

Conoció buenas historias, algunas nefastas, perversas, románticas, de terror e inocentes. También se consideró un sobreviviente, no entendía por qué pequeños maltratadores osaban arrancar sus hojas. Algunas veces lo entendía, las personas necesitaban hacer una lista de última hora, anotar un número, una encuesta rápida, él lo entendía. Sin embargo, ¿por qué los aviones? ¿Por qué las cartitas de amor que terminaban en la basura? ¿No es mejor dedicarse a algo que valga la pena? Ni hablar de los horrores que presenció, realmente cansado de ver mala ortografía por parte de aquellos que dicen ser el futuro del país, estuvo a punto de expirar.

No era su obligación continuar ayudando, era solo un cuaderno, dale la característica que quieras, no tiene vida propia. La persona que lo fabricó seguía cuidando de él, todos los siglos, y esa era la razón por la que nunca acabó en la basura.

Este objeto llegó a Sonic una tarde mientras su familia estaba en el parque, el erizo no lo había notado hasta que Scourge lo tomó del suelo y se lo aventó a la cara. Sonic, ya en la enfermería del lugar, no sabía de la suerte que tuvo, es decir, le pudo caer en el ojo y no en la frente.

Casi como ocurre con un ser vivo encariñado, este cuaderno se fue con él. Sonic lo volvió a ver en una librería y decidió que lo tendría. El cuaderno, al saber de su próximo portador, se limpió por completo, las hojas que le faltaban volvieron a crecer, las abolladuras y manchas se borraron y quedó como nuevo para ser entregado a la madre del erizo.

Sonic no sabía en qué emplearlo, en primera porque no era el cuaderno que quería, él pidió el de al lado, el que tenía un diseño único en la pasta, pero su madre lo ignoró y eligió otro, más económico y simple; en segunda porque no lo necesitaba, era fin de año y ya nadie compra útiles escolares en diciembre.

La oportunidad llegó. El erizo grabó su nombre en la portada y, arriba, el título de la pequeña presentación de títeres. Sonic se llamaba a sí mismo "titiritero", siempre veía el títere de Tails como una especie de inspiración, esto el cuaderno no lo sabía, claro, pero era lo que ocurría en su entorno.

Y así como llegó a Sonic, también se marcharía. El cuaderno no podía llegar usado a su próximo dueño, debía limpiar sus hojas, ese es el porqué Tails veía el guion de la obra del erizo desaparecer.

No se borrarían esos escritos si tan solo no hubiera un nuevo dueño. El destino dictaba que ya no había razón para continuar guardando los apuntes del mayor. Tails, con el simple hecho de hacer una línea en las hojas, sería el siguiente portador y eso significaba matar a Sonic.

Solo que él no lo sabía, Patch no estaba realmente feliz de ver a alguien ser feliz y no fue muy claro con su advertencia.

Tails tomó el lápiz sobre la hoja, pero se detuvo antes de reescribir lo que no volvió a ver. Ni él estaba seguro de que funcionara, y menos mal.

Eligió no subir por el ascensor. Podía, pero no quería volver a tener una sorpresa indeseada, por lo que usó las escaleras del hospital.

Al llegar al piso donde esperaba encontrar a la familia del erizo, notó con desagrado que ahora debía buscarlos, porque el camino por el que fue lo dejó en el otro extremo de la edificación.

Tails estaba cansado, deseaba no volver a tener que vivir algo así. Dobló una esquina y retrocedió casi de inmediato, un sentimiento de culpa lo llevó a meditar sobre qué estaría haciendo si tan solo no hubiera conocido al erizo: Sonic estaría "bien" y el zorro tendría una Navidad "tranquila".

El menor quería ingresar por la puerta abatible por donde solo entraba y salía el personal, quería llegar a la habitación de Sonic, pero no podía porque eso implicaba pasar por delante de la familia del cobalto. Tails tuvo un recuerdo cálido de la ocasión en la que besó al erizo, pero esa evocación se fue tan rápido como llegó cuando se dijo que no debía pensar algo como eso sabiendo lo que su gran falta de paciencia y control de palabras provocaron.

Le dio la vuelta, debía encontrar otra manera, y la había; en las series de medicina que solía ver siempre se mostraban varios pasillos que llevaban al mismo punto, por tanto, había múltiples formas ilegales de llegar a Sonic.

Sin embargo, recordó que ya sabe en qué planta se encuentra, por lo que descartó sus ideas anteriores y se propuso simplemente buscar la ventana donde pueda ver al mayor, por lo que ahora debía buscar una ventana por la cual salir.

Resultó que, por más que buscó y solo encontró unas donde ni sus colas podrían pasar, no había ninguna adecuada, pero sí encontró un espacio abierto como imitación de un parque, aunque todo era artificial.

Eso era bueno y malo, tenía dos formas de bucar al mayor: saltar del edificio y todos pensarían que es un suicidio o volar desde el suelo y todos pensarían que es un evento paranormal.

Ninguna de las opciones era relevante, notó que ni siquiera se alarmaron al ver un zorro de dos colas.

Tails las enrolló y finalmente giraron como un hélice, una pequeña alegría llegó a él cuando recordó cuándo fue la última vez que hizo eso, nunca voló a un gran altura y tampoco solo.

Giró a la derecha procurando no ascender ni descender demasiado o tendría que empezar todo de nuevo. Hallarlo fue sencillo, lo complicado fue encontrar donde bajar, la ventana de la habitación de Sonic estaba cerrada; Tails iba a tocar el vidrio hasta que notó que la ventana del lado estaba ligeramente abierta.

El paciente desconocido lo observó asombrado mientras el menor se tomaba la molestia de cerrar hasta las cortinas despreocupado de que las personas normales no ingresaban desde una altura de 15 metros, el enfermo rápidamente le ordenó que se fuera por donde vino.

Prower se disculpó y corrió fuera del cuarto, ahora sí para llegar a Sonic.

Ingresó al lugar con cautela, cerró la puerta detrás de él y caminó despacio hasta el lado derecho del erizo. El zorro observó las máquinas que lo monitoreaban, llamó su atención el de eventos cardíacos y uno pequeño porque mostraban los latidos cuya irregularidad no cesaba, se evidenciaba que algo estaba mal, pero seguía vivo.

En palabras crueles de Miles: Sonic podría morir ahora y Tails no sabría qué hacer.

También fue desconcertante que, a pesar del estado delicado de su posible futura pareja, no había nadie haciendo guardia.

El vulpino dejó el cuaderno sobre la mesa y al títere sobre Sonic.

—Llegué —murmuró por si acaso. Retiró a la marioneta medio en pánico puesto que no sabía si algo como ello lo habría incomodado—. No sabes qué pasó hoy, todos están preocupados... Yo también, mis papás están enojados, no creo que estén felices, quizá sea la última vez que te vea.

Tails suspiró y tomó asiento en un banco cercano.

—¡Ah! Tu guion se está borrando, debes hacer algo. —El menor tomó la mano de Sonic con la intensión de que el cobalto volviera a escribir lo diálogos, pero se perdió cuando un sentimiento de comodidad lo invadió, recostó su cabeza en el brazo de Sonic y permaneció allí pensando de qué manera podía ayudarlo—. Deberías vivir, nunca tuve un amigo, suelen dejarme de lado...

Fuegos artificiales empezaron a sonar, se oían lejanos, Prower vio el reloj en la pared y notó que al fin era 25 de diciembre, por fin Navidad.

—Viva la contaminación —susurró. Tails miró al mayor y luego volvió a apoyarse en él, unos minutos al menos antes de que la familia del cobalto llegara y quisiera echarlo de ahí, no quería alejarse demasiado.

—¡Tú! No puedes estar aquí, solo pueden ingresar los familiares.

El menor se incorporó con rapidez ante el grito. Una señora se encontraba en la puerta, por la vestimenta, Tails supo que era un enfermera.

—Lo sé, pero no me dejarían entrar, solo un momento...

—No, afuera —señaló. Tails miró al erizo y luego la puerta, cedió apenado por el corto tiempo que logró estar con el mayor. Apenas si dio un paso fuera del cuarto, la enfermera cerró la puerta. El vulpino intentó distinguir a través de las persianas qué era lo que haría, la veía cambiar algo relacionado con los tubos, pero era tan rápida que a Tais lo inquietó pensar que no lo estaba haciendo bien.

Cuando la trabajadora salió, el menor optó por seguirla, no quería enfrentarla de nuevo si lo encontraba con Sonic.

—¿Cuánto tiempo le da? —preguntó. La enfermera continuó leyendo, escribiendo, pensando, parecía absorbida por su trabajo, Tails pensó que no tendría una respuesta.

—Por algo se les indicó a los familiares que busquen donante, creí que ya lo habían comunicado.

—¿Cuánto tiempo? —insistió.

—Solo esta noche.

Tails se detuvo mientras la enfermera continuaba su recorrido, se negaba a creer ese poco tiempo.

—¿Por qué? —Intentó saber el menor al alcanzarla.

—¿Cuánto tiempo le darías a una persona sin corazón y cuya única forma de vivir es tenerlo? La asistencia ya no sirve en él, si no pueden lograrlo, entonces ya pueden ir comprando una corona fúnebre.

—Eso es cruel —expresó el menor levemente alarmado.

—Pasa todo el tiempo —dio la mayor como respuesta, paró frente a un pizarrón y continuó escribiendo en su tableta.

—¿Puedo donar?

—No es como si fuéramos a quitarte una parte para que ambos sigan viviendo, niño, necesita un corazón por completo y no podemos matarte para ello, en tu caso necesitas mucho papeleo.

—¿Pero puedo? —reiteró.

—No, eres pequeño y se requiere un corazón compatible.

—Me salvó una vez —declaró.

—¿Y por qué quieres donar? Si te quiso vivo antes, te quiere vivo ahora.

Tails comparó este comentario con el que hizo su hermano y aceptó que había razón en él, pero se sentía mal por no poder cambiarlo.

—¿Puedo estar con él?

—Hijo, por mí puedes hasta casarte con él, no es mi problema.

Tails sintió sus mejillas arder con gran intensidad. Negó ante lo dicho e intentó explicarse mejor, pero solo tartamudeó incoherencias.

—Bien, no te esfuerces. Tolero tu presencia aquí porque sé que puede ser complicado, si vas con él, ¿prometes no seguir preguntando?

—Sí —afirmó con una sonrisa, todavía nervioso y temblando por lo anterior.

—Ve.

Tails corrió a la habitación de Sonic, ingresó y volvió al lugar a su lado.

—No quiero casarme contigo —murmuró más para él que para el erizo—. Primero tengo que construir mi avión.

El menor buscó a tientas la mano del mayor, se sintió un poco como en las novelas de las que su hermano y él solían burlarse, pero por eso mismo no dejó de mirar el rostro de Sonic: sería muy raro si agarraba su mano y el erizo lo estuviera viendo.

Al tomarla, sintió frío, mientras su propia temperatura corporal era caliente, la del cobalto estaba fría, no como para correr a llamar a la enfermera, pero sí para ver con recelo la máquina de eventos cardíacos.

—¿Te has preguntado cómo se siente una desilución repentina? —susurró el vulpino—. El "primer" día que te vi me hiciste sentir esas cosas que normalmente pensaba que no existían, pero otra vez lo arruiné y de nuevo estás mal por mi culpa, supongo que es una señal del destino diciéndome que no debo interactuar contigo. —Tails se levantó sin soltarlo y se inclinó levemente hacia él—. Yo no creo en el destino.

Apretó. El menor sintió esa presión en su mano y miró repetidas veces entre Sonic y un punto en la nada.

—Hazlo de nuevo —ordenó de forma suave, pero con desesperación en sus ideas. El erizo lo volvió a realizar; Tails no sabía por qué sentía ganas de llorar, no tenía ninguna relación oficial con él y no debería estar ahí tampoco, pero fue una de las mejorar cosas que presenció en el año—. Ya, tranquilo —musitó para sí—. Sin esforzarte demasiado, presiónala si me escuchas, ¿sí?

Lo sintió de nuevo.

—Entonces, ¿oíste todo lo que dije?

Sonic respondió de la manera en que había estado haciendo. Tails suspiró avergonzado, y pensar que estuvo a punto de desahogarse con el erizo, habría podido hasta contarle sus planes de vida y el cobalto lo habría sabido todo, hasta la sección sensible en las colas.

—¡Tu guion está desapareciendo! No sé qué hacer o qué significa realmente, no entiendo nada de lo que está pasando y creo ver gente muerta, ¡así no imaginé que sería mi Navidad! Yo también quiero presumirle mi novio a mi hermano y quiero pasear con alguien de la mano. ¡Ah! Tengo tu títere, se fue conmigo, me ha acompañado todo el tiempo... ¡No quería decirte esas cosas! —estalló en pequeñas lágrimas finalmente, por un momento pensó caer sobre Sonic, pero eso sería contraproducente, por lo que terminó sentándose en su banco con fuerza y con el labio inferior mordido—. Parece que no supiera pensar por mí mismo, los demás toman decisiones por mí y mi cerebro se apaga en lugar de usar su capacidad para encontrar la forma inteligente de huir de esos conflictos.

Sonic volvió a presionar su mano, incluso llegó a hacer una mueca. Tails iba a levantarse para retirarse de la habitación, llamaría a la enfermera y esperaría a que le confirmen que él estaba bien, lo vería pronto y la próxima Navidad se estarán recordando toda esa historia tonta de por qué Tails no aprendió a pensar emocionalmente hasta que alguien importante en su vida estuvo a punto de morir.

El menor sonrió como si Sonic lo estuviera observando, iba a separarse del agarre del mayor, cuando la puerta se estrelló contra la pared por la rudeza con la que la abrieron. La señora Alena estaba ahí, Amy estaba ahí, pero se suponía que se debía quedar en casa.

—¡Fuera! —mandó la mayor, Tails sintió una chispa traviesa que se rebelaría y le diría que no, pero le duró menos de un segundo.

—Yo también quiero verlo —dijo. Alena miró al cobalto y luego al vulpino, deteniéndose en las manos entrelazas, el zorro lo notó y la vergüenza volvió a él—. Me voy a casar con él.

Tails se sintió un poco ridículo y estuvo muy cerca de reírse, todos sus hermanos habían dicho eso en algún momento de sus vidas y ahora fue su turno. Al menos no lo dijo frente a un enojado Amadeus Prower, su padre podía borrar esa idea de una manera rotundamente cruel, según lo que había visto.

—¡Largo! Es mi hijo y eres la razón por la que está así, ¿no? —espetó la eriza. Tails se sorprendió por ello, giró ciento ochenta grados para ver al cobalto y después a la mayor, negó con la cabeza. Alena, quizá por desesperación, había alzado la mano con la intención de golpearlo, Tails iba a levantar los brazos como un acto instintivo a la agresión, pero no pudo porque Sonic presionó su mano izquierda con fuerza—. Vete, no te quiero ver, ¿ningún Prower puede entender eso? Tu hermano es otro niñito igual. —La mayor se hizo a un lado para que Tails pudiera bordear la cama y retirarse. El zorro notó con decepción que estaba siendo inoportuno, viró hacia el erizo, se acercó a él con cuidado y le susurró:

—Debo irme, nos veremos luego, ¿verdad? —Tails se alejó y el erizo soltó su mano casi de inmediato, Tails la tocó levemente antes de tener que salir. La enfermera también estaba ahí, lo miró con lástima mientras se acercaba a él.

—¿Llegó algo para él? —preguntó el menor con esperanza.

—Llegó un corazón, pero no es compatible, otra persona lo tendrá —respondió.

—¿Solo esta noche? –repitió en voz baja.

—Solo esta noche.

Tails fue escoltado a la primera planta, tontamente pensó por un momento pensó que su gracia fue algo serio, lo analizaría más tarde cuando tuviera la seguridad de que todo saldría bien.

Salió al estacionamiento y escuchó los obvios gritos de su hermano, no dirigidos a él, pero casi se sintió como si lo fueran.

Miles estaba peleando solo, porque Scourge tenía cara de no estarle prestando atención, pero el zorro azabache se veía como si acabara de salir de una pelea y parecía que en cualquier momento lloraría de impotencia, o fue lo que mostró hasta que notó a Tails y se acomodó como si nada hubiera ocurrido.

Scourge cerró las puertas cuando lo vio acercarse, Miles se inclinó sobre él para llegar a la puerta del conductor y muy probablemente el erizo lo agradeció.

Tails no sabía qué tan cercana era la familia de Sonic, en un instante creía que Scourge, como hermano mayor, debía preocuparse por cómo se encontraran los demás, pero en pleno camino a casa este empezó a bromear con el zorro sentado a su lado como si fueran la mejor pareja del mundo, hasta hizo planes que, a Tails, lo desconcertaron un poco.

—Si Sonic se muere, ¿quieres vivir en mi casa? Puedo convertir su cuarto en tu "oficina", cuando nos vayamos... —El mayor volteó por un segundo como si no recordara que Tails estaba ahí, de todas formas carcajeó—. Ya sabes —continuó—. Cuando se muera, ya nadie mantendrá el jardín y pasará a ser un almacén, así que ya sé a dónde enviar toda la basura del edificio.

Tails bufó ruidosamente para hacerse notar más, no podía creer que se estuviera apresurando en conclusiones tan nefastas.

El auto se detuvo al cabo de unos largos minutos, Miles se dio media vuelta y le explicó de manera rápida y breve que su padre sí estaba en la casa, así que si no iba a estar con ellos podía guardar silencio y dirigirse con las colas bajas a su cuarto.

Obviamente Tails eligió lo segundo, ingresó a la residencia y subió lentamente la escalera, atravesó el pasillo pensando la forma en la que podría darle la cara a su progenitor, pero también pensó en que tal vez no sabía nada de lo que pasó y el agujero en su pared pasaría desapercibido en su alcoba.

Tails abrió lentamente la puerta de su habitación hasta que escuchó pequeños golpes detrás de él, caminó cinco pasos hasta el cuarto de Miles y vio que su padre estaba arreglando la manija que los hermanos tuvieron que arruinar para huir de su propia madre.

Amadeus se paró frente a lo que intentaba reparar como si una buena observación haría que volviera a como estaba antes, suspiró pesadamente.

—Buenas noches, Tails —habló cansado—. Otra vez lo mismo —mencionó ante las puertas del balcón.

—¿Pasó algo? —cuestionó el menor tratando de sonar lo más angustiado posible.

—Tu hermano intentó salir de nuevo por aquí, ¿no? Seguro fue la cosa verde, yo le dije a tu madre que lo enviara a un colegio militar antes de que ocurriera algo como esto, ya lo arreglaré, quizá mañana, estoy agotado —declaró el zorro mayor mientras se acercaba a él para salir de la habitación, Tails retrocedió sin darle la espalda, le deseó buenas noches y una feliz Navidad e ingresó a su alcoba para evitar preguntas y que sus propios nervios lo traicionaran.

Efectivamente, el agujero en la pared seguía ahí, pero la ventana ya no se encontraba bloqueada. El vulpino ordenó con cierta pereza el desorden, jaló con fuerza la estantería que movió en un comienzo del "desastre" y trató de colocar libros en su lugar, pero uno en particular llamó su atención.

Este libro no tenía nada en especial, era uno de física elemental, pero la palabra "libre" en uno de los capítulos lo hizo pensar en algunas cosas. Lo primero que meditó fue qué tantas experiencias perdió por centrarse en las páginas de una enciclopedia, todas las veces que pudo volver a conocer a Sonic si tan solo hubiera apartado la mirada del motor de un carro, lo adelantado que quiso estar a su edad y la cual no pudo disfrutar como cualquier persona por presionarse más de lo que debía, las veces que pudo haber estado con su hermano mayor antes de que se fuera en lugar de haber estado resolviendo ejercicios de universidad en su primaria. No estaba mal que se esforzara tanto, pero sí que ignorara lo que se presentaba para él a su alrededor.

—No volverá a pasar, no lo volveré a hacer. —Tails sonrió como si se lo estuviera prometiendo, oyó la puerta abrirse y Miles pasó con cautela, esperando que el menor no se encontrara ahí, pero Tails lo vio al girar y de repente quiso llorar, se acercó al zorro azabache para abrazarlo y Miles supuso que él ya lo sabía, sabía lo que había ocurrido, pero lejos de dejarle en claro que ahora ya era consciente de lo que significaba perder a alguien, se quedó callado hasta que su hermano eligió separarse primero.

Miles no sabía que Tails aún no se había enterado de lo que ocurrió en el centro médico y se lo comentó casi en broma al querer aliviar la situación.

El menor recibió la noticia de una mala forma, intentó asimilar lo que le dijo, pero no duró más de tres segundos cuando colapsó.

Tails, antes de desfallecer por completo, por primera vez en su vida deseó que todo fuera una broma. Incluso mientras su padre lo cargó para trasladarlo a un hospital, a pesar de esa compañía, se sintió solo.

Frío.

Sonic se había ido. 

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¡Penúltimo capítulo! 

¡Lo sé! Demoré una vida para recién subir este capítulo, estos meses fueron raros y de conflictos internos, pero finalmente aclaré algunas cosas y tengo el próximo y último capítulo listo para salir a luz <3

Estaba pensando en realizar un epílogo o solo aclarar algunas cosas en el apartado después del capítulo final. Ayer, al guardarlo, me sentí como cuando termino una novela que seguí por mucho tiempo, quizá explique el porqué. 

¡Gracias por leer! ¡Buenas noches! 

<3

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