⏳ Extra 3 ⏳
POV Samy ❤
Me ducho con agua caliente ya que al parecer he pescado un resfriado por el cambio de clima, lo que me hace enojar porque hoy tenía que estar en el hospital con mis niños y por ende no podré asistir. Para ellos una simple gripa puede significarles la vida y no puedo ponerlos en peligro.
Me pongo el pijama más abrigado que tengo y miro el reloj. Son las 7:20 de la mañana del sábado y para colmo parece que va a llover. Al menos tengo una buena excusa para sentarme cerca de mi ventana con un buen libro y una taza con chocolate caliente.
Sí, era un plan excelente para un día en casa.
Tocan la puerta de mi habitación y me acerco para abrir, es mi mamá y sonríe al verme.
—Buenos días, bebé —deja un beso sonoro en mi mejilla. — ¿Cómo sigues? —me toca la frente para verificar que no tengo fiebre.
—Buenos días, ma. Creo que estoy un poco peor —respondo con mi voz un poco distorsionada por la congestión en mi nariz. —Pero al menos no tengo fiebre.
—Menos mal tu doctor está aquí y viene para cuidarte —dice aguantando reírse.
— ¿Mi doctor? ¿Christopher?
—Sí, el doctor Vélez —continúa.
Niego, divertida.
—Este hombre es un testarudo.
Se supone que anoche le dije que no era nada, que solo se trata de un resfriado, pero con lo sobre protector que es, hoy ya lo tengo en mi casa, listo para cuidar de mí. Es un exagerado, pero amo eso de él.
Aunque también me preocupa algo.
— ¿Dónde está papá? —inquiero, alarmada.
—No te preocupes, Samy. Tu padre está durmiendo aun y no creo que despierte hasta pasado el medio día, ya imaginas en que condiciones se encuentra —explica un poco triste, pero sonríe de inmediato —Mientras estén en la habitación no habrá problemas.
Eso me tranquiliza.
—De acuerdo. Entonces hazlo pasar, ma.
—Sí, bebé.
Mamá se retira y cierro, intento poner cualquier cosa en desorden, en su lugar. No quiero que piense que un huracán pasó por aquí. Pero sabia que solo estaba siendo paranoica, pues soy una loca compulsiva del orden.
Vuelven a tocar a mi puerta y abro. De inmediato me topo con el rostro sonriente de mi novio.
—Buenos días a la mujer más bella del planeta —susurra y me toma por la cintura para abrazarme. Está a punto de besarme, pero desvío la cara.
—No amor, voy a contagiarte —hago puchero.
— ¿Y crees que eso me importa?
—A mí sí me importa, Chris.
—Eres mi novia y no me vas a prohibir besarte —habla cerca de mis labios y no puedo evitar luego dejarme besar. —No podría vivir sin tus labios.
—Ni yo sin los tuyos, hermoso —sonrío. —Pasa, estás en tu casa.
Me hago a un lado para que entre a mi habitación.
— ¿En serio? Venía preparado para que me eches o me digas alguna excusa para no quedarme —habla entre broma, pero siento que lo dice un poco dolido por todas las veces que prácticamente le he prohibido visitarme.
— Lo haría si fuese necesario —le dejo en claro —pero mamá dijo que no hay problema por ahora con papá. Está durmiendo, anoche llegó muy tarde —intento explicar, restándole importancia.
—No me sorprende.
Niega y no dice más nada. Sé que prefiere guardarse sus malos comentarios sobre lo que piensa acerca de papá.
—Chris... Sé que él te ha dado muchos motivos para juzgarlo, pero no lo conoces de verdad.
—Samy, no me hagas hablar sobre esto —dice sentándose sobre mi cama. —No vine a discutir contigo sobre lo que siento acerca de... de aquella persona —habla despectivo.
—Mi padre —recalco.
Rueda los ojos.
— Sabes lo que pienso de él y no es necesario decírtelo.
Cierro la puerta para tener privacidad y lo miro con el ceño fruncido.
—Pues hazlo, porque prefiero escuchar lo que piensas, a hacerme ideas.
—Samantha, él te golpeó, no soy idiota para no darme cuenta —dice con seriedad y desvío la mirada. —Y si alguien hace eso con una mujer, no se merece mi respeto. Apuesto todo a que también le ha hecho eso a tu mamá.
—Sólo es por el alcohol —digo con voz muy baja. —Papá es un hombre maravilloso, tú no lo conoces de verdad.
— Creo que tienes una visión equivocada de él.
— ¡Claro que no! Él ha hecho mucho por mí, siempre he sido su princesa y me ama —digo dolida, tratando de no empezar a llorar —Él es un ser maravilloso.
Christopher se pone de pie y me abraza.
— Entonces trata de convencerme de ello, porque me cuesta mucho creer que haya algo de bueno en él.
Lo miro a los ojos y noto que de verdad intenta con todas sus fuerzas no guardarle rencor u odio. Sé que con el gran corazón que tiene se le debe complicar mucho.
Tenía que mostrarle la verdadera persona que es mi padre y no la sombra de lo que se ha convertido en esta línea de tiempo.
—Tenía 8 años —empiezo a hablar y Chris me mira con atención — cuando me di cuenta de lo que podía hacer.
— ¿Manejar el tiempo?
—Manejar el espacio-tiempo —agrego — Mis padres me habían prometido un viaje a Disney World. Pero en el último momento tuvieron que cancelarlo porque los problemas económicos no se hicieron esperar —digo, recordando la decepción y tristeza que sentí en ese momento —Lloré como no te imaginas, era una niña a quien le rompieron las ilusiones... Pero luego, aquella noche y sin saber cómo, llegué hasta allí.
— ¿A Disney World?
—Síp —sonrío al recordarlo. —No entendía cómo con tan solo pensar en el lugar había aparecido allí y me asusté mucho. Empecé a llorar, casi lo hice por una hora y cuando me calmé, finalmente caí en cuenta de que estaba en el lugar de mis sueños. Que tenía que aprovechar ese momento mágico. No me importó andar sola entre tanta gente, ni siquiera tuve oportunidad de subirme a los juegos, pero estaba feliz de al menos estar allí —suspiro. —Pero llegó el momento en que me dio mucha hambre, ya casi anochecia y no sabía cómo regresar. Así que en mi escasez de opciones solo volví a pensar en mi habitación, cerré mis ojos con todas mis fuerzas y esperé a que la "magia" que me había llevado hasta allí haga su efecto.
— ¿Pudiste volver?
— Cuando abrí mis ojos estaba de nuevo en mi habitación —aseguro —Me asusté por segunda ocasión y luego pensé en que quizá había sido mi imaginación, un sueño o la culpa de extraterrestres —sonrío y voy hasta mi armario, lo abro y de una caja, tomo mi recuerdo más preciado. El inicio de todo. —Pero me convencí de que fue real cuando al revisar mi bolsillo encontré esto —le muestro el envoltorio de un dulce con la imagen de Mickey Mouse. —Aquel día lo tomé del suelo, no recuerdo porque, pero permaneció conmigo hasta mi regreso.
—Quizá querías llevarlo de recuerdo —me sonríe con cariño.
—Puede que sí —le devuelvo la sonrisa. — Pero eso no es todo.
— ¿No?
— No. Cuando regresé aquí era de tarde, pensé que me había perdido de mis padres por mucho tiempo y que estarían preocupados... pero mamá entró a mi habitación muy tranquila y fue allí cuando me dio la mala noticia del viaje cancelado. Lo estaba viviendo por segunda ocasión.
—Volviste en el tiempo —dice asombrado y asiento.
—Exacto. Fue muy loco... demasiado para una niña.
— ¿Y qué hiciste?
— Quise guardar mi secreto, para mí era como un juego de niños y no perdí mi tiempo. Aquella misma tarde empecé a hacer travesuras —río —viajando de un lugar a otro. Primero de mi habitación al cuarto de baño, luego de aquí al parque y así estuve hasta que quise experimentar más. Hubo hasta un loco momento en el que pensé en ir hasta otro planeta.
Ambos reímos.
—Desde pequeña te interesó mucho el universo —acierta.
— Mucho, siempre quise ser astronauta, pero mi miedo a que un extraterrestre me comiera fue mucho mayor y decidí no ir —bromeo. —Todo fue increíble, hasta que llegué a un momento en el que mi cuerpo no dio más. Empecé a sangrar por la nariz y a sentirme muy débil. Corrí en busca de mis padres y me desmayé justo cuando papá me tomó en sus brazos, estaba muy asustado. Cuando desperté estaba en el hospital y él estaba conmigo, a mi lado, durmiendo incómodamente en una silla pequeña. Cuidó de mí por cuatro días enteros hasta recuperarme y que los médicos le dijeran que no encontraron nada raro en mis exámenes —tomo su mano y lo miro a los ojos —Christopher, mi papá prefirió pasar malas noches por cuidarme, también para que mamá descanse en casa, sin importarle que luego haya perdido su trabajo.
— ¿Perdió su trabajo?
—Así es. A esas personas insensibles no les importó la justificación de una hija en el hospital. Y pese a que pasó algún tiempo sin obtener algo, a mamá y a mí nunca nos faltó nada. Siempre fue un esposo y un padre cariñoso, atento y amoroso. Hasta mis 24 años, yo seguía siendo su niña, su princesa —digo con lágrimas en los ojos. — ¿Entiendes? Nunca sentí que solo se estaba aprovechando de mí. No fue hasta mis 12 que empezó a pedirme ayuda. En su trabajo no le pagaban mucho, apenas nos alcanzaba para vivir y yo tendría que empezar los estudios en la secundaria. Me pidió ayuda llorando desesperado y yo no pude hacer más que aceptar. A partir de ese punto todo fue mejorando para todos. Él seguía ofreciéndonos todo lo que queríamos y necesitábamos. Un día me desperté y tres boletos para Disney World estaban sobre mi cama —sonrío con nostalgia —Había guardado dinero para el viaje —miro hacia una de las paredes donde están pegadas mis fotografías de aquel viaje y muchos otros. —Me sentí la más feliz del universo —seco una lágrima que se me escapó. — Mi papá era capaz de todo por vernos felices a mamá y a mí, por eso sé la clase de ser humano que es y lo amo. Pese a todo.
Christopher me mira contrariado. Quizá esté pensando en cómo un hombre tan maravilloso como mi papá puede estar ahora mismo tirado en una cama al limite de la ebriedad.
Se me hace difícil pero lo entiendo. En cierto modo es un efecto más de mi viaje al pasado... la maravillosa teoría del caos: El efecto mariposa.
—No sé que decirte —habla finalmente.
—No digas nada. Solo espero que algún día conozcas al verdadero hombre que hay en él —le sonrío y asiente.
Vuelve a enredarme con sus brazos y me abraza con fuerza.
—Espero que aquel día llegue pronto —susurra y besa mi frente con amor.
— Tengo la confianza de que así será.
(...)
POV Christopher 🐼
27 de noviembre del 2021
Samy se había marchado, había vuelto a su vida con mi otro yo, quedando solo una vez más. Pero una sonrisa se había quedado en mi rostro al verla tan feliz y llena de vida.
Suspiro y cierro los ojos, intentando guardar en mi memoria de largo plazo este recuerdo.
Escucho unos pasos detrás de mí y me volteo. Me doy cuenta que es el papá de Samy, ha venido a visitarla a su tumba.
Me levanto de inmediato del suelo.
— ¿Christopher? —pregunta asombrado y le ofrezco una sonrisa.
—Muy buenos días, Don Ricardo.
—Buenos días, hijo —dice con amabilidad. —Hoy has venido temprano.
No entendía la razón, pero me agradaba que me dijera hijo. Me hacia sentir parte de su familia... más cerca de Samy.
— Sí... No tengo mucho que hacer últimamente —digo. Ahora que estoy tomando un descanso de la fama, la mayor parte de mi tiempo la paso viajando o simplemente en casa, disfrutando con mi familia. —Quise venir lo antes posible a visitar a mi pulgui... A Samy —corrijo avergonzado.
Él simplemente esboza una sonrisa cálida.
—No tienes porque reprimirte, Chris. Nos contaste todo lo que vivieron... Se amaron, ella te amó y no le veo lo malo a que le sigas llamando por el sobrenombre de cariño —explica. Me da una palmadita en la espalda y asiento.
Se agacha a dejar las flores que trajo y no sé si tengo que irme y darle su espacio, pero decido quedarme, sé que él lo prefiere así.
Empieza a llorar con fuerza y me parte el alma.
—Un año —susurra —Un año sin ti, mi princesa —habla con la voz entrecortada y recuerdo las palabras de Samy en aquella conversación que en aquel tiempo no me convenció mucho.
"Hasta mis 24 años, yo seguía siendo su niña, su princesa"
—Le haces mucha falta a este mundo, pero aun así, quiero que sepas que continuamos con tu labor en el hospital, mi niña, seguimos siendo voluntarios, como te lo prometimos —susurra.
"Él es un ser maravilloso"
Cada palabra me golpea con brusquedad, haciendo doler mi pecho.
Ahora me arrepentía de lo mucho que lo había odiado, porque realmente sí es una persona maravillosa. Samy estaba convencida de ello, pero no le había creído.
"Sólo espero que algún día conozcas al verdadero hombre que hay en él"
Y así fue, lo conocí, pulguita. Tarde, pero estoy feliz de que haya ocurrido.
Tú nunca te equivocas, ¿verdad?
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