Capítulo 9 - Cambios

Tomo mi sábana y me cubro de pies a cabeza lo que mejor puedo. Estaba comenzando a tiritar del frío, al parecer el clima en Loja se había puesto peor de lo que ya estaba. Así terminaría con un fuerte resfriado.

Comienzo a escuchar algunas risas fuera de la habitación pero no les hago caso. Mis ganas de dormir son más grandes, además de que estoy seguro de que no es hora de despertar, caso contrario mi mamá ya estaría dando el grito al cielo porque llegaría tarde al colegio.

—Christopher, hasta qué hora te tenemos que esperar —escucho a alguien que ha entrado en la habitación.

— ¡Cinco minutos más!

—Son las diez de la mañana, Chris. Haz dormido demasiado —vuelve a hablar aquella persona y esta vez reconozco a la perfección su voz.

Me destapo lo más rápido que puedo y me quedo con la boca abierta.

Frente a mi está Zabdiel negando divertido y cruzado de brazos. Me restrego los ojos sin poder creerlo y trato de recuperar la calma. Miro a mi alrededor y noto que estoy en una habitación de hotel donde el causante del frío extremo es un aire acondicionado con la temperatura mínima.

— ¿Zabdiel, de verdad eres tu?

—No, soy Renato (Lenato 😂) —contesta gracioso e irónico. Me pongo de pie sin perder el tiempo para mirarme en el espejo más cercano.

— ¡Soy yo! —grito emocionado y me halo el cabello de la impresión. Tengo de vuelta mi apariencia de antes del loco viaje —¡Oh, cielos... Soy yo otra vez, Zab!

— ¿Te drogaste la noche anterior o qué?

—No... pero si te contara donde he estado la última semana no me lo creerías —digo sin apartar la mirada de mi reflejo. Estoy tan emocionado que no puedo creerlo.

— ¿De qué estás hablando? Christopher, todos hemos estado juntos... No has ido a ninguna parte.

—Olvidalo... Y ¿qué día es hoy? Me refiero al numerito —digo antes de que hable.

—25 de noviembre —responde extrañado.

— ¿Hace dos días apenas fue mi cumpleaños?

— Cada pregunta es más rara que la anterior. Y sí, hace exactamente dos días cumpliste 25 años. Creo que la vejez te hizo efecto —menciona riendo.

Me quedo en silencio y trato de pensar en lo que está pasando. ¿Por qué de pronto volví a mi futuro?

—Sabes que, mejor apresurate. Tenemos un vuelo que tomar a Ecuador —menciona y lo miro frunciendo el ceño.

¡El vuelo! Ese fue el causante de todo lo que tuve que pasar. Ese avión estaba embrujado o algo parecido.

No pienso subirme en él por segunda vez. Ni loco.

— ¿Habría manera de posponer ese viaje?

— ¿Qué? ¿Acaso estás mal de la cabeza? Tenemos un concierto que ofrecer, Christopher.

—Lo sé, pero no me estoy sintiendo muy bien —miento y comienzo a hacer drama. —Creo que me voy a desmayar.

—Aja, como no... Deja de jugar y comienza a prepararte —dice serio y suspiro.

No me queda de otra.

—Esta bien, pero antes llamaré a Gabriela —digo acordandome de ella y comenzando a sentirme mucho más feliz.

— ¿Gabriela? —inquiere confundido.

—Obvio, mi novia... mi prometida —explico rodando los ojos y comenzando a buscar su número en mi celular.

—De verdad que algo raro te sucedió mientras dormías —dice gracioso.

—No sé qué es lo gracioso —digo mientras sigo buscando sin tener éxito. No encuentro el número de Gabriela por ningún lado.

—A ver... ¿de qué Gabriela hablas? —pregunta y lo miro confundido.

¿Será posible que...?

—Gabriela Sáenz —respondo y empieza a reírse a carcajadas.

— ¿Gabriela Sáenz? ¿La súper modelo colombiana? Por favor, hermano, ella no te tomaría en cuenta ni en un millón de años.

—No sé de que hablas... ella es mi novia hace más de un año —replico con el corazón en la mano.

No es posible.

—Y Emma Watson es mi esposa —responde gracioso. —Todos sabemos que Gabriela Sáenz está comprometida con el multimillonario dueño de la agencia de modelaje en la que ella trabaja —dice finalmente y me comienza a doler el pecho.

—Dime que estás jugando conmigo.

—Ya quisiera, pero solo estoy diciendo lo que todos sabemos... no sé de donde estás sacando esa tonta idea, pero si no me crees revisa sus redes sociales y lo comprobarás.

En cuanto lo dice no pierdo el tiempo y así lo hago.

Efectivamente, ahora no soy nada en la vida de Gabriela; en muchas fotografías sale con otro hombre muy feliz... ni siquiera me sigue en instagram o las demás redes sociales. No existo para ella.

—Todo lo que viví esta ultima semana cambió mi futuro —menciono frustrado y queriendo llorar.

Zabdiel se sienta a mi lado en la cama y me da palmaditas en el hombro para reconfortarme. Pero nada de eso servía ahora mismo.

—Aveces las cosas cambian inesperadamente —menciona muy serio, como si de pronto supiera todo sobre mi viaje al pasado que ahora ha destruido mi relación con Gabriela.

—Todo depende si es para bien o para mal —respondo haciendo eco de las palabras de Samantha que me hacen recordarla de repente. —Pero al parecer todo fue para mal.

En cuanto vuelvo a abrir los ojos estoy de nuevo en mi habitación... En Loja del 2013. Son apenas las 4 a.m. y no hago nada más que ver al techo y pensar.

Todo era un sueño, no sé cómo pude tan siquiera creer que había recuperado mi vida... pero fue tan real que estaba comenzando a sentir miedo que sea un reflejo de lo que verdaderamente sucederá en mi vida futura a partir de estos cambios.

Todo parecía igual, excepto por la ausencia de Gabriela.

Quizá sea una advertencia de que ya es hora que comience a hacerme la idea de que no volvería a tenerla a mi lado nunca más.

(...)

—Pelita, tienes una cara de espanto —dice David en cuanto me ve.

—No tuve una buena noche.

—Te hubieses quedado en casa... vas a espantar a las chicas —bromea Jonathan pero no reacciono. Estoy realmente desanimado.

—Tienes razón, creo que hoy me saltaré las clases... ¿me avisan cualquier cosa?

—Si mijo, anda con cuidado —vuelve a hablar David pero esta vez más serio al notarme tan mal.

Me despido y empiezo a caminar hasta fuera. No tengo idea de a donde ir, ya que lo más seguro es que si llegaba a casa mamá se enojaría conmigo muy feo. Tampoco estoy de ánimos para eso.

—Oye, ¿a dónde vas? —dicen a mi espaldas llamando mi atención. Samantha está allí de pie y me mira con preocupación.

—No te preocupes, solo quiero llegar a un sitio para descansar.

— ¿No dormiste bien?

—No, casi nada.

—A mi me pasó algo igual... pero yo estoy más que acostumbrada. —menciona y simplemente asiento. Empiezo a caminar sin querer hablar y segundos después se para a mi lado.

— ¿Quieres compañía?

— No, realmente no. Solo quiero tratar de dormir.

— ¿Quieres que vayamos al parque? Allí es un sitio tranquilo para descansar —vuelve a hablar y me dedica una sonrisa sincera.

La miro expectante y asiento a lo que ella hace igual y seguimos caminando en silencio.

Los minutos pasaban y tanto ella como yo estábamos totalmente metidos en nuestros pensamientos.

Llegamos a nuestro destino y una vez más tomamos el pequeño sendero detrás del gran árbol para llegar al sitio tranquilo donde están los gatitos. Estábamos alejados de todos porque el árbol y una bodega nos cubría de la vista de las personas.

Nos sentamos en el césped solo mirando nuestro alrededor. Gran parte de los gatitos estaban durmiendo y unos pocos comiendo.

— ¿No deberías estar en clases? —pregunto haciendo un lado el silencio.

—Sí, al igual que tú —responde sonriendo y logra contagiarme.

—Gracias por la compañía a pesar de que te dije que no la necesitaba.

—Descuida, yo muchas veces soy igual de obstinada.

—Yo diría que mucho más de lo que cualquier otra persona. Eres única en tu especie.

—Lo soy... Y Christopher, no te he dado el derecho de que te burles de mí.

—Resulta que ahora no soy mechitas sino Christopher —digo interesado por su cambio de actitud. Se impresiona un poco y se encoge de hombros.

—Creo que tratarte bien de vez en cuando no me hará daño. Pero no prometo nada.

—Pues espero que no lo hagas más... aunque no me quejo del sobrenombre. Me gusta mucho —comento finalmente y decido acostarme sobre el césped.

Samantha hace igual y cierra los ojos.

—Si tuvieras un súper poder, ¿cuál te gustaría que sea? —pregunta. Por lo visto quiere tratar de conversar aunque sea de cualquier cosa.

No lo pienso dos veces y respondo.

—Poder controlar el tiempo.

—Que aburrido —dice arrugando la nariz y luego ríe. —A mi gustaría tener súper fuerza para golpear a todos los idiotas como tu que se atraviesan en mi camino —explica riendo y enarco una ceja.

—Oye, pensé que tu buen trato duraría más.

—Es broma, tonto... Realmente me gustaría ser invisible. Sería lo máximo.

— ¿Invisibilidad? No le veo lo extraordinario a eso.

— ¿Cómo? Claro que lo es... —dice y se sienta una vez más —Imaginate, ser invisible y que nadie vea lo que estás haciendo... Podría meterme a tu cuarto en las noches y tú no lo sabrías —menciona graciosa y no puedo evitar reír.

— Eso te convertiría en una acosadora.

—Sí, pero estuvieses feliz de que una acosadora tan linda como yo visitara tu cuarto por las noches. —Ríe a carcajadas y se vuelve a acostar. —Lo siento, aveces me gusta hablar tonterías.

—Entonces, ya encontraste al compañero indicado —digo y me giro para observarla mejor.

Me mira directo a los ojos y le sonrío sin motivo alguno.

— ¿Recuerdas cuando me preguntaste si me había enamorado alguna vez?

—Sí, lo recuerdo. Y tu respuesta fue que no.

—Pues te mentí... es más, estoy enamorada ahora mismo —dice comenzando a sonrojarse.

— ¿de verdad? ¿Y él te quiere también?

—Lo dudo mucho... a él le gusta otra persona.

—Es feo no ser correspondido —digo dando un suspiro. —Sólo te puedo aconsejar que te olvides de él.

—Creo que es lo mejor —dice con una sonrisa triste. — ¿y tú? ¿la chica a la quieres te corresponde?

—No, creo que ya no. Perdí mi oportunidad —respondo decaído. —También trataré de olvidarme de ella, creo que aplicaré mi propio consejo.

Asiente sin decir algo al respecto y vuelve a cerrar los ojos. La imito relajandome mucho más y al cabo de pocos minutos me quedo dormido.

(...)

—Chris, te amo, no sabes lo feliz que me haces cada día.

—Es lo menos que te mereces, princesa —digo sonriendo mientras Gabriela estaba encantada con su regalo de cumpleaños.

—Prométeme que nunca nos separáremos, que no me dejarás de querer nunca y que no te olvidarás de mí.

—Lo prometo, mi vida... Eres y serás la única.

— ¿De verdad lo prometes?

—Dime que tengo que hacer para que me creas —digo abrazándola por la cintura y besando su frente.

— Nada, te creo cariño —sonríe y me da un pequeño beso sobre los labios.

Vuelvo a despertarme y noto que una lágrima ha rodado por mi mejilla.

—Lo siento, Gaby... pero creo que tendré que romper nuestra promesa —susurro para mi mismo y me giro.

Cuando lo hago me topo con el rostro adormilado de Samantha y sonrío. Es la segunda vez que nos quedamos dormidos juntos y en el suelo. Quizá se haga costumbre.

La observo algunos segundos y a diferencia de la primera vez que tuvo la pesadilla, ahora está totalmente tranquila y serena.

Aun es temprano, por lo que no decido levantarla. Empieza a moverse un poco y en el momento menos esperado me abraza haciendo que quede inmóvil por la sorpresa.

No decido hacer nada y solo me relajo, realmente se siente bien.

Vuelvo a cerrar los ojos y sin esperarlo me duermo de inmediato.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top