Capítulo 65 - Última oportunidad

Cuenta regresiva: 2 😭

POV Samy ❤

No podía dejar que los minutos sigan pasando y se me vayan de las manos.

Indudablemente ahora era mi turno de ir hasta aquel día en el pasado donde se supone que tendré que decirle exactamente lo mismo que mi otra yo me dijo a mí... pero obviamente yo no haría eso... No conociendo como me siento ahora mismo y teniendo la certeza de que aquella Samantha se sentirá igual.

Tengo que hacer que mi último esfuerzo realmente valga la pena y lograr que la vida de Chris mejore un poco.

Me siento con mucha dificultad sobre la cama, llorando con cada punzada recibida en mi cerebro y empezando a arrancarme todos los cables del cuerpo. En cuanto quito mi dedo del aparatito que controla mis signos vitales, este empieza a hacer un ruido molestoso, por lo que imagino que no tardarán en correr hasta aquí para ver lo que sucede.

Me pongo el collar en el cuello con manos temblorosas y cierro los ojos, pensando en aquel día exacto y empezando a escuchar como enfermeros vienen corriendo hasta aquí.

Cuando abro los ojos estoy volviendo a sangrar y mi cuerpo se debilita, haciendo que casi caiga al suelo y me lleve con ello varias cosas del escritorio. Sé perfectamente que el ruido hará que la otra Samantha se apresure por salir del cuarto de baño.

Y así sucede segundos después.

— ¿Qué... qué ha-haces aquí? —pregunta en estado de shock. Me mira impresionada y la entiendo. Yo estuve exactamente igual.

Decido no responder y sentarme sobre la cama, cerrando los ojos con fuerza y llevando mis manos a la cabeza.

—Cómo duele —hablo tratando de aguantar el dolor. Pero es imposible.

— ¡Qué estúpida soy! Ya regreso —dice aún asustada y sé que ha salido en busca de agua.

Pocos minutos después regresa y cierra la puerta con seguro. Está actuando exactamente como yo.

Me acerca el vaso con agua sin perder más tiempo y lo bebo de golpe, derramando un poco debido a lo extremadamente débil que estoy. Intento tomar oxigeno profundamente, pues el oxigeno artificial me estaba empezando a hacer falta. Y aunque me parece increíble, eso me ha ayudado a sentirme ligeramente mejor, en ayuda al agua para hidratarme un poco.

—Estos dolores de cabeza son de muerte —digo con fastidio y le devuelvo el vaso vacío.

Se sienta en la silla del frente y guardamos silencio. Realmente no sé cómo decirle todo lo que se supone que quiero que sepa. Pero el dolor incesante me indica que quizá no podré estar aquí por mucho tiempo.

Sólo aguanta un poco, cerebro. Por favor.

Empiezo a estudiar el lugar, sintiendo nostalgia y segundos después finalmente fijo mi mirada en ella, brindándole una sonrisa. Ella está mirándome y sé lo que piensa, debe estarse preguntando por mi aspecto, pero tampoco quiero asustarla tan rápido diciendo algo como:

Sí, estoy muriendo.

Decido preguntar cualquier cosa para romper el silencio.

— ¿Qué día es hoy? —hablo muy despacio.

—14 de mayo... del 2013 —responde mecánicamente y asiento, aunque ya sabía la respuesta.

—Pensé que no lo lograría, realmente me costó llegar hasta aquí —digo con una sonrisa triste. —Pero lo logré.

El silencio vuelve a reinar entre nosotras y sé que está a punto de preguntar.

—Samantha... ¿por qué viniste hasta aquí? —inquiere finalmente y sonrío.

—Sabía que lo preguntarías. Yo soy tú y ya viví esto, solo que de manera diferente.

— ¿De manera diferente?

—Sí, y se supone que tendría que decirte el mismo montón de estupideces que la otra Samantha —río con amargura —pero yo no haré lo mismo.

— ¿De qué hablas? ¿También te visitó otra de nosotras?

—Así es. Cuando yo era quien ocupaba el lugar en el que estás tú ahora, una Samantha exactamente como yo, también me visitó —respondo. —Ella también había vivido la misma experiencia que yo ahora.

—Una paradoja temporal —dice entendiendo todo, tan inteligente como siempre y asiento con una sonrisa ladeada sintiendo orgullo de ella. —Eso quiere decir que... cuando yo esté en tu lugar, también tendré que volver hasta este día exacto para encontrarme conmigo misma —explica y vuelvo a asentir. —¿Pero cuál es el motivo?

Llegó el momento. Yo no lo callaré.

—Escucha con atención, ahora me importa un carajo lo del efecto mariposa... En unos meses, algo muy malo ocurrirá.

— ¿Tiene que ver con Christopher?

—En primera instancia no, pero luego estoy segura de que le afectará demasiado.

—Por favor, dime todo —pide y asiento. Se lo debo.

—En algunos meses sufrirán un accidente —comento y se impresiona. —David morirá en esa oportunidad.

— ¿David? Oh Dios, no. Christopher se sentirá destrozado.

—Sí, y por ello te pedirá que vuelvas el tiempo para salvarlo.

—Pero... yo no puedo manejar el tiempo ahora.

—Ahora no, pero en unos meses podrás —comento y asiente.

— ¿Y qué sucederá?

—Querrá acompañarte, sabes lo cabezota que es... entonces ambos saldrán rebotados a su tiempo original.

— ¿Al 2020?

—Sí... Justo el día de su cumpleaños.

— ¿Y todo lo que vivimos aquí?

—Es como si jamás hubiese pasado... Lo único que permanecerá son sus recuerdos, pese a que en realidad nunca se toparon o conocieron —explico con tristeza.

—Eso no me lo esperaba... ¿tú vienes de allí?

— Sí, hace horas que sucedió.

—Entonces no te has encontrado con él, porque aquel día recuerdo que estaba en Panamá.

—Así es —respondo y suspira.

—Entonces tendrás que esperar algún tiempo para verlo y poder estar a su lado.

Ahora tenia que decirle lo más difícil. Me pongo de pie como puedo y camino despacio hasta ella, tomo su mano y le doy un apretón cariñoso.

Quiero desmayarme, pero tengo que aguantar un poco más.

—Creo que el tiempo se terminó para mí —digo con dificultad y ganas de querer llorar.

—No entiendo.

—Tengo un tumor cerebral —digo lo más sutil que puedo, pero su reacción me demuestra que no fue suficiente para aplacar su estado de shock.

—Debes... debes estar bromeando.

—Quisiera que así fuese... pero llevar este poder sobre nosotras nos salió muy caro.

— ¿Quieres decir que... yo terminaré igual?

—Por eso estoy aquí... No sé que pueda pasar ahora que estoy cambiando tanto los sucesos, pero no me importa —niego decidida —Tienes que hacerte análisis desde ya... tienes que salvarte, Samantha. Tienes que hacerlo por Christopher, porque no quiero que tenga que volver a sufrir.

Me mira pestañeando varias veces y asiente.

—Y si yo me hago análisis y evito mi enfermedad... ¿quiere decir que tú te salvarás?

Niego con tristeza.

—Creo que mi suerte ya está echada... Yo soy tú, pero de alguna manera, no estamos entrelazadas. Puedes darte cuenta de ello con nuestras realidades... Aquí tú estás con Chris, pero de donde yo vengo todo volvió a ser como antes... Chris nunca estuvo conmigo y es como si todo lo que vivimos haya sido un sueño compartido —explico y noto que está llorando.

— ¿Entonces morirás?

—No tengo otra opción... Hubiese querido tener la suerte que tú. Que aquella Samantha me diga la verdad y tratar de corregir todo esto. Pero fue demasiado cobarde, ni siquiera puedo aceptar que ella sea una de nosotras —sorbo por la nariz, limpiando también mis lágrimas. —Ahora que lo sabes, no te olvides de la Samantha que estará detrás de ti. También dile todo esto... aunque cuando te presentes frente a ella, estoy segura de que no tendrás la apariencia que yo ahora.

Un nuevo pinchazo en la cabeza me molesta y soy sorprendida con un abrazo de Samantha, que me ayuda a no caer al suelo al sentir flaquear mis piernas.

—Así lo haré, lo prometo. Y muchas gracias por decírmelo.

Nos separamos y le sonrío. Creo que ha llegado el momento de irme. Quiero aprovechar mis últimos esfuerzos para hacer una última visita.

—Vive tanto como puedas, Sam. Eso si me lo dijo aquella Samantha, pero ahora te lo digo no para que te prepares para tu muerte, sino para que puedas vivir muchos años más, y puedas disfrutar esa vida al lado de Christopher.

—Lo sé... Y prometo que en cuanto pueda, visitaré a tu Christopher, no lo dejaré solo —eso último me roba una sonrisa y susurro un "gracias".

Me separo de ella y cierro los ojos. No sé muy bien a donde ir en principio, pero luego lo tengo claro.

Cuando abro los ojos estoy de nuevo en mi habitación, pero con la diferencia de que es el año 2020, una vez más. Exactamente las 6 de la mañana del 23 de Noviembre, justo cuando me he despertado de mi regreso. Salgo arrastrando un poco los pies, pues estaba perdiendo movilidad en mi cuerpo.

En la cocina está mamá preparando el desayuno y sonrío mientras no puedo evitar llorar.

—Ma... —se gira, sorprendida de que esté aquí.

— ¿Samy?

No puedo evitarlo y me acerco a ella para abrazarla, sacando fuerzas de donde no las tengo para seguir en pie.

— Bebé, ¿qué haces aquí? Te ves mal —me examina con preocupación.

—Sólo vine porque quería decirte que te amo... que te amo demasiado, mami —lloro sin control. —Nunca olvides eso.

— ¿Por qué hablas así, hija? —pregunta con ojos cristalinos y prefiero no decirle nada, en poco tiempo lo sabrá.

— ¿Samy? —escucho la voz de papá. Y cuando creo que no puedo llorar más, hago todo lo contrario.

—Papá... —digo en un hilo de voz y él no tarda en acercarse.

— Mi amor, estás muy pálida —me abraza y besa mi frente. Lo abrazo con toda la fuerza que puedo e inhalo su aroma.

Extrañaba esto.

—No sabes cuanta falta me hizo abrazarte y sentir que todo está bien —menciono con la voz quebrantada por el llanto.

Si bien era cierto que donde estuve nunca volví a recuperar mi relación con papá, aquí nada de eso había ocurrido, por ende el seguía siendo mi papá adorable y yo su pequeña.

—También te hemos extrañado, mi cielo. Hace algún tiempo que no nos vemos —dice y una lágrima rueda por su mejilla.

Tiene razón, casi no los veía por estar enfrascada en mi trabajo y mis actividades.

—Lo sé y lo siento por ello, me gustaría tanto tener más tiempo para compartir con ustedes.

—Pero podemos recuperarlo de ahora en adelante —menciona mamá y mi corazón se hace pequeño.

Antes de decir una respuesta, el celular de papá suena y sé que debe ser Daniel para avisarles que estoy en urgencias.

Toma la llamada.

—Sí, Daniel, te escucho —habla con el ceño levemente fruncido y luego escucha.

De un momento a otro se pone pálido y sé que se lo ha dicho.

—Ya... Y-ya salimos para allá —dice con dificultad y me mira. — ¿Estás... hospitalizada de gravedad?

Mamá se asusta y aprieta mi mano.

— ¿Cómo que hospitalizada? —ambos me miran preocupados, esperando una respuesta.

Un escalofrío me recorre el cuerpo y me alejo, tratando de sostenerme de una de las sillas del comedor.

Sé que estoy a punto de colapsar.

—De verdad los amo. Los amo a ambos, mucho. Gracias por todo —digo sintiendo un nudo en la garganta.

Me miran asustados y niegan. Han entendido que me estoy despidiendo de ellos... para siempre.

— No Samy, no —empieza a llorar mamá y papá tiene que sostenerla. —No me hagas esto...

—Lo siento, lo siento mucho. Pero solo quería despedirme como se debe.

— ¡No! Samy, por favor, no —grita y ya no aguanto estar frente a ellos.

—Pa, cuida de ella —hablo y él está llorando también.

Mamá intenta acercarse, pero como puedo me alejo, casi cayendo al suelo. El oxigeno me está faltando mucho más ahora. Tengo que volver o perderé la conciencia aquí mismo por la falta de oxigenación en mi cerebro.

— Te amamos, mi amor —dice papá conteniendo a mamá.

— ¡No! ¡Suéltame! —se retuerce mamá en sus brazos y creo que fue suficiente.

— Los amo —digo por última ocasión y cierro los ojos, pensando en volver al hospital.

Llegaría segundos después de que decidiera ir donde mi otra yo, así tomaría su lugar en cuanto se marche. Y así lo hago.

Regreso a mi habitación del hospital con el último aliento y en cuanto entran las enfermeras ya estoy desmayándome.

— ¿Cómo pudo sacarse todo de encima?

—No lo sé, pero no perdamos tiempo —habla otro y empiezan a ayudarme a colocarme de nuevo en la cama.

Era gracioso cómo todo este tiempo pude por lo menos permanecer en pie y ahora estaba inmovilizada una vez más y casi muriendo. Pero eso es lo que hace la fuerza de voluntad, el deseo de querer hacer las cosas mejor para alguien.

Creo que hice lo correcto y ahora puedo descansar finalmente.

Siento como me conectan a todo una vez más y el dolor de cabeza se vuelve más intenso, como miles de cuchillos traspasándome. De pronto empiezo a retorcerme y gritar, mordiendo mi lengua sin poder controlarlo.

— ¡Está teniendo un ataque! —grita una enfermera. 

Mi pulso se escucha como un pitido largo y es porque mi corazón se está acelerando, mucho más que antes.

La imagen de Christopher llorando en aquel parque me llega de golpe y empiezo a llorar también. Hubiese deseado despedirme de él, pero ya no tengo fuerzas. Mi cuerpo ya no da más.

Todo pasa tan rápido.

Me retuerzo de dolor al sentir que mi cerebro va a explotar y de un segundo a otro, ya no siento nada.

Nada.


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