Capítulo 64 - Recuerdos del pasado

Cuenta regresiva: 3

Despierto un poco mareado y desubicado. Unas ganas horribles de devolver toda la comida me presiona la garganta y el estómago.

No aguanto más y me levanto de la cama, corriendo hacia el baño y depositando en el inodoro todo lo que había comido la noche anterior. Me siento débil y ni siquiera sé porqué. Quizá había pescado algún virus o algo así.

Me levanto sintiendo mi cuerpo temblar y me lavo la cara y la boca. Me miro al espejo para evaluarme y aunque parece que todo está normal, tengo la sensación de que no es así.

Paso mis manos sobre mi rostro y sigo teniendo esa extraña sensación de que algo no está bien conmigo.

— Christopher, ¿dónde estás, loco? —escucho y me vuelvo hacia la habitación.

Erick está de pie frente a mí, sonriendo como siempre y no sé porque siento como si no lo haya visto desde hace mucho tiempo.

No sé que me pasa esta mañana.

—Date un baño y ponte sexy para desayunar. Nos espera un gran día —comenta de muy buen ánimo y sale de la habitación.

Miro a mi alrededor y puedo reconocer que estoy en un cuarto de hotel, pero no recuerdo donde estoy exactamente. Observo a través de la ventana y no reconozco  lo que veo.

¿Cómo es eso posible?

Tomo mi celular y lo primero que veo es la fecha, pues hasta en eso estoy demasiado perdido.

23 de Noviembre del 2020 - 7 de la mañana.

— ¿Es mi cumpleaños? —pregunto para mi mismo y me rasco la cabeza confundido. Eso quiere decir que estoy en Panamá ¿no? Pues sí recuerdo que para esta fecha teníamos un concierto en ese país.

Reviso mis redes sociales y en instagram noto varias fotos del día anterior. Efectivamente, estoy en Panamá. Decido dejar de darle tantas vueltas al asunto y voy a bañarme para luego vestirme y bajar a desayunar.

Me observo en el espejo antes de salir y caigo en cuenta de que no tengo puesto mi collar con la medallita de la virgen.

— ¡Carajo! ¿Dónde lo dejé? —empiezo a buscar por toda la habitación, pero sin tener éxito.

Se supone que yo no me quito el collar ni para dormir. ¿Cómo es que lo perdí?

Siento una punzada en el corazón cuando algo parecido a un recuerdo borroso pasa por mi mente. Yo entregándole el collar a alguien.

<< No tengo un anillo de compromiso, pero sé que el collar lo puede suplir perfectamente >>

<< ...es muy importante para mí, al igual que tú. Por eso de ahora en adelante quiero que esté contigo >>

¿Qué?

¿Compromiso?

Será que...

— ¿Se lo entregué a Gabriela? —pregunto con duda e intento recordar el momento exacto, pero no lo logro.

— ¿Christopher? ¿te quedaste dormido otra vez? —escucho la voz de Renato al otro lado de la puerta y camino para abrir.

—Lo siento, es que me distraje un poco.

—Vamos, todos te están esperando para desayunar.

—Eh, sí —respondo, saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

Bajamos hasta el comedor del hotel y en cuanto entro todos gritan "Feliz Cumpleaños", tirando confeti por los aires y tomando fotografías de mi reacción.

Pero yo puedo decir que me siento extraño, fuera de lugar.

Todos empiezan a abrazarme y felicitarme, y minutos después me cantan el Happy Birthday. El momento en que sé que me van a enterrar sobre el pastel llega y aunque en contra de mi voluntad, no hago nada para impedírselos.

—Te tenemos una solplesa —dice Zabdi y me acerca una tablet en la cual puedo ver a una Gabriela sonriente del otro lado.

—Mi amor precioso —empieza a hablar y por algún motivo no me emociona verla. ¿Qué me sucede? —Estoy demasiado feliz de que ya cumplas 25 añitos —habla con cariño. Intento sonreír y parece como si todos se están dando cuenta de mi reacción poco normal. —Hoy no puedo estar contigo, pero prometo que en cuanto nos veamos te llenaré de muchos besos y te entregaré tu regalo —me guiña y asiento.

—De acuerdo —digo simplemente.

—Bueno amor, te dejo para que disfrutes con tus amigos. Me espera un día muy ocupado... y sé que en el concierto de hoy la romperán, al igual que siempre.

—Gracias, Gaby.

—Solo digo la verdad, gatito —en cuanto dice "gatito" los chicos se aguantan las risas. —Te amo mucho y espero de todo corazón que cumplas muchos años más.

—También te amo —digo con un nudo en la garganta.

<< Te amo... de aquí a la galaxia más lejana >>

Aquella voz me golpea de inmediato y miro hacia todos lados.

<< Y yo mucho más allá >>

Me escucho decir y siento que estoy empezando a alterarme.

— ¿Estás bien, amor?

—Eh... Sí, sí —miento e intento sonreír una vez más. —Ten un día excelente —me devuelve la sonrisa y asiente.

—Bye, te amo.

—Bye —hablo y corta la vídeo llamada.

Los chicos me miran extrañados y suspiro. Creo que me estoy volviendo loco.

—Eso no es todo —habla una vez más Zabdi y me pide que mire nuevamente la pantalla.

Al hacerlo veo a mi mami, mi lita, mi hermano y mi papá reunidos. Aquello me hace sonreír de verdad por primera vez en el día.

— ¡Feliz cumpleaños, mijo! —grita mi lita y luego aplauden. Empiezan a hablar cada uno, deseándome los mejores éxitos en la vida.

Les agradezco por todo y la videollamada culmina. Al instante se abre una nueva ventana y en ella miro a mis locos amigos de Loja.

David, Jonathan y José están haciendo bailecitos raros mientras cantan una versión muy extraña del Happy Birthday.

— ¡Hey! Feliz cumple anos, pela —gritan al unísono y río.

No se puede con estos chicos.

— ¿Cuántos anos cumples exactamente? —pregunta Jonathan.

—Anos solo tengo uno, pero años... ahora tengo 25, idiotas.

—Cuando vengas en unos días te daremos los 25 latigazos —comenta José y David asiente mostrándome un cinturón.

—Recordaré no visitarlos —bromeo y seguimos riendo por tonterías.

Una imagen se cruza por mi mente y veo a David en muy malas condiciones, en lo que parece ser un accidente. Y luego veo a sus padres llorando, totalmente destrozados por el anuncio de su muerte.

Eso no tiene sentido. Niego, tratando de que aquellos pensamientos se alejen.

La videollamada es cerrada varios minutos después y aún así no puedo sacarme de la cabeza aquellas imágenes de David y el horrible sentimiento que me provoca.

Festejamos el resto de la mañana y luego llega el momento de hacer pruebas de sonido para el concierto de esta noche. Repasamos las canciones y coreografías, y aunque me sé todo a la perfección, no puedo evitar equivocarme en varias ocasiones. Tengo mi mente en otro sitio.

La hora del concierto ha llegado y nos ponemos en posición. Un gran telón cae dejándonos ver y las CNCOwners no tardan en gritar emocionadas. Todo el tiempo trato de concentrarme en cantar mis estribillos y seguir las coreografías, pero sigo en las mismas condiciones. Me relajo un poco cuando me cantan en coro el Happy Birthday y se los agradezco de todo corazón. Pero aún así tengo la sensación de que algo no está bien.

Es más, he empezado a sentir con mucha fuerza que esto ya lo he vivido con anterioridad. Un déjà vu muy fuerte.

Llega el momento del final y nos despedimos. Ahora tendríamos unos pocos minutos para descansar antes del M&G.

—Oh por Dios, feliz cumpleaños, Chris —grita la primera chica en entrar y casi se lanza sobre mí. —Al fin después de tantos años puedo conocerte en persona y abrazarte... ¡Justo en tu cumpleaños! ¡Estoy demasiado feliz... creo que voy a llorar!

Ahora estoy más seguro de que esto ya lo he vivido antes.

—Gracias, lindura... y no llores, por favor —digo mientras la abrazo.

Luego las fotos con todas las chicas empiezan y trato de verme lo mejor que puedo.

La misma chica del principio se acerca a mí para despedirse y un recuerdo de ella entregándome un pequeño regalo se cruza por mi mente. Me llevo una gran sorpresa cuando veo que lo hace.

¿Qué carajos?

¿Cómo supe que haría eso?

Recibo el detalle agradecido y lo mantengo en mis manos, mirándolo con extrañeza.

—Fue un gusto conocerlos —menciona en despedida la última de las chicas que queda por salir y luego todos nos tiramos sobre los sofás que habían puesto en una pequeña sala improvisada.

Wow.

Todo está pasando como lo recuerdo.

—Creo que necesito descansar —digo frotando mis sienes. —Me duele la cabeza.

— ¿Eso es lo que te ha tenido raro todo el día? —pregunta Richard y me encojo de hombros.

—Probablemente. Solo quiero llegar a la habitación y dormir.

—La vejez te está pasando factura, loco —dice Erick riendo y me quedo estático.

De acuerdo, creo que de verdad me estoy volviendo loco. Hasta ahora no he dejado se sentir que todo esto ya lo viví.

—Sí, como sea. Mejor vamos al auto, necesito pastillas y muchas horas de sueño.

Subimos al auto mientras escuchamos los miles de gritos de las chicas y vamos en dirección al hotel. No tardo en despedirme de todos y encerrarme en mi habitación. Empiezo a caminar de un lado a otro como un maniático y con el corazón acelerado. Más imágenes no dejan de aparecer.

Un avión... Nosotros... Un accidente.

— ¿Qué me está pasando? —susurro nervioso y empiezo a desvertirme para darme un baño. Estoy sudando frío y mi cuerpo temblando.

Cuando culmino me tiro en la cama, mi celular empieza a sonar, pero no lo tomo en cuenta. Estoy dando vueltas y sin poder dormir.

<< Samantha >>

Recuerdo de repente aquel nombre y me siento de golpe.

Miles de imágenes sobre aquella chica empiezan a llegar a mi cabeza. Finalmente veo en mi recuerdo que fue a ella quien le entregué mi collar hace muchos años.

—Esto no tiene sentido.

<< Ella me salvó luego del accidente con el avión >>

<< Ella es la chica a quien más he amado en mi vida >>

<< Ella y yo intentamos impedir la muerte de David >>

Lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas cuando he recordado todo. Acabo de darme cuenta que lo que le pedí a Samy salió mal y salimos rebotados a nuestro tiempo normal.

¿Qué hice?

¡Fui un idiota!

—Tengo que saber que sucedió con Samy.

Me pongo de pie de un salto y entro corriendo a la habitación compartida por Erick y Joel. Zabdiel y Richard también están allí, es normal que se queden varias horas conversando antes de dormir. Me miran extrañados y sé que parezco que estoy demasiado nervioso.

—Tienen que ayudarme... necesito ir a Loja.

— ¿Loja? ¿Ecuador?

— Sí, Erick. Esa Loja.

— ¿Pero no vamos a Ecuador en dos días? —inquiere Joel.

—Sí, pero necesito ir ahora mismo.

Se miran entre sí y la puerta de la habitación se abre de pronto. Renato entra y nos mira uno a uno.

— ¿Quién se murió?

—Christopher quiere ir a Loja —dice Erick y lo miro entrecerrando los ojos. — ¿Acaso era secreto?

Ruedo los ojos y Renato se ríe a carcajadas.

— Sí, como no —se burla. —Ya duermanse mejor.

—Renato, es en serio. Necesito ir a Loja.

— ¿Motivo?

— No lo entenderías.

—De acuerdo. Pero sabes que aunque quiera, no puedo ayudarte. Tenemos obligaciones de contrato que cumplir aquí... Así que te pido que esperes los dos días que faltan para ir a Ecuador —dice sin más y nos mira con seriedad. —Tengan buenas noches —sale y cierra la puerta tras de sí.

Aunque quisiera, ahora no podría escaparme, pues Renato me mataría. No me queda de otra que intentar contactar a Samy por cualquier medio y esperar dos largos días.

¡Mierda!

Necesito saber de mi pulgüita.

(...)

POV Samy ❤

Siento mi cuerpo debilitado y mi cabeza duele horrorosamente.

— Christopher... —susurro y algo a mi lado se mueve. — ¿Christopher?

— ¿Samy? —encienden la luz de noche y tardo un poco en acostumbrarme a su luminosidad. Aquella persona toma mi rostro y suelta un jadeo de preocupación. — ¡Dios! ¡Estás hirviendo, amor!

¿Christopher?

Mis ojos dejan de estar un poco nublados y finalmente lo visualizo.

— ¿Daniel? —inquiero confusa y trato de sentarme, pero simplemente no puedo.

— ¡Carajo, Samy! Te ves muy mal —se levanta de un salto. —Te llevaré al médico.

Me ayuda a abrigarme y me toma en peso, para luego llevarme hasta el auto.

— ¿Dónde está Christopher? —pregunto para mí misma, sin importarme que estoy hablando en voz alta.

— ¿Christopher? —inquiere mientras me ayuda con el cinturón de seguridad. — ¿Te refieres al chico del grupo que te gusta?

No le respondo por lo que de inmediato se sube al otro lado del auto y empieza a manejar lo más rápido que puede. Cada minuto que transcurre es como si mi cerebro fuese a explotar. La tan familiar humedad de mi nariz sobresalta a Daniel en cuanto me mira.

— Santo cielos, Samy. ¿Qué tienes? ¿qué sientes?

— Mi cabeza —digo con las pocas fuerzas que tengo. El dolor hace que empiece a llorar y noto la preocupación creciente en Daniel.

Varios minutos después llegamos a una clínica y unas arcadas y náuseas me debilitan aún más, haciendo que de inmediato expulse todo lo que tengo en el estómago. Con cuidado me acuestan en una camilla y me llevan a la zona de urgencias.

— ¿La paciente sufre de alguna enfermedad? —escucho a lo lejos cómo una doctora interroga a Daniel.

Siento que estoy a punto de perder la conciencia.

—No, siempre ha sido una persona muy sana. Despertó en ese estado —intenta explicar, pareciendo asustado.

Empiezo a respirar con dificultad, hasta sentir que me estoy ahogando por lo que de inmediato me ponen oxigeno artificial.

—Su ritmo cardíaco está demasiado acelerado —indica una enfermera.

—Estos síntomas no son normales —habla la doctora. — ¿Está seguro que ella estaba bien antes de acostarse?

— S-sí, nos acostamos juntos, como todos las noches. Samy estaba perfectamente.

Empiezo a ver nublado a mi alrededor y ya ni siquiera escucho lo que dicen.

Necesito saber si Chris está bien luego de lo qué sucedió. Si regresó también o se quedó atrapado en el pasado.

Llevo mi mano hasta mi pecho y me alegro un poco en cuanto siento su collar de la virgen aún guindado en mi cuello, las lágrimas empiezan a salir sin control de mis ojos.

— Christopher —digo como si eso me ayudara a sentirlo más cerca.

La camilla en la que estoy empieza a moverse, parece que llevan prisa. Ya no soy capaz de distinguir las cosas a mi alrededor. Me acomodan sobre una plataforma fría y empiezan a deshacerse de mis aretes, anillos y por último el collar de Christopher. Quiero impedirles que lo hagan, pero ya no tengo fuerzas para ello.

Pasan los minutos y mi cabeza no deja de doler.

Vuelven a acomodarme sobre la camilla y se mueven a través de pasillos y puertas. Siento como están inyectándome algo y conectándome a aparatos. Empiezo a escuchar el pitido que señala el ritmo cardiaco de los latidos de mi corazón.

— Christopher... —susurro mientras vuelvo a llorar.

Creo que ya no hay otra palabra en mi vocabulario.

—Imagino que debes querer esto contigo —escucho a lo lejos la voz de una chica y pone en mi mano lo que reconozco de inmediato como el collar. —Todo estará bien, linda —intenta darme ánimos, pero no soy capaz de responderle.

Solo tengo mi mirada fija en el techo mientras aprieto en mi mano el collar.

Escucho como alguien entra a la habitación y la enfermera a mi lado se pone atenta.

— ¿Noticias?

—No hay nada que podamos hacer —escucho a la doctora.

— ¿Cómo es eso posible?

— No sé cómo... pero el encefalograma y la radiografía muestran un tumor cerebral que ha venido creciendo durante años. No sé cómo no ha tenido síntomas hasta ahora —explica.

¿Tumor cerebral?

— ¿Es decir que ya está en su última etapa?

No, no.

—Lamentablemente sí. Es la primera vez que veo un caso así... Odio ser portadora de malas noticias, pero tengo que avisarles a sus familiares.

Tiene que ser una pesadilla.

—Empezaré con el informe... ¿Me ayuda con la fecha y la hora, doctora Ruiz?

— 23/11/2020... 6:47 am —indica y un dolor en mi pecho se instaura.

Es su cumpleaños.

Hoy cumple 25 años.

El silencio inunda la habitación cuando siento que se han marchado y empiezo a recordar aquella noche del 27 de noviembre que encontré a Christopher llorando en el parque. Eso quiere decir que también está aquí y que el motivo por el cual lo hacia fue porque había muerto. No hay otra explicación.

Moriré y le destrozaré el corazón.

No puedo dejar de llorar y hacer puño su collar. Él no se merece esto... No merece sufrir por mi causa.

Ahora entendía todo lo que me dijo mi otra yo aquella noche. Acerca de que disfrutara todo lo que podía con Chris... Ella sabia que moriría y decidió no decirme nada, quizá para no preocuparme o alterarme.

Pero... si me lo hubiese dicho, probablemente me hubiese encargado de disfrutar mucho más que eso. Hubiera hecho de la vida de Chris algo maravilloso y lleno de aventuras. Algo que recuerde siempre con una sonrisa.

Pero ya no me tendrá, ni yo lo tendré a él.

No cumpliré mi promesa de estar siempre a su lado.

Ya no hay nada que valga la pena... Moriré y le destrozaré el corazón.

Lo siento, Chris...

Lo siento, mi mechitas.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top