Capítulo 61 - Sorpresivo

Cuenta regresiva: 5

La alarma resuena una y otra vez a más no poder, sin embargo yo soy incapaz de moverme. Eso me pasa por quedarme toda la noche jugando cartas y cantando con David, José y Jonathan.

El ruido vuelve a inundar la habitación.

—Aishh... que alguien apague esa mierda —dice David más dormido que despierto. Y al notar que nadie hace nada me tira una almohada. — ¡Pela!

—Auch. Serás idiota —protesto. También tengo tanto sueño como ellos.

— ¡Pela, apaga esa vaina de celular — ahora habla José.

Resoplo y no me queda de otra que ponerme de pie y tomar el celular que está sobre mi escritorio. Lo apago de inmediato, no sin antes ver que son las 6 de la mañana.

— Es la última vez que los invito a dormir a mi casa —me quejo y la puerta es golpeada.

Me acerco y es mamá.

—Menos mal ya se despertaron. Empiecen a alistarse que en una hora salimos —sentencia y asiento, soltando un gran bostezo.

Cierro la puerta y enciendo la luz. Lo que hace que todos griten y se quejen por la brusquedad de la intensidad del bombillo.

— Marica apaga esa luz —habla finalmente Jonathan, cubriendo su cara con la almohada.

— Tenemos que despertar. En una hora salimos —comunico y se sientan sobre los colchones improvisados que hicimos, con cojines del sofá y muchas sábanas, desperezándose y también bostezando.

—No debimos quedarnos hasta tarde jodiendo —habla David y los demás asienten.

—Pues es lo que nos toca. Ahora arriba o nos dejarán.

Camino hacia el cuarto de baño y cierro el pistillo. No vaya a ser que a los tarados estos les de por entrar y grabarme desnudo mientras me baño. Ya pase suficiente vergüenza cuando me tomaron una fotografía haciendo mis necesidades hace tiempo. Casi tuve que rogarles para que la eliminen, aunque fue en vano, porque igual llegó a ojos de Samantha.

¡Desgraciados de mierda!

Río sin querer recordando lo mucho que se burlaron de mí y niego. Aún así, amo a estos tarados.

Me doy un baño de 10 minutos y salgo. En cuanto abro la puerta veo a los tres sonriendo malvadamente.

Ay no.

— ¡Ahora! —grita Jonathan, y David y José me arrancan la toalla de un sólo jalón, dejándome desnudo. Lo que Jonathan aprovecha de inmediato para tomarme una fotografía. —Miren... ¡Lo tiene chiquito! —se toma el estómago riendo a carcajadas y los demás lo acompañan.

Al fin reacciono y les quito la toalla de un jalón, envolviendo mi cuerpo de nuevo.

— ¡Malditos! Denme ese celular —me acerco a ellos pero son hábiles esquivándome.

— Esto llegará a los ojos de Samantha. Mira tu cara —se carcajea David y me doy por vencido.

— Me deben una —los miro entrecerrando los ojos y voy hacia mi armario a buscar algo de ropa.

Busco una oportunidad para intentar hacerles lo mismo cuando van a bañarse, pero es imposible. Se están cuidando las espaldas. Mientras uno se baña los otros dos cuidan la puerta.

Esto es un complot en mi contra.

Bajamos a desayunar cuando todos estamos listos.

— ¿Qué era ese relajo que tenían arriba? —inquiere mi Lita, poniendo sobre la mesa unas deliciosas tortillas de verde y queso, acompañadas con cafecito caliente.

—Nada, señora Piedad —responde José con inocencia y luego se ríe junto a sus otros dos compinches.

No me queda de otra que esperar. Cuando estemos en la casa de campo me las pagarán.

El timbre de la puerta suena y de inmediato me pongo de pie.

—Debe ser Samy. Lita ¿puedes poner un plato más?

—Con gusto, mijo.

—Gracias —le sonrío.

—Ya ve rápido, queremos enseñarle nuestra última adquisición a Sam —se burla David y le doy un golpe en la cabeza. Vuelven a reír.

Camino hasta la puerta y abro. Samy y su mamá están allí de pie.

—Buenos días, señora —me acerco y la saludo con un beso en la mejilla. —Buenos días, princesa —saludo a Samy y dejo un beso rápido en sus labios.

—Buenos días, Christopher —saluda su mamá con una sonrisa. —Vine a acompañar a Samy hasta aquí y a despedirme. Espero que tengan un buen fin de semana y lo disfruten mucho.

—Gracias, señora.

Abraza a Samy y le da la bendición, dejando un beso en su frente.

—Está demás decirte que la cuides —me mira con seriedad y asiento.

Acabo de tener un déjà vu.

—Confíe en mí —sonrío y asiente.

—Confio en ti. Entonces me voy a casa más tranquila —dirige su mirada a Samy y vuelve a abrazarla. —Llámame en cuanto puedas.

—Sí, ma. Te amo.

— Y yo a ti, bebé —se me hace tan tierna la imagen que sonrío, pero Samy se sonroja. Al igual que a mí, no le gusta que la llame así frente a otros.

Su madre vuelve por el camino que la lleva a casa y tomo su mochila para ayudarla a entrar.

—Se nota más preocupada de lo normal —comento.

—Sí. Tuvo una pesadilla y eso la dejó así. Pero no es nada —me besa en la mejilla y entra detrás de mí a la casa.

—El desayuno está listo. Vamos —la tomo de la mano y caminamos hasta el comedor.

Saluda a todos los que están allí y se sienta a mi lado. El desayuno transcurre tranquilo y la hora irnos llega cuando mí tía y su esposo han llegado.

El plan era ir a la casa de mi tía a las fueras de Loja y pasar allí todo el fin de semana. La excusa era el hecho de que mañana será mi cumpleaños y queremos celebrarlo de una manera distinta y especial, ya que sería mi último cumpleaños con ellos antes de viajar a Estados Unidos.

El día casi llegaba. Todo ha pasado tan rápido y aún no sé cómo haré para soportar estar lejos de Samy tanto tiempo.

La miro mientras ríe a carcajadas por la foto que los idiotas de mis amigos finalmente le mostraron y recuerdo nuestra conversación de hace algunos días.

Inicio Flash Back 🐼

— ¿Y eso era lo último que tenías que hacer? —inquiere sentada sobre mi cama y asiento mientras me quito la camisa para ir a darme un baño. —Me alegro mucho —trata de sonreír, pero sé que le cuesta más de lo que se nota.

Camino hasta ella y me siento a su lado.

—Pulgüita...

—Estoy bien —me interrumpe. — ¿Y entonces cuando viajas? —habla con dificultad.

—En enero. No pienso irme antes de las festividades de diciembre... Quiero pasarla contigo y mi familia —explico y se hace el silencio.

Ambos miramos a un punto fijo del suelo sin saber qué más decir y Samy es la primera en volver a hablar.

—No quería decirte cosas como "me gustaría que no te vayas" o "quiero que ese día no llegue"... porque sé perfectamente que con lo cabezota que eres, lo más probable es que quisieras quedarte —suspira —Pero tampoco quiero que te vayas pensando que no me duele saber que te tendré muchísimo tiempo lejos de mí.

—Lo sé, mi amor —tomo su mano y doy un ligero apretón. —Y créeme que si decidí viajar fue porque te prometí que no dejaría ir mi sueño, de lo contrario, sabes que preferiría quedarme aquí contigo.

—Gracias por eso. Realmente no creería soportar ver que tus sueños se trunquen por mi culpa.

—No digas tonterías, pulgüita. Pero si ir te hace sentir mejor, lo haré. Y prometo que para cuando nos volvamos a ver, seré parte de CNCO y tú serás proclamada como la hermosa novia del famoso Christopher Vélez —sonríe.

—Eso será de locos.

—Sí, pero estaremos juntos para vivir esa locura al máximo.

Me abraza de repente con mucha fuerza y empiezo a acariciar su cabello.

—Realmente me harás mucha falta, Chris.

—Y tú a mí, princesa. Pero prometo que compensaremos todos esos meses que no nos veremos cuando todo termine... No dudaré en venir a buscarte y si es necesario, llevarte conmigo.

— No estoy equivocada cuando digo que estás loco, mechitas —ríe sonrojada.

La miro a los ojos y empiezo a cantarle como en un susurro.

Son esos labios los que me tienen atado, como un loco enamorado...

Sin darme cuenta ya me has conquistado.

Me acerco y la beso, tan sutilmente que deseo que este momento no termine nunca.

Fin Flash Back 🐼

—Bien, viajaremos así —empieza a hablar mi hermano, Jonathan, sacándome de mis pensamientos. —Los jóvenes iremos en este auto y los ancianitos en el de allá —señala uno y luego el de mi tía mientras habla.

— ¡Tarado! —le dice mi tía y rueda los ojos. Sin embargo no reniega de la decisión.

A su auto se suben mi mami, mi Lita y su esposo, cuatro personas en total. Mientras que en el otro nos subimos seis. Samy, David, José, los dos Jonathan y yo. Claramente nuestro objetivo es ir haciendo relajo en el camino, así que no nos importaba ir un poco incómodos.

Encienden los autos y partimos. Ponemos música con un volumen considerable y vamos cantando a todo pulmón mientras mi hermano conduce siguiendo el auto de mi tía.

— Oye, déjame conducir a mí —pide David.

— ¿Ya aprendiste primero a limpiarte el rabo? —bromea Jonathan y todos reímos.

—No seas así, sabes que si sé.

—Pero no te he visto conducir en carretera, huevón.

—No hagas lámpara.

—Ya Jonathan, dejalo conducir o irá jodiendo todo el camino —pido y Jonathan rueda los ojos.

—La pela tiene razón. No querrás verme todo el trayecto haciendo berrinche.

—Aish. Ustedes joden... Dejénme y aparco para cambiar.

— ¡Sí!

Hace lo que dijo y David se cambia al asiento de alado del que está el volante, mientras Jonathan se da la vuelta para subir al otro lado.

—Arranca pendejo, que nos dejan atrás —dice José dándole un golpe en la cabeza y David arranca.

Empieza a acelerar para alcanzar el auto de mi tía que ha rebasado algunos autos y está varios metros por delante. Mientras seguimos cantando y riendo de tonterías.

Miro a Samy quien se ha recostado en mi hombro y le dedico una sonrisa, tomando su mano para luego besar sus nudillos.

—Te amo, pulg... —soy interrumpido por un fuerte movimiento del auto.

— ¡Cuidado! —escucho gritar a Jonathan y en cuanto vuelvo mi mirada hacia al frente, David intenta esquivar un auto que casi está encima de nosotros.

Lo logra por poco, sin embargo ha perdido el control del auto y se dirige directo a lo que parece ser un abismo.

— ¡Mierda, no! —grita David desesperado, intentando girar, pero es demasiado tarde.

Lo último que siento es cómo Samy aprieta mi mano con fuerza antes de que el auto impacté en el suelo, dando violentas vueltas.

Y luego...

Luego sólo hay obscuridad.


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