Capítulo 53 - Momentos difíciles
Hola mis CNCOwners bellas ❤
Antes que lean el cap quiero dejar en claro lo siguiente. Como saben, trato de poner sólo los Samy POV de lo que considero más importante, así que en este capítulo parecerá que las cosas pasan demasiado rápido, a la velocidad de la luz moviéndose por el espacio :v y es porque creo que todas nosotras estamos ansiosas de que se venga lo bueno jaja 😈😂
Ahora bien, disfruten su lectura :3 😘
¿Realmente estaba cumpliendo un mes con Christopher? ¿De verdad está sucediendo esto?
Y sí, sé que todo esto tan maravilloso es real. Pero simplemente no puedo dejar de hacerme esas preguntas cuando cada día que empieza no puedo evitar sentir el miedo de que todo esto se termine en algún momento.
— ¿Cuanto es lo máximo que has durado con una chica? —pregunto de repente.
Ni siquiera entiendo porqué pregunto aquello cuando sé la respuesta. Pero en el fondo, donde se encuentra clavado mi egoísmo y mis celos, creo que lo único que deseo averiguar es si él aún siente algo por ella.
Quizás estoy a punto de arruinar el momento tan bonito.
—Un año y medio —responde con tranquilidad, pareciendo que ya no le afecta pensar en Gabriela, algo que me hace tener sentimientos encontrados. Felicidad y tristeza a la vez. — ¿Y tú? —inquiere. Lo más probable es que desee desviar el tema.
Es la primera vez que me pregunta acerca de antiguas relaciones amorosas y no estoy segura de si responder con la verdad.
—Yo no salgo con chicas, Christopher —bromeo, tratando de liberar la tensión de mí.
—Me refiero a chicos, tontita —dice obvio y golpea ligeramente mi brazo con su codo.
A mi mente viene el rostro de Daniel... El chico de 26 años con el que tuve mi única relación larga y por primera vez, en más de un año, siento culpabilidad por estar aquí disfrutando al lado de Christopher; cuando él está por allí, en algún lugar de Quito esperando cumplir sus 22 años para toparse por accidente con una chica lojana que viajará por vacaciones y que desde ese día empezará una bonita relación de amistad con ella, y que próximamente se convertirá en algo más.
Siempre había pensado en Gabriela como la única posible víctima de mis actos, pero ahora también está Daniel. Tengo que decir que no se siente nada bien.
Bravo, Samantha, bravo.
—Tres años —digo tratando de verme normal y noto su sorpresa.
Yo también estoy sorprendida de la manera en que mandé al caño una relación de tres años por Christopher.
—Es mucho tiempo —comenta finalmente.
Quizá debe estar haciendo cálculos para entender cómo una chica de 16 años ha tenido una relación tan larga.
—Lo sé —suspiro abatida y me giro hacia su dirección para verlo a los ojos —Pero nunca había sido tan real como esto —musito con sinceridad.
Me dedica una sonrisa y besa mi frente.
—Yo pienso exactamente lo mismo... Creo que estaba loco al pensar que ella era la mujer de mi vida —esas palabras me revolvieron el estómago.
Claro que era la mujer de su vida. Cualquiera podía darse cuenta de aquello cuando notaba la manera en que la veía y le sonreía.
Christopher estaba loco por ella.
—Tal vez si lo era, pero la dejaste ir —comento, empezando a sentirme mal conforme pasan los segundos.
Niega, pareciendo seguro de lo que siente.
—No, definitivamente tú eres la mujer de mi vida —menciona con dulzura mientras me da un toquesito en la nariz con su dedo.
Aquello me hace sonrojar. Y aunque maldigo a mi cerebro por hacerme una mala pasada con mis sentimientos, decido enfocarme en este preciso momento... donde nada es más perfecto que el mirar los lindos ojos de Christopher.
(...)
Ya casi llegaba el anochecer a nosotros y estaba claro que ninguno se quería separar del otro, por lo que decidimos ir a casa de Chris a pasar un rato más, quizá hasta que el sueño nos diga que el día finalmente terminó o que la mamá de Chris me bote de la casa. Creo que lo segundo es más probable, ya que puede tener miedo de que me aproveche de su bebé y robe su flor.
Río disimuladamente ante mis pensamientos y tomo la mano de mi guapo novio para empezar a caminar juntos. En cuestión de nada estamos en su casa y él abre la puerta.
Lo primero que puedo visualizar es a una señora Yenny tan emocionada como cuando Chris ganó La Banda. Ese orgullo en sus ojos era tan fácil de reconocer.
Ella lo abraza con fuerza y segundos después se unen al abrazo Lita y su hermano Jonathan. Ninguno se ha percatado de mi presencia, lo que me hace sentir un poco incómoda con la situación.
¿Alguien puede decirme que sucede?
¿Por qué están tan felices?
—Mi amor que bueno que llegas... Te tengo una sorpresa —habla finalmente su mamá.
— ¿Sorpresa?
—Sí, ven a sentarte —toma su mano y comienza a halarlo.
De acuerdo, creo que a parte de ser viajera del tiempo, ahora también tengo el súper poder de hacerme invisible.
— ¿Qué sucede? No entiendo nada... Y mami, Samy vino conmigo —habla Chris, parece realmente confundido con la situación. Se detiene y le hace una señal a su mamá para que me note.
—Oh, lo siento, mija. Por como estoy no estaba pensando en nada más... —se disculpa con rapidez.
—No se preocupe señora Yenny.
—Ven a sentarte con nosotros, sé que esto te pondrá muy feliz también —habla.
¿Me pondrá feliz?
¿Acaso me dará la autorización para aprovecharme de su hijo?
Camina hasta mí para tomarme del brazo y luego nos lleva a Chris y a mi hasta el sofá de la sala para sentarnos.
— ¿Entonces? —pregunta Christopher y tanto Lita como Jonathan se acomodan también en un sofá.
— ¿Recuerdas lo que habíamos hablado hace más de tres meses? —inquiere su mamá y sé que es probable que no recuerde.
Para este Chris no han sido tres meses, sino años.
—No.
— ¿De verdad? Bueno, ya no importa —toma un sobre y se lo extiende.
¿Qué se supone que significaba eso?
— ¿Qué es esto?
—Abrelo, mi amor —responde emocionada.
Chris me mira sin entender y me encojo de hombros. La verdad estoy con mucha curiosidad sobre toda esta rara situación. Hace lo que le piden y de inmediato tiene entre sus manos varios documentos.
Doy una vista rápida en ellos sin poder evitarlo y un escalofrío recorre mi espalda cuando noto un escudo en la parte superior, detallando en letras grandes que pertenecía a la República de Argentina.
—Tu tía los envío... Ya casi todo está listo para que al finalizar el bachillerato viajes a Argentina a estudiar música, mi amor —chilla como niña pequeña.
Christopher parece estar en shock, igual o un poco más que yo.
No puedo dejar de mirar los documentos. Un vacío empieza a instaurarse en mi pecho, porque sé que cada paso importante en la vida de Chris, como este, solo significa que nos estamos aproximando al momento en el que él conseguirá la vida de sus sueños y yo tendré que quedarme atrás.
Muy atrás.
—Que bueno, mamita —dice finalmente, claramente fingiendo una sonrisa.
—No pareces muy emocionado, bebé... Este es tu sueño, ya casi hecho realidad —habla para que reaccione pero parece que no puede. —Creo que no debemos perder tiempo y empezar con el papeleo del pasaporte y esas cosas —vuelve a hablar su mamá.
— ¿Para cuando tendría que viajar?
—En un mes más... Ya tan solo te faltan dos semanas para culminar el colegio —dice pensativa —Sé que la graduación se tarda hasta un mes o dos, así que puedo hablar con la directora y pedir que haga una excepción contigo.
Un mes... ¿solo un mes más?
—Esto hay que festejarlo —interviene Jonathan con una gran sonrisa. Se pone de pie y desaparece tras la cocina.
—Ven mamita, vamos a ver los bocaditos que estábamos preparando y a poner algo de música. ¡Estoy tan feliz! —habla la señora Yenny tomando a Lita de la mano y segundos después hemos quedado solos.
¿Qué se supone que debería decirle?
Quizá lo mejor sea simplemente irme, debe tener mucho que pensar.
—Chris, creo que es mejor que me vaya... Deberías festejarlo con tu familia a solas —intento ponerme de pie, pero me toma de la mano con rapidez y no me lo permite.
—No Samy, no te vayas...
—Creo que estoy sobrando... Y de verdad, estoy muy feliz de que al fin cumplirás tu sueño de estudiar música —digo sin poder demostrar lo que sale de mi boca.
Estoy muy feliz por él, pero es demasiado difícil para mí.
—No, yo no voy a ir a Argentina —dice de repente y abro los ojos por la impresión.
—Christopher, no digas eso, te pueden escuchar —miro detrás de él para cerciorarme de que estamos solos.
—No pienso irme... ¡No puedo!
— ¿Estás loco?
Sé que no está bromeando y simplemente no puedo permitir que haga eso.
—No puedo, de verdad no puedo.
—No puedes hacerle eso a tu familia, Christopher —digo triste. Por más que deseo que se quede, no puede hacerlo.
—No lo entiendes, Samy.
—No necesito entender nada. Mira a tu mami, a tu lita, a tu hermano... están realmente feliz por ti.
— ¿Y nosotros? —pregunta dolido.
¿De verdad eso le importa más que su familia?
Conociéndolo estoy segura de que no.
—Aun tenemos un mes más —sonrío con falsedad y niega frustrado.
No voy a permitir que arruine su vida.
Es decir, sé perfectamente que Christopher nunca viajó a Argentina a estudiar música y aún así alcanzó el éxito, pero después de todo, es porque no se le presentó la oportunidad de viajar.
Estoy segura de que le hubiese encantado vivir esa experiencia, sobre todo ahora que sé que se sentiría un poco mas cerca del recuerdo de los chicos, con todo lo que han vivido en sus múltiples giras por aquel país y también porque podría disfrutar de su pizza favorita en todo el mundo. Sobre todo, tiene que aprovechar esta oportunidad por su bien, porque de no ser así, su familia no se lo perdonaría.
Y lo que menos quiero es que tenga problemas o se distancie de ellos.
—No Samantha, se supone que estaríamos juntos siempre ¿recuerdas? Hasta estar viejitos y arrugados.
Mis ojos se inundan de lágrimas que amenazan por salir y desvío la mirada en cuanto los demás vuelven.
Tengo que salir de aquí.
—Lo siento, Chris. De verdad tengo que irme —me pongo de pie sin darle más oportunidad de hablar, pero soy interceptada por Jonathan.
— ¿A donde vas cuñadita? Toma un poco de vino y celebra con nosotros.
¿Acaso la vida quiere verme sufrir?
—Gracias, Jonathan... Y solo quería ir al baño —miento.
—Oh, bueno. Estás en tu casa.... Y Christopher, llama a tus panas para que también vengan.
Asiente y Jonathan se va.
— ¿Me acompañas? —estira su mano y decido tomarla.
—Está bien —digo vencida por esos lindos ojos que me miran suplicantes.
Subimos las escaleras con desanimo y entramos a su habitación.
Noto lo frustrado que se siente, solo camina de un lado a otro, pensando y pensando.
—Samy, no quiero irme... Tengo varias razones para quedarme y entre esas estás tú —menciona de repente.
—No digas tonterías.
Se alborota el cabello con desesperación y se acerca hasta mí, tan cerca que su aroma penetra mis fosas nasales.
—Escucha Samy, sé que puede sonar ridículo, pero, si me marcho mi mamá quedará sola en una situación muy delicada —dice de inmediato y no sé de que habla, hasta que segundos después mi mente es iluminada con la respuesta.
¡Que tonta soy!
Sólo puede referirse a cuando Lita se enfermó de gravedad y la señora Yenny tuvo que prescindir de su empleo para cuidarla.
¿Cómo pude ser tan mente de pollo para olvidarme de aquel detalle tan importante?
Ahora comprendo lo difícil que debe ser para él pensar en la posibilidad de que no podrá estar con su familia cuando aquel momento llegue.
Asiento aún pensando en todo lo anterior.
—De acuerdo, entonces no te marcharás esta vez —digo suspirando. Acabo de sentir que el alma volvió a mi cuerpo, aún tengo tiempo para estar a su lado antes de que toda su loca vida de famoso nos golpee.
—Tengo que quedarme, pero no sé como hacerlo —dice pensativo.
Ni siquiera se le ha hecho extraño que de la nada haya aceptado su idea de quedarse en el país.
—No sé como ayudarte.
Vuelve a caminar de un lado a otro y se detiene cuando parece que finalmente ha conseguido algo.
—Prometeme que me apoyarás en todo lo que haga.
— ¿En qué estás pensando?
—Solo promételo.
—Lo prometo —digo con decisión, aunque eso no me causa muy buena espina.
—Después te explico todo... Ahora, ayúdame a soportar esta fiesta —comenta pareciendo más calmado y asiento con una sonrisa.
—Pues bien, hagamos como si es una fiesta en conmemoración por nuestro primer mes —sugiero encogiéndome de hombros y él sonríe ampliamente ante la idea.
—Llamemos rápido a los chicos... Tengo muchas músicas que bailar con mi linda novia —dice más animado y me roba un beso.
(...)
Necesitaba que Christopher me hable sobre lo que tenía en mente para intentar quedarse.
La desesperación de no saber nada de lo que su loca cabeza pensaba hacer me estaba matando lentamente.
Camino a paso rápido para encontrarlo y segundos después finalmente lo hago. Está con los chicos y parecen estar enojados con él, sobre todo David.
— ¿Cuál es la excusa? —inquiere éste de mal humor.
Chris se queda callado y sin moverse.
— ¿Es por Samantha? —pregunta José, un poco más sereno que todos.
Diles que no, Christopher, di no.
Pero vuelve a quedarse callado y David rueda los ojos exasperado.
— ¡No puede ser! ¿Es por esa razón, Christopher? —pregunta.
—Es mi vida y yo tomo mis decisiones, David —finalmente habla Chris, pero su respuesta no es la indicada.
¿Acaso no entiende que sus amigos solo se están preocupando por él?
— ¿Vas a arruinar tu futuro dejando pasar esta oportunidad por culpa de una chica? ¿Qué mierda te sucede?
¡No es por mí, es por su familia!
Quiero entrometerme en la discusión, pero pienso que no es lo mejor.
Dos pares de ojos caen finalmente en cuenta de mi presencia y se entumecen.
—David... —intenta tranquilizarlo Jonathan mientras me mira.
— ¡No! Es que no puede estar pensando hacer a un lado una oportunidad así por una chica con la que probablemente no pase nada más que un romance pasajero —dice David fuera de control y no puedo negar que eso me ha dolido.
¿Romance pasajero?
Quizá esté en lo correcto, como quizá no.
—David... —ahora habla José tomándolo del brazo, pero él no reacciona.
— ¿En qué estás pensando, Christopher? No seas egoísta con los que te quieren, pendejo. ¿Sabes lo que daría yo por contar con una oportunidad así? —espeta sin quitar la vista de Christopher. Mientras que éste último sólo mira al suelo.
— ¡David! —grita José y Jonathan al unísono, logrando que finalmente los mire.
— ¿Qué? —pregunta con fastidio.
Jonathan hace una señal en mi dirección y quiero desaparecer cuando tengo la atención de los cuatro sobre mí.
David está avergonzado y mira a Christopher tratando de pedirle disculpas, pero él simplemente le responde con una mirada llena de molestia.
Esto fue suficiente.
Empiezo a alejarme sin ganas de querer hablar con nadie.
— ¡Samy! —escucho su voz y las pisadas que me indican que se está acercando.
Lo ignoro sin tener idea de a donde voy y empiezo a caminar a paso rápido.
— ¡Samy, no te pongas así por favor!
¿Qué no me ponga así?
— ¿Y cómo quieres que me ponga con todo lo que dijo David? —pregunto irritada y deteniéndome finalmente. Ni siquiera estoy enojada con David, sino con él. —Tienes que irte a Argentina, Christopher... Él tiene razón, no debes ser egoísta con tu familia y amigos que solo quieren lo mejor para ti.
—Pensé que ya había quedado claro que no puedo irme —insiste un poco molesto, lo que me hace enojar más.
¿Acaso piensa que está en el tiempo donde es un niño famoso y todos hacen lo que él ordena?
Entiendo su preocupación, pero esto es estúpido.
— ¿Cómo estás tan seguro de que en realidad tu mamá te va a necesitar en algunos meses más? —pregunto de repente.
Está tan convencido de que eso ocurrirá, pero ahora existe la probabilidad de que no sea así.
La línea del tiempo está cambiando. Él y yo somos la prueba de ello.
—No me preguntes cómo, pero lo sé.
Estoy empezando a detestar que exista ese tonto "secreto" del viaje entre nosotros.
Tomo aire y trato de tranquilizarme. Lo miro a los ojos y vuelvo hablar.
—Aveces las cosas cambian, Christopher... Tu y yo somos el reflejo de eso —digo haciendo eco de mis pensamientos, tratando de que entienda de una vez por todas que yo también soy parte de ese paranormal evento que vivió. Pero segundos después siento la necesidad de volver a mi sitio de confort, donde solo soy una chica normal y corriente. —No éramos más que desconocidos y de un momento a otro... nos enamoramos. Nadie puede saber que pasará en el futuro porque es impredecible —explico, tratando de que no parezca extraño o sospechoso lo que digo.
Se queda pensativo por un largo tiempo y siento miedo de que me haya descubierto.
—Bien, puede que no sea así... pero es un riesgo que tengo que tomar.
Este chico no tiene remedio. Pero aun así no puedo permitir que todos piensen que soy la causante de sus decisiones.
—Entonces, si tanto quieres quedarte, por lo menos arregla esta situación... No quiero que tu familia y tus amigos me odien por creer que yo soy la excusa por la que te quedas.
—Pero algo de cierto si tiene —se encoje de hombros y suspiro.
Bien, entonces si tengo gran culpa.
No sé si sentirme feliz o triste por ello.
—Sólo espero que luego no te arrepientas de tus decisiones.
—No lo haré —asegura con determinación. — ¿Me das un abrazo? —pregunta con voz tierna y entrecierro los ojos mirándolo con un poco de ganas de asesinarlo.
— ¿Alguna vez te han dicho que eres un testarudo?
—Sí... Tú ahora mismo —sonríe y ruedo los ojos. Sabe que me ha convencido.
—Agradece que no te ganas un golpe de mi parte —menciono y me acerco hasta envolver mis brazos en su cuello.
¿Por qué huele tan jodidamente bien?
—Golpeame si deseas, pero nunca me dejes, Samy —dice muy bajito y logra arrebatarme la primera sonrisa del día.
—No lo haré, Christopher —respondo acariciando su cabello con dulzura.
— ¿Pase lo que pase?
—Pase lo que pase —respondo, con el único deseo de poder cumplir aquello y vivir una larga vida a su lado.
(...)
Christopher estaba loco si pensaba que arruinar su año escolar era una grandiosa excusa para quedarse en el país. Si tan solo me hubiese explicado sobre su estupillante idea desde el principio, no hubiese decidido apoyarlo.
Me detengo finalmente encontrándolo y lo miro con desaprobación. David está a su lado, ambos sentados en el césped y mirándome con lo que parece miedo.
—Christopher ¿qué crees que estás haciendo? —inquiero acercándome de una vez por todas y poniendo mis brazos en jarra.
—Lo mismo le pregunté yo —habla David y Chris lo mira entrecerrando los ojos para que se calle. —No me mires así.
—Estoy esperando una respuesta, Christopher —vuelvo a hablar. Estaba por perder la poca paciencia que me quedaba.
—Creo que yo me voy —habla David, poniendo cara de asustado al verme de esta manera. —Y Sam, lamento mucho lo de esta mañana... Solo estaba enojado con este idiota —dice con sinceridad.
Asiento, pues entendía su posición y no lo culpaba. Finalmente se marcha.
Empiezo a caminar de un lado a otro mientras procuro calmarme, pero no puedo.
Tengo tantas cosas en la cabeza, que me estoy volviendo loca.
— ¿De verdad? ¿Perder el año es tu idea fabulosa de quedarte? —hablo después de segundos.
—¿Cómo te enteraste?
— ¿Acaso olvidas que me la vivo entre profesores? Te estás convirtiendo en el tema de conversación de todos —explico con molestia.
—Pues sí, es la única manera de quedarme —se encoge de hombros, como si no le importase.
— ¡Es estúpido! Si no detienes esto yo misma hablaré con la señora Yenny.
—Son mis decisiones, Samantha, te pido que las respetes.
¿Respetarlas?
¡Y un huevo, Christopher Vélez!
—Solo me preocupo por ti, tonto —hablo exasperada.
— ¿Tú si puedes entrometerte en mi vida pero yo no en la tuya? —pregunta molesto y me quedo callada, recordando nuestra discusión sobre mi problema con las abusonas. — ¿Ves? Debes ser un poco más justa.
Tiene razón, pero esto es distinto.
Se pone de pie con la intención de irse y dejarme aquí, pero regresa y se para frente a mí, logrando intimidarme un poco, por lo que bajo la mirada.
—Lo mio no es tan grave como lo que estás haciendo —susurro.
— ¿Acaso crees que si alguien te golpea no es grave? —espeta y lo miro de inmediato.
No puede ser posible que se haya percatado de ello.
—Nadie me ha golp...
—No mientas, Samy —me interrumpe.
—Te dije que lo de aquella vez solo fue un accidente.
— Pues entonces voy a fingir que todo lo que estoy haciendo también es un "accidente" —hace comillas con sus dedos y luego me da la espalda.
Esto se siente demasiado feo. No quiero pelear más con Chris.
—¿Crees que podamos ir más tarde al parque? Hay algo que quiero enseñarte —invento la primera excusa que viene a mi mente.
Quizá nos haría bien pasar un poco de tiempo juntos en nuestro lugar favorito.
—No puedo, estoy castigado por lo de la prueba.
—Oh, entonces podría ir a tu casa y...
—No, Samy... Si no quiero tener más problemas de los que se vienen es mejor que no vayas a casa —dice serio y eso es suficiente para saber que soy la única persona con la que quiere estar.
—De acuerdo.
Suspira girándose hacia mí y deposita un beso en mi frente.
—Tengo que volver a clases, pulguita —noto como se esfuerza por escucharse normal, pero es evidente que es imposible.
Me sonríe una última vez con esfuerzo y empieza a caminar dejándome atrás. Pese a todo, agradezco su esfuerzo de intentar tratarme con cariño.
—Te quiero, Chris —digo en voz baja, aunque lo suficientemente alto para que me escuche, pero simplemente continua con su camino, dejándome atrás.
(...)
Christopher lo había conseguido; sé quedaría en Ecuador. Pero imaginaba lo mal que tenia que estar al haberle dado tan gran decepción a su mamá.
Entro al salón tratando de no hacer ruido y noto a los chicos tratando de animar a Chris. Segundos después David lo abraza para consolarlo y este se pone a llorar.
Ni siquiera sé si querrá verme ahora, ha transcurrido una semana y casi no hemos hablado, solo lo normal, cuando nos hemos topado por casualidad, y casi siempre terminábamos en discusión por cualquier tontería.
Pero necesitaba saber que estaba bien, al menos lo necesariamente bien, porque entendía como debía sentirse.
—Hola, chicos —hablo finalmente y todos me miran a excepción de él. — ¿Pueden dejarme a solas con Chris, por favor? —pido y los chicos sin siquiera decir nada se ponen de pie y segundos después se marchan.
—No quiero que me veas así —dice limpiando unas lágrimas que habían salido sin su permiso al verme.
Me duele verlo tan vulnerable.
—Lo siento, es solo que me enteré de lo que sucedió en el rectorado —hablo en voz baja y me siento frente a él.
Tomo su mano y le doy un suave apretón.
—Creo que no me he portado nada bien esta semana contigo —digo y suelto una risa amarga —tengo tantas cosas en mi cabeza que no sabia como actuar... mis problemas en el colegio, en mi casa y ahora tú. Estaba a punto de colapsar y renunciar a todo... nada estaba saliendo como quería. Pero no puedo, no puedo hacerte a un lado porque te hice una promesa, Chris ¿recuerdas? —digo con nudo en la garganta y empezando a soltar lágrimas.
Me mira finalmente a los ojos y nota que estoy llorando.
—Lo recuerdo todas las noches al intentar dormir —dice con cariño y seca una lágrima que rueda por mi mejilla.
—Quiero estar para ti en los buenos y en los malos momentos, Chris.
—Gracias, princesa. Yo igual para ti.
Nos quedamos en silencio mientras apretamos nuestras manos.
Ni siquiera podía caber en mi lo mucho que sentía por Christopher. Deseaba gritarle a los cuatro vientos que lo amo y que es lo mejor que me ha pasado, pero decido callarme.
Si digo algo, no sé cómo lo tomaría, después de todo solo ha pasado un poco más de un mes desde que somos novios y sería un poco raro decirle todo esto tan pronto. Aunque yo lo lleve amando desde que tengo memoria.
Creo que lo amo desde antes que naciera. Y recordar a aquel Christopher del 2020 diciéndome que me ama, sólo aumentaba mis deseos de decírselo, y con un poco de suerte, quizá él también me lo diría.
— ¿Estás bien? —pregunta al darse cuenta de mi ensimismamiento y asiento con una sonrisa forzada.
—Creo que es mejor que vayas a casa, tienes mucho que hablar con tu mamá... Y no te preocupes, pase lo que pase, yo siempre estaré para ti, amor —digo con cariño y él asiente.
Me acerco para abrazarlo con fuerza y él corresponde abrazándome mucho más aún.
—Te quiero, pulguita.
—Y yo a ti, Christopher —me separo de él para que se vaya antes de que se le haga más tarde. Se pone de pie y toma aire. —Suerte.
—Realmente la necesitaré.
Deposita un pequeño beso en mis labios, haciéndome desear más de ellos y sale del salón para ir a su casa.
Deseaba con todo mi corazón que todo salga bien con su mamá.
(...)
Me encontraba en mi habitación sin saber qué hacer. Por alguna razón me sentía de los nervios y no podía tranquilizarme.
Realmente necesitaba con urgencia saber cómo le fue a Chris con su mamá.
Me pongo en pie saliendo de mi cama y tomo aire. Es la primera vez que intentaría entrometerme en la vida personal de Chris sin su permiso, pero no aguantaba más. Mi angustia era más grande que mi paciencia.
Cierro los ojos concentrandome de inmediato en la imagen del cuarto de baño de la habitación de Christopher y varios segundos después finalmente me hallo en el lugar.
Tomo aire, agradecida de que todo haya salido bien y puedo escuchar voces del otro lado de la puerta. Me acerco a esta y escucho con atención.
—Las cosas han cambiado mucho últimamente, ahora no está dentro de mis planes viajar a estudiar música a otro país, mamita —explica Chris y puedo imaginarme el rostro de la señora Yenny al escucharle decir aquello.
— ¿Estás bromeando? Sabes que nunca encontrarás esas oportunidades aquí.
—Lo sé, mamita. Y eso no significa que he dejado mi sueño de dedicarme a la música... simplemente quiero disfrutar un poco más de tiempo con usted, con mi lita, con mi hermano, con mis amigos... con... —guarda silencio y mi corazón se acelera.
—Con Samantha —escucho mi nombre en la voz de su mamá y puedo jurar sentir un poco de fastidio de su parte.
—Sí, con Samy también.
Escucho un murmullo pero no puedo adivinar lo que acaba de decir su madre en respuesta.
—No, no es su culpa si es lo que está pensando —interfiere Chris.
— ¿No? ¿No es su culpa? —alza la voz y me asusto, como si la tuviese frente a mí. —Has cambiado mucho desde que apareció esa chica, Christopher... Mirate, estás a punto de perder el año... ¿eso te dice poco?
Genial, ahora mi suegris me odia.
—No es su culpa tampoco, entiéndalo.
— ¿Culpa de quién es entonces? ¡No sabes lo mucho que me esfuerzo en mi trabajo para darte lo mejor! —empieza a gritar. Chris la debe estar pasando mal — ¡Todos los días en un constante estrés y cansancio para que no te falte nada! ¡Ese cupo en Argentina no salió gratis! ¿entiendes eso, Christopher? Ahora por tu inmadurez y tonto enamoramiento de niño adolescente estás arruinando tu vida.
Si tan solo supiera que a su hijo le esperan sucesos maravillosos en el futuro.
—Estoy decepcionada, Christopher —dice con su voz quebrándose, sé que ahora debe estar llorando. —No sé cómo pudiste hacerle esto a toda tu familia... Siempre confiamos en ti y te apoyamos.
Un breve silencio se instaura, hasta que escucho a Christopher hablar.
—Mami ¿estás bien?
—Claro que no estoy bien, Christopher... ¿cómo quieres que me encuentre después de todo esto?... La rectora tiene razón, a partir de ahora, olvida cualquier apoyo de mi parte —dice tajante.
Me entristece por Christopher, pero también me pongo en los zapatos de su mamá.
—Yo lo entiendo mami, pero procure tranquilizarse.
— ¡No lo voy a hacer, Christopher! —espeta.
Escucho pasos y me muevo de inmediato creyendo que ya es momento de regresar a mi casa.
Cierro los ojos e intento visualizar mi habitación.
— ¡Mami! —escucho gritar a Christopher y vuelvo abrir los ojos.
¿Qué carajos sucede?
—Dios mio, mami... ¡Mami! —vuelvo a escucharlo y me acerco hasta la puerta. — ¡Alguien que me ayude! —grita y en un momento estoy a punto de abrir la puerta para socorrerlo, pero caigo en cuenta de que no puedo.
¿Cómo le explicaría el hecho de que aparecí de la nada en su baño?
Los nervios me atacan y decido volver a mi habitación. Para luego venir hasta aquí de manera y casual y ayudarlo.
Me muevo con torpeza y hago caer al suelo un jabón liquido que reposaba en el lavamanos, haciendo un ruido más fuerte de lo normal debido al eco.
Decido irme antes de que sea tarde para ayudarlo.
Una vez en mi habitación salgo corriendo hasta la puerta pero soy interrumpido por mi papá, quien apenas iba llegando.
— ¿A dónde vas? —pregunta neutral.
—Al parque —digo nerviosa. —Tengo prisa.
— ¿Y tú mamá?
—No lo sé —digo viendo hacia atrás para ver si aparecía. —Quizás salió.
—Entonces sirve tú la comida, estoy muriendo del hambre —dice entrando finalmente.
—Pero...
¡Diablos, tengo que irme!
—Por favor —pide pareciendo un poco molesto.
No quiero tener problemas ahora. No más.
—Sí, ya voy —digo cerrando la puerta detrás de mí y pidiéndole disculpas en mi mente a Christopher por no poder ir con él.
(...)
Las horas de espera se habían hecho eternas.
Lo único que sabia por los comentarios de los vecinos era que una ambulancia había llegado hasta la casa de Chris y se había llevado a la señora Yenny a urgencias. No lo había llamado por no querer molestarlo, debía estar demasiado preocupado con lo que sea que le sucedió a su mamá como para concentrarse en darme explicaciones. Aunque no quería quedarme tranquila hasta saber cómo está.
Termino de lavar los platos de la merienda y me despido de papá y mamá, con la excusa de que moría del sueño.
Me doy un baño, me pongo mi pijama y tras minutos de caminar en mi habitación en círculos, decido salir.
Esto tendría que hacerlo a la antigua, ya que no quería que alguien me viese aparecer de un momento a otro fuera de mi casa.
Pongo seguro a la puerta para que nadie entre en mi ausencia y me muevo hasta fuera de la habitación con solo cerrar los ojos. Camino sin intentar hacer ruido y noto que ambos se han quedado dormidos frente al tv, lo que aprovecho para salir de casa.
Camino en dirección a la casa de Christopher y noto todas las luces apagadas, eso sólo significaba que nadie llegaba aún. Decido sentarme en el bordillo de la acera y esperar hasta que alguien aparezca.
Casi tras una hora después de esperar y ya casi empezando a dormirme, veo un taxi estacionarse frente a mi. Me acomodo en mi lugar y enseguida noto a Christopher, quien se impresiona al verme.
Me pongo de pie para recibirlo y él corre hasta mí para abrazarme con fuerza. Una vez más soy testigo de la fragilidad de Christopher al sentir que ha empezado a llorar.
— ¿Qué sucedió, amor? —trato de reconfortarlo.
—Mi mami sufrió un infarto al corazón, ahora está en el hospital —habla sorbiendo por la nariz y acaricio su mejilla con preocupación.
Realmente fue grave.
—Lo siento mucho, Chris. No me imaginé algo así cuando vine y note que no había nadie en casa. ¿Cómo está ahora?
— Recupérandose —dice simplemente sin querer dar detalles. — ¿Tienes mucho tiempo esperando?
—Alrededor de una hora —me encojo de hombros restándole importancia. Hubiese esperado un día entero por él.
Sonríe por mi respuesta y deposita un beso en mi frente.
—Gracias por esperarme, linda. Vamos adentro.
Abre la puerta dejándome entrar primero. Prende todas las luces y se dirige en dirección a la cocina, por lo que yo lo sigo.
Empieza a revisar el refrigerador y lo cierra haciendo un pequeño puchero.
Mi niño bonito está muriendo de hambre.
— ¿Tienes hambre? —pregunto lo obvio con una sonrisa y asiente dudoso. —Pues bien, entonces ve a darte un baño y yo te preparo algo rico para comer —menciono y le brillan los ojos.
— ¿Estás segura?
—Amor, la cocina es lo mío —hago ademán de superioridad y lo hago sonreír.
—Está bien, princesa... toma lo que quieras, estás en tu casa.
Asiento sonriente y emocionada al ser la primera vez que cocinaré para él. Sale de la cocina y escucho cómo sube las escaleras.
Busco que poder prepararle y encuentro una caja de fideos, así como albóndigas. Me pongo manos a la obra y tras más de media hora, parece que ya casi está todo listo.
Revuelvo el fideo que previamente ya he sacado del agua en un recipiente con un poco de orégano para darle un toque especial, mientras vigilo las bolitas de carne que se están friendo en la sartén.
Tarareo la canción de Escapate conmigo de Wisin y Ozuna mientras hago todo, hasta que una luz viniendo de detrás de mí llama mi atención. Volteo y veo como Christopher esconde detrás de él lo que evidentemente es su celular.
—Pensé que habías dejado esa manía de acosador —digo divertida.
—No pude evitarlo. Te ves linda cocinando, además que huele y se ve delicioso.
—No es por presumir, pero también sabe delicioso.
—Engreída —me saca la lengua en juego y toma asiento en uno de los banquitos de la pequeña mesa de la cocina.
Pongo un plato grande lleno de pasta con las bolitas de carne y la botella de salsa de tomate a su lado, ya que sé que él le pone kétchup a absolutamente todo. Aunque si es pasta, no tiene nada de extraño.
Vuelvo a caminar hasta la encimera y tomo un vaso de vidrio para posteriormente servirle el jugo de naranja que le había preparado.
—Es lo más rápido que pude hacer, no quería que murieras por desnutrición si me tardaba mucho —me disculpo y niega.
Toma mi mano cuando me he sentado frente a él y la besa con cariño.
—No sé que haría sin ti, princesa.
—Yo si sé... Probablemente incendiar la casa —bromeo y ríe a carcajadas.
—No sé porque todos son tan pesimistas con eso, ¿cómo podré descubrir lo bueno que soy cocinando sino me tienen fe?
—De acuerdo, chef frustrado, prometo que en el futuro te dejaré cocinar para mí —digo con duda fingida, pero luego río.
—Lo prometes ¿de verdad? —dice ilusionado y asiento.
—Sí, lo prometo, mechitas. Ahora come.
— ¿Y tú?
—No te preocupes, ya merendé en mi casa.
—Gracias por esto... por todo —vuelve a tomar mi mano.
—A la orden, guapo —le guiño un ojo y sonrío.
Lo siguiente que veo es como devora su comida en tiempo récord.
(...)
Los minutos habían pasado y Christopher y yo aún tratábamos de repasar lo que más podíamos para su examen.
—Princesa, ya es muy tarde. ¿no te hacen problema si llegas a estas horas a tu casa? —interrumpe nuestra concentración.
Una sonrisa maliciosa se me escapa y niego.
—Digamos que mi familia piensa que estoy encerrada en mi habitación y soñando con los angelitos —digo y enarca una ceja.
— ¿Qué dices? ¿Te escapaste? —inquiere sentándose de golpe sobre la cama y me muerdo el labio inferior aguantando reírme.
—Lo siento, pero no había tenido noticias de ti en todo el día —hago puchero y muevo las pestañas para convencerlo de que no me regañe.
—Estás loca, mujer. ¿Cómo se supone que regresarás ahora?
—No te preocupes, mechitas. Todo está bajo control... mejor sigamos estudiando.
— ¿Te parece si lo dejamos hasta allí? Ya tenemos casi una hora practicando.
—Está bien —sonrío y me levanto de la cama para tomar los libros y cuadernos y dejarlos sobre el escritorio.
Subo un poco más el volumen a la computadora donde muestra en la pantalla el vídeo de Bed of roses de Bon Jovi en youtube y vuelvo segundos después a la cama, tirándome sobre Chris.
—Eres una salvaje —bromea y le saco la lengua.
Me bajo de él, acomodándome a su lado y me abraza. Nos quedamos en silencio, solo escuchando la canción de fondo y moviendo los pies al ritmo de la música.
— ¿Chris?
— ¿Si? —habla y me giro para verlo al rostro.
—Me gusta esto.
— ¿A qué te refieres exactamente, princesa?
—Tu y yo... —se me escapa una risita —Acabo de cocinarte, estamos en una casa nosotros sólos y ahora estamos aquí, deleitándonos con unas canciones maravillosas mientras estamos abrazados en una cama —explico y sonríe ampliamente.
—A mi también me gusta mucho compartir el tiempo contigo, amor... Espero que cuando nos casemos todo sea así de perfecto —habla demasiado feliz y mi corazón se detiene por un instante.
¿Realmente escuché bien?
—¿Casarnos?
—Obvio tontita, ¿o acaso esperas que seamos novios toda la vida? —pregunta sonriendo. Lo único que puedo hacer es pestañear varias veces sin creer aún lo que acaba de decir.
Chris se quiere casar conmigo.
Siento cómo mis ojos se empiezan a cristalizar y Chris apoya su cabeza en su brazo para verme directamente a los ojos.
— ¿Estás hablando enserio? —pregunto para asegurarme y no hacerme ilusiones tontas. Acaricia mi mejilla con suavidad y asiente.
—Es lo que más deseo —susurra sutilmente y frota su nariz con la mía.
Christopher cuando se lo propone puede ser excesivamente tierno.
Río ante las cosquillas que su tacto me produce y besa finalmente mis labios con la mayor delicadeza posible. Se separa un poco y sin quitar su mirada de la mía vuelve a hablar.
—Te amo —suelta para mi sorpresa y el tan solo volver a escuchar esa pequeña frase saliendo de sus labios hace que finalmente me ponga a llorar. —Para siempre.
Vuelve a adueñarse de mis labios y yo le correspondo más que complacida.
Nos volvemos a separar un momento y le sonrío mientras tomo su mejilla.
—Pensé que nunca lo dirías... —digo con nerviosismo. — también te amo, Chris. Juro que eres lo mejor que me ha pasado en todo este tiempo... y si te pierdo mi vida no tendría sentido nunca más.
—No te atormentes pensando cosas que no pasarán, princesa... Tu y yo estuvimos destinados y siempre estaremos juntos —dice sonriendo y acaricia mi cabello. —Te amo, mi pulguita.
Envuelvo mis brazos a su cuello mientras él vuelve a besarme, acomodándose por encima de mi cuerpo para estar más cerca el uno del otro.
Besa todo mi rostro con amor y baja por el camino de mi cuello hasta llegar a mi clavícula. Suelto una risita al sentir esa clase de cosquillas que suben la temperatura y me muerdo el labio inferior para luego no soltar un gemido al sentir un mordisco ligero en mi cuello.
—Lo siento, me dio cosquillas —hablo, y Chris ríe ante mi comentario, lo que hace que yo también ría.
Nos reímos hasta que finalmente nos detenemos y luego no hacemos ningún tipo de movimiento, simplemente nos miramos fijamente, quizá tratando de comunicar lo que cada uno está deseando en este momento.
Y sí, me estaría engañando si digo que no quiero hacer el amor con Chris. Lo raro sería que estaría por perder mi virginidad por segunda vez.
¡Vaya situación!
Tengo experiencia teniendo sexo y sin embargo ahora mismo, en este cuerpo, nunca he hecho nada más allá que besarme con chicos.
Decido dejar de darle vuelta a las cosas en mi cabeza y ser yo quien dé el primer paso. Una vez más.
Llevo con nerviosismo mis manos a su cuello y empiezo un camino de caricias que recorren desde allí hasta su pecho. Sigo mi camino hasta llegar al dobladillo de su camisa y lo miro a los ojos tratando de darle a entender mi intención. Empiezo a subirla y mi corazón empieza a acelerarse cuando finalmente la he quitado.
Si bien es cierto que el Christopher de ahora no se compara en nada al del futuro, para mí seguía pareciendo perfecto y demasiado atractivo.
Se hace a un lado y luego se baja de la cama, todo esto sin apartar su mirada de la mía. Toma mi mano y hala de esta con delicadeza para que me ponga de pie también. Me observa unos segundos más y empieza a hacer con mi blusa lo mismo que yo hice con su camisa. Luego se acuclilla y me mira tratando de pedirme permiso, a lo que yo respondo con una caricia en su cabello. De inmediato lleva sus manos a mis caderas y toma mi pantalón del pijama para empezar a bajarlo, mientras roza con las yemas de sus dedos mis muslos.
Teniéndome tan solo en ropa interior se aleja y me estudia de pies a cabeza, haciendo que empiece a sonrojarme de inmediato. Preferiría ahora mismo tener mi cuerpo de 24 años.
Sonríe sin apartar su mirada de mi ropa interior y me miro a mi misma.
¿Cómo pude haber olvidado que traía puesto un estampado de gatitos?
—Creo que no soy muy sexy —hago una mueca graciosa.
—Yo creo que lo eres en exceso —murmura acercándose a mí y uniendo sus labios a los míos con pasión.
Mientras no se aparta de mí, se deshace de su pantalón y bóxer de un solo tirón. Quedando totalmente desnudo y apegandome más a él para que lo sienta. Se deshace de mi top y segundos después de mi cachetero de gatitos.
Se aleja dándome una vista de su cuerpo y no puedo evitar mirar hacia abajo.
¡Alabado sea Zabdiel y sus bendiciones... la Chrisconda es real!
—Eres demasiado hermosa para alguien como yo —llama mi atención y caigo en cuenta de la forma en la que me mira.
Saco desde el fondo de mi ser a la Samantha sexy que tengo escondida y me acerco hasta él.
—Tú, Christopher Vélez, eres perfecto —susurro cerca de su oído y luego lo beso con pasión y ansiedad. —Eres el hombre más sexy que han visto mis ojos —muerdo con sensualidad su labio inferior y escucho desde su garganta dejar escapar un pequeño jadeo.
Como si se hubiese transformado de un momento a otro, me toma de los muslos, haciendo que enrede las piernas a su cintura y después de más besos que nos dejan sin respiración, me acuesta con sutileza sobre la cama. Él acomodándose entre mis piernas.
Los besos no dejan de parar y poco a poco voy sintiendo aquel dolor punzante en mi entrepierna; el mismo que sentí la primera vez que estuve con Daniel.
Muerdo su labio inferior ahogando un grito cuando finalmente está dentro y Christopher se apega más a mí, tomando mis muslos y apretándolos con fuerza, pero sin hacerme daño.
Empieza a moverse más y siento una mezcla de excitación y dolor, sin embargo el sentirlo así, sus labios en los mios reclamandome como suya, su piel rozando la mía y sus manos explorando mi cuerpo, me era suficiente para olvidarme del incómodo dolor que percibía en aquella parte de mi cuerpo.
Los minutos transcurrieron y Chris y yo no eramos más que cuerpos alcanzando el cielo juntos. El dolor al fin había cesado y la excitación en mi cuerpo gritaba por tomar todo lo que aquel hombre tenia para ofrecerme y darle todo lo que yo tenia para él.
Me muevo con la finalidad de ahora ser yo quien esté sobre él y empiezo a mover mis caderas en circulos mientras beso a Christopher como si no hubiese un mañana, jugando con mi lengua dentro de su boca y él tomando mis pechos entre sus manos.
Se acomoda volviendo a tomar el control y poniéndose sobre mí, besando partes de mi cuello, clavícula y pechos conforme aumentan sus embestidas.
Alcanzamos el orgasmo pocos minutos después y se acuesta sobre mí, sin siquiera moverse. Ambos estábamos rendidos.
—Amor —dice en un hilo de voz. Alza su mirada hacia la mía y lo contemplo mejor; su cabello está enmarañado y su rostro tiene pequeñas gotas de sudor cayendo por él. — ¿estuvo bien? —pregunta con preocupación. Asiento y le dedico una sonrisa.
—Te amo, Christopher.
—Te amo —susurra. —Te amo demasiado, mi pulguita hermosa.
Le sonrío con timidez y acaricio su rostro. Trazando con mi dedo índice cada detalle de su bello rostro. Lo atraigo hacia mí para besarlo con dulzura y finalmente intentar convencerme de que esto es real.
—Me tranquiliza saber que ahora existes en mi vida —susurra cerca de mis labios y vuelve a besarme.
Se mueve hacia mi lado derecho y toma su sábana para posteriormente cubrirnos. Me rodea con sus brazos y empieza a cantarme algo parecido a una versión balada de Mamita.
— Ven mamita ven que yo quiero tenerte, cambiame la suerte, que esto es algo urgente... Ven que ya no aguanto, ay mamita ven que tu me gustas tanto y este nunca miente... 🎵
Dentro de mí empezaba a crecer una bella sensación de que después de todo, con un poco de suerte y esfuerzo, Chris y yo podríamos seguir juntos pese a todo. Aunque en un futuro su fama no nos permita estar siempre juntos y aunque se nos venga el mundo encima.
Simplemente quería seguir haciendo esto, compartiendo mi tiempo y mi vida con Christopher.
Varios minutos después nos quedamos dormidos.
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