Capítulo 48 - Culpable de todo
Aquí está su "entre más largo, mejor" que todas deseaban jajaja 😅😂 ¡Golosas! xd Disfruten su lectura de 10.000 palabras!!😘
El fin de semana había llegado y tenía que levantarme temprano para ir al hospital. Me levanto de la cama para darme un baño y luego de estar completamente arreglada salgo a prepararme el desayuno.
—Oh, hola, ma. No pensé que estuvieses despierta tan temprano —digo cuando la veo sentada en la mesa con una tasa de café entre sus manos. Le doy un beso en la mejilla y me sonríe.
—Tu papá tenía un trabajo que hacer muy temprano, me desperté a hacerle el desayuno.
— ¿Trabajo?
—Sí, algo pequeño. Sabes que él conoce mucho sobre electricidad y un amigo lo llamó para que lo acompañe a una obra —explica mamá y asiento. —Hay café preparado por si deseas, mi amor. Yo aún tengo un poco de sueño y voy a regresar a acostarme.
—Gracias, ma. Y ve a descansar, no te preocupes.
Me da un beso sobre la frente en despedida y se retira a su habitación. Me preparo unas empanadas y acompaño aquello con una taza de café calentito. Tomo mi bolso y finalmente salgo de casa en dirección a la parada de autobús.
—Hola, Samy —me saluda una de las enfermeras en cuanto llego y le sonrío en saludo. Ella es con quien mejor me llevo aquí, se podría decir que es como mi mejor amiga. Lo más gracioso de todo es que es prima de quien en un futuro se convertiría en mi mejor amiga en este mismo hospital, pero Mari aún está estudiando en la secundaria, en un colegio totalmente distinto al mío y hasta ahora nunca me he topado con ella.
—Hola, Dome... ¿qué tal el día?
—Excelente como siempre —me sonríe.
Dejo mi bolso sobre el mostrador y empiezo a escribir mi horario de entrada en los papeles de registro. Puedo ser voluntaria, pero todo se maneja igual de profesionalmente como con cualquier otro empleado.
— ¡Samy! —grita una pequeña voz detrás de mí y segundos después tengo a Tamy enredando mis piernas con sus brazos.
— Tamy, te he dicho que no corras, eso te hace mal —se acerca la enfermera a su cargo, Rebecca.
—Pero Samy me ha dicho que estoy bien —refunfuña y Rebecca me mira enarcando una ceja pidiendo una explicación.
Decido ignorarla y miro a Tamy con una sonrisa.
—Hola, preciosa —la tomo en brazos y me abraza con fuerza. — ¿Cómo estás?
— Mucho mejor ahora que estás aquí. Te extrañé mucho Samy, Becca no me deja jugar a lo que yo quiero —hace puchero y Rebecca se cruza de brazos.
— Tiene que entender que no puede estar corriendo por allí como si fuera una niña...
— ¿Una niña qué? —le interrumpo y rueda los ojos. Sé perfectamente lo que iba a decir y no se lo permitiría. —Cariño, ¿puedes ir y esperarme en el salón? Voy en unos segundos — Tamy asiente y la dejo en el suelo. —Procura ir despacio.
—Sí, Samy.
Desaparece tras meterse en unos de los pasillos y miro con seriedad a Rebecca, que cabe destacar tiene 38 años y es una de las enfermeras más intimidantes que he conocido en mi vida.
— Tienes que parar con eso de decirle a los niños que están bien cuando sabes que no es así, Samantha... ¿acaso ya olvidaste cómo se puso Tamy la última vez cuando empezó a correr por todos lados cuando le dijiste que ella es un niña sana? ¡Terminó sin poder caminar y con un tanque de oxígeno acompañándola a todos lados!
—Lo sé, Rebecca. Pero tienes que entender que es una niña pequeña, y ella solo quiere hacer lo que cualquier niño de su edad hace... no la ayudamos en nada diciéndole que está enferma y que probablemente va a morir —contesto enojada y se queda callada sin saber que replicar.
—Ambas, manténganse tranquilas. Y mejor dejen esta discusión para después, hay trabajo por hacer —habla Dome y ambas asentimos dejando la discusión de lado.
Camino en dirección al salón de juegos y empiezo mi clase con una canción que les levanta el ánimo a todos los niños.
Las horas pasan muy rápido y cuando finalmente ha llegado el momento de irme me despido de cada uno de ellos con un enorme abrazo y diciéndoles lo mucho que los quiero y los adoro. Realmente no estaba segura si la siguiente ves que viniese los vería a todos, por ello trataba de demostrarles lo mucho que me importaban en cada oportunidad.
Escribo mi hora de salida en el registro y me despido de Dome para luego salir a la estación de buses.
— Samantha... hola de nuevo —escucho la voz de Christopher a un costado de mí y me sorprendo al verlo por aquí.
— Oh... hola, tú... mechitas —digo divertida y lo saludo con un beso en la mejilla. Hago eso porque creo que ya habíamos entrado un poco más en confianza. — ¿Qué haces aquí? Estoy comenzando a pensar que me estás siguiendo. ¿Me estás acosando acaso? —bromeo y se paraliza poniéndose nervioso.
— ¿¡Qué!? No, sólo estaba cerca de aquí.
— Tranquilo, tonto, solo era una broma —me río ante su reacción y suspira aliviado.
— Por un momento me la creí... Estaba visitando a mi papá, vive cerca del lugar. ¿Y qué se supone que haces tú por aquí?
Nunca imaginé que Don Leonardo vivía cerca de aquí.
— Ya veo... y pues que coincidencia, yo vine por un chequeo al hospital —miento. Ni siquiera entendía del todo porque quería que no se enterara de todo lo que hago. Realmente prefiero guardarme esto tan importante solo para mí.
— ¿Chequeo? ¿te sientes mal acaso?
— No, no es eso. Solo es un chequeo de rutina que me hago cada mes —me invento una historia.
Que realmente no era tan inventada, porque eso fue lo que viví durante mucho tiempo cuando era pequeña y mis padres se enteraron de la habilidad que tenía. Querían que me haga chequeos cada mes para asegurarse de que eso no me hacia daño de alguna manera. Lo fueron dejando poco a poco cuando se dieron cuenta de que no me pasaba nada malo con el pasar de los años.
— ¿Rutina? ¿cada mes? ¿por qué tendrías que hacerte chequeos médicos cada mes si estás bien? ¿Estás segura de que no sucede nada?
— Sí, mechitas. Sólo lo hago por mi mamá, ella me pide que lo haga porque cuando era muy pequeña tenia inclinación por vivir enferma. Es más, tu deberías hacer lo mismo... ¿estás seguro que ser tan blanco es normal? Por lo menos deberías tomar un poco de sol —me burlo de él y me mira entrecerrando los ojos.
— Muy graciosa, pulguita.
— ¡Te he dicho que no me digas así, tonto!
— PUL - GUI - TA — dice a propósito para molestarme y me acerco a él con rostro amenazador.
— ¿Quieres ver lo que es capaz de hacer esta "pulguita"? — pregunto poniéndome de puntillas para tratar de estar a su nivel pero es en vano. Soy una enana en comparación de él.
Nuestros rostros están muy cerca y vuelvo a sentir ese nerviosismo que solo él provoca cuando me mira con intensidad. Mira mis ojos y luego mis labios, cuando hace eso último se muerde su labio inferior y una necesidad de besarlo me invade nuevamente. Parpadeo volviendo en mí y me separo con los nervios de punta. Sin embargo Christopher no me quita los ojos de encima y hace que me sonroje. Debido a los nervios un ataque de risa me toma sin avisar y enarco una ceja para enfrentarlo.
— ¿Quieres dejar de mirarme de esa manera? ... Me han dicho que eres un baboso, pero no creía que era para tanto.
Se ha sonrojado. Que lindo que es.
— ¡No! No pienses eso... sólo estaba pensando en... invitarte... a mi casa. Bueno, ya conoces a mis amigos... hoy tenemos ensayo con la banda y pues... sería genial que vayas. Claro, solo si no tienes nada más importante que hacer... — dice nervioso y lo miro interesada. — ¿Ya te mencioné sobre la banda?
— ¿Quieres que vaya a los ensayos con tu banda?
— Eh... sabes que, no me hagas caso.
— Pues no tengo nada que hacer, ahora solo iba a mi casa — explico y se muerde el labio para no sonreír.
¿Qué está pasando contigo, Christopher Vélez?
— Oh, genial... prometo que te divertirás — dice con una sonrisa.
Tomamos el bus de regreso a casa y en todo el camino me habla acerca de lo que tocan él y sus amigos en la banda, así como las músicas que les gustan. Llegamos y abre la puerta invitándome a entrar.
— ¡Ya estoy en casa! — grita para que lo escuchen y David sale de la cocina mientras está comiendo una manzana.
— ¡Pinky! Ya era hor... — Se queda callado en cuanto me ve y enarca una ceja. — Eh, hola Sam — me saluda y mira a Chris de una manera extraña, como pidiendo alguna explicación de mi presencia en el lugar.
— Invité a Samantha al ensayo... quizás con suerte tengamos nuestra primera fan.
Yo ya era fan de ellos también, al igual que lo era de CNCO. Hasta había ido a varias de sus presentaciones en bares y pequeños conciertos dentro y fuera de la ciudad.
— Pues si es así, bienvenida a bordo, Samantha.
— Gracias, David. Pero tengo que decir que soy demasiado exigente cuando se trata de cantantes, por lo que si no me gustan no dudaré en hacerles comer mi zapato —digo en broma y David cambia su gesto a serio y mira a Christopher quien solo se encoge de hombros.
— Bien, entonces adelántate, David. Vamos por algo para comer y lo llevamos arriba —dice Chris y a David se le iluminan los ojos.
— Te amo más cada vez que me das comida, pelita — dice emocionado y le da un beso en la mejilla a Chris antes de subir. Él me mira con un poco de vergüenza.
— De acuerdo, fingiré que no he visto nada —digo aguantando la risa.
— Créeme que no has visto nada... estos chicos son el diablo.
Lo sabía a la perfección.
Vamos hasta la cocina y tomamos algunas cosas para comer y subimos a su habitación. En cuanto entro todos se quedan en silencio y se sientan de manera muy diferente. Esto era un poco incómodo.
— Hola chicos — saludo con una sonrisa y no responden de la mejor manera. Quizá no quieren que esté aquí.
— Hola, Samy... es una sorpresa verte aquí — escucho hablar a José y le sonrío. Al menos había alguien aquí a quien si le gustaba mi compañía.
—Hola, José. Hace tiempo que no te veo —digo y voy a sentarme a su lado. —¿Y también cantas?
—¿Yo? Para nada, solo estoy aquí para darles apoyo emocional y aprovecharme de la comida gratis de Pinky —explica y ambos reímos por el comentario. Ese sobrenombre era el que más me producía gracia.
— ¿Y cómo así estás aquí?
—Pues me tope con Chris en la calle y me invitó a venir—me encojo de hombros y sonríe mordiéndose el labio.
—Me da gusto que te haya traído.
El sonido de la guitarra de David llama nuestra atención y segundos después empiezan a cantar una canción inedita de ellos. José y yo solo aplaudimos y reímos juntos, realmente teníamos buena química. Por momentos notaba a Christopher distraerse de lo que cantaba por mirarnos y aprovechaba el momento para sonreirle, algo que el correspondía de la misma manera y luego continuaba cantando.
Comemos algo mientras hablan sobre arreglar algunos acordes y la letra de la canción un poco, algo que no entendía muy bien y una hora después de risas y hablar también sobre tonterías sin sentido finalmente era hora de marcharnos. El ensayo había culminado.
—Buen ensayo, Pinky... nos vemos el lunes en el colegio—dice José despidiéndose de Chris y le da un golpe amistoso en el brazo —Y fue un gusto verte, Samy. Espero tener suerte de verte en el colegio—esto último me sorprende más de lo usual y noto a Christopher un poco incómodo por ello.
—Fue un gusto para mi también, José. Y claro que sí, allí nos toparemos —contesto con una sonrisa y José me sonríe en respuesta para luego salir y caminar detrás de todos los demás chicos que ya regresaban a sus casas.
Chris y yo nos quedamos a solas y él se rasca la nunca dando a notar un poco de nervios. Yo estaba exactamente igual.
—¿Y qué tal la pasaste?—pregunta.
—Muy bien... Tus amigos son increíbles, Christopher—respondo y le dedico una pequeña sonrisa. —Además que todos cantan muy bien... Y tú al menos hiciste el esfuerzo —bromeo.
—Gracias por lo que me toca —dice queriendo parecer ofendido. —Y realmente sí, los chicos son lo máximo, por ello ya me hacían mucha falta... estuve mucho tiempo sin verlos —responde inconscientemente sin medir sus palabras y quedo impresionada de su error.
Tenía que fingir que no sabía nada de lo que estaba hablando.
— ¿No los veías hace mucho?
—Olvídalo, aveces digo cosas sin sentido —niega con nerviosismo.
—Tienes razón, de hecho muchas —río y se contagia segundos después también. —Fue un gusto acompañarlos, ha sido una nueva e inolvidable experiencia para mi vida. Gracias —digo con toda sinceridad y le doy un beso en la mejilla para después salir camino a mi casa.
Tengo la esperanza de que salga corriendo a acompañarme a casa, pero eso no pasa. Una parte de mí se había decepcionado por ello.
— ¡Samy!—gritan detrás de mí y me doy cuenta que se trata de José.
—Hola de nuevo, José.
—Disculpa si te asusté.
—No, no lo hiciste... sólo pensé que ya te habías ido a casa—explico y asiente con duda.
—Se supone que tendría que haberlo hecho, pero preferí esperarte... ¿te puedo acompañar?—pregunta y miro hacia atrás con la esperanza de ver a Christopher venir hacia aquí, pero una vez más me equivoco.
—Claro, no hay problema—digo un poco desanimada y él sonríe tan ampliamente que me siento extraña.
¿Soy yo o al parecer le gusto a José?
Empezamos a caminar mientras me habla de lo mucho que se divirtió conmigo hoy en el ensayo y le contesto que de igual manera fue muy entretenido estar con todos ellos.
—Aquí es mi casa.
—Lo sé.
— ¿Lo sabes?—pregunto enarcando una ceja y ríe con nerviosismo.
—S-sí... lo que sucede es que te he visto llegar aquí un par de ocasiones cuando he venido a la casa de Christopher—explica y asiento entendiendo todo.
Bueno, al menos él si ha notado mi existencia.
—Entiendo... y bien, nos vemos el lunes en el colegio—me despido y él asiente sonriente.
—Hasta el lunes, Samy—dice y luego se va.
Respiro profundo y entro a casa cerrando la puerta tras de mí y arrinconándome en ésta un poco confundida.
— ¿Qué fue eso?—escucho la voz de mamá y doy un brinco casi gritando. Me tomó por sorpresa.
—Me asustaste, ma.
— No exageres... ¿y quién es ese chico?
—Un amigo—respondo empezando a caminar en dirección a mi habitación.
— ¿Amigo? Pues parece que él no tiene muy claro que solo son amigos.
— ¿También lo notaste?—pregunto alterada y se ríe.
— Se nota a kilómetros de distancia que le gustas, Samy.
— ¡Ay no! Es uno de los mejores amigos de Christopher —digo incómoda y se encoge de hombros.
— ¿Y eso qué tiene que ver? Yo creo que el chico está simpático—sube y baja las cejas y ruedo los ojos.
—No salgas con esas cosas, ma. Es un amigo y así se quedará.
Ríe escandalosamente y se pierde tras cerrar la puerta de mi habitación, yéndose sin decir nada. Aveces pareciera que yo soy más madura que ella.
Me tiro sobre la cama para pensar un poco y varios minutos después me quedo dormida. Estaba rendida por el día de hoy.
(...)
Esta tarea me estaba matando del aburrimiento, menos mal ya me faltaba muy poco y finalmente tendría el resto de la tarde del domingo para holgazanear todo lo que quisiese.
—Samy —mamá toca a la puerta y segundos después se asoma —Alguien te busca —sonríe y me pongo de pie sin pensarlo.
— ¿Es Christopher?—pregunto emocionada y buscando en mi cajón algo más decente para ponerme. Estaba vestida aún con la pijama con la que me había despertado.
—No, pero casi.
— ¿Eh? —la miro sin comprender y ríe.
— Es ese chico.
— ¿Chico?—pregunto sin saber de lo que habla y luego entiendo.— ¿José?
—Pues si así se llama, entonces si es él.
¿Qué viene a hacer José a mi casa?
—Gracias, má—me pongo unos zapatos deportivos, reviso mi cabello en el espejo y luego salgo para recibirlo.
Abro la puerta y finalmente lo veo. Me dedica una linda y gran sonrisa tendiéndome una cajita de lo que parecen ser chocolates.
Definitivamente tengo que arreglar esto lo más rápido que pueda.
—Hola, José... y gracias, me gustan mucho los chocolates —digo con una sonrisa incómoda.
—Me alegro mucho que te gusten. Y estás muy bonita hoy.
—Gracias... tú también estás muy guapo —digo sin querer y su sonrisa se ensancha más. Creo que no debí decirle aquello. — ¿Quieres pasar?
—Eh, no, no puedo... de hecho iba en dirección a la casa de Chris, pero me desvié un momento para entregarte los chocolates.
—Entiendo... entonces ten una buena tarde—digo sonriendo y él asiente.
—Gracias, igual tú—se acerca y movemos nuestros rostros varias veces hasta que finalmente deposita un beso en mi mejilla que dura un segundo más de lo permitido. —Hasta mañana—dice nervioso y luego se marcha dejándome en shock.
— Oh... por... todos... los cielos—digo mirándolo mientras camina hacia la casa de Chris.
En cuanto me giro para entrar veo a mamá riendo de oreja a oreja. Eso me asustaba un poco.
—Él me cae bien—dice y la miro entrecerrando los ojos.
—A ti te cae bien cualquier chico que no sea Christopher.
—Pues si no hubiese sido tan tonto desde el principio y se hubiese dado cuenta de que existías, probablemente ahora hasta yo estaría rogando porque se hiciesen novios... pero no fue así. Y a ese chico se nota que le interesas, deberías darle una oportunidad.
—No digas bobadas, ma, que aún así eso no va a pasar... No me haré novia ni de Christopher, ni de José, ni de cualquier otro chico de este tiempo. ¿Olvidaste el efecto ma...?
—No me salgas con esa tontería nunca más en tu vida —me interrumpe —porque sé muy bien que si se te da la oportunidad de salir con Christopher no la desaprovecharías—enarca una ceja y suspiro rendida.
—Me voy a mi habitación a continuar con mi tarea.
—Claro, ve y escapa como una gallina. Sabes que tengo razón, Samantha.
La dejo hablando sola y entro a mi habitación sentándome en la silla de mi escritorio. Observo los chocolates que me trajo José y por un momento intento verme en una relación con él, pero niego de inmediato.
—Definitivamente nunca pasará nada entre él y yo.
Me concentro en mi tarea una vez más y cuando por fin culmino me acuesto en mi cama para leer un poco, así por lo menos tendría mi cabeza entretenida en algo más.
Me estoy quedando dormida mientras leo como Matteo toma a Alessia del brazo para impedir que ésta se vaya y lo deje para siempre. Ella intenta aflojarse de su agarre con todas sus fuerzas pero él la somete con un beso apasionado que la deja sin aliento bajo la mágica Torre Eiffel.
—Como me gustaría que me pase algo así—digo y un gran bostezo se me escapa. Cierro los ojos sosteniendo el libro contra mi pecho y segundos después siento que mi cama se ha vuelto áspera y muy incómoda. —Ya sé, ya sé —menciono aún con los ojos cerrados y luego los abro. —Como lo imaginé —suspiro cansada y miro hacia arriba impresionada por la vista.
—Hola hermosa, Torre Eiffel—digo aún permaneciendo acostada en el suelo y la sombra de una persona me cubre haciendo que me ponga rígida sobre el suelo por un instante.
Miro hacía donde está la persona y veo a un lindo chico mirándome con gracia. Me sonrojo tanto como me es posible y me pongo de pie lo más rápido que puedo. Menos mal no estaba con pijama.
—Salut, tu vas bien? —habla en francés y no entiendo ni jota de lo que habla.— Il se passe quelque chose?
—L-lo siento, pero no hablo francés —digo nerviosa y me mira de la misma manera que yo hice cuando él me habló.
— Tu ne parles pas français?
Ruedo los ojos un poco exasperada y veo hacia el libro que aún tenía en mi mano. ¿Por qué tenía que viajar a un lugar dónde no sé hablar el idioma?
¡Pinches Matteo y Alessia! ¿No podían vivir su escena de romance en algún país donde hablen español? ¡O por lo menos donde hablen inglés!
¡Pinches escritores que creen que París es el lugar más romántico del mundo!
— You speak English?—inquiero en mi última oportunidad de comunicarme con él y me mira pensativo.
—Something—responde sin estar seguro de lo que ha dicho y asiento.— Are you...—piensa en la palabra que sigue y lo miro con intriga. Esto es desesperante. — lost?—pregunta finalmente.
Podría darle la explicación más larga del universo y decirle que llegué aquí por un viaje involuntario y que definitivamente estoy perdida porque no sé como haré para regresar a mi país, pero igual no me entendería nada, así que prefiero hacerle la vida más fácil.
—Yes, I could say yes—asiente. Y se queda pensando por varios segundos más.
¡Esto no puede ser posible!
—Je pense que ce sera très difficile pour nous d'avoir un dialogue.
— What?
—Sorry, but...—otra vez piensa lo que tiene que decir y rueda los ojos rendido.— I can't.
—Don't worry, I have to leave now... Thank you. Good bye! —me despido con una sonrisa incómoda y me alejo lo más rápido que puedo.
Camino mirando de un lugar a otro sin tener idea de a dónde ir y finalmente me siento en una banca que está cerca de un lago. Cierro los ojos concentrándome en visualizar mi habitación para volver pero segundos después de abrir un ojo para verificar, noto que sigo en el mismo lugar.
Una pareja de ancianos que está paseando con su perro me mira con confusión y les sonrío. Al parecer les incomoda lo que hago y me ignoran comenzando a caminar más rápido. Sigo leyendo mi libro sin tener nada mejor que hacer y las horas transcurren hasta que está empezando a anochecer. Lo que parecía ser un montón de turistas estaban comenzando a llenar el lugar, algo obvio teniendo en cuenta que estoy en París y cerca de uno de sus mayores atractivos.
Me pongo de pie empezando a caminar nuevamente sin saber a dónde y choco con una chica por error.
— Je suis desolé!—dice ella.
¡Pinche francés!
—Lo lamento, de verdad —digo aunque no me entienda.
La observo con atención y su rostro me parece haberlo visto antes en algún lugar.
— Oh, hablas español—menciona sonriendo y me sorprendo mucho al reconocer un acento colombiano muy pronunciado. —Y no te preocupes, yo también andaba un poco distraída... y cómo no estarlo con un lugar tan bonito ¿verdad?
—Pues sí, tienes razón—respondo sonriendo y sin dejar de pensar en donde la he visto antes.
— Un gusto, soy Gabriela —me ofrece su mano y casi puedo jurar que quiero desmayarme.
¡Claro, es ella!
Realmente el mundo es muy pequeño. De todas las personas que podría toparme aquí, justo tenía que ser la futura esposa del chico de quien estoy enamorada.
— E-el gus... el gusto es mío, soy Samantha—digo nerviosa y ella me sonríe calidamente.
—Me gusta tu nombre, es lindo—habla con dulzura.—¿y de dónde eres Sam? ¿también estás aquí por turismo?
—Pues sí, algo así... y soy de Ecuador—respondo, queriendo desaparecer. Aunque lo mejor sería que no, a no ser que quisiera ser noticia mundial: Extraña chica desaparece de la nada frente a cientos de turistas.
¡No, definitivamente no!
— ¿De Ecuador? Ay pues si somos vecinas—ríe divertida pero yo no puedo ni moverme.—Yo soy de Colombia.
—Pude reconocerlo, por tu acento.
—Pues sí, siempre es lo que me delata. ¿Y andas con alguien?
— No, no... estoy sola.
— ¿Sola? ¿En París? ¿Cuántos años tienes?
¿Y ahora que se supone que deba responderle?
—Bueno no, no sola en París—río nerviosa.—Sino sola en este mismo momento, mi mamá prefirió quedarse en el hotel descansando un poco. ¿Cómo podría andar sola en un país que no es el mío con tan solo 16 años?
—Tienes razón —ríe. —Y tenemos la misma edad. Yo ahora mismo ando con mis padres, íbamos a comer algo... ¿te nos unes?
Por lo visto es una chica que hace amigos muy rápido. Ni siquiera me conoce y quiere que la acompañe a comer con su familia.
—No creo que pueda, olvidé el dinero en mi habitación... sólo había salido a caminar y a leer un poco—le enseño el libro que cargo en mi mano derecha y sonríe ampliamente.
—Oh, amo ese libro, es mi favorito —dice emocionada. —Algún día quisiera encontrar a un chico que me ame tanto como Matteo ama a Alessia —dice con ojos ilusionados y le sonrío con tristeza.
—Estoy segura de que lo encontrarás —digo pensando en Christopher.
—Al igual que tú —menciona al notar mi ánimo un poco bajo y asiento. —Y no te preocupes por el dinero, yo te invito... no es común encontrar personas que me caigan tan bien como tú, Sam, así que tienes que acompañarnos.
—Pero...
— No se diga más. Ahora eres mi amiga de viaje y te prohíbo dejarme sola —bromea y me toma de la mano para empezar a halarme. Esto parecía un loco un sueño, pero sabía perfectamente que no lo era.
Llegamos hasta donde se encuentran los padres de Gabriela y ella me los presenta diciendo que ahora era su nueva "mejor amiga".
Esto era demasiado desquiciado para ser cierto. Pero la verdad es que ahora entendía porque Christopher se había enamorado de ella, era una chica muy linda y amigable, se notaba el gran corazón que tiene.
—Vamos a tomarnos una foto, Sam—me toma de la mano halandome justo debajo de la torre y me abraza.
—No, no me gustan mucho las fotos—me excuso y hace puchero.
—No es posible que quieras prohibirle al mundo admirar tu belleza.
— ¿Mi belleza?—inquiero arrugando la nariz y rueda los ojos para luego reír.
—Obvio tontita, eres muy guapa... ¿o es que no te has dado cuenta de lo hermosa que eres?
Siempre me he considerado una chica normal, nunca había pensado que soy guapa y mucho menos hermosa. Vuelve a abrazarme y sube la cámara para hacernos una selfie, no me queda de otra que sonreír y dejar que la tome. El único problema de todo esto era que si algún día Christopher veía estas fotos no tendría ninguna mentira a la mano para darle una explicación.
Después de varias fotos más, vamos directo a un restaurante y nos la pasamos riendo casi todo el tiempo sobre los nombres demasiado raros que tenían los alimentos en el menú. Aunque no podía negar que eran realmente deliciosos.
—Sam, sé que te puede sonar muy raro esto porque apenas nos conocemos, pero ¿te quedarías a dormir conmigo esta noche? Mi mamá puede hablar con la tuya para que te dé permiso —pregunta ilusionada y no sé que responder.
La verdad es que ya habían pasado muchas horas desde que viajé hasta aquí y no sabía si me tocaría pasar la noche en una banca del parque. No podía rechazar su oferta, no me quedaba de otra. Además no es como si fuese una extraña de la que no sé si solo quiere quitarme los órganos mientras duermo. La conozco.
—No es necesario, yo puedo llamarla en cuanto lleguemos al hotel... lo que pasa es que se me quedó el celular sobre la cama.
— ¿De verdad? ¡Ay, no sabes la alegría que me da escucharte decir eso! Ya llevo aquí casi tres días de vacaciones y me he llegado a sentir un poco sola —me abraza y continuamos comiendo.
Cuando finalmente sus padres dicen que ya es un poco tarde, nos dirigimos hasta el hotel en el que se están hospedando. Que realmente no era un hotel normal, sino más bien parecía como si hubiese una casa dentro del edificio. Gabriela tenía su propia habitación al igual que sus padres.
—Ponte cómoda.. y ten mi celular para que llames a tu mamá.
—Gracias, y si no te importa la llamaré en el baño.
— Ah, claro—responde extrañada.—Yo mientras tanto te buscaré una pijama para que te cambies—le sonrío en agradecimiento y voy directo al baño cerrando la puerta con seguro. Me miro en el espejo y pienso en qué puedo hacer.
¿Y si de un momento a otro me desvanezco frente a sus ojos? ¿O me voy mientras dormimos? Se preocupará mucho si me desaparezco como si nada y se da cuenta a la mañana siguiente de que ya no estoy.
¡Ay no, sería un horror!
Un dolor de cabeza me empieza a molestar y me agarro del lavamanos para soportarlo.
—No cerebro estúpido, no puedo irme ahora—respiro profundo y esa sensación de que parece que me estoy desvaneciendo se retira poco a poco. Veo hacia el espejo y me doy cuenta de que en realidad si estaba por viajar, mi reflejo apenas se estaba volviendo visible nuevamente.—Eso estuvo cerca... pero no puedo correr otro riesgo como este frente a Gabriela.
Miro el baño y estudio a la perfección el lugar de la ducha, se me había ocurrido algo pero esto me llevaría tiempo. Abro la puerta y veo a Gabriela andando en su computadora portátil, me ve y sonríe.
—Mi mamá dijo que no había ningún problema en que me quede.
—Que bien, Sam... y mira, ya estoy subiendo las fotos que nos tomamos hoy a facebook. Quedaron increíbles. ¿Cómo estás para buscarte y etiquetarte?
No, no puede ser.
—No, yo no tengo cuenta en facebook... lo que sucede es que no me gusta eso de las redes sociales.
De hecho sí tenía, pero no recordaba la contraseña del face que utilizaba en este tiempo. Y tampoco tenía en mente que me encontrase y estemos en contacto.
— Muchacha, estamos en el siglo 21—ríe.—Pero entiendo, no te preocupes.
— ¿Te molesta si me doy un baño?
—No, como crees... tómate tu tiempo, y ponte esa pijama.
—Gracias Gabriela, y la verdad es que me demoro un poco más que otras personas, así que espero que no te moleste.
—Ya te dije que no, tontita... y dime Gaby, estamos en confianza—le dedico una sonrisa y tomo la pijama que me ha prestado para posteriormente encerrarme en el baño.
Me quito los zapatos y lo siguiente que hago es cerrar los ojos y concentrarme lo mejor que puedo en la imagen de la bañera que tengo a mi lado. Intento y sigo intentando por media hora sin tener éxito.
Lo intento por última vez justo cuando estoy a punto de darme por vencida y finalmente logro moverme de enfrente del lavamanos hasta la ducha. Me emociono tanto que vuelvo a intentar moverme de regreso a donde estaba al principio y lo logro sin ningún problema.
—Lo sabía, sabía que podría volver a hacerlo como antes —río mirándome al espejo y noto como una gota de sangre está rodando de mi nariz. — ¡Mierda! —me limpio con el dorso de la mano y esta vez parece que no me voy a desangrar como las veces anteriores. Cesa de inmediato. —Creo que ha sido toda la práctica por hoy.
Entro a la ducha y finalmente me doy un baño.
(...)
Ya eran casi las 3 de la mañana aquí en Francia, por lo que en Ecuador apenas serían las 8 de la noche al igual que en Colombia, por ende estábamos más que despiertas y parecía que no dormiríamos hasta que amanezca.
Gabriela y yo estábamos tendidas en el suelo sobre la alfombra mientras teníamos nuestros pies subidos en la cama. A este punto ya habíamos hablado de muchas cosas y sin querer queriendo estaba comenzando a tomarle aprecio, algo que sabía que no podía ser así. No podía negar que si pudiera permitírmelo, ella se convertiría en una gran amiga con facilidad.
— ¿Y tienes novio?—pregunta subiendo y bajando las cejas. Niego riendo.
—Soltera soy más feliz.
—Que mentirosa... Todas queremos a un chico que nos apapache en algún momento del día.
—Tienes razón, pero no precisamente tiene que ser tu novio —explico y comenzamos a reír cuando chocamos nuestras manos. — ¿Y tú tienes novio?
—No, por el momento no. Hace poco terminé con un idiota.
—Aish, los hombres nunca hacen nada bien.
— Todos son iguales—rueda los ojos bromeando.
—No, no todos son unos idiotas—respondo con una sonrisa recordando a Christopher y luce un poco pensativa.
— Tienes razón. Sabes, hace poco conocí a un chico que no parecía ser un idiota.
—Ves, solo es cuestión de toparse con el indicado... ¿Y se están hablando? ¿te gusta? ¿le ves futuro?
—Mmmm no... solo chateamos como en dos ocasiones. Y de hecho, creo que la idiota allí fui yo —explica pareciendo que está recordando el momento. —No lo conozco en persona, solo de un momento a otro me envió solicitud y lo acepté porque me gusta hacer amigos... Ahora que recuerdo, también es de tu país—dice mirándome y sonríe.
— ¿De Ecuador?—pregunto con curiosidad y asiente.
—En ese momento apenas había terminado con mi novio y pues estaba muy dolida, él solo quiso darme ánimos y yo terminé diciéndole cosas muy feas—frunce el ceño.— ¿Y sabes que me escribió?—niego para que me cuente más. Ella ríe y mira al techo.—Me dijo que yo sería su futura prometida y que me amaba ¿puedes creerlo?—habla y mi expresión cambia por completo.
¿Podría ser que...?
—No lo puedo creer—digo fingiendo una sonrisa.
— Te lo juro... y le dije que era un acosador—ríe a carcajadas.—Que idiota fui y creo que él solo lo hizo para coquetearme y yo como estúpida le dije que no me vuelva a escribir, y todo porque estaba demasiado dolida por lo de mi estúpido ex —dice esto último un poco cabizbaja.—Algo me hacía sentir que era un buen chico, pero lo terminé bloqueando por la rabia. Después de unos días quise escribirle para disculparme, pero la vergüenza que sentía no me lo permitía.
—Creo que si fuiste una tonta—digo sin mostrar ningún tipo de emoción.
—Lo sé... aunque quizá tenía que ser así. Es decir, yo vivo en Colombia, él es de Ecuador. Y aunque hubiese sucedido algo bonito entre nosotros con el tiempo, hubiese sido imposible sostenerlo a la distancia —explica arrugando la nariz. —Pero sí, puedo decir que me arrepiento de haberlo tratado muy mal.
—Yo estaría igual que tú—asiente y vuelve a mirar el techo sin decir nada más.
Me quedo pensando en la posibilidad que había pasado por mi cabeza, pero no estaba segura.
—Christopher es un lindo nombre —habla y me siento de golpe asustada de escuchar su nombre. — ¿Qué sucedió?
—Tengo que ir al baño —digo tratando de sonreír y ella asiente.
Me pongo de pie y voy hacia el baño sintiendo que me faltaba el oxigeno y que los nervios se estaban apoderando de mi cuerpo.
—Tiene que ser eso... eso es lo que tenía mal a Chris—susurro y me miro al espejo.—Es por ello que decidió renunciar a ella, por lo que pasó... ¡No, no, no! Y todo es mi culpa—digo con lágrimas queriendo salir de mis ojos.
Me siento en el suelo pensando en lo mucho que debió estar sufriendo cuando pasó aquello y me siento del asco. Él no se merecía nada de eso, él lo único que deseaba es tener cerca a la chica de la cual estaba profundamente enamorado.
Me quedo dentro algunos minutos en silencio hasta que decido que ya era hora de salir. Vuelvo al lugar en el que estaba antes de salir huyendo al baño y Gabriela está escuchando música. No volvemos a decir nada más, ambas escuchábamos cada canción perdidas en nuestro propio mundo, hasta que decidimos que ya era hora de dormir. Nos acostamos y luego de varios intentos por dormir, finalmente lo logro.
Recobro la conciencia después de sentir que he dormido demasiado y miro la hora en el reloj de la mesita de noche. Son casi las 12 del medio día, lo que significa que en Ecuador son apenas las 5 de la mañana, por lo que no me altero. Si me doy prisa y le dejo una nota a Gabriela podría volver a casa para estar a tiempo en el colegio.
—Buenas madrugadas—me saluda cuando estoy a punto de levantarme. Suelta un ligero bostezo y me sonríe.
—Buenas madrugadas... aunque aquí ya es casi medio día—digo riendo y rueda los ojos.
—Eso es lo único que detesto de viajar, los cambios horarios—se levanta de la cama y se estira. — ¿Vamos a desayunar juntas?
— ¿Desayunar? No creo que haya desayuno a estas horas.
—Para los extranjeros siempre hay desayuno, ellos saben que en nuestros países apenas y el gallo está cantando. ¿Vamos?
—Creo que debería regresar con mi mamá.
—Entonces podríamos salir más tarde a comprar algo por allí. No sé tú, pero a mi me encanta comprar recuerdos... es como algo que me gusta coleccionar.
—Entiendo, pero lo que sucede es que solo estamos aquí hasta hoy y volvemos a Ecuador en la madrugada.
— ¿Qué? Ay no... entonces no te puedes negar a quedarte un poco más conmigo—hace cara de cachorrito.
—Pero mi mamá...
— Te presto el celular para que la vuelvas a llamar y que se una con nosotros.
—No creo que pueda, ella está aquí por viajes de negocios y ahora mismo debe estar en una reunión.
Creo que de la nada me he vuelto una experta mintiendo.
—Ya veo, entonces con mucha más razón. No tienes porque quedarte sola el resto de la tarde en tu habitación de hotel estando en un lugar tan bonito como este —toma su celular y me lo tiende. —Toma, hazle una llamada y asunto solucionado.
Era claro que no se daba por vencida. Es tal para cual con Christopher.
Me lo pienso mucho mientras me mira con una sonrisa. Quizá no tenga mucho de malo que falte a clases hoy, después de todo ha sido muy buena conmigo y se lo debo, pero mamá realmente debe estar preocupada al no saber que pasó conmigo desde ayer en la tarde.
—De acuerdo, pero hay un pequeño problema.
— ¿Cuál?
—Tendría que ir por ropa limpia a mi habitación.
—Ah, pues puedo prestarte.
—No, de verdad no es necesario... puedo ir hasta mi hotel, cambiarme y regresar.
Eso si es que no me fallaba ahora mismo el viajar.
—De acuerdo, le diré a mi papá que te lleve —empieza a caminar fuera de la habitación y la detengo.
—No, no es necesario... Yo puedo ir sola, no te preocupes—le sonrío y asiente dudosa.
— ¿Estás segura?
— Definitivamente—tomo mi ropa y voy hasta el baño para cambiarme la pijama prestada. Salgo y tomo mi libro.—Regresaré en una hora ¿te parece?
— Está bien, para entonces estaré lista—me sonríe.
— ¡No desayunes sin mí!
Ríe y salgo de la habitación para ir hasta el corredor y tomar el ascensor. Podría simplemente intentar viajar aquí, pero las cámaras de seguridad se darían cuenta. El único sitio donde no hay cámaras son los cubículos del baño. Entro a uno de ellos, cierro e intento ir hasta mi habitación, pero nada sucede.
— No me hagas esto, no ahora—vuelvo a cerrar lo ojos y un apretón en el estómago me dice que lo he logrado. Finalmente estaba en mi habitación y mi mamá estaba en mi cama. Se levanta en cuanto me ve aparecer frente a ella y me abraza.
—Oh Dios, estaba demasiado preocupada por ti, bebé. Que bueno que regresaste con bien... ¿dónde estuviste todo este tiempo?
—En París —digo con una sonrisa y me mira sorprendida.
— ¿Cómo llegaste hasta allá?—le enseño el libro entre mis manos y rueda los ojos.—Tendré que prohibirte los libros que contengan lugares a los que puedas viajar involuntariamente.
—Eso sería dejarme sin nada para leer—protesto.
—Tienes razón... Y bueno, al menos llegaste a tiempo para que puedas ir a clases.
—No puedo ir hoy, tengo que regresar a París.
— ¿Por qué tendrías que regresar?
—Se lo debo a una nueva amiga—me encojo de hombros y me mira extrañada.—No tengo mucho tiempo, debo bañarme y alistarme para poder tener unos minutos para ir a alimentar a mis hijos—explico camino al cuarto de baño.
— ¿Eso quiere decir que recuperaste tu habilidad?
—No del todo... Me cuesta mucho lograrlo, pero al menos es un avance.
—Está bien, pero desayuna algo antes de irte.
—No puedo, prometí ir a desayunar con mi amiga —le respondo y entro a bañarme lo más rápido que puedo. Me pongo el mejor vestido suelto que tengo y me maquillo un poco. Después de todo era París y debía estar presentable.
La hora que le pedí ya casi había transcurrido y no creía que tendría tiempo de ir por mis gatitos. Ya tendría que hacerlo al regresar. Me despido de mamá y logro volver a mi destino al primer intento.
Estaba mejorando y me ponía de maravilla saber que nuevamente podría moverme hacia donde quisiera. Llego al mismo cubículo del hotel y salgo en busca del ascensor para ir a buscar a Gabriela.
(...)
En un pestañear habían transcurrido cinco horas y faltaba muy poco para que anochezca aquí. Habíamos paseado por muchos lugares y tomado montones de fotografías. Gabriela me había obsequiado una instantánea para que la tenga de recuerdo y ella de igual manera se había quedado con una copia. Por todo ese tiempo me obligué a olvidarme de quien era ella en realidad y solo la vi como la chica sencilla y amigable con la que podía hablar sobre cualquier cosa; era una lástima que no pudiese continuar mi amistad con ella.
—Creo que ha llegado la hora de que regrese al hotel, Gaby, mi mamá ya debe estar preparando las maletas—digo mientras terminamos de comer un helado y se nota cabizbaja.
—Prométeme que me llamarás... te di mi número. Yo sí te llamaré—le sonrío con tristeza. Lo que ella no sabe es que le había dado un número falso.
—Lo haré—miento y me abraza.
Soy una pésima persona.
—Sabes que... hazme un favor.
— ¿Un favor?
—Sí, cuando regreses a tu ciudad sin importar cual sea, busca a ese chico... a Christopher—empiezo a toser en cuanto lo nombra.
— ¿Por qué haría eso?—pregunto con dificultad.
— Porque vive en tu país, lo tienes relativamente más cerca que yo—explica pareciendo obvia y ríe.
Demasiado cerca diría yo.
—Sigo sin entender. ¿Cuál es el punto?
—Quiero que lo conozcas —sube y baja las cejas y mi expresión cambia totalmente. —Creo que ustedes harían una linda pareja... Sé que no lo conozco para nada, pero mi intuición es muy fuerte y eso me dice que él es un chico demasiado especial, al igual que tú... Así que como tu buena amiga me toca hacer el papel de cupido —sonríe emocionada.
—Pero él está interesado en ti —digo con tristeza. Y no solo porque me duele aceptar que eso es verdad, sino porque me parte el corazón escucharla decir aquello sin que ella sepa que ese chico especial al que está dejándome en bandeja de plata pudo convertirse en su esposo en el futuro.
—Sólo debí ser un gusto pasajero, Samy —dice como si nada. —En cambio si ustedes se conocen, algo me dice que congeniarían muy rápido.
—No lo creo... yo...
—Promételo —me interrumpe mirándome con seriedad.
—Pero no tengo ninguna información sobre él.
—No te preocupes... cuando llegues a Ecuador, aunque no te guste la idea, create una cuenta de facebook. En cuanto nos comuniquemos yo te pasaré su cuenta para que empiecen a tener contacto —explica y pestañeo muchas veces.
—Creo que has leído muchas novelas de romance —rueda los ojos y me empuja levemente para que deje de decir tonterías.
—Bien, ahora promételo —suspiro rendida. No me queda de otra que seguirle haciendo creer en esta farsa.
—Lo prometo —digo y ella sonríe aplaudiendo emocionada. —Ahora si tengo que irme.
—Te acompaño.
—No, no me gustan las despedidas... y de hecho estoy queriendo llorar ahora mismo —digo con sinceridad. Un gran nudo en la garganta estaba comenzando a molestarme.
—Entiendo tontita... Y antes de que te vayas, dame tu muñeca —toma mi mano y en un abrir y cerrar de ojos ha puesto una pulsera en ella. —Ahora tenemos una igual —menciona enseñando la suya y mi ánimo cae hasta el suelo. —Será un recordatorio de la linda amistad que nació entre nosotras y de la promesa que me hiciste de buscar a Christopher —me abraza con fuerza y parece como si fuese su hermana menor, ya que es varios centímetros más alta que yo. No por nada será modelo en un futuro.
Una lágrima rueda por mi mejilla al sentirme la persona más miserable del planeta y cuando nos separamos ella también está llorando.
—Somos un desastre —dice limpiándose las mejillas y luego ríe. —Ahora ve y coge un taxi antes de que tu mamá se altere. —Asiento y le dedico una sonrisa taciturna.—No te olvides de llamarme cuando hayas llegado.
—Lo haré—vuelvo a mentir y doy media vuelta para empezar a caminar a paso rápido e ir a un lugar donde ella ni nadie más me vea desaparecer.
Varios minutos después estoy de regreso en mi habitación y mi mamá entra segundos más tarde. Me mira frunciendo el ceño y me tiro sobre ella a llorar.
(...)
Había decido guardar en uno de mis cajones y dejar en el olvido la fotografía, la pulsera y el papelito en el que estaba detallado el número y el nombre de facebook de Gabriela. Me sentía la peor persona y la verdad es que no tenía ánimos de nada, ni siquiera de ver a Christopher.
Salgo de mi casa camino al parque ya que había recordado que tenía que darles de comer a los gatitos y cuando estoy a punto de entrar el guardia me intercepta.
—Buenas tardes, Samy.
—Buenas tardes—saludo sin mucho ánimo.
— Solo quería avisarle que el señor Christopher estuvo aquí por la mañana.
— ¿Christopher?
—Sí, al parecer la estaba esperando para ir a clases... y él se encargo de darle de comer a sus protegidos al darse cuenta de que no llegaba —una ligera sonrisa se me escapa.— ¿Está bien?
—Sí, solo tuve algunos asuntos que resolver, eso es todo. Y si vuelve a regresar, por favor, dígale que se lo agradezco mucho —asiente con una sonrisa.—Entonces creo que volveré a casa, tengo aún algo que hacer. Muchas gracias. —me despido. Ni siquiera tenía ánimos para quedarme y jugar un momento con los gatitos.
Camino de vuelta a mi casa y me tiro sobre el sofá de la sala mientras veo a mamá bailar música disco en medio de la sala. Se me escapan algunas risas y me hala para que baile con ella. Definitivamente sabía como subirme los ánimos, ya que le había contado absolutamente todo lo que había sucedido.
Una hora más pasa cuando tocan a la puerta y me dirijo personalmente a abrir. Un José sonriente me mira y me saluda con la mano.
—Hola, José, que sorpresa.
—Hola, Samy. Y perdón si te molesto, pero quería pasar a verte un rato ya que hoy no te vi en el colegio.
—Sí, lo que sucede es que estuve un poco ocupada... ¿deseas pasar?
—No, de hecho quería preguntarte si querías salir a dar una vuelta—dice y asiento lentamente. Quería distraer mi mente en algo más. — ¿De verdad?
—Sí—veo detrás mí viendo a mi mamá que está al pendiente de todo y le hago una seña de que voy a salir. Se pone feliz y ruedo los ojos.— Vamos—cierro la puerta detrás de mí y empezamos a caminar en dirección contraria a la casa de Christopher. No quería toparmelo ahora mismo.
Llegamos a un pequeño parque a unas cuadras, un poco parecido al que hay por mi casa y nos sentamos en una de las bancas a seguir conversando. José es un chico muy interesante.
— Y para mí esa serie ha sido la mejor de todos los siglos—finaliza después de darme un relato extenso del porque ama The Walking Dead, que de hecho apenas en este tiempo va por la tercera temporada. Moriría por hacerle spoilers y reírme sin parar como usualmente hacía con Mari, quien también era una walker de corazón y por motivos de trabajo aveces no se ponía al día con los capítulos. Vivía repitiendo constantemente que los zombies eran lo máximo.
—Tu opinión es valida, en realidad también creo que es una de las mejores series que hay—opino y él asiente sonriendo.
Nos quedamos en silencio y me fijo en como se acerca un poco más hacia mí lado haciendo que la incomodidad aparezca. Toma mi mano con delicadeza y en un golpe de adrenalina la quito de su agarre y me pongo de pie.
—Lo siento, Samy, no quise molestarte.
—No, la culpa es mía... creo que debí dejarte en claro desde el principio que eres un gran amigo y que prefiero que eso se quede así—digo tan rápido como mis nervios me lo permiten y me mira sin pestañear. Creo que fui muy áspera al decirlo.—Yo... lo siento mucho, José, pero me gusta alguien más.
— ¡Lo sabía! No debí hacerle caso al pendejo de David. —dice de un momento a otro comenzando a reírse y frunzo el ceño.
— ¿Qué?
—No es nada, es sólo que tenía una enorme sospecha de que no estabas interesada en mí—dice encogiéndose de hombros y enarco una ceja.—Me di cuenta de ello con la cara que pusiste cuando te llevé los chocolates... una chica enamorada hubiese suspirado o me hubiese abrazado de la emoción.
— ¿Tan obvia fui?—asiente y se hace a un lado pidiendo que me siente. Así lo hago. — ¿Entonces porque haces todo esto?
—Por David... casi me obligó a que siga intentando llamar tu atención, como ahora está enamorado quiere que todos nosotros también experimentemos "eso tan bello"—hace comillas mientras habla y luego ríe.—Es un cursi de lo peor.
— ¿Entonces no te gusto en realidad?—pregunto confundida.
—Sí me gustas, pero no es algo tan fuerte, solo algo que sabes que pasa de repente cuando ves una persona atractiva y ya está—explica sonriendo y asiento.—Quien realmente me gusta es otra chica, pero es un poco complicado porque es prima de David y si se entera me corta los huevos porque él la quiere como su hermanita menor —habla riendo y lo miro impresionada.—Sé que sonará muy feo esto, pero necesitaba alguna excusa para que no sospeche de algo, ya que siempre que va a casa de sus tíos suelo ser muy insistente para que me lleve y el estúpido de Jonathan estaba empezando a molestarnos. David se estaba empezando a enojar conmigo.
—Sí es un poco ofensivo que hubieses querido tenerme de tu cortina —digo y sonríe culpable.—pero no te culpo, yo hubiese hecho algo igual. Así que no hay problema.
—Entonces ¿me perdonas?
—Obvio que sí—lo empujo con el hombro y reímos.— ¿Y a ella le gustas?
—Creo que sí, pero es demasiado tímida como para decirme algo. Quiero ser el que dé el primer paso, pero aún no sé como hacer con David.
—La tienes difícil muchacho... pero si realmente te gusta y la quieres no pierdas el tiempo—asiente.
— ¿Y tú qué estás esperando para decírselo?
— ¿Decirle qué a quién?—pregunto confundida y rueda los ojos.
— A Christopher—habla obvio y trago espeso.
—No sé de que hablas.
—Por favor, es obvio que te gusta... estás loquita por él—lo miro con la boca ligeramente abierta y empieza a reír.—Lo ves, te quedaste sin palabras.
—No me gusta ¿de acuerdo?
—Digamos que te creo—dice molestando y lo miro entrecerrando los ojos.
—Aunque me gustase nunca me atrevería a decirle nada. Él solo me ve como amiga—me cruzo de brazos y José niega.
— ¿Acaso no te has dado cuenta que últimamente no te quita la mirada de encima?
— Estas bromeando ¿cierto?
—No, Samy, es más que obvio... sé que se estaba muriendo de los celos cuando estábamos hablando juntos en el ensayo—explica y no sé si creer todo lo que está diciendo.
—No creo que sea así, estás confundido.
—Bien, entonces haré que te des cuenta de ello. Quizás así ambos se dejan de estar hechos los idiotas y negando lo que sea que están sintiendo el uno por el otro.
— ¿Qué piensas hacer?
—Darle más celos, obvio... probablemente tendremos que irnos a los extremos, pero te darás cuenta de ello.—Lo miro sin saber que responderle y ríe una vez más.
— ¿A qué te refieres con extremos?
—Hacerle entender que estamos en planes de salir—sube y baja las cejas.
— Debes estar loco.
—Lo que sea por mis amigos—me tiende la mano para que la estreche y finalmente la tomo. — ¿Ahora sí aceptarás que te gusta?
—Te estreché la mano aceptando tu plan descabellado, creo que eso ya es respuesta suficiente ¿no lo crees?
—Tienes razón—reímos y luego nos ponemos de pie para ir hacia los juegos de los niños y empezar a mecernos en los columpios.
Media horas después me acompaña directo hacia mi casa y se despide con la promesa de pensar en algo para poner en marcha nuestro plan. Me topo con la mirada soñadora de mamá y decido enfrentarla.
—No te hagas ideas locas en la cabeza, ma. Acabamos de hablar y todo está arreglado, sólo seremos amigos.
— ¿Qué? ¿Lo rechazaste?
—No, ambos nos rechazamos.
—No entiendo.
— No le gusto tanto, ma. Sólo me estaba tomando como cortina para que su amigo no se dé cuenta de que está enamorado de su prima.—explico y frunce el ceño.
—Ese muchachito...—espeta y río.
—No te pongas así, de hecho me sentí muy aliviada al saberlo.
—Y a mí que me caía tan bien, ahora pasó a estar en mi lista negra también —ruedo los ojos y niego. —Y hablando de lista negra... Christopher te vino a buscar.
— ¿De verdad?
—Sí... al parecer estaba preocupado porque no te ha visto en todo el día.
— ¿Y qué le dijiste?
—Pues que has estado muy ocupada con lo profesores en el colegio y que no estabas en ese momento porque te habías ido con un amigo —se encoge de hombros.—Y no pareció muy contento con esa respuesta.
Pienso en todo lo que me dijo José hoy y un pequeño rayo de esperanza alumbra todo mi ser después de lo que ha dicho mamá, pero este es derribado en cuanto la imagen de Gabriela se me viene a la cabeza. Sí, me siento culpable.
—Ya hablaré con él mañana en el colegio.
Vuelvo a mi habitación y decido ponerme a jugar lo que sea que haya en el computador para distraer mi mente.
(...)
La clase transcurría con normalidad. Menos mal no me había perdido de mucho el día anterior que falté a clases, pero las horas pasaban tan lentas que estaba empezando a aburrirme y a empezar a tener sueño. La noche anterior casi no pude dormir debido a que las imágenes del 2020 de un Christopher y una Gabriela juntos y felices me estaban atormentando. Me preguntaba si tenía que hacer algo para hacer que se vuelvan a hablar, quizás así con suerte luego de un tiempo, se enamorarían y podrían volver a ser la pareja feliz que se supone que tienen que ser en el futuro.
Pero no podía que negar que eso me lastimaría demasiado y mi parte egoísta me decía que no hiciera nada.
La profesora me saca de mis pensamientos al llamarme y noto a Christopher parado en la entrada del salón.
—Señorita Rodriguez, su alumno la necesita —habla y todos en el salón empiezan a cuchichear, sobre todo las chicas, quienes ahora me miran con odio.
Me pongo de pie avergonzada de toda la atención que estoy recibiendo y camino hasta donde está Christopher, quien le da las gracias a la maestra para luego salir junto a mí.
—Hola —dice pareciendo nervioso.
—Hola, Christopher —lo miro con atención después de varios segundos y frunzo el ceño. Tiene un gran moretón en uno de sus ojos. — ¿Qué te sucedió? —pregunto preocupada y dispuesta a acercarme a él para cerciorarme que esté bien, pero una vez más ese algo que no sale de mi cabeza me lo impide haciéndome retroceder.
—Fue un accidente, nada grave—dice sin importancia.
— ¿Estás seguro?—digo para nada convencida y asiente.
—Veo que tú también estás muy bien. Estaba preocupado por ti, es decir, no te vi por ningún lado el día de ayer y pensé que te habías enfermado o algo.
—No, estoy muy bien. Pero gracias por preocuparte —digo incómoda. Si tan solo se imaginara dónde estuve el día de ayer y con quien.
—De nada —dice simplemente y nos quedamos en silencio.
Mi pecho estaba golpeando acelerado al pensar en la posibilidad de que quizá le guste un poco a Christopher, pero me sentía tan mal por Gabriela que creía que permitirme tener un poco de esperanza era lo más ruin que he hecho en toda mi vida.
—Conversé con José —dice de la nada y lo miro sorprendida.
¿Será que le dijo todo?
— ¿Ah sí? ¿De qué?
—De que salieron ayer... me parece bien.
— ¿Te parece bien?—al parecer no le mencionó nada de lo que siento.
—S-sí, es bueno que ambos se conozcan... Él es un excelente chico.
—Me he dado cuenta de eso —respondo con tranquilidad.
—Creo... creo que tú le gustas —dice y vuelvo a sorprenderme. Algo me dice que él ya está empezando a poner en marcha su loco plan. —Sé que no debería decírtelo, pero es mi amigo y por ello necesito preguntarte algo.
—Escucho —digo seria.
— ¿También te gusta? —pregunta con dificultad y frunzo el ceño al notar su expresión. Parece como si de verdad le fuese a afectar lo que diría en respuesta.
—Es un chico muy simpático y guapo... Creo que sí me gusta... un poco —respondo finalmente y me sonrojo por mentirle de esa manera.
Creo que he hecho un muy mal habito mentirle a las personas. Pero quizá sea lo mejor, tengo que dejar de sentir todo esto por Chris. No me permito seguir enamorada de un chico cuya felicidad está al lado de Gabriela.
Yo no soy nadie. No me puedo interponer entre ellos.
—Pues eso me alegra mucho.
— ¿Te alegra? ¿de verdad?
—Sí —me brinda una sonrisa y mis ánimos caen al piso. Creo que José se equivocó. —Sé que pueden tener un buen futuro juntos... ambos son personas geniales y sé podrían llevar muy bien.
—Sí, probablemente—respondo desanimada.
—Creo que ya tengo que irme, debes regresar a tu clase. No quiero molestarte más.
—Está bien. Me alegró verte... Adiós, Chris.
—Adiós, Samy —dice y el corazón se me hace chiquito al escucharle decir mi nombre en diminutivo. Era la primera vez y me parecía muy tierno. —Cuidate —dice finalmente y me da un beso rápido en la mejilla antes de irse y dejarme parada en medio del pasillo.
—Te quiero —digo sabiendo que ya no puede escucharme y vuelvo a mi salón para seguirme torturando con todo lo que pasó el día de ayer.
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