Capítulo 46 - Acercamiento

Capítulo dedicado a todas mis #MAMITAS 😍

Un fuerte frío me empieza a congelar el cuerpo entero y me muevo haciéndome un ovillo en mi lugar para entrar en calor. Los segundos pasan y nada funciona, vuelvo a moverme, pero todo sigue igual. El lugar está un poco incómodo, como si estuviese durmiendo en cualquier otro lugar que no sea mi cama. Abro lo ojos un poco recuperando la conciencia al fin y caigo en cuenta de que efectivamente no estoy en mi cama, sino de vuelta en el parque. Me siento de golpe asustada al recordar todo y notar que ya ha anochecido.

¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

Veo al gatito Christopher acostado a mi lado, como si estuviese haciéndome compañía y durmiendo tranquilamente, mientras los demás están esparcidos en varios rincones. El único ruido que se escucha es el de los insectos y el sonido del viento golpeando contra las hojas de los árboles.

Me pongo de pie sintiéndome un poco débil y caigo en cuenta de que tengo lodo pegado por doquier, eso se debía al lugar desconocido al que fui a parar y donde perdí la conciencia minutos después. Este estaba rodeado de vegetación y no se veía nada más alrededor, tan solo la gran ferrovía que se adueñaba del lugar, haciéndolo un completo desierto. Ahora mi uniforme pagaba las consecuencias, estaba hecho un asco, al igual que gran parte de mi cuerpo y mi cabello, como si me hubiese revolcado varias horas sobre el suelo. 

Doy un gran suspiro... ¿Qué se supone que había pasado? ¿Realmente viajé? ¿Y a dónde se supone que llegué? 

Tomo mi mochila y busco mi celular en ella.

— ¿¡11 de la noche!? —digo alarmada y veo las más de 50 llamadas perdidas de mi mamá.

Empiezo a caminar directo a la puerta de salida, pero esta está cerrada con candado debido a la hora. 

— ¡Carajo! No me queda de otra. 

Comienzo a trepar por encima de la puerta metálica y cuando estoy casi en el suelo del otro lado, caigo de trasero golpeándome un poco fuerte. A este paso tendré que hacerme implantes... Las calles estaban totalmente solas y tuve que empezar a correr si quería llegar rápido a casa y que nada me sucediese.

Llego a la puerta de mi casa e inserto la llave en el cerrojo para posteriormente entrar. Mamá al verme se levanta del sitio y corre a abrazarme con fuerza, sin  siquiera percatarse primero de que estoy hecha un desastre.

— ¿Dónde se supone que andabas, muchachita? ¡Te he hecho como mil llamadas y no me contestabas! ¿Acaso quieres matarme de la preocupación?—termina de hablar y solo la tomo de la mano para luego halarla hasta mi habitación para hablar con ella con calma. Quería estar lejos de la posibilidad de que mi papá nos escuche. — ¿Por qué estás llena de lodo? ¿Sabes lo que me costará lavar ese uniforme?—dice finalmente y ruedo los ojos.

Cierro la puerta con seguro cuando hemos entrado y camino de un lugar a otro pensando en todo lo que sucedió hoy. Desde mi estupidez de abrazar a Christopher tras mi pesadilla, hasta el inesperado viaje que no tengo idea de cómo sucedió. La miro como si ella tuviese la respuesta de todo, pero solo me devuelve la mirada pareciendo mucho más confundida que yo.

— ¿Vas a decirme por fin algo? Me estás preocupan...

— ¡Viajé, mamá!—suelto sin más interrumpiendo lo que iba a decir y pestañea sin comprender lo que le estoy diciendo.— Viajé y no sé como sucedió.  

— ¿Estás jugando conmigo, Samantha?—niego con seriedad y ella se sienta sobre mi cama poniendo su mano en el pecho.— ¿Y a dónde fuiste? ¿Pasado? ¿Futuro? ¿Fue voluntario?   

—No, no fue voluntario, solo ocurrió... y no tengo idea de en donde estaba, pero puedo jurar que estaba fuera del país. Y no, no tengo idea de si solo me moví por el espacio o también por el tiempo. ¡Estoy muy confundida, ma!

— ¿Y a eso se debe el como estás ahora? 

— Sí. El suelo estaba lleno de lodo, parecía que había llovido hace poco... y como perdí la conciencia y caí al suelo, estoy así.

Nos quedamos en silencio varios segundos y mamá se pone de pie para buscar ropa en mi armario. Saca una pijama azul y la tiende sobre la cama mientras piensa en qué decir.

— ¿Crees que esto se deba por él?—inquiere volviendo a verme y frunzo el ceño al no entender lo que quiere decir.

— ¿A qué te refieres?

— Tu poder... habilidad... condición  —corrige arrugando la nariz y aún así parece no saber que nombre es el indicado de usar. La entendía perfectamente, yo nunca supe como llamarlo tampoco, solo sabía que era una persona fuera de lo normal y eso era todo.— ... Lo que sea aquello—sacude la cabeza.—Podría ser que volvió a ti porque el Christopher de tu tiempo ahora también está aquí, es decir, sabes que algo salió mal al querer viajar con él para salvarlo... y como estuvieron todo ese tiempo perdidos el uno del otro quizá tu...—hace señas con la mano queriendo buscar la palabra adecuada.

—No te estreses por eso, ma.

—Bien... y pues parece que ahora que las cosas están "relativamente normales" y tú y él vuelven a ser parte de un mismo tiempo-espacio al igual que antes de salvarlo, estás volviendo a ser la misma de antes, podría ser que estás recuperando tu "poder"—explica un poco indecisa de si su hipótesis podría ser cierta, pero era lo más coherente e increíblemente exacto que mamá habría dicho en toda su vida. 

Ella nunca había entendido mucho sobre mis locos temas de viajar en el tiempo. Siempre que trataba de explicarle algo me salía con alguna broma o simplemente decía que no lo entendería por más de que le explique con un dibujito... sin embargo ahora me había sorprendido con su deducción.

Y sí... ahora también creo que la causa de que probablemente esté recuperando mi habilidad sea de que el Christopher de mi tiempo esté aquí, conmigo. Justo en el mismo tiempo en el que estoy yo.

— ¿Sabes que podría significar esto? —pregunto ilusionada y queriendo sonreír.

— Pues no... ¿qué significa?

—Que ya no habrá necesidad de que Christopher vuelva a vivir toda su vida una vez más... Si vuelvo a ser como antes, podría hacer que él y yo volvamos al mismo punto del accidente y de allí sacarlo de ese lugar como tenía en mente antes.

— ¿Estás loca?—pregunta enojada.—No puedes hacer eso... ¿y si te vuelves a perder en cualquier otro punto del tiempo por querer viajar con él una vez más? Volverías a la misma situación en la que llegaste aquí... Imagínate si esta vez llegas cuando a penas tienes 5 años. ¡Es una locura! Y si por algún motivo esta vez sí funciona... ¿acaso no has pensado en todo lo que desencadenaría eso? Se empezarán a preguntar cómo es que de un accidente luego él aparece "mágicamente" en el hospital... Y tú serás la persona a la que obviamente acorralarán de preguntas ¿qué les dirás? ¿la verdad? ¿o qué gran idea tienes en mente?

— Por él...

— ¡Deja de pensar en él, Samantha! ¡Piensa en ti por primera vez y no te dejes llevar por tus sentimientos!—espeta con fuerza.— ¿Acaso quieres terminar tus días encerrada en un laboratorio extranjero? ¿O en un manicomio? O peor ¿muerta?

—Yo...—me quedo sin saber que decir y miro al suelo.

—Quiero que te olvides de que volverás a intentar aquella tonta idea que tienes en tu cabeza... Confórmate con saber de que él ahora está bien, y no importa si tiene que volver a vivir 8 años de su vida una vez más. Todo va a estar bien para él, porque ahora sabe qué es lo que tiene que hacer cuando llegue aquel instante de su vida al que tanto le temes... él estará bien, Samy—se acerca y toma mi mano—Y quiero que tú también lo estés, así que prométeme que no harás ninguna locura—pide con mirada preocupada y asiento. 

—Lo prometo, ma. Sé que tienes razón y me disculpo por ser demasiado impulsiva.

—No te disculpes, bebé, sé que harías lo que fuera por las personas que amas y valoras. Y sé lo mucho que sientes por él—me sonríe y siento que mis mejillas se están sonrojando.—Sólo te pido que pienses un poco más en ti.. y en mí que soy tu madre y sé lo mucho que me voy a angustiar si algo te pasa. Ten buenas noches  —deja un beso sobre mi frente y segundos después abre la puerta para dejarme sola. 

Camino directo al baño para asearme y casi una hora después estoy en mi cama durmiendo profundamente.

Tendría un largo fin de semana para reprocharme todo lo que pasó el día de hoy.

(...)

Me despierto al escuchar la alarma de mi celular y me levanto de la cama con muy mal ánimo. Realmente sentía que necesitaba dormir unos minutos más... quizá unas horas más. Pero el maldito lunes había llegado y tenía que cumplir con mis obligaciones.

— ¿Por qué no te has puesto el uniforme todavía?—pregunta mamá cuando aparezco en la cocina todavía en pijama. Me siento en uno de los taburetes y recuesto mi cabeza sobre mis manos.

—Ya voy... es solo que no me siento con energías hoy.

—Puede que sea por lo de el viernes, has estado así todo el fin de semana —dice pensativa y me toca para verificar que no tenga fiebre.—Espero que no te agarre algo así cuando estés en público.

—Yo igual, ma—me mira con preocupación y le sonrío.—Estaré bien, lo prometo.

—Bien, ahora desayuna para que puedas irte a cambiar o llegarás tarde a clases  —pone frente a mí el desayuno y empiezo a comer un segundo después.

La observo mientras se mueve de un lado a otro preparando el desayuno para papá y un pequeño nudo en la garganta empieza a molestarme.

— ¿Y cómo está mi papá? Hace mucho que no hablo con él—menciono taciturna y deja de hacer todo para mirarme.

—Pues ha intentado ir a entrevistas de trabajo, pero sabes como está la situación del país, no es fácil conseguir un empleo... Y lastimosamente, cada vez que le va muy mal lo único que hace es beber hasta caer—responde triste. 

—No te preocupes, ma. Ya verás que cuando vuelva a ser como antes lo solucionaré.

—Samy, tú ya estás haciendo mucho por nosotros, así que deja de pensar que esto es tu culpa—asiento sin estar de acuerdo y sigo comiendo en silencio. 

Termino de comer y minutos después ya estoy arreglada para salir. Pasaría por el parque en la tarde, ahora no tenía mucho tiempo. Finalmente llego y las dos primeras horas pasan muy rápido.

Recuerdo lo sucedido con Christopher y me siento una estúpida. Debe estar pensando que estoy loca por como actué... tenía que hacer algo al respecto.

Alzo la mano llamando la atención de la profesora.

— ¿Si señorita Rodriguez?

— ¿Podría ir al baño?—pregunto de inmediato y asiente. 

Salgo del salón y camino directo al paralelo en que se encuentra Chris recibiendo clases. No me importaba si tendría que interrumpirle en alguna clase importante. Me asomo por la puerta y llamo la atención de la maestra que está con ellos.

—Buenos días, maestra. Disculpe la interrupción, pero ¿podría hablar un minuto con el alumno Vélez, por favor?

—Pero estamos en clases ahora mismo.

—Lo sé, es sobre sus tutorías—miento y ella asiente finalmente.

Busca con la mirada a Christopher y lo llama por su apellido, pero él parece no prestar atención a nada de lo que ocurría a su alrededor. 

—Sr. Vélez ¿me escucha? —dice una vez más la maestra y finalmente parece volver en sí.

— ¿Si? Dígame.

—La Srta. Samantha lo está esperando afuera... desea hablar con usted —menciona la maestra y él de inmediato se pone de pie para venir hasta donde estaba.

Me alejo un poco y me recuesto en una de las paredes para finalmente recibirlo. En cuanto lo veo trato de sonreírle, pero la verdad es que estoy demasiado apenada.

—Hola, mechitas —digo con un poco de incomodidad.

—Hola —me mira unos segundos casi evaluándome y siento que estoy a punto de sonrojarme si sigue viéndome de esa manera — ¿Estás bien? —pregunta y simplemente asiento.

—Solo quería explicarte lo que sucedió el viernes... de verdad estoy muy avergonzada —digo con sinceridad.

—No tienes que excusarte —niega sonriendo con amabilidad y me dan unas ganas enormes de volver a apretujarlo en un abrazo fuerte y sentir su delicioso aroma entrando por mis fosas nasales.

—No... digo sí. Es que no quiero que pienses cosas equivocadas o algo así —explico nerviosa. Debo parecer un tomate ahora mismo. —Sólo fue una pesadilla... normalmente las tengo y siempre despierto muy asustada—digo tratando de explicarle mi situación. —Tú estabas allí y solo pude reaccionar para abrazarte... de verdad lo siento mucho —vuelvo a decir y me sonríe con cierto grado de ternura.

— Tranquila, pulguita asesina. No pasa nada —dice divertido y me alborota el cabello rompiendo cualquier barrera de formalidad entre nosotros. Es un confianzudo.

Me sorprendo por su actitud y frunzo el ceño apartando su mano de mi cabello con rapidez. No creo que sea bueno que crea que ahora somos amigos o algo así, porque simplemente no está bien involucrarme en su vida y que él se involucre en la mía sea de la manera que sea.

—Que quede claro que esto no significa que me caes bien —trato de mentir con todas mis fuerzas. La verdad es que ese pequeño gesto ya me tenía aún más derretida por él. — Y mejor guárdate tus tontos sobrenombres o me las vas a pagar —digo amenazante y sólo asiente pareciendo asustado. Muerdo mi mejilla para no reírme a carcajadas. —Bien, así está mejor, mechitas... nos vemos después —me despido con el corazón en la mano y me alejo lo más rápido que puedo para volver a mi salón.

(...)

Había olvidado por completo mencionarle a Christopher que hoy no podría darle las tutorías porque tenía que ir al parque a darle de comer y limpiar el lugar de mis hijos.

Aprovecho el momento de receso y voy en busca de él, no me cuesta mucho y lo encuentro de inmediato. Camino hasta él y veo como David le da un ligero golpe con el codo avisándole de mi presencia. Me paro frente a ellos y sólo me fijo en Chris haciéndolo mi centro de atención.

—Mechitas, lo siento mucho, pero hoy no podré ir a tu casa —digo apresurada.

—Claro, está bien...

—Bien. No te olvides de estudiar por tu cuenta —sugiero y simplemente asiente. Sabía perfectamente que tenía que irme, pero era receso y la verdad no tenía nada mejor que hacer. Muerdo mi labio inferior nerviosa al sentirme incómoda y decido irme. —Ah, bueno... No los molesto más. 

—No... No molestas para nada —escucho una voz proveniente de uno de mis costados y noto que es José. Eso me ha toma por sorpresa y no puedo evitar sonrojarme cuando me sonríe. —Por cierto, lamento que mi querido amigo no nos presente—se queja y Christopher rueda los ojos—Soy José, él es David y él Jonathan —comenta señalando a los muchachos y posteriormente ellos me saludan con la mano.

—Un gusto, chicos. Soy Samantha—digo con una sonrisa. 

—Lo sé —menciona José. —Digo, es que eres ayudante de nuestro profesor de física matemáticas—trata de explicar y los demás lo miran interesados.

¿Acaso sucede lo que creo que está sucediendo aquí?

—Oh, ya veo... claro, es natural que sepan quien soy—trato de seguirle la corriente para que no lo miren raro y le sonrío con amabilidad.

—Sí —responde nervioso y Christopher lo mira sin entender.

Sí, momento incómodo.

—Bien, ahora si tengo que irme... Adiós, chicos —digo para poder desaparecer de aquí antes de que todo se vuelva más raro y me voy sin esperar respuesta de alguno de ellos.

Camino hasta mi salón y me dirijo a mi asiento para seguir leyendo uno de mis libros favoritos de astrofísica en el mundo. Siempre he pensado que es muy raro que esto me llame la atención teniendo en cuenta que nunca he decidido estudiar algo parecido o siquiera cercano, pero era algo que me atraía en maneras descomunales a querer saber más sobre ello en cada oportunidad, y desde el primer libro que leí, luego ya no paré. Era como un agujero negro absorbiendo planetas y haciendo que estos desaparezcan en la oscuridad escondida detrás de su horizonte de sucesos. Tan solo imaginar aquello me parecía fascinante.

El descanso culmina con un buen sabor de boca y volvemos a las clases, mismas que se vuelven a ir tan rápido como empezaron, en un parpadear. Pues el tiempo es relativo.

Camino directo a casa para cambiarme y minutos después de comer, salgo en mi bicicleta para ir al parque y darle de comer a mis bebes gatunos, deben estar muriendo del hambre. Sobre todo Christopher, quien es el que más come. Creo que le puse el nombre perfecto.

Entro en cuanto he llegado y estaciono la bicicleta en un lugar seguro junto a la caceta del guardia de seguridad y empiezo a tomar las fundas con la comida y las bandejas que traje recién lavadas. Empiezo a llenarlas de comida en este lugar o de lo contrario si iba directo a donde estaban los gatos se me tirarían encima y no me dejarían darles su comida en paz. 

En cuanto giro, me percato de la presencia de un chico castaño al que conozco muy bien y me extraño por ello, normalmente no viene por aquí y parece estar buscando algo.

— ¿Mechitas? —pregunto para llamar su atención y finalmente se gira para encontrarse con mi mirada. Sin siquiera disimular mira directo a mi cuerpo y me estudia. De haber sabido que me toparía con un pervertido como él, me hubiese puesto un pantalón y no este pequeño short y una blusa un tanto transparente.

—Hola... lo siento, es que te vi a lo lejos y me dio curiosidad—dice finalmente reaccionando a mi pregunta.

—La curiosidad mató al gato —digo enarcando una ceja y luego río recordando que ese había sido su sobrenombre por mucho tiempo. —Bien, ya que estas aquí, toma esto y acompañame  —menciono dándole un tazón lleno de croquetas y otro de leche y le hago una señal con la cabeza para que me siga.

Pongo las comida en el suelo y como por arte de magia los gatos aparecen. Me siento en el suelo sin decir palabra alguna y empiezo a acariciarlos mientras comen. Esto me hacía feliz.

—Puedes dejarlos también aquí —le indico y hace lo que le pido. Segundos después se sienta a mi lado.

Nos quedamos en silencio mientras los gatitos comen y sólo los observamos.

—Debería librarme de ti ahora que conoces uno de mis secretos —digo riendo y me mira con sorpresa. 

Uno de mis tantos secretos.

—No creo que quieras asesinar a un chico tan guapo como yo —dice con la intención de bromear y vuelvo a reír. No podía negar que para mí sí era muy guapo.

—Tienes razón, seria un desperdicio para todas las pobres ciegas que andan detrás de ti—bromeo y lleva la mano a su pecho fingiendo estar dolido.

—Golpe bajo—Se ríe y lo observo unos segundos.

—Sabes que eres lindo de verdad, no te hagas el tonto —comento y de inmediato miro al suelo un poco avergonzada por lo que dije. Yo y mi bocota.

—También pienso que eres linda —dice y vuelvo mi mirada a la de él para confirmar que está bromeando, pero no es así, está siendo sincero.

Ahora puedo morir en paz.

Christopher el gato Vélez piensa que soy linda.

Sin embargo no podía darle a entender que realmente estaba saltando en un pie por la felicidad que me daba saber eso. 

—No soy ese tipo de chicas con las que estás acostumbrado andar, Vélez. No te hagas ilusiones—digo con seriedad y lo ignoro. 

Esto me recordaba a lo que le dije al Christopher de este tiempo.

— ¿Esto lo haces siempre? —pregunta cambiando el tema para mi suerte y toma un gatito recostándolo en sus piernas.

—Sí, pero en las mañanas... Hoy no pude y por ello tuve que cancelarte.

—Entiendo... Y ahora que recuerdo, la primera vez que te vi salias precisamente de este parque—algo dentro de mi se emocionó al escuchar aquello.

— ¿De verdad?—pregunto haciendo como si no lo recordara.

—Sí, lo recuerdo muy bien... Te caíste por mi culpa ese día—explica con una sonrisa y ruedo los ojos.

—Oh, claro, ya lo recordé—digo siguiéndole el tema de conversación.

—Ese día fue muy extraño... te notabas un poco abrumada, como si estuvieses sorprendida de verme —río ante su comentario.

¿Cómo no quería que me ponga así? Tenía frente a mi al chico por el que suspiraba amor eterno en el 2020.

—Claro que sí, sabía muy bien quien eras... Christopher Vélez el galán del colegio —digo graciosa —Tengo que aceptar que me sorprendí porque era la primera vez que te veía de cerca—miento.

— ¿Nunca antes nos habíamos topado?

Te sorprenderías si te dijera que nos vimos muchas veces y hasta te robe un súper beso para después mandarte a la chingada.

Que buenos tiempos aquellos.

—Por supuesto que no, tú deberías saber eso mejor que yo —digo riéndome de él, porque sé que no lo sabe.

—Creo que aveces las cosas pueden cambiar inesperadamente —dice sin mirarme y entiendo perfectamente porque lo dice.

—Y todo depende si se cambian para bien o para mal —digo con nostalgia. 

Realmente esperaba que todo este enorme cambio que había hecho en la vida de Christopher sea para bien.

Me fijo en que está mirándome detenidamente y tampoco despejo mi vista de la dirección que toman sus ojos. Mira mi cabello y sigue a este con la mirada, estudiándolo. Lleva su mano hacia un mechón que está molestando sobre mi rostro y lo hace a un lado colocándolo detrás de mi oreja para luego sonreír de una manera que hace los latidos de mi corazón se disparen. Lo observo realmente sorprendida por su acto inesperado y aleja su mano lo más rápido que puede.

—L-lo lamento... Creo que ya se me hizo un poco tarde —dice nervioso y asiento de igual manera. Se pone de pie y sonríe, su labio inferior parece estar temblando y luego se lo muerde para inmobilizarlo. —Nos vemos, Samantha.

Pestañeo sin saber que responder y reacciono a tiempo para despedirme.

—Adiós, Christopher —digo aún muy confusa por lo que acaba de pasar y él finalmente se marcha dejándome sola.

Tomo el mechón de cabello que él movió detrás de mi oreja y lo estudio como si ahora fuese lo más maravilloso del mundo. Si no fuese porque sería demasiado estúpido y exagerado, no me volvería a lavar el cabello nunca más.

Me acuesto mirando directo a la copa del gran árbol y suspiro. 

Esto fue mucho para mi débil y enamorado corazón.



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