Capítulo 41 - Primer beso

Capítulo muy dedicado a natguzmor ❤ De verdad linda que tus comentarios me llegan al corazón, no sabes lo mucho que me emociona saber que es tu historia favorita así como la de tus amigas 😭💜 Dales un beso de mi parte a ellas también 😘 y muchas gracias por leerme! 🙏💗

Al fin había culminado toda la tarea y tenía algunas horas libres.

Últimamente lo que más hacia era salir y dar vueltas por allí a despejar mi mente un momento, pero era obvio que no me era suficiente, siempre estaba inquieta y pensativa. Necesitaba hallar algo que mantenga todo mi tiempo ocupado, así como mi mente. Pienso en mis alternativas y salgo de mi habitación casi corriendo cuando creo haber encontrado la respuesta a mis problemas.

Camino hasta la parada del autobus y me subo en el que creo que me lleva hasta el lugar que quiero ir. Efectivamente, 25 minutos después estaba allí. Era raro teniendo en cuenta que nunca en mi adolescencia vine a este lugar.

Sí, el pinche efecto mariposa. Pensé recordando a mi papá reprochándomelo, pero no podía evitarlo.

—Buenos días —saludo nerviosa a la enfermera que está en recepción, esta me mira con seriedad y cierto grado de interés.

—Buenos días, ¿qué se le ofrece?

—Eh, yo... yo quisiera enlistarme como voluntaria —explico nerviosa y enarca una ceja muy fina.

— ¿voluntaria?

—Así es, por favor.

— Creo que se equivocó de lugar, aquí no se hacen voluntariados de ningún tipo —habla y vuelve a llenar unos papeles ignorándome.

—Lo sé, pero me gustaría ayudar... me gustan mucho los niños —explico y sonrío.

Vuelve a mirarme de esa manera intimidante y se acomoda sus lentes parecidos a los de Harry Potter.

Quiero reírme, pero me controlo.

—Señorita, por lo visto usted no ha caído en cuenta que esto no es una guardería, es un hospital para niños muy especiales... es decir que no son niños cualquiera —menciona pareciendo enojada por mi audacia.

—Lo sé, estoy consciente de ello.

Realmente lo estaba, no por nada me encantaba trabajar como maestra aquí todas las mañanas. De hecho fui yo misma quien en algún momento se acercó a este hospital exactamente para lo mismo y su respuesta fue igual.

"Lo sentimos señorita, pero aquí no se realizan voluntariados."

Me gane su confianza viniendo todos los días por más de una semana hasta que me gané la oportunidad. Un año después ya eramos más de 30 los voluntarios que ayudábamos en distintas áreas del hospital.

—Entiendo que quiere ayudar, pero usted es apenas una niña... creo que más que ayudar nos daría más trabajo por hacer.

—Claro que no, le aseguro que tengo la capacidad para lidear con los niños.

— ¿Y qué se supone que quiere hacer con ellos? Son niños muy gravemente enfermos, algunos de ellos desahuciados —explica cruzándose de brazos.

—Lo sé, de verdad que lo sé... Y lo único que me gustaría hacer es animarlos un poco, jugar con ellos, cantar, enseñarles un poco de lo básico de la escuela... todo lo necesario para que puedan distraer su mente.

—Entiendo su punto, pero aún así no se podría aceptar este tipo de ayuda si la persona por lo menos no es mayor de edad y tiene algún titulo que avale su conocimiento sobre el manejo de niños con capacidades especiales y enfermedades catastróficas.

Asiento con tristeza y veo cómo sigue escribiendo apuntes en un montón de papeles.

No me iba a dar por vencida tan fácil.

—Sé que si usted me brinda la oportunidad de demostrarle que puedo hacerlo no se va a arrepentir —digo enérgica y vuelve a mirarme con interés. Rueda los ojos y se pone de pie.

—Señorita...

—Samantha —le interrumpo con una sonrisa, lo que hace que ella también quiera sonreír pero vuelve a su seriedad habitual.

—Samantha... —vuelve a hablar —agradezco que quieras pasar parte de tu tiempo aquí cuando podrías estar con tus amigos o haciendo cualquier otra cosa, de verdad te felicito y además se nota que eres una persona insistente cuando quieres algo de verdad, pero esto se escapa de mis manos y de las suyas...

—Por favor, por favor, por favor... le prometo que haré un buen trabajo, no se va a arrepentir —ruego y suspira cansada.

Revisa su reloj de muñequera y me mira pensativa.

—Tiene una hora —habla seria y la abrazo con felicidad.

— ¡Gracias, gracias, gracias!

—No tan rápido... si en esa hora no nos demuestra que es capaz de animar a los niños, le voy a pedir que busque otro sitio y no vuelva ¿de acuerdo?

—Sí, claro que sí —chillo emocionada y rueda los ojos. Al parecer no está acostumbrada a las personas que parecen haber ingerido un kilo de azúcar.

(...)

—Buenas noches —digo entrando a casa y mi mamá sale enojada desde la cocina.

— ¿Qué son estas horas de llegar, muchachita? El hecho de que en tu cabezita loca seas mayor de edad, no te da el derecho a desaparecerte así —refunfuña y río.

—Mi día ha ido muy bien, ma, gracias por preguntar. ¿Qué tal el tuyo?

—A mi no vengas con tu sarcasmo, Samantha... ¿dónde andabas? —se cruza de brazos y me tiro sobre el sofá rendida.

—En el hospital.

— ¿Hospital? ¿te sentías mal acaso, bebé? —inquiere tocando mi frente con preocupación y comienzo a reír.

Que bipolaridad la suya.

—No, ma. No seas dramática... ¿Adivina qué?

— ¿Qué?

—Ahora soy voluntaria en el hospital, me costó lograrlo, pero lo hice —hablo con felicidad y enarca una ceja.

— Claro, la que sigue con su vida "normal" y no quiere "alterar" el futuro —dice haciendo comillas.

—Ma, no empieces.

—Solo falta que mañana me vengas con la noticia de que eres novia del muchacho ese que nunca te ha tomado en cuenta —dice poniéndose de pie y yo la sigo hasta la cocina. —Sería el colmo de los colmos.

— ¿Christopher Vélez?

— ¿Quién más, Samy?

— ¿Novia de él? —río a carcajadas hasta sentir que casi lloro —Ni en mis mejores sueños, mamá.

—Es que no queda ni el fantasma de lo que era mi hija antes de que aparecieras... Mirate, estás conversando aquí conmigo, riéndote... ahora resulta que tienes un empleo donde trabajas de gratis —dice eso y la miro entrecerrando mis ojos. —eres una excelente alumna, hasta te arreglas más... solo me falta que me traigas a presentarme como novio a ese chico Christopher.

Vuelvo a reír y sé que tiene razón en casi todo, menos lo de Chris.

—Sé que es muy notorio que ya no soy la chica de antes, debes entender que ya pasé por mi proceso de conocerme quien en realidad soy... Y si voy a quedarme en esta vida de este tiempo por siempre, tengo que hacer cambios de acuerdo a la personalidad que tengo ahora —explico y me mira pensativa.

—Es tan raro todo esto, no siento como si estuviese hablando con mi hija sino con mi hermana menor.

—Lo sé, ma, pero yo siempre seré tu bebé, aunque nuestra diferencia mental de años ahora mismo sea de 13 y no de 22 como realmente tiene que ser —arruga la nariz y luego sonríe.

—Al menos ahora no me siento tan vieja.

Ambas reímos por nuestras ocurrencias y luego me pongo a ayudarle con la comida antes de que llegue papá.

(...)

Cuatro meses después 😵

Estaba en un lugar obscuro y solitario, parecía ser un bosque, había árboles por doquier y un viento helado soplaba con fuerza... Camino de un lado a otro tratando de hallar una manera de salir del sitio pero nada funciona.

De repente fuego sale por todos los lados y estoy atrapada, no tengo salida, estoy comenzando a asfixiarme y a sentir un calor que casi es capaz de quemar mi piel.

— ¡Ayuda! —trato de gritar pero mi voz no sale, parece que estuviese muda.

Giro buscando una salida y veo a alguien tirado sobre el suelo. Me acerco y reconozco su rostro.

—Christopher —finalmente puedo hablar como un susurro.

Está sin vida... está muerto y no puedo hacer nada para ayudarlo. Empiezo a llorar con desesperación y trato de aferrarlo a mí, pero se va desvaneciendo poco a poco entre mis brazos como si de cenizas llevadas por el viento se tratase.

— ¡No, no! ¡No me hagas esto, Christopher! —susurro con dificultad  tratando de gritar pero mi voz sigue sin salir.

Abro mis ojos asustada y me siento sobre la cama en un brinco, mi corazón está acelerado y mis ojos cristalinos por querer llorar.

— ¡Feliz Cumpleaños! —dicen al unísono mi papá y mamá entrando a mi habitación.

— ¿Qué? —los miro sin entender y sonríen.

— Hoy es tu cumpleaños, tontita —habla mamá y me acerca una pequeña torta de chocolate con una vela.

— ¿Un signo de interrogación? —pregunto viendo la forma de la vela y ellos se miran entre sí.

—No sabíamos muy bien si cumples 16 o 25 —explica papá encogiéndose de hombros.

—Tiene sentido, pero apenas había cumplido 24 un mes antes de viajar... Aunque igual eso no le quita lo extraño —respondo riendo y soplo la vela. —Aún así, gracias a los dos —me abrazan con cariño y dejan un beso sobre mi frente.

—Bien, tengo que ir a trabajar —habla papá y se despide.

—Adiós, amor, ten un buen día —dice mamá hacia él y le da un beso en los labios. Segundos después abandona la habitación —Y tú, arriba que hoy regresas a clases.

— ¿De verdad me mandarás a clases en mi cumpleaños?

—Es el primer día, sabes que no puedes faltar —me regaña y luego se va.

Me levanto de mala gana y me acerco al calendario de la pared tomando mi marcador rojo. Dibujo un círculo en el numerito que indica la fecha de hoy y lo miro con atención.

04 de Octubre del 2012

Faltaban apenas 10 días para cumplir 6 meses desde que llegué a este tiempo. Y es que tantas cosas habían sucedido y aún no me terminaba de acostumbrar a la idea de no salir de aquí.

Hoy empezaba un nuevo año escolar... Había llegado casi culminando el 1ero de bachillerato y ahora ya estaba por comenzar el 2do.

—Aun no me creo nada de esto —digo para mi misma y decido ir a arreglarme.

Una hora después ya estoy en el colegio y lista para lo que se venga.

Nos formamos de acuerdo a nuestros paralelos y me sorprendo al notar que la columna del al lado pertenece al salón de Christopher. Lo sé porque veo a sus amigos y ellos siempre van al mismo salón, sin embargo lo busco con la mirada pero no logro divisarlo.

—Señorita Rodriguez —llama mi atención una maestra y la miro con sorpresa. — ¿Qué hace aquí atrás? Usted debería estar al frente.

— ¿Disculpe?

—Los mejores alumnos de cada salón tienen que estar al frente —explica y me hala tomándome del brazo.

Me coloca al inicio de la columna y me siento realmente extraña, como si llamase demasiado la atención.

Miro a mi lado izquierdo y al fin lo encuentro, está también al inicio, lo que significa que es el mejor alumno de su salón. El himno nacional empieza a sonar y me mira cuando nota que lo estoy observando.

Empiezo a sonrojarme y el sonríe coqueto haciéndome luego una seña con su dedo para que mire al frente y empiece a cantar.

¡Que bochorno!

La inauguración sigue su curso normal y culminamos cantando el himno del colegio, para luego dirigirnos a nuestros salones y empezar las clases.

Lo que menos me gustaba de los primeros días de clase eran las  estúpidas presentaciones. No entendía para que lo hacían, yo solo quería que nadie supiera de mí existencia. No quería alterar más las cosas de lo que ya había hecho.

—Buenos días —digo poniéndome de pie —Me llamo Samantha Rodriguez, tengo 16 años —de ninguna manera diría que hoy los estaba cumpliendo. — Y es un gusto conocerlos a todos —sonrío con demasiada incomodidad y me siento de inmediato.

—Gracias —dice la maestra un poco extrañada con mi actitud.

Las horas continúan y no puedo sacarme de la cabeza la tonta y linda sonrisa del mujeriego más grande que he conocido. Trato de distraer mi mente saliendo a la pizarra muchas veces y aunque soy la primera en terminar algunos ejercicios de repaso, eso no me ayuda mucho.

Definitivamente jamás superaría a Christopher ni por más que me esconda detrás de una linda relación como la que tengo o tenía con Daniel... Apenas y pensaba en él; creo que lo amo, pero no lo suficiente como para olvidarme de Chris.

¡Odio mi vida!

Todo seria más fácil si jamás lo hubiese conocido.

El receso llega al fin y salgo a sentarme cerca de las canchas de fútbol para adelantar tarea.

¿A quién se le ocurre enviarlas el primer día? Ni yo hacia eso la primera semana, y eso que era considerada una de las profesoras más quisquillosas del colegio.

—Pinche tarea... pinche vida difícil —hablo sin parar para mi misma. Me sentía enojada sin motivo alguno.

Quizá ya se acercaban mis días difíciles... O quizá solo es el hecho de saber que los días pasan y no sucede nada conmigo.

— ¿Es normal en ti hablar sola? —pregunta la persona sentándose frente a mí.

Alzo la vista con nerviosismo al reconocer su voz y niego.

—Al parecer no te gusta hablar mucho... Un gusto, soy Christopher —me tiende su mano y la veo varios segundos sin saber que hacer. La baja al notar que no reacciono y sonríe apenado —Lo lamento, no quería molestarte —se disculpa — ¿Puedo ayudarte en algo? Parece que tienes problemas con la tarea.

Miro detrás de él y parece estar solo, no hay rastros de David, Jonathan o José.

—Estoy bien, no te preocupes —logro responder y él asiente.

Nos quedamos en un silencio incómodo y trato de ignorarlo mirando mi cuaderno.

—Mira, voy a ser directo —dice de la nada y me asombro por ello. —Recuerdo haberte visto el año pasado... de hecho, era la primera vez que te veía ¿eras nueva?

—Mmmm no —digo confundida y un poco enojada.

Que bobo y ciego para no darse cuenta de que aparte de estudiar siempre aquí, vivo cerca de su casa.

—Bueno, pensé que sí —se encoje de hombros —el punto es que creo que eres muy bonita y me gustaría salir contigo —me dedica una sonrisa y yo pestañeo sin creermelo.

Si tan solo supiera que quiere algo serio conmigo ahora mismo seria la mujer más feliz del planeta, pero no por nada se ganó el sobrenombre de gato mujeriego coge putas.

Lo siento Chris, te amo, pero no me gusta el tú de ahora... Mejor llámame cuando tengas 25 y hayas cambiado esa personalidad tan de caca que me hace dar ganas de querer golpearte.

¡Tranquila, Sam!

Pienso muy bien lo que voy a responder y creo haber encontrado algo para ponerlo en su lugar y darle una pequeña lección.

—Claro —digo sonriendo.

Debo estar loca para hacer lo que voy hacer.

— ¿De verdad? —pregunta entusiasmado.

Me armo de valor y lo beso tomándole por sorpresa. Me corresponde de inmediato y segundos después me alejo, notando en su rostro que lo dejé con ganas de más.

—No, la verdad es que no —digo queriendo sonar normal pero la verdad es que no puedo, siento que mi cuerpo está temblando.

¡Besé a Christopher Vélez!

Esto lo escribiría en mi diario de cncowner si tan solo tuviera uno.

— ¿Cómo que no? —responde atontado. — ¿Y este beso?

—No te creas mucho, Christopher... solo quería demostrarte que yo también puedo usarte y luego irme como si nada. ¡Adios, gato! —digo y me pongo de pie para irme, dejándolo con la boca abierta.

Oh por todos los cielos.

¡Debo estar loca!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top