Capítulo 40 - Sin salida
Capítulo dedicado para mi bella lectora cncownercrushnovela ❤ gracias por ser parte del pequeño pero amado club de CNCOwners que me leen jaja 😋 Disfruta de la lectura!!
No sé que rayos estaba pasando... Mi cuerpo no reaccionaba a nada de lo que le pedía, no podía siquiera atrasar un segundo o adelantarlo, era como si de la nada ya no tuviese la habilidad que había tenido desde la infancia.
— ¿Samy? —toca la puerta mi mamá y luego abre. Asoma su cabeza por detrás y sonríe. — ¿Ahora si eres la Samantha del 2012?
Niego de mala gana y me levanto. No había podido dormir la noche anterior.
—No sé que me sucede, ma, no puedo hacer nada...
—Pensé que tu malestar solo duraría hasta que descanses un poco.
—Yo igual, pero ya es lunes y no sucede nada... ¡Sigo aquí! Al parecer no puedo salir de este tiempo —digo agobiada.
—Hablando de lunes... tienes que ir al colegio —la miro con sorpresa y niego.
¿Está bromeando?
— ¡No! No voy a meterme en un salón de clases con un montón de locos adolescentes e inmaduros, ma —explico y me cruzo de brazos.
—Pues serás muy mayor en tu mente y todo lo que quieras, muchachita, pero mientras vivas en mi casa se hace lo que yo diga... Y antes de que llegaras tú, la Samy de este tiempo estudiaba, lo que quiere decir que tienes responsabilidades por cumplir a menos que quieras ser una don nadie —me reprocha y busca en el armario el uniforme del colegio. Claro que no seré una don nadie. —Alístate, en 10 minutos está el desayuno —dice finalmente y sale de la habitación.
Suspiro cansada.
No me quedaba de otra. Lo peor que podía hacer ahora era llevarle la contraria a mi mamá.
Entro a asearme con rapidez y luego me visto con el uniforme. Dejo mi cabello suelto y solo me pongo como accesorio una diadema roja, lo que para muchos seria raro ya que en el colegio yo nunca variaba de peinado, no usaba más que una cola de caballo.
Menos mal los pequeños barritos que tenia habían desaparecido y mi rostro lucia bien... con excepción de las ojeras que se notaban muy poco.
—Ya estoy lista —llego a la cocina y saludo a mi papá con un beso en la mejilla.
Él me sonríe y me siento a su lado. Trato de actuar normal, él aun no sabe nada de mi condición actual.
— ¿Te peinaste diferente? —pregunta cayendo en cuenta y me encojo de hombros. —Como sea... Mija, necesito tu ayuda —mamá me mira de soslayo y sé lo que está pensando, así como sé que es lo que papá me pedirá.
—Dime, pa —hablo con una sonrisa incomoda.
Me acomodo para escuchar el mismo discurso de siempre.
—Sabes que no me gusta pedirte estas cosas... pero gracias a ti tenemos más comodidades de las que podríamos tener —sonríe y toma mi mano. — ¿Podrías viajar unos dos días después y ver los números ganadores de la lotería? —pregunta y miro a mamá en busca de ayuda.
Ella se acerca y toma la mano de papá. Esto no le iba a gustar para nada.
Papá siempre ha sido un buen hombre, no me puedo quejar, pero si hay algo que le ha molestado siempre es ganar muy poco con el trabajo que tiene. Lo de viajar para obtener los números ganadores era algo que había hecho en un par de ocasiones; trataba de darle los números ganadores de los premios menores, pues seria muy raro que una persona gane siempre el premio mayor.
Nunca me gustó hacerlo, pero gracias a todo eso, nuestra casa había sido remodelada, podía estudiar en un buen colegio, podíamos viajar a muchas partes del mundo y teníamos una vida cómoda con respecto al resto de las personas.
Eramos una familia feliz después de todo.
—Amor, creo que vamos a tener que hablar —dice mamá y él frunce el ceño al no entender. —Samy, ve al colegio, ya es tarde —me da una mirada rápida y entiendo perfectamente.
—Está bien, ma.
Me despido de ambos lo más rápido que puedo y salgo de casa. Realmente no quería ver la reacción de mi papá al enterarse de todo, y sobre cualquier cosa, de que se entere que aparentemente ahora soy una persona común y corriente.
De verdad se lo agradecía a mamá.
Camino varias cuadras adelante y veo a Christopher y su mamá subiendo al auto, lo más obvio es que lo lleve a clases, ya que lleva puesto su uniforme y su mochila.
Sigo mi camino y casi 20 minutos después finalmente he llegado. Ahora no tenía idea de a dónde se supone que tenía que ir, no recordaba hacia donde quedaba mi salón, puesto que siempre cambiaban la distribución de los paralelos. Nunca había entendido ese sistema.
—Disculpa, ¿conoces el salón 1B-5?
— Estamos a mediados de año y ¿preguntas por tu salón? —responde el chico al que acabo de preguntarle. Me mira extraño y enarca una ceja.
—Eh, sí... lo siento.
—Es por allá —dice rodando los ojos y se aleja.
—Que amable —digo con sarcasmo y también me voy.
Camino hasta donde me ha indicado el pendejo de 2 metros y finalmente lo encuentro. Me parecía tan extraño volver a entrar a un salón de clases como alumna y no como profesora.
—Buenos días, chicos... Hoy continuaremos con la clase que habíamos dejado pendiente el viernes.
Comienza a escribir ejercicios en la pizarra y en realidad estaban demasiado fáciles.
— ¿Alguien puede resolver alguno? —nadie responde y decido levantar la mano. — ¿Si srta. Rodriguez?
—Yo puedo hacerlos —respondo y me mira sorprendida y sé a qué se debe.
En mi época de colegio nunca fui muy "aplicada" por decirlo así, entendía varias clases, aunque en otras tenia problemas, como en matemáticas por ejemplo... Además nunca me gustaba participar o siquiera hacerme notar, así que era una conducta realmente extraña viniendo de mí.
Pero una vez que fui a la universidad cambié por completo, y pasé de ser la chica introvertida y callada a la chica extrovertida que nunca se guardaba lo que pensaba. Sobre todo empecé a amar todas las ciencias y sentí que mi vocación era enseñar.
— ¿Está segura? —pregunta escéptica y simplemente me pongo de pie, tomo el marcador y empiezo a resolverlos uno a uno.
En menos 5 minutos, había llenado el pizarrón con todos los ejercicios resueltos y volviendo a mi pupitre.
Sentía la mirada de todos sobre mí y ni siquiera me importaba.
(...)
Media jornada había transcurrido y ya era demasiado obvio que algo pasaba conmigo. Y es que a nadie le parecía normal que de un momento a otro me convirtiese en una cerebrito total.
No me quedaba callada en ninguna clase, debatía con los profesores sobre cualquier tema... estaba convirtiéndome en la lame culos del salón y la verdad es que me parecía divertido.
La hora del receso llega y salgo del salón, me paro en medio del corredor y ni siquiera sé a donde ir. No tengo amigos o amigas con los cuales estar porque nunca fui amiguera, prefería mantenerme alejada de todos y evitar que ellos descubrieran lo "rara y especial" que era.
Mi estómago ruge del hambre por no haber desayunado y me dirijo al bar del colegio. Compro nada más que un sándwich y empiezo a caminar por el patio sin ir a un lugar en específico.
Me siento en las gradas de la cancha de fútbol y veo a unos chicos jugar. Logro divisar entre ellos a Christopher y mi corazón se derrite.
¿Por qué maldita sea tiene que ser tan perfecto?
No le quito la vista de encima y puedo jurar que parezco una acosadora... sí, una acosadora de menores, porque no puedo olvidar que yo tengo 24 y el apenas 16.
Terminan de jugar su partido y Christopher corre hasta donde estoy. Mi corazón casi se sale por mi boca, pero me doy cuenta que no se está acercando a mí, sino a su mochila que está a mi lado.
Aguanto la respiración mientras lo tengo tan cerca de mí y lo observo casi babeando cuando mueve su cabello de la manera tan característica de él.
—Disculpa —me habla y pestañeo perdida.
Ay no, me voy a desmayar.
Nunca, nunca, nunca antes después de kinder me había vuelto a dirigir la palabra.
— ¿eh? ¿hablas conmigo? —pregunto sorprendida y asiente con una sonrisa.
— ¿Podrías moverte?
— ¿Qué? —inquiero sin entender y vuelve a reír.
—Lo siento, es que estás aplastando la tira de mi mochila con tu... —señala mi trasero y veo hacia abajo.
Oh por Dios.
Sí, estaba sentada encima de la pinche tira de la pinche mochila del pinche Christopher Vélez.
—Ah, lo lamento mucho —me pongo de pie muy rápido y empiezo a alejarme llena de vergüenza, ni siquiera sabía porqué.
(...)
El día había estado realmente cansado para mí... definitivamente me iba a costar un poco adaptarme a esta vida si no podía volver a mi tiempo.
—Samy, tu papá quiere hablar contigo —dice entrando mi mamá a la habitación.
Me pongo de pie del asiento de mi escritorio donde estaba haciendo la tarea y salgo con ella.
—Buenas noches, pa —saludo y trata de sonreirme, pero se lo ve muy preocupado.
—Buenas noches, mija. Toma asiento —me siento frente a él y mamá a su lado. —Tu mamá me habló sobre lo que sucedió, y realmente me tomó por sorpresa... Entenderás que es muy raro tener frente a mí a mi hija que se supone que tiene 24 pero con apariencia de 15 —dice y frunce el ceño —El punto es que entiendo por lo que estás pasando, debe ser muy difícil para ti, así que quiero que sepas que trataremos de seguir adelante por nuestros propios medios hasta que todo se solucione —habla y toma mi mano. —Te amamos hija, así que no quiero que pienses que solo te queremos por tu rara habilidad... podemos intentar ser una familia normal —sonríe y mamá también lo hace.
— ¿Están seguros? De verdad no sé cuando se podría solucionar esto.
—Bebé, somos tus padres, estamos para apoyarte —susurra mamá y finalmente sonrío.
Me levanto de mi lugar y los abrazo con fuerza.
(...)
Dos meses después 😮
Me despierto aún muy sonnolienta y voy a bañarme para ir a clases. Busco mi uniforme en mi ropero y no lo encuentro, lo que se me hace muy extraño.
Miro la fecha en mi calendario y me doy cuenta que es sábado.
—Que idiota, eso me pasa por soñar que voy a clases —susurro para mi misma y me tiro a mi cama de vuelta.
El sueño se me había ido por completo, así que tendría que buscar algo por hacer. Me visto y salgo de la habitación directo a la cocina, aprovecharía que mi mamá y papá están durmiendo aún para hacerles el desayuno.
Empiezo a cantar a todo pulmón y bailar "Hey DJ" mientras preparo unos deliciosos patacones con huevo y café bien calentito.
Finalmente después de media hora se despiertan y se asombran por lo que había preparado.
—Sé que no lo pueden creer, pero a los 19 años me vi obligada a aprender a cocinar o de lo contrario me moriría de hambre —explico al ver sus caras y ellos ríen.
—Nos gustaría escuchar más del futuro —dice de pronto mamá muy interesada. —Si aprendiste a cocinar, sé que hay muchas más cosas que nos encantaría saber.
—Eso suena interesante... Dime Samy, ¿por quien no debería votar en las próximas elecciones? —papá ríe y niego.
—No pienso decirles nada de eso... ¿han escuchado del efecto mariposa?
— ¿El efecto qué?
—Mariposa —comento terminando de colocar todo en la mesa y finalmente nos sentamos.
— ¿Y eso que es? —inquiere mamá.
— "El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir en el otro lado del mundo" —cito y papá asiente.
—Oh sí, eso es un proverbio chino.
—Así es, pa.
— ¿Y qué tienen que ver las mariposas con el tiempo? —vuelve a preguntar mamá.
Realmente me daba mucha gracia verlos tan interesados con mis locas conversaciones sobre el tiempo.
—De acuerdo con ese proverbio, se dice que el simple suceso de algo pequeño es la consecuencia de un progreso de sucesos en cadena... en este caso, si se cambia algo en el pasado, por tan minúsculo que sea, siempre afectará a algo que suceda en el futuro —digo y ambos asienten pensativos. —Por ello es mejor evitar riesgos.
—Pero, Samy, tú ya te estás convirtiendo en un gran cambio en el pasado —habla de repente mamá y sé que tiene razón.
—Lo sé, pero estoy tratando de que todo siga normal.
— ¿Normal? Samy, no es para nada normal que me llamen a felicitarme porque ahora formas parte de los mejores alumnos del colegio —dice enarcando una ceja y suspiro.
—Es que no lo puedo evitar, ma... ¡Todo es tan fácil! —respondo haciendo drama y solo ríen.
—A mi parecer... —habla papá después de beber de su café —la única excepción a la regla pareces ser tú, porque recordemos que en tu tiempo trataste de salvar a aquel chico... ¿allí te olvidaste del "efecto mariposa" acaso?
Me miran acusatoriamente y no tengo salida, me han dado donde más me duele.
¡Tramposos!
—Son unos extorsionistas ¿saben? —ruedo los ojos y ambos chocan sus manos triunfantes. — ¿Qué quieren saber exactamente?
Ambos se miran pensando y es mi papá quien decide hablar.
— ¿Quién es el próximo presidente?
— ¿De verdad quieres saber eso?
—Sí, no quiero tener malas sorpresas después.
—Rafael Correa, lo volverán a reelegir... Y luego de que termine su mandato vendrá el actual vicepresidente...
— ¿Lenin Moreno? —pregunta mamá asombrada y asiento.
—Con ello se desatará un caos político que ni se imaginan —digo y luego niego para que no me hagan caso. —Bien, creo que hablé de más... ¡Y no pienso darles más información! —menciono finalmente y me dedico a comer mi desayuno en paz.
La mañana transcurre totalmente aburrida y decido salir a dar una vuelta.
Me fijo en la casa de mi lindo chico color fantasma y suspiro con pesadez. Aún me preguntaba noche y día que habría sucedido con él.
Y es que había llegado a la triste y terrible conclusión de que mi "poder" había desaparecido totalmente... y me frustraba aceptar que si seguía aquí, con los años pasando con normalidad, llegaría el día en el que tendría que vivir por segunda vez cómo mi corazón se destroza al enterarme del trágico accidente que le quitará la vida... Y simplemente no podré hacer nada para ayudarlo.
Una lágrima rueda por mi mejilla y decido alejarme, era claro que esto no me hacia bien.
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