Capítulo 34 - Objetivo logrado

Capítulo dedicado a mi linda lectora SaraNTT 😘 No me he olvidado de ti, bella, espero que disfrutes de la lectura 💜 Abrazos a la distancia! 

Una semana...

Una semana había transcurrido y todo estaba empeorando. Había alcanzado un nivel máximo de irresponsabilidad que hasta yo mismo estaba sorprendido de mis logros.

Ahora mismo me encontraba en la hora de mi sentencia final, pero al fin y al cabo eso era lo que tanto esperaba con ansías y nervios. No tantas ansías como en el principio, pero aún así tenia claro que sea como sea habría de quedarme en mi país.

Entro con mamá a la dirección una vez que nos permiten pasar y la rectora nos invita a tomar asiento con una señal.

—Buenos días —digo casual y no menciono más.

Prefería quedarme callado lo que más pueda. Por eso de: "todo lo que diga podrá ser usado en su contra".

Calladito me vería más bonito.

—Buenos días, Dra. Ríos —saluda mamá y se dan un cordial apretón de manos.

—Buenos días, Sra. Muñoz, un placer verla... Aunque no puedo decir lo mismo de usted Sr. Vélez —dirige su mirada de desaprobación sobre mi.

La rectora toma aire y yo la imito preparándome mentalmente para lo que viene.

Allí vamos.

—Sra. Muñoz —comienza a hablar y siento un leve escalofrío —sé que la educación de su hijo es una de las cosas más importantes para usted. En más de una ocasión lo ha demostrado... —mamá asiente sin entender y la rectora decide continuar —Es por ello que me vi en la obligación de citarla y no sólo hacerle una llamada como comúnmente se tiene detallado proceder, esto es debido a que la situación no está mejorando sino empeorando... Su hijo está teniendo últimamente serios problemas en el cumplimiento de las actividades curriculares —explica y mamá me mira sorprendida. Vuelve a mirar a la rectora que está revisando mi expediente de la última semana. —Primero una prueba en la que se lo halló haciendo trampa, seguido de tareas incumplidas con todos los maestros, otras pruebas entregadas totalmente en blanco sin tomarse la molestia de hacer el mínimo esfuerzo y faltas constantes a varias horas de clases —explica la rectora sin entender y miro a mi mami que está roja de la vergüenza y posiblemente también de la rabia.

Estoy muerto.

—Entiendo, señora rectora... —piensa unos segundos y toma aire. —No quiero justificar a mi hijo... pero ambas sabemos que es un buen chico. Siempre ha cumplido con sus obligaciones, ha tenido buena conducta y ha estado dispuesto para ayudar en actividades extracurriculares —me defiende mamá como la excelente abogada que es. Sin embargo, no me gustaba hacia donde estaba yendo todo esto. —Solo está en una etapa muy difícil, últimamente ha estado muy nervioso y preocupado... ¿Sabe usted que irá a estudiar música a Argentina?

—No tenía conocimiento de ello —habla con seriedad y asombro. —Sé el talento que tiene su hijo, pero aun así eso no lo justifica... Usted tiene que entender que la semana que entra son los exámenes finales, y dé por hecho que si el Sr. Vélez no obtiene excelentes calificaciones para remediar todo este auto zabotaje que se está haciendo, lo más probable es que quede para recuperación o en el peor de los casos, pierda el año.

¿Tanto así la había jodido?

—No, no diga eso, por favor... Yo sé que Christopher se repondrá y estará listo para sus exámenes finales... Solo le pido que lo entienda y lo ayude... Él tiene que viajar máximo dentro de un mes, ¿entiende?, de lo contrario perdería el cupo para el instituto, por ello le suplico que le permita graduarse mucho antes de lo previsto —ruega mamá y frunzo el ceño.

Nunca la había visto así, literalmente se estaba humillando por mi causa.

Me siento del asco.

—Lo siento mucho por usted Sra. Yenny, pero la conducta del Sr. Vélez es injustificable y no podemos darle un beneficio que no se merece... Deberá de esperar los dos meses o quizá un poco más hasta su graduación como el resto de alumnos, eso si pasa el año.

—Lo sé, pero... —mamá intenta ayudarme una vez más y la rectora no la deja.

—Lamento mucho que no pueda viajar y empezar sus estudios de música —dice severa —Quizá esto le sirva de lección para que madure y tome mejores decisiones en el futuro... Lo que le recomiendo como madre es que deje que su hijo aprenda a que no siempre la va a tener a usted para que le consienta todo y le solucione la vida... Espere a que se gradúe, que consiga un trabajo de medio tiempo y que estudie una carrera que realmente lo ayude a crecer como persona y en el ámbito profesional... en su país —recalca.

Finalmente la rectora se queda en silencio y mi mami lo único que hace es asentir con ojos cristalinos.

Había conseguido lo que quería y no me sentía nada feliz.

—Entonces espero que su hijo después de esto lo piense mejor... Una vez más lo lamento, hubiese deseado que las cosas no sean así. Muchas gracias por haber venido.

—Gracias a usted, Dra. Ríos.

Se dan una vez más un apretón de manos y nos ponemos de pie para salir de la oficina.

—Espero que estés contento —menciona con una gran decepción en el rostro.

—No, no lo estoy mami —hablo con sinceridad y agacho la mirada.

—Hablaremos cuando vuelvas a casa, mientras tanto, procura estas últimas horas que te quedan, pensar muy bien en la excusa que me dirás... Y entra a clases, Christopher. Se supone que vienes a estudiar.

Se va sin despedirse y me quedo solo en el pasillo.

Ahora sí, definitivamente decepcioné a todos.

(...)

Entro al salón de clases una vez que he pedido permiso y me siento en mi pupitre.

—Sr. Vélez... ¿trajo su tarea? —pregunta el profesor de cálculo.

Ya no servía de nada seguir arruinándome, por lo que saco mi cuaderno de la mochila y lo llevo al frente topándome con la cara de impresionados de muchos compañeros y del mismo profesor.

—Aquí está —le muestro la página exacta y la mira sin creerlo.

Se toma su tiempo y revisa páginas anteriores.

— ¿Estás son las tareas pasadas? —pregunta con el ceño fruncido y asiento.

Siempre hice mi tarea, tan solo no la presentaba.

Las revisa minuciosamente y pone vistos y hace ciertas correcciones en los ejercicios.

—No entiendo por qué no las presentaba, Sr. Vélez... Sabía que no se debía a que no entendía porque lo veía atento a las clases.

—Es una historia muy larga, profesor —digo con cansancio y él asiente.

—Le dejaré pasar esto porque lo conozco —dice y me brinda una sonrisa.

Lo siguiente que hace es llenar todos los casilleros donde tenía un montón de ceros, por calificaciones.

—No es necesario que lo haga, profesor.

—Lo hecho, hecho está. Puede tomar asiento —dice de buen animo y me arranca un atisbo de sonrisa.

—Muchas gracias, de verdad se lo agradezco.

Vuelvo a mi asiento y el siguiente par de horas no hago nada más que pensar en lo mal que debe estar mi mami por mi culpa.

La campana que anuncia la salida es escuchada y los chicos se me acercan sin perder el tiempo.

—Pelita, cambia esa cara. ¿Qué te dijeron? —pregunta Jonathan.

—Pues lo que se supone que quería escuchar.

— ¿A qué te refieres? —inquiere José.

—Ya no voy a Argentina.

Se quedan con la boca ligeramente abierta y segundos después David es el primero en reaccionar.

—Pues entonces alegrate, Pinky. Tendremos más tiempo para disfrutarlo juntos —intenta animarme pero no lo consigue.

—No viste a mi mamá, David... Nunca la había notado así. Realmente la decepcioné —digo con dificultad.

El estúpido nudo en la garganta estaba allí una vez más.

David me abraza y da palmaditas en mi espalda en modo de consuelo.

—Hola, chicos —escucho la voz de Samantha y ni  siquiera soy capaz de mirarla a la cara.

Esta semana realmente nos habíamos distanciado mucho, cada vez que tratábamos de hablar discutíamos sin remedio.

Mi vida se estaba yendo a lo profundo de un caño.

— ¿Pueden dejarme a solas con Chris, por favor? —pide y los chicos sin siquiera preguntarmelo se ponen de pie y segundos después se marchan.

—No quiero que me veas así —digo limpiando unas lágrimas que habían salido sin mi permiso.

—Lo siento, es solo que me enteré lo que sucedió en el rectorado —habla en voz baja y se sienta frente a mi.

Toma mi mano y le da un suave apretón.

—Creo que no me he portado nada bien esta semana contigo —dice y ríe desganada —tengo tantas cosas en mi cabeza que no sabia como actuar... mis problemas en el colegio, en mi casa y ahora tú. Estaba a punto de colapsar y renunciar a todo... nada estaba saliendo como quería. Pero no puedo, no puedo hacerte a un lado porque te hice una promesa, Chris ¿recuerdas?

La miro finalmente a los ojos y está llorando.

—Lo recuerdo todas las noches al intentar dormir —digo y seco con delicadeza una lágrima que rueda por su mejilla.

Aun llorando sigue siendo hermosa.

—Quiero estar para ti en los buenos y en los malos momentos, Chris.

—Gracias, princesa. Yo igual para ti.

Nos quedamos en silencio mientras apretamos nuestras manos. Su gesto me indica que quiere decir algo pero no puede, o quizá no quiere.

— ¿Estás bien? —pregunto y asiente con una sonrisa triste.

—Creo que es mejor que vayas a casa, tienes mucho que hablar con tu mamá... Y no te preocupes, pase lo que pase, yo siempre estaré para ti, amor.

Me abraza con fuerza y le correspondo abrazándola mucho más aún.

Ya me hacia demasiada falta sentirla a mi lado, que me haga sentir una vez más que toda esta tortura finalmente valdrá la pena.

—Te quiero, pulguita.

—Y yo a ti, Christopher —se separa de mi con mejor semblante y me pongo de pie. —Suerte.

—Realmente la necesitaré.

Deposito un pequeño beso en sus labios y salgo del salón para ir a casa.

Era momento de enfrentar a mi mamá.

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