Capítulo 30 - Resolviendo dudas
Capítulo dedicado a una de mis lectoras que siempre está muy activa comentando todo... Gracias bella valepquintero por hacerme reír con tus comentarios y por emocionarte cada que actualizo! 😍💜 Besos... Este capítulo es para ti. 😘
Aún no podía moverme del lugar. Por mi mente pasaban tantas cosas que estaba comenzando a sentir un molestoso dolor en mi sien.
¿Qué carajos había sucedido?
—Pela, ¿piensas quedarte aquí toda la noche?—pregunta José y no respondo, simplemente lo miro y me encojo de hombros.
Se sienta a mi lado y mira al cielo.
—Me encanta esta vista. No se puede observar algo así en la ciudad.
Dirijo mi mirada hacia el firmamento lleno de puntitos brillantes y suspiro.
— ¿Sabias que la estrella más cercana a nuestro sistema solar está a más de 39 billones de kilómetros de distancia?
— ¿Qué? ¡Wow! No lo sabía.
— Yo tampoco —sonrío desganado. —Samy me lo dijo —asiente y vuelve a mirar hacia arriba.
— Ella realmente es una cerebrito... No sé como puede andar con alguien como tú —ríe y lo miro entrecerrando los ojos.
— ¿Me estás diciendo estúpido?
—Yo no lo dije, lo hiciste tú —se encoge de hombros y ríe.
—Que buen amigo eres —digo sarcástico y vuelve a reír.
— ¿Ahora si me dirás que te sucede?
—Ya te dije que nada.
—Tu aspecto dice todo lo contrario. No creo que haya sido "nada" —hace comillas con sus dedos. —Además, Samy no tenía muy buena pinta que digamos.
Doy un suspiro de cansancio y me recuesto sobre la roca.
—Creo que se enojó conmigo... No lo sé.
— ¿Qué le hiciste, pela? ¿Acaso no puedes durar con alguna chica? ¡Eres un desastre!
—No hice nada, tarado. Y creo que eso fue lo que la enojó —digo dubitativo.
Realmente tenia muchas dudas.
— ¿Se enojó porque no hiciste nada? ¿De qué hablas?
—Creo que no puedo darte muchos detalles. Eres mi amigo, pero entenderás que ella es mi novia.
—De acuerdo... creo que sin querer dijiste mucho.
—Pues si crees que entendiste, solo quédate callado y no digas nada al respecto.
—Y yo creo que deberías sacar tu culo de esta roca e ir a buscarla... Habla con ella y encierrense en una de las tiendas si es necesario, terminen lo que empezaron, quizás así lo solucionen —dice sugestivamente.
—Te dije que no digas nada.
—Pero si eso es lo que ella quiere, sólo complácela.
Lo miro con cansancio y me pongo de pie. Camino de un lado a otro y me detengo.
—Es que estoy seguro de que en realidad no lo quiere...
— ¿Por qué se tomaría entonces tan enserio el hecho de que no quieras hacer cositas con ella? Se hubiese puesto feliz... Algo como: Oh, Chris, eres todo un caballero —dice imitando la voz de una chica y batiendo las pestañas.
— ¡Eso es lo que no entiendo, José! Samantha no es de las chicas que se acuestan con el primero que le dice cosas bonitas al oído... Y me sorprende como reaccionó cuando le sugerí que debíamos esperar, porque no tenia unos pinches malditos y desgraciados condones —me exalto más de lo normal y José queda estupefacto.
—Quizá se enojó porque no tenías condones —se encoje de hombros y ruedo los ojos.
—No estás entendiendo nada ¿verdad? ¡Por primera vez piensa con tu cerebro y no con la cabeza de abajo!
—De acuerdo, sólo estoy bromeando... No te enojes.
—Lo siento, es que estoy confundido.
Se pone de pie y me da unas palmaditas en la espalda.
—Vamos a descansar, probablemente eso te ayude a estar mejor.
Asiento y empezamos a caminar en dirección a las tiendas.
En cuanto llegamos David y Jonathan aun están despiertos.
— ¿Y Samy? —pregunto y ambos señalan la tienda.
—Estaba un poco extraña, dijo que moría del cansancio y entró con apuro.
—Entonces deberíamos descansar también —habla José y nos despedimos.
Entro a la tienda después de David y me acuesto dándole la espalda, no quiero que él también comience con su interrogatorio.
—Sé que estás despierto, Christopher.
—¿Qué quieres? —me giro y sonríe con emoción. — ¿Y a ti que bicho te picó?
—Al fin se me dio, pelita. Karen y yo somos novios oficiales —da una de sus sonrisas características y asiento.
—Me alegro mucho, ya era hora.
—Me lo creería si te entusiasmaras un poquito más por tu mejor amigo.
—Lo siento, Davicho. Es que no estoy muy bien ahora.
—Imagino que José ya te interrogó, así que te dejaré en paz sólo por esta noche. Después tendrás que contarme todo.
—De verdad lo agradezco —digo cansado.
—Ahora abrázame papi que tengo frío —ruedo los ojos y él ríe.
Con estos chicos no se puede tener ningún momento de seriedad.
(...)
Son las 6:30 de la mañana y José ya nos ha despertado.
Veo salir a Karen de su tienda pero no a Samy.
— ¿Sam no está aquí afuera? —pregunta confundida y nos miramos los unos a los otros.
—Pensé que aún estaba durmiendo —digo y ella niega.
—Me desperté y ya no estaba. Pensé que estaría con ustedes.
—Yo fui el primero en despertar y no la vi salir de la tienda —responde José frunciendo el ceño.
Comienzo a sentir una angustia en mi interior y segundos después escuchamos unos pasos detrás de nosotros.
El alma me vuelve al cuerpo cuando noto que es Samy... pero está completamente mojada, de pies a cabeza.
— ¿Samy? ¿dónde estabas? —pregunta David reaccionando antes que yo.
Nos mira un poco apenada y luego sonríe.
—Lo siento, es que me desperté mucho antes y salí a caminar un poco.
— ¿Y por qué estás mojada? —pregunto acercandóme a ella y cubriéndola con la sábana que estaba envuelto segundos antes, ya que hacia mucho frío.
—Decidí darme un chapuzón en el río —dice y se encoje de hombros.
— ¿En el río? ¿con el frío que hace a estas horas?
—Raramente tenía mucha calor —explica y estornuda.
— ¿Y te metiste al agua con todo y zapatos? —observa Jonathan y ella mira hacia abajo.
—Oh, es que no quería dañarme los pies con las piedras —habla y empieza a temblar.
— Amor, te puede hacer daño estar así. Es mejor que te cambies. —me sonríe y asiente.
—Sí, Chris. Iré de inmediato.
Entra en la tienda y la cierra para tener privacidad.
Los demás empezamos a sacar las otras tiendas y posteriormente a guardarlas.
Samy sale minutos después y noto que está un poco pálida. Lo más probable es que se enferme.
¿En qué estaba pensando para hacer semejante locura?
— ¿Estás mejor, hermosa?
—Sí, solo me duele un poco la cabeza.
—En cuanto volvamos a la finca te prepararé algo para el malestar ¿de acuerdo? —asiente y nos quedamos en silencio.
Tomo una de sus manos y está muy fría. La llevo hasta mis labios y la caliento con mi exhalación.
— ¿Podemos hablar, Chris?
—Sí, princesa —entrelazo mi mano con la suya y nos alejamos un poco de los chicos.
Nos detenemos metros más adelante y sin dar aviso de algo, Samy me abraza con fuerza.
—Lo siento, Christopher, fui una estúpida.
—No, amor. No digas eso...
—Chris, sé cómo me comporté anoche, no tienes que excusarme... Y de verdad lo lamento. Es que me sentía tan mal y no supe manejar la situación...
— ¿Por qué te sentías mal?
—Porque tengo miedo de que te aburras de mi... —escupe sin mas y frunzo el ceño —He escuchado mucho sobre tus antiguas relaciones, y tengo miedo de que conmigo sea igual... Lo único que se me pasó por la mente en ese instante fue que si me entregaba a ti, quizá verías una razón más para quedarte conmigo y no dejarme —explica al borde de las lágrimas —Lo sé, eso es estúpido, pero no quiero que se nos termine el tiempo, mechitas... Quiero estar contigo siempre. Sé que no soy la chica perfecta, pero creeme que me esforzaré por ofrecerte lo que mereces —finaliza y sus mejillas se mojan por las lágrimas.
La observo aun sorprendido por todo lo que ha dicho.
Siempre he visto a una Samy fuerte y que no le tiene miedo a nada, pero quizá no he visto más allá.
Quizá sea una chica con muchos miedos e inseguridades... Una chica a la cual no le ha jugado bien el destino, teniendo un padre agresivo y compañeras que abusan de ella.
Ahora yo soy una más de sus debilidades. Y me entristece en cierto punto que tenga todos esos pensamientos en su cabeza.
—Samy, no seas tontita... No es necesario que tengamos sexo para darme cuenta de lo maravillosa que eres... Sabia que había algo más detrás de tu manera de comportarte, te conozco.
—Lo lamento por no haberlo hablado contigo, pero se me hizo un poco difícil... Decidí hacerlo ahora porque no quería que tengas una idea equivocada de mi.
—Jamás pensaría algo malo sobre ti, princesa. Ven, dame otro abrazo —me sonríe con alegría y beso su frente.
Nos quedamos así por varios minutos hasta que somos interrumpidos por un fuerte estornudo.
—Creo que estaré enferma algunos días.
—Samy, ¿en qué estabas pensando cuando decidiste meterte al agua con este clima?
Ríe y niega.
—No lo sé, solo fue un impulso... Creo que necesito ir al psicólogo.
—Recuerdame sacarte una consulta cuando lleguemos a Loja —digo riendo y me da un golpe suave en el brazo.
(...)
Era el momento de volver a nuestra realidad de Loja y sólo mantener como un lindo recuerdo nuestra corta instancia en Manabí.
—Bien, ¿ya están todos listos? —pregunta el tío de José y asentimos.
Subimos a la camioneta después de despedirnos de su esposa y finalmente arrancamos. Media hora después volvíamos a estar en la carretera principal para tomar el transporte hasta Loja.
—Vayan con cuidado, chicos.
—Gracias, tío. Nos vemos después y muchas gracias.
Don Ignacio se marcha y alrededor de 10 minutos después al fin tomamos el bus.
—Me hubiese gustado que el fin de semana dure mucho más —menciona Samy mirando a través de la ventana.
La carretera estaba rodeada de árboles y era una vista agradable a los ojos.
—Ya tendremos muchos más fines de semana, hermosa.
—Sí —gira su vista hacia mi y sonríe.
El viaje de regreso había sido exactamente igual. Todos habíamos estado durmiendo la mayor parte del tiempo.
Alrededor de las 6 de la tarde finalmente habíamos llegado al terminal terrestre y una hora más tarde a nuestras casas.
Dos días completos se habían ido en un parpadear.
— ¡Ya estoy en casa! —digo en voz alta y mi abuelita aparece por el umbral de la cocina. —Pasa, Samy.
Asiente y entra a la casa dejando su mochila a un lado de la puerta.
— ¡Mijo, regresaste! —dice alegre mi lita y me abraza. —Hola, guapa —saluda a Samy y también la abrasa casi asfixiándola, ella solo ríe por lo bajo.
—Hola, lita ¿cómo ha estado?
—Extrañandolos a ambos... Pero cuentenme, ¿que tal el viaje?
—Muy bonito —responde Samy —Realmente nos divertimos mucho.
—Eso está muy bien... ¿te quedas a comer, mija?
—Claro, con gusto.
—Les aviso cuando esté todo listo.
Mi lita nos sonríe y desaparece dejándonos solos.
— ¿Y qué hacemos mientras tanto? —inquiero.
—Podríamos ir a tu habitación y ver vídeos en youtube —se encoje de hombros y asiento.
—Listo, vamos.
Subimos las escaleras tomados de la mano y entramos dejando la puerta semi abierta.
Entro al cuarto de baño y observo que hay algunas cosas tiradas por el suelo y el piso encharcado.
—Que fastidio —digo saliendo y Samy me mira con atención. —De seguro Jonathan entró a mi baño y lo dejó así de desastroso.
—Quizá solo fue un accidente, amor, no te pongas así. Yo te ayudo a limpiar —dice sonriendo y me da un beso para tranquilizarme.
Recogemos mis cosas y secamos el charco en menos de 5 minutos.
—Listo, todo está en orden otra vez... No deberías ser tan gruñón.
Me saca la lengua y arrugo la nariz.
—Te quiero, pulguita.
—Ya extrañaba que me lo digas —susurra. —También te quiero, mechitas —habla muy cerca de mis labios y corto la distancia para besarla.
Rodeo su cintura y la acerco más a mi. Se estira de tal manera que está de puntillas y la blusa se le ha alzado un poco más arriba de la zona del ombligo.
Aprovecho la situación para acariciarla, lo que le hace tener sentir un escalofrío recorrerle por la columna. Río ante lo que he provocado y ella se venga mordiendo mi labio inferior con fuerza.
—Auch... me has hecho sangre, mujer... Te acusaré con mi mami —hago puchero y niega divertida.
—A tu mami no le va gustar enterarse de que su bebé ya no es virgen de labios —ríe y ruedo los ojos.
—Muy graciosa.
—Deja de ser un berrinchudo como siempre y vamos por esos vídeos.
—Sí, patrona.
Nos tiramos sobre la cama y vemos vídeos en youtube, riéndonos sobre todo de los típicos gatos graciosos que se vuelven virales.
Definitivamente tuve un fin de semana perfecto.
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