Capítulo 24 - Tiempo juntos
Apenas habían transcurrido dos días y mi relación con Samy ya era noticia en todo el colegio.
Odiaba que muchos pensaran que solo la quería para pasar el rato por culpa de mi mala fama, y otros más, imaginaban que mi relación con ella se debía a cuestiones de interés por su buena amistad con muchos de los maestros.
— Ya, deja de hacerle caso a comentarios estúpidos.
—No, Samy, no puedo permitir que piensen aquellas cosas y mucho peor que las divulguen como si fuese real.
—Mirame —dice sentándose delante de mi. —Lo único que debe importarte es lo que yo piense, y yo sé perfectamente que nada de eso es cierto. Sé que me quieres mucho... ¿está bien?
—Sí, amor —digo más tranquilo y ella sonríe.
—Dilo de nuevo.
— Shi, amolcito bello —hago puchero mientras hablo y se ríe a carcajadas.
—Eres un cursi... Y me encantas.
—Lo sé, pero no más de lo que tu me encantas a mi —deposito un beso en su sien y el celoso Christopher minino se acerca y me muerde. — ¡Oye!
—Solo te está dando una muestra de cariño...
— ¿Cariño? Yo te tengo cariño y no te muerdo —río —Aunque ganas no me faltan —le muerdo el hombro ligeramente y estalla en risa.
—Eres un baboso pervertido, Christopher Vélez.
— ¿Ah si? —digo acercándome y acostandola en el césped mientras le hago cosquillas.
— ¡Christopher! ¡No! ¡Detente! —Ríe sin control — ¡Si no te detienes voy a golpearte!
—No te creo —digo mientras continuo con su tortura.
—Te halaré de las mechas... ¡Detente!
— ¡No!
— ¡Diablos! —dice y toma fuerza. Se levanta y se pone a horcajadas sobre mi y con todo lo que puede detiene mis manos por encima de mi cabeza.
Está respirando con dificultad y su cabello totalmente enmarañado.
Ambos reímos a carcajadas y segundos después nos tranquilizamos.
No nos movemos de la posición en la que estamos y aunque podría verse raro a los ojos de los demás para nosotros parece lo más natural del mundo.
Tomo sus manos una vez que ha dejado de apretar las mías y las beso con ternura. Son delicadas y me gustan.
— ¿Qué haces, Chris? —pregunta sonriendo.
—Me gustan tus manos.
—No sabía que tenias alguna clase de fetiche —responde graciosa.
— ¡Ja, ja! Mira que risa me causa —digo fingiendo seriedad y segundos después me río con ella.
Se acomoda sobre mí hasta poner su cabeza sobre mi pecho y la envuelvo con mis brazos.
—Hazme piojitos —susurra y sonrío.
—Eres una engreída, pulguita.
Empiezo a acariciar su cabello y no decimos mas nada.
El silencio se apodera del lugar y solo puedo escuchar y sentir el aire fresco que nos golpea con suavidad mientras nos mantenemos acostados debajo de la sombra del gran árbol. Siento como su respiración se ha hecho más lenta y pausada.
— ¿Samy? —pregunto en un susurro y no responde. Se ha quedado dormida.
Sigo acariciando su cabello hasta que siento que me estoy quedando dormido de igual manera.
(...)
Abro los ojos y me doy cuenta que ha anochesido. Samy no está y me sorprende que no me haya despertado para ir con ella.
De hecho, eso es demasiado inusual.
Salgo del parque que está extrañamente desolado para mi sorpresa y camino hasta mi casa sin prestarle mucha atención. Ya le escribiría a Samy en cuanto llegue.
—Hola, lita. Buenas noches —saludo con una sonrisa a mi abuelita que está leyendo un libro en el sofá. En cuanto entro ella me mira como si hubiese visto un fantasma.
— ¿Christopher? ¿Mijo, que haces aquí? —se levanta del sofá aun sorprendida y frunzo el ceño.
— ¿De qué hablas, lita?
— ¿Cómo que de qué hablo? ¿No se supone que deberías estar en Miami? ¿En qué momento regresaste al país? ¿Y tu equipaje? ¿Viajaste solo? ¿Dónde está tu novia?—pregunta todo tan rápido y no sé como reaccionar.
Parpadeo muchas veces y estoy estático.
No respondo.
Simplemente en cuanto siento que mi cuerpo ha recuperado su movilidad subo corriendo a mi habitación y me miro frente al espejo.
Allí estoy yo... El Christopher Vélez de 25 años con una barba de algunos días sin afeitar.
No puede ser.
Empiezo a entrar en pánico y mis ojos se cristalizan debido a las lágrimas que quieren salir de ellos.
— ¿Mijo, estás bien? —pregunta mi lita. Al parecer ha subido detrás de mí al ver mi reacción.
Estoy respirando entrecortadamente y tengo la vista perdida en la nada.
—Necesito hablar con ella —digo desesperado.
— ¿Con quién? ¿Con Gabriela?
¿Gabriela?
Hace tanto que no escuchaba ese nombre y hace tanto que ni siquiera pensaba en ella.
¿Será posible que haya vuelto de la nada a mi tiempo?
¡No!
Prefiero no explicar nada a mi lita y solo salgo y bajo corriendo una vez más. Cuando estoy en la calle solo puedo pensar en un único lugar.
Corro lo más rápido que puedo y en cuanto llego, la casa que solía ser de Samy está totalmente a obscuras. No solo eso, está destrozada en algunas partes y parece que no ha habido una persona allí en años.
—No puede ser, debo estar soñando... Por favor, que sea solo un sueño —cierro los ojos con intensidad y me doy un bofetón con fuerza. Nada sucede. —Por favor no, por favor. ¡No me hagas esto, Dios!
Entro a la casa y con ayuda de mi celular alumbro un poco el lugar.
— ¿Samy? —pregunto con la esperanza absurda de encontrarla aquí dentro.
Nadie responde.
— ¿Dónde estás? Por favor, Samy... Esto no puede ser real, tiene que ser una pesadilla —siento como mis mejillas se están mojando debido a las lágrimas que al fin han salido.
Me siento en un rincón sollozando y me abrazo a mi mismo.
Sentía como si la vida se me venia encima. Como si ahora nada tenia sentido...
Cierro los ojos mientras lloro y una voz me hace alzar la vista.
Veo a mi alrededor y ya no estoy en la casa obscura de Samy, ahora me encuentro una vez más en el parque y ella está frente a mí.
Luce tal cual como a sus 16 años y me mira con tristeza.
La abrazo con fuerza y ella hace igual. No quiero soltarla nunca más.
—Pensé que te había perdido —digo aún entre lágrimas.
—Christopher, lo siento...
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Sabes que esto no tuvo que ser así...
— ¿De qué hablas?
—Tienes que regresar a tu tiempo. Yo no soy parte de tu vida —dice.
Ahora ella también está llorando.
Ahora sé perfectamente que esto es un sueño, pero siento que me está lastimando mucho aún así.
—No, mi tiempo es donde existes tú, Samantha... No pienso dejarte.
De pronto ella desaparece ante mis ojos y siento que quiero gritar pero no puedo.
Abro los ojos de golpe y Samy está mirándome preocupada. Estoy en el parque y aun ni siquiera ha anochesido. Estoy sudando pero todo mi cuerpo está frío.
— Chris... ¿estás bien, amor? Estás llorando —dice preocupada.
Solo puedo reaccionar para envolverla en mis brazos y sentir nuevamente que ella es real... Que es tan real como el amor que estoy sintiendo cada minuto que la tengo a mi lado.
—Chris, me estás asustando.
—Prométeme que nunca me dejarás, Samy... Pase lo que pase.
— ¿Por qué pides eso?
—Por favor, solo promételo.
—Claro que lo prometo, Chris. Siempre estaremos juntos.
—Te quiero demasiado, Samy —digo sorbiendo por la nariz.
—También te quiero con todo mi corazón, Christopher... Mucho más de lo que imaginas —me dedica una sonrisa y la beso.
Era lo único que necesitaba ahora mismo.
(...)
—Chris, has estado muy callado toda la tarde.
Era cierto.
Aún no podía quitarme esa horrible pesadilla de la cabeza.
Le sonrío débilmente y luego beso su mano.
—Estoy bien, bella.
—Eso no es cierto... Dime lo que sucede.
Suspiro y la miro a los ojos. Algo dentro de mi quiere contarle todo... Pero, ¿por qué arruinar todo lo bonito por algo que no estoy seguro de que podría pasar?
¿Y si finalmente en algún momento tengo que irme y dejarla? ¿O si simplemente no pasa nada?
¿Por qué decirlo de todos modos?
—Samy, ¿crees que tu y yo estuvimos predestinados?
Me mira sin entender y frunce el ceño.
— ¿Predestinados?
—Sí, a estar juntos... ¿o crees que es una casualidad el habernos topado?
Acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja y mira al suelo pensando en lo que acabo de decir.
—Yo creo que fue una bonita casualidad —responde sonriendo finalmente.
—Sabes, antes hubiese dicho lo mismo, pero ahora no creo en las casualidades... —me mira evaluadoramente y asiente para que continúe —Tu y yo estamos juntos por alguna extraña razón del universo. Estoy seguro que algo o alguien se las ingenio para ponernos en el mismo camino —hablo con emoción.
Es lo más cerca a mi loca verdad que le puedo decir.
Ella simplemente me mira con exceptisismo y vuelve asentir con duda.
—Puede ser.
Ambos nos quedamos pensativos mientras seguimos tumbados sobre el césped.
— ¿Entonces crees que ambos nacimos para estar juntos? —inquiere Samy y asiento con una sonrisa.
Tomo su mano que descansa junto a la mía y le doy un leve apretón.
—Dime cursi si quieres, pero creo que somos almas gemelas... Estoy seguro de que nos hemos conocido en vidas pasadas.
Lo digo pensando en el día que nos conocimos, cuando yo estaba en CNCO y ella era mi fan.
— ¿Te refieres a algo así como que hemos reencarnado para volver a encontrarnos? —inquiere mientras mira con detalle como las hojas del árbol son mesidas por el viento.
—Algo así —miento.
—Entonces, espero haber sido una reina egipcia en mi vida pasada —explica sonriente.
— ¿reina egipcia?
—Sip... Amo esa cultura, es fascinante.
—Entonces ¿yo seria el faraón? —empiezo a imaginarme a mi mismo vestido de túnicas blancas y cubierto de oro, aunque eso no tuviese sentido. Su risa me hace regresar a la realidad.
—No... tu serías mi gatito acompañante.
—Eso no tiene sentido, Samantha —río a carcajadas y se une a mi.
—Es que te imagino más como gato que como faraón —habla entre risas. —Miau, soy Christopher, miau, miau —vuelve a reír con fuerza.
—Tu bullying es extraño, pero me gusta... No tanto como me gusta mirar tu hermosa sonrisa, pero está muy cerca —digo. Acaricio una de sus mejillas y le sonrío.
—Realmente si eres muy cursi —ríe y planta un beso fugaz en mis labios.
—Nunca lo he sido tanto como lo soy contigo.
Ríe y niega divertida.
—Mejor vamos por algo para comer, se nota que tienes hambre.
—Matas el romance, Samy. Me dueles.
Nos ponemos de pie y avanzamos hasta un puesto donde una señora vende unos chuzos enormes.
—De acuerdo, creo que si estoy muriendo del hambre.
—Eres un glotón. Y deberíamos darnos prisa, tenemos tarea que hacer.
—Una vez más, matas el romance —menciono poniendo mi mano en el pecho para fingir que me duele el corazón.
—Eres un exagerado y un llorón, Christopher Vélez.
—Me llaman Christopher Exagerado y Llorón Vélez Muñoz, para su información señorita.
—Te estás olvidando que también eres "el Bryant" —ríe sin control y se toma el estómago. —Hoy he reído demasiado, mira, estoy llorando Christopher.
—Oye, me vas a ojear. Ni mis panas me hacen tanto bullying como tú, Samy.
—Acostumbrate amorcito, que de esto tendrás mucho.
Vuelve a reír y me abraza con alegría para llenarme la cara de besitos.
Realmente espero tener mucho más de esto. Que nunca se termine esto tan lindo que tenemos.
—Tendrás que pasarme el huevo —digo haciendo puchero y niega divertida.
—A ti te paso todos los huevos que quieras, bebé —me guiña un ojo y luego me ignora para comprar algo de comer.
La miro con una ceja enarcada y finalmente sonrío.
Insisto...
Esta chica me encanta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top